CAPÍTULO XVIII
—Han pasado ya algunos años desde que te vi ¿qué hacías durante ese tiempo?
Aunque la tuviese a unos escasos metros, Dael no podía creer que ahora la estuviera viendo, durante muchas noches culpo a sus sueños de su presencia, había hablado con Daniel sobre ella, pero él también creyó que solamente era un sueño, pero de igual manera se preguntó por qué una persona que nunca había visto estaba tan presente en sus sueños.
—Estaba cuidándote, esperando el momento de hablar de nuevo y el momento es ahora.
—No puedo creer lo que dices ¿quién me iba a hacer daño? No hace mucho podía sentir una soga en mi cuello -al decirlo, Dael tocaba aquella parte de su cuerpo de manera instintiva, como si realmente logrará sentir aquello- o algo más discreto, como una flecha directo a mi corazón. No sé de qué me estabas cuidando, Mara.
—Hay cosas que no se ven, que no tienen una explicación sencilla y aquello es más peligroso que la misma muerte.
—Si tú lo dices.
Aquello sonaba y se escuchaba irónico ¿qué en esta tierra era más peligroso que la muerte?
—Has traído a un hijo de condes, a un hijo de esta tierra.
—Realmente no me agrada en absoluto que se encuentre aquí.
—Y tu Frederick, ¿lamentas estar con Dael a pesar que ella dice odiarte?
En ese momento Dael decidió salir a observar los alrededores, se sentía incómoda y no era precisamente por la compañía, al contrario de sentía con más fuerza, algo más tranquila; el joven Welseyer la intimidaba de tal forma que la intrigaba, lo había sentido desde el primer día que lo vio y se odiaba por dejar que aquel sentimiento siguiera con ella.
—Dime joven Welseyer ¿te arrepientes?
—En absoluto, es de mi total agrado que ella me haya aceptado como su compañero.
—¿No te importa que ella no piense lo mismo? -la pregunta de Mara estaba llena de picardía y burla.
—Tal vez es ese comportamiento, esa actitud desafiante que más me atrae, ella no tiene comparación con nadie, tiene una esencia de líder, pero de igual manera busca la verdad.
Cuando Frederick dijo aquello se sintió tan bien, sintió que un peso en su pecho se liberaba, sintió que hablaba con la verdad, que lo que sentía por ella era real.
La risa de Mara de escucho, parecía que ella se estaba burlando de sus palabras, de lo que escuchaba y de todo lo que estaba pasando, pero de un momento a otro cayó, miraba en la nada como si fuera allí donde veía el todo. En ese instante Dael regresó trayendo consigo algo de leña.
—Mira Welseyer, haz algo con esto y que sea rápido.
Dael tiro la leña a los pies de Frederick y éste hacía lo posible por hacer un buen trabajo.
—Mara, tu llegada o aparición debe ser por algo importante y para mí a de ser beneficioso ¿qué quieres? -la voz de Dael estaba cada vez más irritada debido a la situación.
—¿Qué es lo que quieres tú, Andalechz?
—Habla Mara, no hagas que me desespere.
—¡Ay niña! Al parecer no niegas tu sangre, creo que lo que buscas es ¿por qué Belmort? Tierra muerta y sin vida -Mara trataba de dar un punto claro a las dudas, pero su voz estaba fuera de ser seria por momentos.
—¿Qué sabes de la fortaleza? Esas rocas, ese muro es impenetrable. No entiendo, por qué destruir algo que se decía, iba a proteger un reino.
—Atacaron el punto que nosotros, un reino consideramos fuerte, un lugar con difícil acceso, por un lado la Fortaleza, por el otro el mar y por último Maikal, la montaña impenetrable, a pesar de todo aquello, superaron lo que nosotros tememos.
Dael no podía creer lo que su molesto acompañante tuviese la razón, los rebeldes escogieron el camino con mayor dificultad para su ingreso al reino y ataque, eso significa que ellos conocían muy bien por donde caminaban y a que se estaban enfrentando.
—Nadie, en su vida podría pensar que algo o algún enemigo llegara a cruzar por un flanco donde puedes poner en riesgo tu vida y la vida de quienes te acompañan, sólo la magia podría lograr aquello y creo que es impo…
—La magia oscura y peligrosa hace que nada sea imposible -Mara interrumpió a Dael mientras ella hablaba, ella tenía un punto muy importante, pero no lo sabía del todo.
—¿Qué quieres decir con eso Mara, qué es lo que estás escondiendo? Tú sabes lo que nosotros necesitamos, dímelo -exigió Dael con voz fuerte.
—Es mejor que lo veas con tus propios ojos, no crees.
Ante aquella invitación Dael no sabía que hacer, miró el cielo, como si en algo manto oscuro y estrellado tuviese las respuestas. No podía negar que se encontraba perdida y sin saber qué hacer ¿Qué pasos debía seguir ahora? En ese momento sentía que era un alma errante buscando la paz de los suyos; miró a aquella enigmática mujer, aquellos ojos color de luna la miraban de manera indiferente, pero era una mirada penetrante ¿qué podía perder?
Se podía escuchar como la leña empezaba a crujir bajo las llamas, como aquella fuerza abrasadora consumía la madera de su alrededor.
—Te felicito Welseyer, al parecer ese fuego está calentando, pero ya no nos sirve de nada.
La mirada de Frederick denotaba decepción y fue la primera vez que Dael miró detenidamente aquellos ojos, una mirada verdosa que brillaba con grandes sentimientos ¿era verdad lo que aquella mirada expresaba?
—Nuestro camino no se ha acabado, así que arregla todo, nos marchamos -antes de subir al lomo de Storm, Dael se dirigió a Mara- espero que no mientas, ahora serás mi guía, mi estúpida luz en medio de la oscuridad.
—Vámonos.
Frederick tenía mucha paciencia, y como no tenerla cuando te están pidiendo que hagas una cosa y al hacerlo parece no ser suficiente o ya no es necesario. Apago la fogata rápidamente y subió a su caballo para seguir a Dael y a su nueva acompañante, mientras más avanzaban se percataban que el camino era sombrío y nada acogedor.
—Así que tus padres ya no lo son, las historias que inician en tragedia así terminan.
—Tienes algo más que decirme, algo que no sepa, parece que tu arte de adivinación ya no sirve.
—El perder dos veces a tus padres es algo terrible, perderlos sin conocerlos y perderlos cuando creíste conocerlos, no crees que aquello es algo muy especial.
—Si por especial te refieres a maldita, si lo soy y solo he… ¿tú sabes quienes fueron mis verdaderos padres?
Se podía escuchar una pequeña risa, tal vez algo burlona.
—¿Qué te da tanta gracia?
Dale sentía que en cualquier momento iba a tomar su espada y atravesar la garganta de su insoportable acompañante para poder así tener algo más de silencio, pero Dael sabía que no era sólo el silencio lo que quería, deseaba dejar de escuchar aquellas frases sin sentido e historias inventadas.
—Estás buscando respuestas, pero no puedo dartelas.
—Está por anochecer, debemos buscar refugio, será mejor que subas a mi caballos -la voz del hombre provocó que los alzados ánimos se calmaran un poco.
Frederick se ofreció a ayudar a Mara, quien se encontraba caminando al lado de Dael. Mientras la ayudaba Dael apresuró el paso y se adelantó de sus acompañantes unos cuantos metros. Observaba a su alrededor pero lo único que veía eran los árboles de gran tamaño, siguió avanzando hasta que logró divisar una cueva.
Bajo del lomo de Storm y se dentro a aquel lugar, parecía demasiado vacío como si hubiese sido limpiado, parecía que alguien se estaba quedando allí, aunque no encontró algún objeto o rastro que confirmara su idea.
Cuando salió de la cueva Dael tomó a su caballo y lo amarró a un árbol cercano, busco una manzana de sus bolsas y se la obsequió.
—Come algo, debes de estar hambriento.
Mientras acariciaba las crines de su caballo, Frederick llegaba a su lado, al estar en el suelo ayudó a Mara a bajar del caballo.
—Parece un buen lugar para pasar la noche.
Habló Frederick mirando a su alrededor, de igual manera busco en sus bolsas alguna fruta para dar de comer a su caballo.
—Quieres que te siga, pero no me has dicho hacia dónde nos dirigimos -la situación ponía a Frederick con grandes dudas en su mente.
—Estás desconfiando -afirmó.
—Sí.
—Bueno, entonces mañana al seguir nuestro camino te diré hacia donde vamos.
Dael se conformó con lo que había escuchado, no quería preguntar más, estaba cansada de todo lo que había vivido en tan poco tiempo ¿Qué iba a hacer ahora? Si ella quería podía dejar todo e irse muy lejos de allí, dejar que su cuerpo se adentrara en la oscuridad de la noche para no ser vista nunca más.
Pero, había algo que le impedía hacer aquello, si ahora estaba con vida era porque había hecho un pacto, había prometido cuidar a su gente.
Mientras Dael se sentaba al lado de un gran árbol, dentro de la cueva estaba Frederick de nuevo arreglando una fogata, había extendido algunas mantas para soportar el posible frío de la noche, reviso las provisiones para el largo viaje y se cercioro que no faltara nada y lo que creía podía faltar trato de memorizarlo para conseguirlo en la mañana siguiente o los más rápido posible.
La noche llegó silenciosa, permitiendo a los caminantes dormir un poco pero, mientras la luna se asomaba en lo alto del cielo, se podían escuchar algunos sollozos, algunos gemidos de dolor.
Una corriente eléctrica atravesó en cuerpo de Dael y ella logró despertar de un sueño aterrador, era la primera vez que sufría en un sueño, de manera inconsciente pasó sus manos por todo su cuerpo verificando que se encontraba ilesa, pasó la mano por su rostro y noto que había llorado, estaba empapada en sudor, aquello que se había adentrado en sus sueños impidió que pudiera seguir durmiendo, así que decidió levantarse y caminar un poco, pero en la entrada de la cueva una silueta se encontraba dibujada por la luz de la noche.
Estaba recostado contra la roca de la cueva y parecía que jugaba con sus dedos, al parecer trataba de entretenerse con algo para evitar el aburrimiento que aquella noche fría.
—¿Qué haces despierto?
—Alguien tenía que hacer guardia mientras ustedes dormían.
Dael estaba sin palabras, lo único que podía hacer era quedarse allí o regresar a la cueva, pero por más que la gente le dijera una cosa, fue su corazón quien tomó la decisión.
—Espero no te importe si te acompaño.
—Por supuesto que no.
Dale se recostó contra la roca, en la misma postura que Frederick.
—Deberías dormir, ahora yo puedo hacer la guardia por ti, ya he dormido lo suficiente.
—Creo que ahora tengo menos ganas de dormir, puedo jurarle a la luna que no quería otra cosa que no fuera el estar a tu lado, pero se que no es el momento propicio para hablar sobre ello.
—No existen los momentos propicios, como tu le dices, para hablar sobre lo que queremos o sentimos. Mírame, ahora quisiera estar con las personas que amo, aunque no se si realmente me amaron.
—Tengo muchas preguntas.
—Querido Frederick todos las tenemos, siento que te debo muchas explicaciones, tú no deberías estar aquí, eso es algo que yo sola debo resolver.
—Siento decepcionarte entonces.
Frederick se levantó y se adentro a la cueva, cuando él se fue notó su rostro una mirada triste, se dijo a sí mismo que se encontraba cansado, al parecer había decidido perder una lucha sin antes haberla peleado.
Dael sentía que algo muy dentro de ella se estaba rompiendo, una lágrima solitaria bajó por su mejilla, la limpio con su dedo y lo observó, aunque lo único que veía era su dedo humedecido, podía haber sido agua, pero no lo era, ya que una gota de agua no puede provocar un dolor profundo en el pecho, junto al corazón.
Si aquel hombre la quería ¿qué podía darle ella? No tenía una familia o un hogar, no podía entregarle un corazón que no había aprendido a amar de verdad, Dael se sentía rota y vacía, pero no quería que otra persona que decía quererla sufriera por ella.
En ese momento Dael decidió que lo mejor para las personas que la rodeaban era que ella no amara a alguien, no podía darse el lujo de amar cuando había una guerra dentro de ella y su alrededor, una guerra donde sólo podía luchar, no amar.
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