CAPÍTULO XIX

La oscuridad dio paso a la luz del alba, los tres viajeros se encontraban listos para continuar su travesía; nadie habló durante el viaje aunque habían palabras pendientes por ser pronunciadas y escuchadas.

Prepararon los caballos, Dael subió al lomo de Storm mientras Frederick llevaba en su caballo a Mara, quien los dirigía. Ella decía conocer todo el bosque, incluso se decía haberse adentrado a las tierras blancas, un lugar sagrado.

—Belmort era hermoso -una sonrisa enmarcaba el rostro de Mara, cuando habló parecía que estaba recordando algo feliz, pero después todo cambió- aunque sus tierras recibieron toda la furia de la guerra y ésta tomó la sangre de los muertos.

—La guerra ha estado en estos suelos desde la creación del hombre.

—Puede que tengas razón Dael, pero hay querrás que fueron infundidas por el deseo de libertad, otras por miedo y poder, pero ahora, lo que pronto veremos no es más que el inicio de algo más grande.

—Así que todos juntos iremos a Belmort.

Frederick había logrado dormir antes del viaje y cuando desperto se sentía algo mejor, quería hacer las cosas mejor para él.

El camino de veía tranquilo, incluso se encontraban con otros viajeros que buscaban refugio cerca del castillo, dirección contraria a la que ellos llevaban, aquellas personas eran las verdaderas víctimas de los conflictos ahora presentes en los límites del reino, pero si era cierto lo que Mara decía o daba a entender, no había seguridad en ningún lado y el reino estaría en peligro.

—¿De dónde vienes?

Al parecer Frederick tenía curiosidad por la mujer que ahora los acompañaba, la mujer que llevaba consigo.

—El lugar de donde provengo es mágico, si tu crees en la magia por supuesto.

—De pequeño mi madre me contaba historias sobre seres inexistentes y misteriosos, de algunas personas capaces de dominar el agua o el fuego, o monstruos que salían del suelo, directamente del infierno.

—Hay historias que son verdaderas aunque presentan algunas modificaciones cada vez que es contada y hay otras que claramente son inventadas, pero no dejan de ser verdaderas.

—Creo que me perdí -la cara de Frederick notaba gran confusión.

—Bueno, si te digo que el dragón escupe fuego y quema todo un bosque, pensaras que es mentira porque no has visto un dragón en tu vida, por lo tanto no existe, pero lo que sí sabes es el poder del fuego, sabes que puede quemar todo un bosque.

—Te entiendo.

—¿Tú puedes decir si el dragón existe?

Dael se encontraba cabalgando cerca de Frederick así que había logrado escuchar la conversación de sus dos acompañantes y no pudo evitar preguntar.

—Siempre haz sido curiosa, de tus hermanos la más inquieta y segura.

Hermanos, Daniel y Rob quienes de seguro se encontrarán con Dorothy, aunque Dael sabía que Daniel era más independiente, siempre de la mano del rey.

—Tú y yo sabemos que ellos dos estarán bien, serán grandes hombres, estarán mejor sin ti.

—Claro.

Los únicos hombres que se habían adentrado a su corazón estaban muy lejos de ella y era mejor así. Dael siempre se mostraba fuerte y aunque desearía llorar no podía permitirselo, no ahora.

Frederick sentía que debía romper la extraña en la cual se encontraba Dael, la entendía, el tenía una hermana de la misma edad de Rob y había perdido a su hermano mayor en un naufragio, no queria que ella llegará a sentir lo que él un día había sentido y realmente queria ver a su hermana crecer.

—Hemos estado viajando desde la salida del sol, no hemos comido nada y creo que es tiempo de descansar.

—Tienes razón, se de un lugar donde podemos descansar, los llevare.

Mara tomó las riendas del caballo, los guió unos cuantos metros hasta llegar a un claro, donde un riachuelo pasaba por allí.

—Ya vuelvo.

Dael amarró a Storm a un árbol cercano, asegurándose que el lugar donde se encontrará contará con buena comida, busco entre las bolsas que cargaba su caballo algo de vestimenta limpia y se dirigió río arriba donde el bosque era más frondoso.

Buscar el lugar correcto no fue fácil, mientras Dael caminaba observaba el lugar que era nuevo para ella, antes había salido del castillo, cuando el rey salía de excursión o la reina atendía a la visita o cuidaba de su pequeño hermano, había logrado conocer a personas que le brindaron algo de su tiempo y conocimiento, los lugares que sus ojos habían visto eran acogedores, tal vez podías encontraba cerca de su hogar, pero ahora estaba allí y no había sido para descubrir, no había sido por gusto.

Al ver que el sitio era el adecuado, Dael dejó las prendas limpias y secas cerca de ella mientras se desvestia, nunca había sentido pena o pudor al estar de anuda, lo que realmente la enojaba era el depender de otra persona para sus quehaceres o necesidades básicas, como el baño, podía permitir que sus doncellas se encontrarán a su lado, pero ellas no la podía tocar.

Al sentir el agua en su piel Dael se podía sentir más tranquila, a pesar de estar fría sentía que calmaba su cuerpo y por supuesto, se sentía limpia. Antes de salir del agua y volver con Mara y Frederick, Dael sentía que la observaban, se podían oír algunos pasos a su alrededor, pero no podía ver más allá de los árboles, la intranquilidad se apoderada de ella, se sentía indefensa al no tener con que defenderse si algo o alguien intentará hacerle daño.

—Sí eres tú Frederick, te irá muy mal.

El ruido era constante, Dael solo podía mirar a su alrededor sin encontrar nada, no sabía si estar en ese sitio era seguro; se acercó a la orilla y pronto aquel ruido molesto había cesado. Trató de vestirse con rapidez y cuando se disponía a salir de allí algo acaparó su atención, era la silueta de un hombre, no podía ver su rostro, pero sabía que la observaba, llevaba prendas similares a la de un cazador, aunque éstas estaban limpias, no había alguna seña o marca se suciedad, algo que le indicar que aquel lugar era su sitio de trabajo. Miró a su alrededor, buscando algo con lo cual pudiera defenderse, y cuando dirigió de nuevo su vista a aquella sombra, ya no estaba allí, alo había desaparecido.

Trató de calmarse, respiró profundamente y salió, por fin de aquel lugar, tal vez había sido su mente quien le estaba jugando una mala pasada, se aquello se había sentido tal real que de seguro no lo iba a poder olvidar con facilidad.

Cuando Dael se reunió con sus acompañantes volvío a mostrarse segura, a ser la misma de siempre. Se acercó a Storm para acariciarlo, ella necesitaba sentir el calor de su cuerpo y entender que aquello que tocaba era real.

—Hemos tenido algo de suerte, Frederick capturó algunos peces cerca de aquí, propuso asarlos para comer algo antes de salir nuestro camino.

Dael pudo percibir el olor de la comida y simultáneamente sintió un gran apetito, se acercó a Mara y se sentó junto a ella, procurando mantener cierta distancia, sentía que no podía confiar del todo en ella, ya que si en un momento del pasado había desaparecido, no dudaba que ella lo volviera a hacer.

Frederick llegó con la comida y así lograron saciar su apetito, comieron con total tranquilidad, palabras iban y venían, todo fluía con aparente normalidad.

—Debo darte las gracias y pedirte perdón por la manera en la cual me he portado contigo.

Por primera vez, Dael dejaba a un lado su orgullo y pedía perdón. Por su parte Frederick pensó que Dael hablaba con Mara, hasta que la vio y entendió que aquellos ojos hipnóticos sólo lo miraban a él y aquellas palabras que decía eran realmente sinceras y eran dirigidas a él.

—No, no tienes porque, hago esto ya que te aprecio mucho.

—Sabes -Dael se levantó del suelo y se acercó de nuevo a su caballo- eres una persona importante y me he comportado como una niña malcriada cuando tú siempre has sido bueno conmigo.

Antes que Dael lo notará Frederick se encontraba a su lado, logró sentir como él tomaba su mano, aunque fue algo momentáneo ella se sintió muy bien, pero trató de ocultar una sonrisa que salía de su rostro, así como los sentimientos que trataban de salir de su corazón.

—Será mejor que retomemos nuestro camino, sólo falta un par de días para llegar a Belmort.

Dael desató a Storm y subió a su lomo, Frederick y Mara imitaron su actuar, faltaba muy poco para llegar a su destino y no podían retrasarlo más.

* * * * *

—¿Qué piensa hacer ahora mi rey?

Cuando el rey se enteró de la desaparición de su hermano no se preocupó, no era la primera vez que Marco hacía lo que quería o salía del castillo sin avisar. Ahora lo que realmente le preocupaba era la amenaza de una invasión que parecía inminente, había perdido la relación con sus hijos, Daniel lo evitaba y Dael, ella, posiblemente no la vería más. Pero la situación que lo tenía angustiado era el delicado estado de salud en el que se encontraba su reina, su esposa.

La reina a lo largo de su vida no había gozado con una excelente salud, pero siempre lucía radiante, siempre estaba disponible para su rey, para sus hijos e inclusive para el reino, pero ahora con tantos eventos fuertes se había debilitado.

El médico real, Nathan Willfele había advertido previamente lo que podía ocurrir si la reina se alteraba, ahora ella se encontraba en su alcoba descansando, tratando de calmar a su corazón adolorido.

-Roberth, soy tu amigo y consejero, tienes que evitar que nuestra reina se involucre más en esta nueva situación, la he visto débil, pero ahora está peor y te repito que si la situación en la que ella no cambia, morirá.

-¿Acaso piensas que no he tratado de ayudarla en todo lo que necesita? Siempre e querido que se aleje de los conflictos, pero ahora es diferente, es su hija, es Dael quien está…

Y finalmente, el rey había comprendido lo que tanto aquejaba a su reina, entendió el miedo que sentía cada noche, se encontraba cerca de perder lo que más amaba, todo lo que conocía, no solo podía perder su reino, también podía perder a toda su familia.

—Aún no entiendo por qué aceptaste aquel trato.

—Te pido Nathan que estés con mi esposa, ella te necesita no yo -comentó el rey con voz apagada.

—Como diga mi Rey.

Cuando Nathan salía del salón para dirigirse a la alcoba de su reina, Endric llegaba al castillo acompañado con dos de sus hombres, solicitando hablar con su Rey.

—¿Qué tienes para decirme?

El rostro se aquellos hombres denotaban cansancio, uno de ellos llevaba las  marcas de la batalla en su rostro, habían visto muchas veces la muerte, tanto de sus enemigos como de sus compañeros.

—La única comida que tiene su pueblo para la subsistencia es la encontraba aquí, me han dicho informado que en algunos condados, la comida se está escasiando, la actividad marítima a disminuido considerablemente, muchas familias has decidido marcharse a otras tierras.

—¿Has recibido alguna noticia de Dael o del joven Welseyer? Llevan algunos días de viaje, dentro de poco llegarán a Belmort, de seguro aquellas tierras son un cementerio.

Aquella pregunta tomó desprevenido a Endric, no había escuchado de aquellos jóvenes después de su salida, sólo tenía conocimiento de los temas más cercanos al reino, como al desastre ocasionado por los rebeldes, incluso Endric tenia grandes sospechas de la persona que estaría guiando a aquellos asesinos, pero se limitó a responder las preguntas que inquietaba a su Rey.

—Me temo que desconozco la situación actual de los viajeros, pero si lo considera necesario enviaré a…

—No, no es necesario, estoy seguro que ellos llegarán con noticias importantes, te necesito, necesito a todos los hombres posibles cerca del reino, ahora más que nunca necesitan ser protegidos, los condados más alejados se encontrarán vacíos dentro de algunos días.

—¿Mi rey necesita algo más?

—Informes sobre cada condado a excepción de Belmort, aquella tierra…

No había palabras para describir el posible panorama de aquel condado, o tal vez si habían algunas, desolación, miseria y miedo, podían ser una de ellas.


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