CAPÍTULO VII

Era incomodo estar rodeada de gente que escondía demasiados secretos sobre todo aquellos secretos donde ella estaba involucrada.

La actividad del castillo concurría con gran normalidad hasta que llegó la noticia que se acercaban caballeros para pedir la mano de la princesa y como era una costumbre se celebraba un gran banquete para agradecer y deleitar a los extranjeros y visitantes. Pero antes que eso ocurriera, el Rey Roberth dio la noticia cuando se encontraban desayunando en compañía de su familia.

—El día de hoy les haré saber una noticia que he estado esperando por mucho tiempo, en días próximos llegarán algunos invitados que llenaran de dotes a mi hija Dael ya que algunos de ellos pedirán su mano y el caballero más apto y afortunado la convertirá en su esposa. Así que os pido la mayor atención a nuestros invitados, en este momento se están arreglando algunas alcobas debido a que algunos jóvenes tendrán la oportunidad de quedarse para poder compartir con la princesa y para ello deberán contar con mi autorización por supuesto. Estas palabras son para ti, hija mía, llegarán cambios a tu vida y este es uno de ellos, espero que lo tomes con la mayor calma posible y nunca olvides que cuentas con todo nuestro apoyo -el Rey tomó la mano de su esposa- sobre cualquier inquietud que presentes. Bueno ahora dicho esto me retiro, a todos que tengan un buen día; Marco por favor acompáñame.

Después que salieron -el Rey Roberth y Marco- como empezaba a ser costumbre empezó a reinar el silencio en la mesa hasta que el menor de la familia intervino.

—¿Quiénes serán las personas que llegaran, por que Dael tiene que casarse? -como todo niño de su edad, Rob hacía preguntas sobre los temas que no entendía, y en ese momento no sabía porque su hermana tenía que casarse- yo no quiero que ella se marche de aquí.

Rob, las decisiones que tomen nuestro padre y nuestra hermana son algo normales, nuestro padre quiere estar seguro que su hija reciba ante el altar a una persona digna de ella y Dael al contraer matrimonio asegura la prevalencia de nuestra familia al unirse con algún príncipe o joven de la realeza.

El escuchar aquello de Daniel era algo que la oprimía, era como estar escuchando veredicto de muerte, aunque se escuchara exagerado así era como Dael lo sentía, ella no estaba preparada para casarse y mucho menos para convertirse en esposa de alguien que no conocía.

En el momento en que el comedor quedó solo, Dael decidió salir a caminar en compañía de su hermano Daniel, quería aprovechar el momento de intimidad entre los dos antes que empezaran a llegar los invitados.

—Así que si me caso es para que el apellido prevalezca con el paso del tiempo, creo que se te olvidó la parte más importante de ese contrato -Dael quería que su hermano la escuchara, era la única persona que lo hacía y que en ocasiones la comprendía- y es que mi opinión en estos temas salen sobrando.

—No te lo tomes a mal, así es como son las cosas, no te puedes quedar en el castillo para siempre, recuerda que nuestro padre hace esto por el bien de la familia, lo hace por nuestro bien aunque a ti no te parezca. En un futuro tendré que marcharme y tal vez buscar un lugar en donde pueda ayudar a nuestro padre; se dice que la guerra está comenzando en el sur, y que no tardará en llegar a tierras vecinas y después a nuestra tierra. Yo seré la voz del Rey frente a otros pueblos y así podré entablar relaciones de tipo comercial o en esta caso militar y de defensa que nos ayude si ese momento llega a pasar.

La guerra, la temida guerra que acaba con la vida de muchas personas, no hay nada más catastrófico que enfrentarse a ella con el gran temor de no volver con sus seres queridos.

—Cada persona tiene un camino -comentó Daniel- por el cual caminar y nos será imposible negarnos dar esos pasos.

Daniel hablaba con toda seguridad, él quería que su hermana viera que no todo era tan malo como ella lo imaginaba, nadie en el reino ni siquiera él estaban exceptos a alas decisiones del rey.

—Tú más que nadie sabe que yo soy consciente de ello, pero porque se empeñan todas las personas en tomar las decisiones que a mí me corresponde, en este momento no creo que sea adecuado que me una en matrimonio. Al menos tú ya estás comprometido desde que naciste y tú la amas, ambos intercambian los mismos sentimientos, tú la conoces desde siempre y yo tendré que casarme con un desconocido -exclamó Dael con vehemencia.

Daniel unos meses después de haber nacido, quedó comprometido en matrimonio con Victoria Blackseller, hija de los condes de Marville, una gran ciudad costera que se veía en gran medida beneficiada por todos los recursos que el mar les producía, y en esta villa los negocios eran abundantes y prósperos.

Sin duda aquel arreglo matrimonial beneficiaba a los dos reinos, para nadie era un secreto que los beneficios mayores prevalecía ante cualquier atisbo de sentimientos reales y los reyes lo sabían ¿cómo no aprovechar aquello?

Holas a todos, los capítulos serán subidos cada 8 o 15 días, para que lo tengan presente, gracias por leer y estar atentos a la historia. Besos

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