Capítulo Seis: "Ella Tiene Algo"

   Estaba en mi habitación. Sentada viendo a la nada. Había estado pensando en ella todo el día, Azúl era una persona tan enigmática. No podía sacármela de la cabeza, y ahora que comenzaba a salir con Santiago esto comenzaba a ser más difícil. Era obvio que estaba enamorada de ella, pero no quería aceptarlo. Estaba en duda, y a pesar de que lo sabía, quería tratar de simplemente ignorarla. Estaba en una relación y debía de atenerme a eso. Me levante y decidí ir a mi ropero a probarme algunas de las prendas nuevas que había comprado. Por fin comenzaba a usar ropa que imaginaba que usaría si fuera una chica gorda, por lo que me comencé a sentir más animada. Mi cuerpo comenzaba a ser cómo lo imaginaba, y eso también me hacia sentir hermosa y feliz. Ser una chica gorda comenzaba a volverse en una realidad, y los 98Kg que mi cuerpo ahora tenía eran más que notorios. Observe mi panza, la alcé. Era redonda y suave, me encantaba como colgaba y tapaba un poco una parte superior de mi vagina. Aún no desarrollaba una barriga muy grande, pero lo que tenía comenzaba a parecerme perfecto. Mis brazos ya eran rechonchos, y mi cara claramente había cambiado y ahora era la de una chica muy rellenita. No podría ocultar mi gordura ni siquiera con fotos de mi cara. Mis piernas ya estaban más celuliticas y gordas, así cómo ahora parecían dos bloques de grasa. Mi trasero... creó siempre ha sido mi parte favorita de mi cuerpo, y es que ahí es donde usualmente se va parte de la grasa que acumulo. Mi culo ya esta repleto de celulitis y estrías, algo que a muchas chicas probablemente les aterraría, pero para mi son marcas de guerra que demuestran todo mi esfuerzo por llegar a ser una gorda. Ya no necesitaba premiarme con la masturbación, ya que Santiago venía de inmediato a casa si yo le llamaba. Otro lado positivo era que mi sobrepeso me había causado un útero inflamado, por lo que ahora era estéril. La vida cómo una gorda glotona estaba siendo más positiva de lo que me gustaba pensar... pero no me podía sacar mi dilema con Azul y Santiago de la cabeza. 

   Azul. Azul. Azul. No podía dejar de pensar en ella. Debía de resolver esto. Debía de hacer que nos aclaráramos todo lo referente a ese beso de una buena vez. Salí de mi habitación apresurada y tras tomar unas galletas y comer la mitad de un paquete, salí de mi departamento y me dirigí al de Azul. Toque la puerta con toda la fuerza que pude. Nadie contestó. Volví a tocar la puerta, y esta vez grite su nombre para que contestara. Una Azul de unos 95Kg, ya notoriamente gorda, me abrió la puerta. Era más bonita de lo que recordaba. Su rostro, sus labios, sus ojos, una vez más me quede muda. Azul se estiró ligeramente y me observó parada en la puerta;

   - ¿Que pasa? - me dijo mientras aún se notaba con sueño. Le pedí permiso para entrar, a lo que ella accedió. Entre a su departamento y tome asiento en uno de sus sofás. La sala de la casa estaba repleta de cajas de pizza y deshechos de comida. Había un envase de helado al lado de una mesita de noche, ligeramente regado en la alfombra... Azul probablemente había estado durmiendo en la sala. Miré el sofá más largo, y la silueta gorda de Azul se notaba ahí. Me senté y Azul me ofreció café, no lo acepte, pero ella aún así fue hacerse café. La espere en la sala, mirando al vacío y pensando en todas las cosas que esperaba decirle. Debía de saberlo. Quería saber si ella en realidad sentía algo por mi. Quería saber si podíamos hacer algo al respecto. Azul regresó con una taza de café y un vaso con leche para mi, se sentó y ya notandosele despierta me miró.

   - ¿Sientes algo por mi? - le dije. Un silencio nos invadió. Lo había dicho. Ella se quedo congelada observándome - Ese beso en el elevador... ¿Porque? - Azul me miró y se levantó del sofá furiosa. Señalo la puerta y comenzó a gritarme para que me largará - ¡Carajo! ¡No podemos seguir haciendo cómo que nada paso! - me levante de mi asiento y me acerque a ella. La tome de sus dos brazos y la mire directamente a los ojos - ¿Que fue ese beso? - Azul me miró. Ambas estábamos frente a frente, y cuando menos me di cuenta mis labios ya se encontraban pegados a los de ella. Una de sus manos bajo y comenzó a acariciarme la barriga mientras arrimaba su vagina a mi vagina. Lentamente comencé a quitarle la camiseta que traía puesta. Sus gordas tetas y su gran panza sobresalieron, y retacharon con la mía, ya que Azul igual me había estado quitando mis prendas. Besándonos caminamos hasta llegar a la habitación de Azul, donde ella comenzó a chuparme los senos mientras yo le acariciaba la panza y le besaba el cuello. Lentamente, sentada en la cama, ella abrió sus piernas y me agache para mamarle el coño. Ella gemía, y podía sentir la parte baja de su panza golpeando mi cabeza - Esto era lo que ambas queríamos - le dije antes de proceder a hacer lo que debía. Ella asintió con la cabeza y comenzó a orgasmearse. Antes de que llegara al clímax me detuve, y lentamente me alcé para besarla y masturbarla, mientras ella hacía lo mismo. Nos besamos apasionadamente, y nuestras gordas panzas retachaban entre si mientras nos masturbábamos simultáneamente. Tras unos minutos ella se vino primero, su orgasmo final fue maravilloso. Yo tarde unos minutos más, pero cuando me vine.. realmente me vine. Sentí el fluido corriendo entre mis piernas y luego ambas caímos cansadas a la cama. Nos miramos. Había pasado. Azul se veía confundida, pero satisfecha, mientras que yo sólo la miraba, sorprendida por lo que acababa de suceder - A mi si me gustas... - le dije, y ella sonrío. Se acercó más a mi y me puso el brazo encima. La cama entonces trono, y cuando menos lo sentimos una de las patas se había roto. La miré y comencé a reír. Azul se sentía un poco avergonzada pero la bese y la trate de hacer sentir mejor consigo misma - Ahora somos gordas, pero podemos ser felices siéndolo - le dije. Me miró sonriente. Esos ojos. Esa mirada. Me recordó a Santiago. Me recordó que debía de encontrar una respuesta a este maldito caós emocional. 

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