Capítulo Dos: "Acepto..."

   - ¡79Kg! - exclamé al ver él número en la bascula. Ya había pasado medio mes desde que había iniciado mi viaje cómo gainer. Me sentía bella, y era obvio que ahora mi aumento de peso comenzaba a ser notorio para los demás. Baje de la bascula y me dirigí al espejo de mi habitación. Vi mis lonjas nuevas. Grandes y con un potencial a pertenecer a una chica obesa. Vi mis piernas que comenzaban a notarse más llenas de lo usual. Mi culo comenzaba a extenderse hacía los lados, acompañado de mis caderas. Mis brazos se ensanchaban. Mi rostro se notaba más carnoso de a lo que siempre había estado acostumbrada. Por primera vez veía a quien yo quería ver en el espejo. No sólo una chica subiendo de peso, sino a una chica que realmente sabe quien es y lo que hace. Por fin había encontrado mi camino en la vida, y estaba más que satisfecha por continuarlo. Me sentía afortunada, ya que el peso realmente estaba subiendo cómo yo quería. Desconocía lo moldeable que era mi figura. También esto me resultaba más sencillo por mis conocimientos en nutriología. Había creado una dieta increíble, que estaba realmente resultando efectiva en cuanto a donde y cómo quería que se distribuyera la grasa en mi cuerpo. No podía esperar a verme un día en el espejo y ver una mujer con un obvio sobre-peso. Por el momento no era gorda. Probablemente me podían catalogar cómo chubby, pero la mayoría de las personas a mi al rededor no lo notaban aún. La ropa se sentía más apretada, pero no lo suficiente cómo para causar chismes o rumores. Muchas de mis amigas decían que mi cuerpo comenzaba a tomar forma de mujer... si supieran lo que en realidad pasaba, estoy segura que no me hubieran dicho eso en un millón de años. Pero al menos para mí engordar era convertirme en más mujer. El cuerpo de una gorda era mi visión de una verdadera mujer. Tal vez difería de la del resto de mis amigas, pero era mi punto de vista. 

   Esa noche iría a una reunión de amigos. No me gustaba decirle fiesta, ya que sería algo pequeño, pero sabía que habría alcohol y marihuana. Tras pesarme pese en ponerme algunos outfits y ver cuál llevaría, así que recuerdo haber sacado un par de faldas, tres blusas y varios jeans. La mayoría de las faldas me hacían ver bien, y a pesar de que denotaban la nueva gordura de mis piernas y brazos, no me convencían bastante. Las blusas se me veían bien, y dejaban salir un poco de mi nueva barriga -nada realmente provocativo-, pero nada se comparaba a los jeans. No cerraban bien y apretaban por completo mi barriga. Me los ponía y se notaba que los había forzado a que cupieran en mí. Ahí me di cuenta que esos eran los que necesitaba. Me los puse y modele un rato frente a mi espejo. Hice poses que me hicieran lucir más gorda de lo que era, y me di pequeños golpes en mi panza para verla moverse. Era aún pequeña, pero le faltaba. Mi meta eran uno 170Kg. Quería ser gorda, pero no a un extremo. Sólo quería verme con un cuerpo carnoso, redondo y celulítico. Esa era mi ambición. El espejo me hacía fantasear sobre ello, y evitaba masturbarme ahora, ya que ese sería mi premio al llegar a los 90Kg. Una vez en ese peso mi gordura sería más aparente. Antes de entrar a la universidad pesaba unos 50Kg, y cuando decidí convertirme en gainer empecé con 68Kg. En poco tiempo había llegado a subir bastante de peso, por lo que pude notar que de cierta manera la forma de mi cuerpo siempre estuvo totalmente preparada para engordar. Ahí pude entender el porque mi madre siempre me obligó a hacer deporte. No quería una hija gorda. Afortunadamente ya no vivía con ella, y si engordaba no creó que ella me dejará de amar. Fue mi decisión. Nadie me obligó a querer este tipo de vida. Siempre quise hacerlo. 

   El timbre de mi departamento sonó. Tenía puestos mis jeans, así que desabotone el pantalón y me dirigí a la puerta. No me avergonzaba que vieran mi panza sobresaliendo de abajo de mi blusa. Esta era yo ahora. El timbre sonó un par de veces hasta que lo abrí. Azul estaba ahí, observándome. Me sentí intimidada, pero aún así salí luciendo mi nueva figura;

   - Oh, Karen... - dijo Azul sonriente, y pronto esta sonrisa pareció borrarse cuando vio mi outfit. No podía mentir, pero honestamente el pantalón sin el botón me hacía lucir muy gorda - Eh, venía a preguntarte si, ¿irás a la casa de Dobu? - asentí con mi cabeza y me recargué en el marco de la puerta. Azul se notaba confundida, pero sólo venía a preguntarme si podíamos ir juntas a la fiesta. Acepte, porque quería volverme amiga de ella. Con el tiempo había notado que era una chica muy interesante y quería descubrir más de ella. La conversación terminó y ella regreso a su departamento. Cerré la puerta y me senté frente a esta. Me sentía confundida. Había comenzado a hablar con ella de manera más constante desde que nos habíamos encontrado en aquella fiesta. Ambas eramos amigas de Estefanía, quien era amiga de la chica que organizaría la reunión. No eramos muy cercanas a la chica, y yo honestamente desconocía como lucía, pero era una reunión. Cualquier lugar en donde hubiera cosas que quitarán la sobriedad se escuchaba como prometedor. Y si estaba Azul... sería mejor. Nunca había sentido tanto interés por otra chica en toda mi vida. No era el mismo cariño que le tenía a Jessica. Era algo más.

   La noche llegó, y decidí usar una blusa negra que tenía, acompañado de unos jeans apretados. La blusa me hacía ver más llenita, y dejaba sobresalir mis lonjas. El pantalón apretado no lucía tan forzado en la parte de los botones, pero dejaba ver detalladamente mis gordas piernas. El timbre sonó, tomé mi bolso y salí de mi departamento. Azul me esperaba en la entrada, vistiendo una linda blusa rosada y unos jeans lindos. La saludé y ambas caminamos para salir del edificio. Hubo un silencio. Azul me miraba algo nerviosa. Sabía que notaba mi aumento de peso, ya que ella me conocía desde que teníamos unos 15 años. Nunca me había visto tan gorda en toda mi vida. Este era el mayor peso que había tenido hasta el momento;

   - Te ves un poco más...- dijo Azul viéndome. Reí y le contesté sonriente.

- Grande - Azul asintió nerviosa y ambas reímos. La conversación fluyó, y comenzamos a hablar de una manera en la que nunca creí lograr hablar con ella.

   - ¿Y porque no intentas bajarlo? - me dijo viéndome a los ojos. Me gustaba cómo me miraba, pero podía notar que en realidad no entendía lo de mi aumento de peso. Siempre había sido una chica deportista y linda, por lo que su confusión me pareció comprensible.

   - Lo he intentado, pero... es difícil - le mentí. Ella me miró confundida, y luego bromeando comenzó a tocar mi panza. Me gustaba cómo se sentían sus delgadas manos tocando mis nuevas estrías y mis lonjas. 

   - No lo es, sólo no lo estas intentando - me dijo. Un impulso raro tomo sobre mí. Era cómo si algo dentro de mi se revelara. Aún no entiendo porque lo hice, pero las palabras que salieron de mi boca fueron algo que nadie en su sano juicio diría

   - No sabes lo difícil que es. Eres delgada - era estúpido, y carecía de cierto sentido. Ella me miró, hubo un silencio. Tal vez en otro contexto esto hubiera sido sólo un comentario, pero su respuesta me impacto.
  
   - Te apuesto a que puedo subir de peso y luego bajarlo sin problemas - mi excitación llegó. Nunca había escuchado a otra chica tratar de hacer algo como yo. Tal vez no tenía intenciones fetichistas, pero era un objetivo similar. El cuerpo de Azul se denotaba al de una chica que podría engordar pero se cuidaba. Era obvio que le sería fácil subir de peso... ¿pero le sería fácil bajarlo o mantenerse?

   - Aceptó - le dije con una sonrisa en mi rostro. Ambas nos dimos la mano. Azul pesaba unos 55Kg. El trato era que llegara a los 90Kg y luego los bajará. Satisfechas caminamos y tomamos un taxi. Estábamos listas para la reunión. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top