Capítulo Cinco: "Un Obstáculo"

holiii, hoy estaré algo ocupada pero el proximo fin de semana habrá una fiesta y estaria genial que fueras conmigo :) igual tengo muchas ganas de hablar con alguien sobre esto, jaja, no es muy fácil encontrar a otras personas raras como yo en persona y no quiero perderte la pista jajaja <3 XOXO

   Volví a darle un vistazo al último mensaje que le había enviado a Santiago. El había respondido positivamente y en aquel momento recuerdo haberme encontrado buscando la ropa que llevaría a la fiesta. Para este punto casi ninguna prenda me quedaba, así que saldría a esa fiesta luciendo un blusa por la que se transparentaba mi cuerpo y dejaba salir ligeramente mi panza debajo de esta. Era una blusa rosada bastante linda, la cuál alguna vez me había quedado muy grande y la había guardado con la esperanza de un día poder usarla con un cuerpo más femenino y robusto. Ese día era el día, y la llevaría frente a alguien que sabía que realmente buscaba hacerle sentir confiado cerca de mi. El era un chico gordo, y yo apenas comenzaba a sentir las repercusiones del mundo hacía mi nueva figura... necesitaba a alguien gordo para poder encontrarme a mi misma. Santiago parecía ser esta persona, aunque también Azul me causaba cosas similares. Ambos eran personas que sabía que naturalmente mi genética sexual me haría sentir excitado por ellos. Me encantaba engordarme, pero una de mis otras pasiones era el tener sexo con personas gordas. Imaginarme a mi con mi nuevo sobrepeso teniendo sexo con una chica gorda como Azul, o un gordo cómo Santiago, realmente me hacía sentir alborotada hormonalmente y bastante excitada. Eran emociones que lentamente comenzaba a aceptar dentro de mi mente. Emociones que ya no trataba de reprimir para tratar de hacerme pasar cómo una chica más del montón. Tras varias fotos frente a mi teléfono - las cuales subí a mi perfil de gainer en Instagram. No me gustaba mostrar mi rostro, porque aún temía que la gente juzgará la manera en la que yo mostraba mi fetiche y me clasificarán cómo "puta" o "rara", términos que honestamente no significaban nada para mi, pero que de cierta manera eran términos que podían llegar a traerme problemas. Suspiré y mire mi panza con una sonrisa satisfecha, ya era momento de irme a la fiesta.

   Salí de mi edificio, y espere el Uber que Santiago había ordenado y en el que venía él para recogerme. Al ser un chico con obesidad, la licencia para conducir le había resultado en una tarea imposible por lo que usualmente recurría a los Ubers o a los taxis para llegar a los lugares que quería. En mi espera me encontré a Azul quien salía del edificio. Se notaba igual de gordita que la última vez que la había visto, y ese día traía una hamburguesa en sus manos mientras caminaba. No me vio observarla, pero yo la vi. No habíamos hablado desde aquel incómodo beso, y no sabía que hacer al respecto. En este momento me encontraba esperando a Santiago, y el también parecía ser el tipo de persona que yo había estado buscando... pero Azul igual. Carajo. Las decisiones son complicadas, ¿O no? Tras la espera del Uber, este llego. Entré y me encontré a Santiago, con un saco desalineado y una camisa abotonada que se veía a punto de reventar. Traía un ramo de rosas y una caja de KFC a su lado. Lo salude con un beso en la mejilla, a lo que él respondió algo nervioso y tímido con un "Hola". El chofer arrancó y entonces miré a Santiago sentado. Su cuerpo, su personalidad y su apariencia me eran un sueño hecho realidad. Era cómo si el principe azul gordo que había buscado desde que en mi niñez descubrí mi fascinación por la gordura por fin había llegado. Ese peludo imbécil gordo con el que siempre tuve fantasías cuando me masturbaba por fin estaba acercándose a mi, y mis ansias por esto eran gigantes. 

   - ¿Y que has hecho últimamente? - me preguntó Santiago mientras seguía sentado observándome. Agaché mi mirada coqueta y pude hacerle ver las nuevas lonjas adquiridas y el tamaño de mi cuerpo desde la última vez que nos habíamos visto. Obvio yo lucía cómo una supermodelo al lado del gordo obeso, pero eso no quitaba el hecho de que el también noto mi aumento de peso y me felicito. Era raro hablar con alguien que entendiera lo que era reprimir una fascinación oscura y prohibida, pero por alguna razón también resultaba liberador y me hacía sentir menos rara de lo que era. 

   - Puedo notar que tu también ya creciste - le dije a Santiago con una sonrisa coqueta. Este brindó una risa nerviosa y luego trato de tomar mi mano, a lo que yo acepte igual tomando la suya. Nunca me había sentido tan cómoda y preciosa en mi vida hasta ese momento. Nadie me hacía sentir tan hermosa siendo y deseando ser gorda cómo Santiago por alguna razón me hacía sentir. Tal vez era por el hecho de que entendía perfectamente lo que este consideraba atractivo. Eramos dos fenómenos conversando. 

   Cuando llegamos a la fiesta ambos salimos del auto luciendo lo que realmente eramos. Mi ropa pegada marcaba toda la nueva grasa y las nuevas curvas que mi figura había estado obteniendo, mientras que Santiago dejaba ver su gigantesca panza a través de los pequeños agujeros entre los botones de su camisa. Entramos a la casa en donde era la fiesta, y de inmediato comenzamos a beber y a perdernos en las sustancias. Nos sentamos al lado de la barra y pude notar cómo toda la gente volteaba a vernos. Ver a alguien tan gordo cómo Santiago no era particularmente común en las fiestas universitarias, por lo que eramos el centro de atención de la fiesta. Simultaneó a esto muchos me reconocían por ser la chica linda de antes, y se sorprendían al ver mi nueva figura y la cita que había llevado a esta fiesta. Era el escenario perfecto para encontrar las depravaciones más reales de nuestro fetiche reflejadas en el mundo social. La humillación. El aumento de peso. El contraste. Los comentarios. Todo. Me encantaba, pero a Santiago parecía incomodarle un poco. Cada que alguien parecía verlo al comer - fuera de mi, que lo observaba cómo el bello ángel que era para mis ojos - él ocultaba su panza y parecía incluso avergonzarse de lo que era. Para mi todo lo que el trataba de ocultar me resultaba excitante y bello, por lo que traté de persuadirlo y convencerlo de sacar quien era en realidad; 

   - Ni siquiera se quien soy en realidad - me contestó triste y mirando al vacío - alguna vez recuerdo ser un chico atractivo. Recuerdo aún ser observado por las chicas en la calle, no por asco sino por admiración - no se veía satisfecho con lo que el feederism había hecho con su vida. Traté de hablar con él. Le conté respecto al Feederism, y lo común que puede resultar este fetiche entre las personas de nuestra edad y nuestra generación - No quiero vivir con esto. Quiero desaparecer - contestaba a cada palabra de aliento que le brindaba. No parecía creer en si mismo, y debía de encontrar una manera de que se diera cuenta que lo deseaba y que nunca juzgaría las decisiones que el quisiera tomar respecto a su cuerpo. 

   - Sólo somos diferentes a ellos - le dije sonriendo. Eramos un par de gordos depravados en una fiesta. Nada podría salir mal, así que después de un rato de pensarlo comencé a tocar las piernas de Santiago con las mías. El lo notó. Sorprendentemente se dejo llevar. 

   Tomé a Santiago de la mano, y juntos nos levantamos. Le guíe hasta una habitación vacía, en donde ambos nos encerramos. Dentro me le acerque, comencé a lentamente hacerle bailes sensuales y a pasar mis manos cerca de su bulto. Probablemente tenía el pene pequeño de un gordo, pero eso era exactamente el tipo de pene que siempre había deseado que pasará entre mi vagina. Mi baile sensual pronto comenzó a reflejar el fetiche, ya que al quitarme mi blusa deje expuesta mi nueva grasa, la cuál comencé a frotar en el rostro de Santiago quien en silencio dejaba que yo me moviera frente a él. Lentamente dejé salir mi panza a su punto máximo, y frotandola puse mi dedo en la boca de Santiago;

   - No se si te diste cuenta, pero creó que somos el uno para el otro - le dije, a lo que este respondió con una sonrisa coqueta y pronto comenzó a acercar su dedos a mi vagina. Nos comenzamos a besar apasionadamente, y a tocar nuestros miembros simultaneo a que sobábamos nuestra grasa y nos dejábamos llevar por nuestros instintos más sexuales. Lentamente metí mi mano en el pantalón de Santiago, y lo comencé a masturbar. Este se quedo postrado en la cama, cómo el cerdo que era, y mientras lo masturbaba este se sobaba la panza y me observaba de manera coqueta. Pronto el retiro mi mano y se acostó, sacó un condón de su cartera y se lo colocó en su diminuto pene de gordo. Lo miré y me lancé sobre él, probablemente el sería el único tipo de chico que aguantaría a una chica de unos 90Kg encima de él. Santiago ya estaba penetrándome, y lentamente yo me movía para ahorrarle todo el trabajo a mi príncipe gordo. Yo gritaba su nombre, mientras el gritaba y exclamaba cosas referentes a querer ser mi esclavo sexual. Quería que lo alimentara. Quería que fuéramos gordos juntos... o al menos eso decía en sus orgasmos. Tras unos minutos por fin logramos venirnos, y fue uno de los climax sexuales más grandiosos que había tenido en toda mi vida. La primera vez que tenía sexo como lo buscaba y lo deseaba. 

   - Demonios, eso fue asombroso - dijo Santiago mirando al techo. Yo ya me encontraba acostada agotada, por lo que me arrime y puse mis brazos encima de la figura obesa de mi cita. Era perfecto, un sueño que por fin se había hecho realidad, pero por alguna razón algo seguía en mi mente. No podía estar tranquila porque algo me atormentaba. Mi mente no dejaba de pensar en ella. No importaba que Santiago estuviera acostado frente a mi, y que mis sentimientos por él fueran indescriptibles y reales... por alguna razón al momento de venirme y al momento después de tener sexo, Azul había estado rondando en mi cabeza. No sabía lo que significaba, pero algo me indicaba que estaba haciendo algo mal. 

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