Verdades y Mentiras

Capítulo 28: Verdades y Mentiras

Pasada una hora el primero en llegar fue Aarón, pues debía de realizar una investigación sobre psicología para la próxima semana, no obstante, como no tenía la más mínima intención de realizar aquel trabajo práctico, seguramente lo dejaría para los últimos tres días antes de su entrega.

Pasada una hora más, el padre de ambos hermanos ingresó a la propiedad como de costumbre, depositó la maleta que utilizaba para transportar sus papeles de contabilidad en una mesa y prosiguió a visitar el cuarto del menor de la familia, solamente para averiguar cómo se encontraba. Lo típico de un padre.

Sin embargo, al ingresar al cuarto del adolescente, una gran impresión se presentó en su persona. El menor sostenía un pañuelo sobre su ojo derecho, el cual con el pasar de los minutos fue tomando aquel tono carmín intenso. Al parecer este se encontraba llorando en silencio, pues su ojo sano se vio atentado por un tono rojizo ocasionado por el llanto.

Alessandro, completamente angustiado por el estado del menor, se acercó a la posición del mismo para inspeccionar lo ocurrido.

- ¡¿Gael, qué te ocurrió?!- Al ver como el menor comenzó a llorar con más desesperación, su preocupación aumentó a más no poder.

Con suma precaución fue retirando aquel pañuelo manchado sobre el mismo, provocando que su expresión se alterara a una de horror... El ojo del adolescente se encontraba a penas abierto, sin embargo se lograba apreciar un pequeño corte en la zona de su iris, de donde no paro de brotar aquel líquido rojizo.

- ¿¡Quien te hizo esto!?- Con su pulso temblando tomó una libreta junto a una lapicera, para así escribir el nombre del supuesto culpable.

Su letra a duras penas lograba entenderla, aunque llegaba a ser legible.

Fue Aarón, él me hizo esto. Jamás lo creí capaz de semejante cosa. El está raro, diferente a como es siempre, no sé porque se la agarró conmigo. ¿Que culpa tengo papá? Hasta hace rato estábamos charlando, de repente comenzó a culparme de la muerte de mamá. Según él no tiene sentido que haya sobrevivido para estar inválido. Peleamos hasta el punto en que acabó por hacerme esto...

Al leer aquellas palabras, no lo dudo ni dos veces para salir de aquel cuarto más que furioso, no podía creer las medidas que el más grande tomó frente a un adolescente de catorce años, que en cierto pasado sufrió físicamente. Una vez abandonó el cuarto, el castaño sonrió cínicamente para luego regresar hacia aquel estado del más puro farsante.

- Fuiste un cobarde. Como no tuviste los huevos de dejarlo hoy, yo te daré una ayudita.

Mientras tanto, Aarón intentaba realizar aquella investigación en su cuarto de forma relajada y tranquila, sin embargo los poco controlados gritos de su padre lo asustaron por completo. Agradeció que la puerta de su alcoba se encontraba cerrada con seguro, por lo cual eso le ofrecía una gran ventaja.

Sin ser dominado por el temor, tomó un abrigo en manos para luego abrir la ventana de habitación con suma cautela, saltar por la misma en dirección al césped y así correr por su vida por la avenida.

Desde la esquina de su hogar sintió como los gritos cesaron, sin embargo el sonido de la puerta principal siendo abierta, lo alteró por completo. Estático en su lugar, su corazón comenzó a palpitar mucho más rápido de lo normal y un bajón terrible en su estómago. Su padre lo había visto.

Desesperado por huir, comenzó a correr por la vereda de la avenida mientras que a unos metros detrás era su padre quien lo perseguía sin ningún problema, pues este mismo contaba con un buen físico que lo haría resistir un largo rato.

Una vez llegaron a la plaza Colón, el único camino más rápido hacia la principal avenida de la zona, era atravesando por los senderos de piedra de la misma. No le importó si llegaba a tropezar con las mismas, no se dejaría atrapar en ningún momento. Aun desesperado, cortó el camino por los mismos senderos hasta toparse con Bristol. Optó por adentrarse por la zona posterior a la playa, la cual parecía ser un estilo de pasaje que conectaba todas los balnearios, la tan conocida rambla.

Sin importarle si llegaba a empujar, tirar, o apartar a todos los transeúntes que caminaban a esas horas del día, lo haría con tal de escapar a su destino.

En un momento se encontró con las escaleras, las cuales conducían a su destino sin embargo debía de idearselas para no ser descubierto en su intento. Busco con su mirada un sitio en el cual ocultarse, aunque el único espacio para esconderse eran las plantas, requería de cierta habilidad para no ser visto.

- Elasticidad... No me falles ahora...- Sin temor alguno, comenzó a descender con sus piernas completamente abiertas hacia el medio, para terminar en una pose de Spagat o abierto de piernas al medio.

Oculto entre las plantas se encontraba el castaño, en aquella posición su abdomen chocaba contra el césped al igual que su rostro, mientras aguardaba por unos minutos a que su padre desapareciera de aquel sitio. Gracias a aquella persecución su cuerpo entró en precalentamiento, facilitando la realización de aquella pose, la cual fue buena idea de realizar.

Logró divisar como su padre se alejaba resignado de aquel lugar, por lo cual un gran alivio se presentó en su alma. Desarmo aquella posición al mismo tiempo que salía entre medio de las plantas algo manchado por el tinte de las mismas, obteniendo la curiosa mirada de una niña que transitaba por la zona.

- Etto... Eso se obtiene comiendo vegetales- Sin dar palabras de más, salió disparado en dirección a las escaleras de la rambla, las cuales le ofrecían un camino directo al sitio en que deseaba estar.

Necesitaba de compañía de una persona, el afecto y atención de quien sea, se encontraba más que asustado por lo reciente ocurrido y a pesar de haber tratado de mala manera a esa persona, deseaba ofrecerle sus más sinceras disculpas, lo tan arrepentido y dolido que terminó luego de aquella plática. Sin embargo, aún sentía miedo e inseguridad a contar lo ocurrido el fin de semana, no era por no tenerle confianza, él temía que algo les ocurriera...

Toco la puerta del hogar de la familia Acosta esperando a que alguien lo recibiera, aguardo por unos segundos para ser recibido por una mujer de cabellos oscuros, la cual era la madre de los hermanos de aquella familia: Alma.

- ¿Aarón? Adelante, pasa- Ofreció amablemente el ingreso del adolescente a su propiedad- ¡Valen, tienes visitas!- Aviso al menor de todos.

- Gracias por dejarme pasar...- Agradeció cortésmente.

- No me lo agradezcas, todo por el novio de mi hijo- Ante tal comentario, un breve sonrojo se hizo presente en sus mejillas.

- ¿Aarón, qué haces aquí?- Apareció mientras descendía por las escaleras de la sala al mismo tiempo que interrogaba algo extrañado. Le pareció extraño que luego de la manera en que lo trato, se presentará en su hogar.

- Bueno... Yo... Ocurrió algo y no sabía a quién recurrir...- Ante tal acotación, ambos integrantes de la propiedad quedaron atónitos- Estaba en mi cuarto haciendo la tarea... De repente escuche a mi padre que empezó a gritarme, sin saber el porque... Me asuste tanto que, me escape... Pero él me persiguió hasta el casino... La verdad, vine aquí porque... Creí que me comprenderían...- Pequeñas lágrimas patinaban por sus mejillas.

- ¿Estás bien?- Rápidamente se acercó a la par del menor para brindarle un abrazo protector- Ven, toma asiento...- Le ofreció un lugar en un sofá del living.

- Debió tener algún motivo, las cosas no se hacen siempre porque si- Explico intentando relajar al castaño.

- De todas las cosas que me habrá gritado, solamente logré entender una cosa... ¿Por qué le hiciste eso a tu hermano? La verdad, no se a que se refiere... No le hice nada...

- ¿Sabes que paso...?

- No...- Ante tal respuesta, un gran silencio incómodo se hizo presente en la sala- Con respecto a lo de hoy en la escuela, quiero pedirte disculpas... No fue mi intención tratarte de esa manera... Lo siento...

- No importa... Yo también te insistí... Tranquilo- Lo acarició suavemente mientras le dedicaba una sonrisa.

- Es que, me dolió más a mi que a ti... Estoy tan arrepentido... Y no me avergüenzo de ser tu novio... Lo lamento...

- No hay nada que perdonar Aru, no llores... Ya pasaste por mucho.

- Chicos, no tengo porque meterme en sus asuntos, pero hay algo que no me encaja, ¿Qué ocurrió? Por las cosas que Valen me contó de ti, no eres alguien conflictivo, por lo cual me hace suponer que habrás tenido algún motivo para haberlo tratado de esa manera. Si quieres contarlo, te escucharemos- Sonrió amable.

- Es cierto, aún me pica la curiosidad. ¿Qué te habrá llevado a tomar esa decisión?

- Perdón y sepan disculparme. No es que no les tenga confianza pero... No me siento bien para contarlo... Me da miedo, me da miedo a que nos ocurra algo si les cuento... - Por cada palabra que daba, su voz se resquebrajaba segundo a segundo, al parecer le afectó de verdad aquel suceso.

- ¿Miedo de que?, ¿Acaso alguien te está amenazando Aarón?- Aquella pregunta tocó en lo profundo de su asustado corazón, experimentando un doloroso nudo en su garganta.

No sabía si responder, no era capaz de expulsar la simple verdad o una triste mentira. La incertidumbre provocada por su macabro hermano era capaz de mover hasta la más enorme montaña.

- Temo de mí padre... Alessandro puede llegar a ser muy intenso cuando se trata de reprenderme... Pero está vez, me atrevo a decir, fue totalmente injustificado su accionar- No fue una mentira, dictó la otra verdad de su día a día.

- Tranquilo, nadie te está obligando, y te entiendo... - Ante tales palabras acercó sus labios a las mejillas de su novio, ofreciéndole un tierno beso para que este se relajara- Ma, ¿Podría Aarón venir dos veces a la semana? Me preocupa mucho...

- Si, no tengo ningún problema, lo puedo ayudar- Respondió sin ningún problema.

- ¿Qué?- Expresó incrédulo.

- Mi mamá es psicóloga, te puede ayudar un poco a que afrontes todos tus problemas- Explicó brevemente la profesión de su madre.

- Pero... Tengo que pagar...

- No, no. No me vas a pagar nada- En un tono de voz gracioso, aclaró.

- Yo le pagaré.

- Y yo te devolveré el dinero, es un regalo de la familia.

- Esto es por tu bien, debes ser feliz Aru. Cada oportunidad que tengas para ser feliz, no la niegues- Con sus dedos índices dibujo una tierna sonrisa en el rostro del mencionado.

- Está bien...- Tomó las manos del mayor, manteniendo esa dulce sonrisa que le fue obsequiada- Gracias... Enserio, muchas gracias...- Poco a poco y en pocas palabras, su voz fue partiéndose.

El menor de todos los presentes no pudo evitar partir en llanto, más bien un llanto de felicidad, pues parecían tratarlo como si formara parte de aquella familia. Valentín parecía más a aquel hermano que perdió y Alma a aquella madre que por un momento de su vida tuvo, fue un momento que supo disfrutar en ese mismo instante.

Recibió un abrazo por parte de ambos, haciéndolo sentir mucho más que feliz. Por primera vez en mucho tiempo, podía sentirse un agraciado que luego de la tormenta, disfrutaba del arcoiris y el sol.

La felicidad depende de la tristeza para existir...

Continuará.

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