Los 4 Brillos de Venus
Capítulo 56: Los 4 Brillos de Venus
La luz de la victoria había iluminado lo que instantes atrás era un ir y venir de incontrolables nervios. Oír como su nombre era mencionado por el presentador desataba, nuevamente, lo que era un frenético llanto de su más pura alegría.
Aarón Lucero, 21 años, representante en su división, llevando en sus hombros y espalda la importante representación al país del cual surgió, levantaba sus brazos con lágrimas y orgullo mientras recibía el simbolismo de su triunfo. Una importante e imponente medalla de plata, grabada con todos los honorarios representantes de su gran triunfo.
- Por la Federación Argentina de los Profesionales de la Danza, medalla de plata, Lucero Aarón- Todos aplaudieron, aclamando la victoria del Lucero mayor.
El éxtasis era increíble, observar desde el segundo lugar del importante podio sacaba a relucir la inmensa gratitud hacia sus grandes sacrificios. No solo fue su cuerpo y su mentalidad, apostó toda su vida a un mejor futuro y a su misterioso por venir. El enigmático destino se había aclarado y las monstruosas pesadillas del pasado habían quedado atrás, ese día había revolucionado toda su existencia, aún más que el día en que había clasificado entre los seleccionados de su escuela.
Y aún más revolucionaria sería su victoria, puesto que los noticiarios tendrían algo de qué hablar para así ganarse el pan.
Sonreía, sonreía como nunca lo había hecho. Con su diploma en manos y su condecorada medalla, dedicaría lo que restaba de su día a sonreír con pureza, sinceridad y alegría.
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- ¡¡Salud!!
Las copas chocaron en un gran brindis, reluciendo las espumantes bebidas que los deleitarian en la fiesta.
Qué mejor manera de festejar los triunfos del grupo en una gran cena, donde todos gozarian del arduo trabajo que sus entrenamientos reflejaron esa misma tarde. Nunca habían estado tan unidos como ese día, riendo y divirtiéndose entre todo el colectivo. Desde los integrantes clasificados de Full Dance hasta los invitados de cada participante, conformaban una gran mesa de escandaloso divertimento.
Anécdotas, risas y paladares listos para degustar la victoria como nunca antes lo habían hecho, gozando los títulos de sub-campeones hasta campeones internacionales. La gran mayoría lograron los podios con gran merecimiento, destacando el importante logro de Liam al obtener su condecorada medalla de oro a nivel internacional.
Sin duda para Aarón, Liam no era un chico de lengua larga, que hablaba por hablar y luego fanfarroneaba. Con el tiempo y los años descubrió por su cuenta lo sacrificado que era el jovencito, dedicando más de 14 horas semanales a lo que más lo apasionaba en la vida. Podía llegar a parecer alguien desagradable, egocéntrico y creído, más no era más la apariencia que inspiraba a todo aquel que lo conocía por primera vez.
Pues las cosas siempre fueron de esa manera para Liam, siendo un reflejo de la fuerte coraza de seguridad que alimentaba día a día. Tal vez siempre fue como Aarón lo conoció, no obstante las cosas parecieron cambiar dentro de él la tarde en que la verdad se dio a relucir sin ninguna piedad...
¿Por qué sentía un nudo en su garganta?, ¿Por qué temblaba?, ¿Por qué los recuerdos escalaban de los colores brillantes a escalas grises? Eso padecía Liam en silencio, cada vez que observaba a Aarón, un nudo lo hostigaba.
Por parte de Aarón, la grata presencia de Valentín tornaba su triunfo aún más especial. Contaba con todos sus seres queridos en aquel retrato tan hermoso. Desde el acompañamiento de la familia de su novio hasta la inesperada llegada de un invitado totalmente sorpresa, siendo nada más que aquel mozo que lo instruyó desde el comienzo de su trabajo como mesero.
Dante, tan increíble era contar con su presencia en aquella gran mesa de alegres anécdotas. Compartir a su lado sin tener que estar tomando pedidos o charlando tras la puerta del comedor, hacía de ese momento uno natural como añorado.
No podía pedir nada mejor...
Sin embargo, un leve cizañeo picaba de vez en cuando su estómago y corazón. No podía evitar voltear su mirada en varias direcciones y seguir cuestionando la ausencia de Alessandro. Parecía que el hombre que le dio la vida había desaparecido del mapa, sin dejar rastro alguno de lo que alguna vez fue su existencia.
Algo que, para vista de Liam, resultó aún más obvio al unificar su nudo y el dolor de Lucero.
- No quiero arruinar su noche... Es un momento que debe disfrutar. Pero no puedo seguir escondiendo lo que sé. No puedo vivir sabiendo lo que Aarón debe saber, no es correcto.
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El centro de mesa fue consumiéndose, aquella vela representaba el pasar de las horas, habiendo transcurrido aún más rápido de que usualmente pasaban. La cuenta estaba paga y los invitados optaron por regresar al hotel en el cual se hospedaron en grupo.
¿A descansar?, ¡Claro que no!
La magnitud del festejo era tan grande que debían estrujarlo hasta la última gota, hasta el cansancio como solían decir algunos.
No obstante, aún la flama de la vela indicaba que el tiempo continuaba corriendo contra reloj para dos integrantes. Aarón, quien aguardaba paciente el retorno de su acompañante, y Liam, quien dedicaba algunos minutos de su tiempo a calmar sus pensamientos frente al espejo del baño.
Al regresar a la mesa, tomó asiento frente al castaño, asegurándose de que el contacto visual sea puro e ininterrumpido.
- Bueno, aquí me tienes Li- Expresó con una sonrisa risueña- Los chicos me avisaron que llegaron y que para seguir la joda, nos esperaban- Aviso.
- Que lindos...- Ladeó su mirada con una sutil sonrisa- La verdad que muchas felicidades Aarón. Contrario a lo que habré dicho hace muchos años, te mereces el título y el podio que obtuviste- Sincero.
- Igualmente a ti. Eres muy sacrificado y muy dedicado, se nota a leguas que trabajas por lo que quieres- Compartió la misma sinceridad del menor, entablando un tierno inicio a su conversación- Pero siento que no me apartaste del grupo solo para felicitarme- Bromeo.
- Mucho no te equivocas... - La manera en la cual cambió el tono de su voz junto a la expresión de su rostro, denotaba un grado de seriedad en lo que estaba por contar- Necesito hablar de algo contigo Aarón... Y tienes mucho que ver.
Había ganado su atención, sentía curiosidad y una leve aura de misterio en lo que estaba a punto de suceder. ¿Por qué tanto enigma?, ¿Por qué esa noche?, ¿Por qué el lugar?
Todo estaba completamente calculado, tal como la desactivación de una bomba a punto de estallar. Los tiempos, la situación y el sumo cuidado al tratar algo tan delicado, requería de una atmósfera especial y privada para no perder el control.
- Bueno... - Primero suspiro, canalizando sus nervios y angustias- No se ni por dónde empezar...
La hospitalización fue algo crudo de digerir, desde la gran cantidad de horas en observación hasta el angustioso cruce que tuvo con el ente de la hoz. La atención recibida por el equipo médico desde el minuto cero de su internación fue de cinco estrellas, pues la horrorosa incertidumbre a lo que podría llegar a ocurrirle a Liam era una verdadera calamidad.
Su madre, Lucia Tognola, una mujer laburante y muy aguerrida, pasaba una de las peores situaciones jamás imaginada por una madre. Desconocer lo que podría llegar a ocurrirle a su pequeño, estando la muerte de por medio, desataba su peor angustia.
Con las horas, Liam fue estabilizado y derivado a otras atenciones especiales, ya que los estudios médicos determinaron que un potente agente esparcido en su cuerpo había provocado su estado. Aún peor fue descubrir que este mismo acabó por detonar en el cuerpo de su hijo al haber sido ingerido vía oral.
Todo cuadraba a la perfección, aún recordaba con lujo de detalle el gran espectáculo protagonizado por los hermanos Lucero, siendo el principal responsable de toda la calamidad el dulce, tierno y maquiavélico Gael. Cómo una de las afectadas indirectas de la disputa entre hermanos, sabía que no podía quedarse con los brazos cruzados. Estaba en su derecho a exigir una compensación al padre del mocoso del diablo, compensación que exigiría esa misma noche para costear los tratamientos de su primogénito.
Con la suficiente cordura para no saltarse todos los semáforos y no acabar con importantes multas de tránsito, logró llegar a la casa de los Lucero.
Convencida de que todo resultaría de la manera que debía ser, tocó el timbre de la casa, esperando el momento en que atendieran su llamado.
Volvió a tocar. Dejaba pasar unos minutos entre toque y toque, recibiendo la mismísima nada como respuesta.
- Señor Lucero, soy la madre de Liam, Lucia. ¡Necesito hablar con usted sobre lo que ocurrió en la escuela con sus hijos!- Expresó natural, curiosa de la falta de respuesta.
El auto de Alessandro estaba estacionado y las luces prendidas indicaban su presencia. Era algo extraño, conocía a rasgos generales el carácter del señor Lucero y sabía que no era alguien que hacía desperdiciar el tiempo de las personas. Aún más espeluznante fue el momento en el cual, al tocar la puerta, ésta se abrió inesperadamente, todo debido a que jamás fue cerrada con llave.
Eso acabó por descolocarla, tanto que dudo si era correcto ingresar luego del espectáculo otorgado ese mismo día, pero al haber tantas fichas apostadas en el centro de la mesa, no tenía otra opción más que entrar y disculparse por su atrevida intromisión.
Todo estaba sigiloso, nada más se oía un ruidoso celular sonar y sonar a falta de una respuesta.
- Señor Lucero, disculpe que irrumpa en su casa pero la puerta estaba abierta. Soy Lucia, la madre de Liam y enserio, es necesario que hablemos sobre lo que ocurrió hoy en la escuela- Se expresaba serena y en alto, sin intenciones de discutir- Liam está internado en el Interzonal y necesito que hablemos de eso. Los médicos le encontraron un medicamento muy fuerte en su cuerpo y todo indica que fue Gael quien lo colocó en su botella- Recordaba a la perfección como el autor del accidente recalcó bien en alto como Aarón no debía beber de la botella- Lo quiera o no, Gael es responsable de lo que le pasó a mí hijo y no voy a permitir que esto quede así. Ahora Liam la está pasando terrible y temo por su vida. Mí presupuesto está muy apretado ahora y si no pago toda la atención que está recibiendo, van a haber problemas de por medio. ¿Podemos llegar a un acuerdo?
No hubo respuesta...
- ¿Alessandro?, ¿Está aquí?
Observó e inspeccionó cada rincón de la casa, dejando en la ignorancia la obviedad del asunto, pues al caminar más allá de lo debido en el living de la propiedad, todo se esclareció. O mejor dicho, todo se oscureció...
Lucia- ¡Santo Dios...!- No fue capaz de formular nada más, su mirada acabo tildada, mientras que su cuerpo acabó petrificado en el impacto del suceso.
Alessandro, quien hasta horas atrás intentaba mantenerse de pie luego de conocer la horrible verdad, quien luchaba arduamente por no bajar la cabeza y no dejarse tentar en la amarga depresión que podría llevar tal suceso, ahora mismo yacía tumbado en el sillón de su casa.
Perdido, estático, tieso, inerte...
Su celular contaba con grandes cantidades de llamadas perdidas, todas de su médico personal, quien al haber escuchado su deceso, sufría una gran desesperación que lo bloqueaba e inutilizaba en su oficio.
- Está... Está... - Era imposible salir de aquel trance, no podía asimilar lo que estaba sucediendo. Con el mismo estado de shock logró tomar su celular y marcar el número de emergencias, sin siquiera poder despegar su mirada del difunto- Hola... Si... Necesitaría... Una ambulancia... Para Avenida Colón y Córdoba...
La recepcionista atendió con profesionalismo su caso, recibiendo todas las indicaciones para realizar el transbordo. Fue incluso tan amable que preguntó por el estado de la misma adulta, ofreciéndole calma y contención a su importante shock.
Los especializados de la salud movilizaron las alarmas con agilidad y prioridad. No solo paramédicos asistieron veloces por la avenida, sino también las sirenas de las patrullas escoltaron lo que, por un momento se creía, era un asesinato. Esa opción acabó descartada, para fortuna y paz de todas las personas expectantes del deceso.
Lucia, quien solamente asistió por una charla de solución, acabó convirtiéndose en una víctima indirecta del mal personificado en un rostro angelical. Dos víctimas de diferente sangre sufrieron por mano del joven Lucero, dos víctimas que lograron recomponerse y salir adelante del caos físico y mental.
Por parte de Liam, enterarse por boca de su madre del fallecimiento de Alessandro fue más que un balde de agua fría, se había convertido en una pequeña piedra en su espalda que lentamente fue creciendo en tamaño.
Lucia se había ofrecido a contarle todo lo acontecido a Aarón sobre su padre, solamente que la latente culpabilidad de Liam lo invito a ofrecerse voluntariamente a contarle todo lo sucedido al Lucero mayor. Necesitaba desahogarse, ser él quien, de alguna manera, compensará todos los injustos destratos que lanzó hacia Aarón y hasta que no fuera capaz de hablar, no sería capaz de sentir calma y paz.
Además... Quería darle consuelo. Que su consuelo fuera su ofrenda al perdón.
Su mano había acabado a la altura de su corazón, apretando con firmeza los ropajes que lo cubrían. Podía sentir cómo las lágrimas se deslizaban tristes y solitarias en la bajada de su rostro, mientras que su respiración era sentida por ambos jóvenes.
La nostalgia de la mano al dolor lo habían hundido en una nebulosa repleta de recuerdos, donde aún a su tierna edad de 5 años gozaba de alegría y felicidad de la mano a su madre y padre. No podía recordar con exactitud más allá de sus 7 años lo que era la felicidad, eran muy pocos los recuerdos felices que podía atesorar.
Sentía que aún había un gran pendiente en su vida, una cuestión que ya no podría resolver jamás, una que se convertiría en un terrible arrepentimiento del que se culparía por siempre. Su relación padre e hijo apenas comenzaba a curarse, jamás pudieron darse el tiempo de conocerse el uno al otro, de entablar una charla y compartir una tarde de playa donde los mates no faltaban.
Ahora todo eso se convertiría en una fantasía que nadie le impediría imaginar. Un anhelo que jamás podría experimentar...
- Se que he tardado mucho en decírtelo... Y lamento jamás haber sincerado tan importante hecho...- Expresó suave y culpable, apretando sus labios al observar el silencioso pesar del mayor.
- No es tu culpa... Solo... Solo que...- Intentaba con todas sus fuerzas no partir en un desconsolado llanto, eso debido a encontrarse en un lugar público repleto de personas.
- Tu padre sufría de la presión... Y ese medicamento que casi me mata... Era el que pudo haber salvado su vida...- Poso su mano sobre la del castaño, brindándole un contacto tierno y especial- Según los estudios... Y todo lo que mí madre contó... Él ya venía padeciendo de hipertensión hace bastante tiempo y lo que más le afectaba era a su corazón... Su corazón era como una bomba... Una bomba de tiempo que acabó por colapsar luego de sufrir un pico de presión por todo lo ocasionado por Gael... Algo que tarde o temprano le iba a ocurrir...
- El... Murió... Solo... Sin nadie que lo ayudará... Sin nadie que... Lo pudiera salvar... ¿Quién muere de esa manera...? Tan vil... Tan cruel...
- Así mueren... Las personas... A las que sus seres queridos los abandonan...- Expresó cabizbajo, sin medir el nivel de sus palabras.
- Osea que... Yo... Lo... - Rendido, estrelló su rostro contra la mesa, evitando que su vulnerabilidad fuera visible.
- ¡No...!- Se atrevió rápido a corregirse, levantando sutil y cuidadoso el rostro del más grande, limpiando con una servilleta lo que tanto luchó Aarón por no mostrar- Tu no lo abandonaste. No pienses que eres culpable de eso... Tu estabas pasando un momento terrible y ese día fue tu escape, tu liberación. ¿Qué posibilidad había de que la muerte pasará por tu cabeza? Ninguna. Tu no podías imaginarte que algo así sucedería, nadie lo imaginó. No te culpes de algo tan natural como lo es la muerte... Tal vez te sientas culpable de que pudiste estar con él porque preferiste ir en otra dirección... ¡Y está perfecto! De nuevo, porque nadie se imaginó que eso ocurriría.
- Nunca... Supe que él tenía... Problemas de la presión...- Sollozo.
- Tal vez él prefirió vivir engañandose a si mismo, creyendo que su familia aún existía, idealizando a Gael como todo aquello que sabía que no existía. De a poquito fue sembrando su destino, cultivando aquello que sería su detonante... Si se supone que Gael ya era algo desequilibrado, ¿Por qué depositar toda su confianza en alguien que fácilmente podría traicionarlo?
- Porque el ser humano vive engañado... De que las personas malas... Pueden cambiar...
- En parte y en parte no. Hay gente que puede cambiar, gente que tiene la fuerza y voluntad. Y luego hay gente que... No tiene caso... Por mí parte... Yo quise cambiar contigo. Reconozco que fui cruel e insensible. Y la verdad... Quiero formar parte de esas personas que te puedan servir en el camino. Es mí manera de compensar todo el daño que cause...
Aún en medio del comienzo de su duelo, fue capaz de esbozar una sonrisa. Eran calidas sus palabras, envueltas de cariño y protección. Eran algo que formarían parte de su tardío luto, palabras y acciones que lo ayudarían a sobrellevar todo lo que su mente aclaraba más y más.
- Admito que... Lo voy a extrañar... Mucho...- Retuvo el aire y su acuosa mirada- Me hubiera encantado... Tener una linda relación con él... Y que nada malo haya interpuesto lo que alguna vez tuvimos... Sentía que por primera vez... Él me quería... Y que jamás me faltaría... - Sollozo- Él me defendió... Me protegió cuando más lo necesite... A pesar de que tantas veces me lastimó, no lo culpo... No lo odio...
- ¿Entonces...?- Brindó una suave caricia en su mano, siendo su atención y contención.
- Lo voy a extrañar... - Ágil pero sutil, se levantó de su asiento solo para abrazar a su compañero, buscando desahogar la primera parte de su dolor.
Las palabras dejaron de existir, el único sonido presente era el de sus latidos buscando sanar. Agradecía no estar solo en ese momento de su vida, contaba con las personas suficientes para atravesar aquella etapa de duelo sin caer en la tristeza absoluta.
Su dolor era comparable a su primer duelo, contaba con la misma característica de velar y extrañar, está vez, su figura paterna. Tal y como dijo, no habían compartido sus vidas como lo habría esperado, funcionando como una persona más de la que podía prescindir hasta el momento del perdón. Tal vez se arrepentía de no haber regresado a casa, siendo su decisión la que cambió el destino de las cosas, pero la vida se trataba de eso, de crecer y tomar decisiones para moldear nuestro futuro.
Aarón lo hacía, moldeaba su futuro y construía su gran por venir.
Aún podía seguir riendo, llorando, nada le impedía sentir con intensidad lo que muchos minimizaban de la cotidianidad. Había cosas de las que no se arrepentía y otras de las que tal vez pudo haber manejado de otra manera, pero si las hubiese manejado de manera distinta, quién sabe si su destino habría sido el que actualmente vivía.
Esa era la vida, a veces irradiaba y a veces golpeaba, pero el único con las agallas de levantarse y seguir más fuerte que antes era el que de verdad lo intentaba. Era el caso de aquel joven que nos recordaba a la curiosa estrella que siempre está en el cielo, el Lucero del Alba, también conocido como Venus, una estrella que desde nuestros lugares podemos observar cada día.
Hay quienes dicen que las estrellas son nuestros seres queridos observándonos, velando por nosotros aún sin estar a nuestro lado. Estrellas que vemos brillar cada día, sin gozar de su belleza y magnificencia.
¿Y si en verdad lo son?, ¿Y si son nuestros seres queridos? Nada nos impide creer...
Nada...
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- ¿Qué tal?- Siendo abrazado desde la cintura por su novio, había colgado su última medalla en un porta llaves al cual llamaba medallero.
- Bueno... Es bastante grande - Comentó entre risas, comparando el tamaño de la medalla con las ganadas anteriormente.
- Jaja, ¡Bueno!, De alguna manera tenía que destacar entre las demás- Bromeo.
La rutina regresó como de costumbre, mientras que aquel viaje de competencia se convertía en un increíble recuerdo para no olvidar. Aquel amor adolescente que inició en la escuela secundaria había crecido inimaginablemente. Ambos habían formalizado una relación aún más sería de lo normal, donde la convivencia mutua se había instaurado en un departamento por la zona de Caballito, Buenos Aires.
Estaban a más de 300 kilómetros de su tierra natal, lejos del nido, lejos de la familia. Aún así, el propio nido que ambos construían día a día era lo suficiente para subsistir.
De amor no se vivía, ambos aportaban de igual manera para poder desarrollarse mutuamente. Valentín, quien dedicaba sus mañanas a estudiar abogacía en la universidad de Buenos Aires, también experimentaba, irónicamente, un trabajo de medio tiempo como mesero en el Bodegón de Caballito.
- ¿Quién lo diría? Te conocí como mesero y ahora yo soy mesero. ¡Que divertida es la vida!- No podía evitar reír cada vez que pensaba en la deliciosa ironía.
- Bueno... Eso será por un rato. Luego de que te recibas, vas a poder trabajar con un excelente abogado- Ambos se observaban mutuamente en el espejo de la sala, aún abrazados en su unión.
- Lo dice el bailarín estrella- Sonrió.
- ¡Contorsionista y bailarín!- Beso su mejilla mientras despeinaba los cabellos de su amado.
Contrario a Aarón, quien a pesar de que se dedicaba a tiempo completo a sus entrenamientos diarios, había encontrado la manera en la cual aplicar sus conocimientos artísticos y obtener una importante remuneración en ello. Conocido en sus inicios como un bailarín ambulante, ahora trabajaba como parte de un cuerpo de baile en importantes obras teatrales de la ciudad.
Jamás había recorrido tanto la Avenida Corrientes como lo hacía en esa etapa de su vida. Pasar de ver el Obelisco en los noticieros a verlo cada día que salía del Subte para asistir a su trabajo, le hacía notar que todo su esfuerzo había dado sus frutos.
- Corazón, mí turno está a punto de empezar y tengo que caminar unas cuadras- Mencionó Valentín mientras guardaba su uniforme en un morral.
- ¿Te parece si nos encontramos en el Club de la Milanesa a la noche y cenamos? Hoy tengo ensayo para el Luna y acordamos quedarnos hasta tarde. Hay que reforzar las cosas que no salen- Comentó mientras guardaba sus insumos personales en una mochila.
- ¡Dale! Te va a salir todo, acordate de mí. No me equivoco- Correspondió al comentario de su pareja, incentivandolo a ser mejor cada día.
Ambos prepararon sus últimas pertenencias para así retirarse en direcciones opuestas, no sin antes darse un beso como cada día antes de dar inicio a sus responsabilidades.
Mientras ambos caminaban con gentiles sonrisas para todos aquellos que voltearan a verlos, una suave brisa de viento acariciaba la cortina de su departamento. Mientras todo estaba en silencio ante la ausencia de ambos, desde la misma ventana ingresó una particular criaturita.
Era aún más pequeña que el corazón mismo, de tonalidades verdes iguales a la naturaleza y la esperanza, gracias a sus alas logró llegar a la altura del enmarcado diploma de Aarón. No era nada más que un tierno picaflor, quien detuvo su vuelo nada más para descansar sobre el logro tangible del Lucero mayor. Era su diploma y su medalla los que eran observados por tan especial amiguito que lo visitaba con amor.
~~~
2 años atrás...
Lo que parecía ser quietud y oscuridad en lo que alguna vez fue rutina y monotonía, repleta de movimientos y sonidos a los que alguna vez vivieron en aquella casa, nuevamente pudo presenciar como la puerta principal era abierta luego de un año sin movimiento.
Al ingresar, todo estaba tal cual lo recordaba. Los aromas no existían, tal vez la humedad, pero lo visual se conservó en el tiempo. Las paredes, los muebles, hasta las escaleras, todo era exactamente como lo recordaba.
¿Polvo? Si, en cantidad. Había mucho por limpiar. Había que ventilar.
¿Y si mejor comenzaba por algo que lo devolviera a su zona de confort?
Al revisar la alacena, encontró una caja de mate cocido, de la cual retiró dos saquitos mientras calentaba la pava de agua.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que ingresó a aquel lugar? Ya estaba harto de esa desgraciada rutina. Despertarse, observar la pared, recibir medicamentos y las detestables manualidades.
¿Cuántos pensamientos intrusivos tuvo que reprimir?, ¿Que no era más fácil acabar con todos o acabar consigo mismo?
Ese no era su estilo... Uno tan dócil y manipulable.
El agua estaba lista, nada más tomo dos tazas y preparó ambas infusiones. Mientras esperaba que las bebidas tomarán color, tomó asiento en la mesa de la cocina, lugar donde compartió infinidad de desayunos con su padre y hermano.
- Gael, ya son las 11 y hay que cumplir con los medicamentos- Ingreso sutil pero neutral la enfermera encargada, mientras esperaba a la llegada de su asistente social.
Muy pocas eran las veces en las cuales hablaba, rara vez se lo oía.
- No quieras causar las mismas distracciones de ayer para evitar las pastillas jovencito- Nada más obtuvo la misma mirada fría e inexpresiva.
- No soy un bebé... Al que deben darle de comer en la boca... - Bufo- Encima me revisabas la boca para ver si me trague o no la pastilla... ¿Sabes cuántas veces quise escupirtela en la cara?- Sincero para sí mismo y la casa lo que por tanto tiempo retuvo.
- Abrí la boca y saca la lengua- Era el protocolo el que le exigía cumplir todo lo que le decían- Levanta la lengua- Y en verdad que detestaba ser tratado como un fenómeno.
Nuevamente las horas pasaron, nuevamente debía cumplir con su riguroso y exigente horario establecido, lo cual lo hartaba por dentro. No obstante, todo el odio acumulado se vio interrumpido con la extraña llegada de su asistente social fuera del horario pactado.
- Gael, necesito que me acompañes a la oficina del director. Tenemos un comunicado importante para ti.
Nunca estuvo tan emocionado por asistir a la oficina principal, era algo que rompía con su rutina. Era como romper las cadenas por cinco minutos y hacer de cuenta que no era el payaso o títere de alguien más. Eso era, un ente moldeable sin escapatoria...
- ¡Libre!, Eso dijeron... ¡Libre!- Canto victorioso, sonriendo con malicia al notar que su condena no fue del todo perpetua.
- Nos acaba de llegar un informe respecto a ti Gael. Aparentemente, el contrato firmado por tu padre había expirado hace ya unos días todo debido a su deceso. El contrato debía ser actualizado por el mismo y constatar su vigencia dando nada más que su fe de vida y al no estar presente está misma, el contrato no puede actualizarse. No obstante, un tutor legal suyo ha venido a constatar la culminación del mismo.
Somos conscientes de que esto no fue lo pactado por su padre, pero al no tener una actual firma suya pero sí la de su tutor, este mismo decide que es lo que haremos con usted y está decisión ya fue tomada.
Aún así, entre sus informes diarios, podemos reconocer una importante mejoría en su condición, lo cual para una reinserción a la sociedad, nos permite otorgar su liberación. Felicidades joven Gael, su trabajo ha dado sus frutos.
- ¡¡Estupido eres y serás maldito vejestorio!!, ¿Que acaso no te recordaron que en mí no se podía confiar?- Volvió a reír, está vez con más intensidad que antes, recordando y gozando la ineptitud de los trabajadores que dedicaron todo un año a su disque avance- Así que te moriste papito querido... No sabía que eras tan débil...
Podía recordaba cómo atravesó el umbral del hospital, dejando atrás el sitio que condenó su libertad, libertad que había recuperado en un giro inesperado de los hechos del destino.
Aún sentado, pudo sentir como la puerta principal era abierta nuevamente, dejando escuchar con mayor lujo de detalle unas lentas pisadas tan elegantes como los bailes que solía hacer, solamente que ahora su público constaba de un solo espectador. Fue en aquella casa que esos sutiles e inspiradores movimientos vieron la luz por primera vez, que mejor escenario para su debut...
Sonreía, sonreía como nunca lo había hecho, aún manteniendo sus ojos cerrados, podía sentir como era observado desde el umbral de la cocina.
- ¿Cuánto tiempo ha pasado? Mírate... Ahora eres libre, libre como un ave fénix- Incito malicioso.
Aún con sus ojos cerrados, sintió como aquella elegante presencia tomaba asiento frente a su posición, tomando aquella taza para endulzarla tanto como a su vida.
- ¿Por qué me miras así?- Expresó aún sin abrir sus párpados- No sé porque me juzgas de esa manera, si tu no eres tan santa como todos creen mamita querida- Esa vez abrió sus ojos, contemplando la expectante mirada de la mujer que le otorgó la vida.
- ¿Juzgarte? Solo puedo admirar el hermoso regalo que te otorgue. Además de la vida... Mí regalo para ti fue una mente brillante y una audacia que ni los más valientes soldados pueden añorar- Correspondió las palabras de su amado hijo con el mismo tono al hablar.
- Agradezco tu ayuda madre... - Posó su mano a la altura de su corazón.
Belén- Lo que sea por mí pequeño...- Fue ella quien cerró sus ojos para así dedicarle la misma sonrisa, chocando sus tazas en señal de un victorioso brindis.
~La Meta de 27~
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