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La vida siempre será mejor contigo.
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Editado.
Alexander despertó segundos más tarde que yo, y les juro que por primera vez lo vi sonriendo con sinceridad. Sus ojos brillaban demasiado, todo me parecia un sueño. Aún no quería despertarme, temía que al hacerlo me encontrará de nuevo en Idris, recluida sin poder salir.
El uso restringido de las runas era lo de menos, en serio. Tenía que ir a entrenar a los nuevos, y eso sí es un dolor de cabeza.
Nunca fui muy paciente con los niños, mucho menos los malcriados hijos de shadowhunters de poder. Eran lo peor.
-Buenos días, pequeña.-Saluda el morocho con una sonrisa pícara y la voz ronca. Abrazándome por la cintura, dejando un pequeño beso en mi hombro.
La respiración se me corto al sentirlo tan cerca, por lo que sólo atiné a acercarme más para abrazarlo.
-Buenos días, Alec.-Salude sin dejar la sonrisa. Acariciando ligeramente su brazo al rededor de mi cintura.
Cabe destacar que aún estábamos desnudos... Enrollados en la sábana.
Sé sentía demasiado bien estar así con él, estar juntos, acurrucados bajo las cobijas.
-¿En qué piensas tanto?-Me pregunta con una sonrisa, haciéndome girar para quedar frente a él. Me muerdo el labio inferior antes de responder.-Deja de hacer eso, cielo.-Suplica el pelinegro. A lo que yo lo vuelvo a hacer con un poco más de fuerza.-Te gusta llevarme la contraria, ¿no?-Réplica divertido. A lo que yo asiento.
-Estaba pensando en todo lo que ha pasado, Gid. Eso es todo.-Respondo de una vez, él me mira con seriedad y algo de tristeza.
Me abraza una vez más, antes de dejar un beso dulce en mis labios y levantarse de mi cama, dándome toda la vista de su hermoso trasero.
Me senté en la cama, sin pena alguna de seguir viendo su parte posterior. Logrando así, lo imposible, hice sonrojar a Alexander Lightwood.
-Mi esposa es toda una pervertida.-Murmura con gracia, yo rio ante su conclusión. Sin poder evitar acercarme a él y besarlo una vez más.
Sentí como mi runa marital se calentaba un poco ante aquello, pero no le preste atención, pues era indicativo de que el vínculo se estaba afianzando una vez más.
Alex me siguió el beso gustoso, tomándome por el rostro, obligándome a pararme frente a él en el suelo.
A medida que el beso subía más de tono, la runa se calentaba más. Poco a poco, fuimos cayendo una vez más en la cama. Dejándonos llevar una vez más... Creo que ya entienden que volvió a pasar.
-¿Te gustaría ir a desayunar conmigo? - Pregunta después de haber terminado la segunda ronda. Reí aún acurrucada en su pecho. Era simplemente increíble como Alec pasaba de ser un posesivo al chico tímido.
-Alec, primero tenemos que salir de la cama. Porque al paso que vamos, voy a tener que comprarnos un cinturón de castidad.-Canturreo con diversión, contagiandole mi risa al pelinegro.
Ambos llegamos al acuerdo de vernos en la sala de entrenamiento en 10 minutos, mientras que cada uno se arreglaba adecuadamente.
Él tomó su ropa y se vistió como pudo, saliendo de puntillas de mi habitación.
Yo me dedique a mandar mis sábanas a la lavandería, mientras que iba al baño para hacer mis necesidades.
Abrí la regadera, esperando que el agua se tornará de una temperatura agradable, mientras que me dedique a verme en el espejo que había sobre el lavamanos.
Entonces me di cuenta que mi runa marital estaba blanca patinado, al igual que mi runa angelical y la parabatai.
Me alarme un poco, puesto que era primera vez que eso me ocurria. Decidí tratar de calmarme, si hacía algo fuera de lugar, era probable que alguien descubriera quien era. Por lo que opte en meterme a la ducha, en espera de que lo que sea que esté ocurriendo en mi cuerpo se calmara.
Tarde un poco en terminar de bañarme, puesto que tenía varias mordidas que Alexander habia dejado al rededor de mi clavícula, las cuales tendría que tapar con maquillaje si quería evitar el sermón con interrogatorio de Isabelle.
Me envolvi en una toalla, saliendo del baño directo a mi armario, en búsqueda de algún conjunto que pudiera usar.
Termine colocándome un Top negro, una campera gris opaco, jeans negros, y unas converse del mismo color.
Me reí de mi misma al encontrarme pensando mas en Alec que en como descargar mi furia con Valentine.
Por primera vez desde que me fui de Idris, descubrí que podía ser feliz con mi esposo al menos un tiempo más. Hasta que la batalla que se encaminaba diera comienzo.
Mi deber era terminar con todo este asunto de una vez por todas. No podía permitir que alguien más saliera herido por Valentin.
Suspiré con pesadez, levantándome del diván, dirigiéndome a la puerta de mi habitación.
Lo que no me esperaba era ver a Alexander a punto de tocar cuando abrí la misma.
-Buenos días, Alexander.-Salude con un toque de diversión. El cual fue correspondido por una sonrisa de su parte.
Ambos nos dirigimos a la salida del instituto, no había ningún problema demoníaco o algo por el estilo. Así que decidimos tomar el riesgo de salir un rato como solíamos hacer en Idris.
Sí bien era algo arriesgado, no iríamos tan lejos, puesto que a la vuelta de la esquina donde estaba el Instituto, había una panadería francesa...
Ambos fuimos entre risas y alguna que otra broma, era como si los años no hubieran pasado nunca. Comimos también de esa manera, sin preocuparnos realmente por lo que pasaría, solo disfrutando el momento.
-Gracias.-Dice él de pronto, a lo que le yo dejo de comer para ver con la duda en mi rostro.-Gracias por recordarme como es no tener que preocuparse por nada.-Explica, a lo que yo le dedico una sonrisa.
Suelto el tenedor y extiendo mi mano a la suya.
-Alec, no tienes que agradecer nada.-Le digo con dulzura, apretando su mano con algo de fuerza. Haciéndolo sonreír.-Y si ese es el caso, yo tengo que agradecerte por hacerme feliz.-Añado con rapidez. Sacándole una muy linda sonrisa a Lightwood.
La verdad es que ambos eramos felices ese día.
Sin tener que preocuparnos por absolutamente nada, solo los dos. Al menos una vez más.
Primera publicacion: 23 de marzo de 2018.
Editado: 16 de mayo de 2019.
Cantidad de palabras en la primera versión:700
Cantidad de palabras luego de la edición:1 087
No lo publicó hasta ahora porque lo estaba puliendo.
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