13
Beg for your silence.
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Editado.
—E-Espera un segundo... ¿Dijiste que Jace intentó...—Un suspiro colectivo hizo eco en la habitación tras aquella pregunta incompleta de la pelirroja.
Wayland me vió por el rabillo del ojo, no supe entender si me estaba asesinando o no con la mirada.
—Clary, yo...—Dijo él, tratando de excusarse, pero no pudo continuar.
—Termina de contarme lo que pasó.—Exigió la pelirroja pasando de largo de Jace. Su mirada destellaba en cierto enojo y desconcierto.
Alcé las cejas un tanto sorprendida por su acción. Mordiendo mi labio inferior de nuevo, y relamiendo el bordillo de este en un claro acto de nerviosismo.
Bien, al diablo. Ya le dije. Así que no hay más que hacer.
No había terminado siquiera de despegar mis labios para articular una vocal, cuando la voz de Jace retumbó por toda mi habitación.
—No.
Simple, claro y conciso. Ordenó con una simple palabra que me detuviera.
—Jace.—Advirtio Izzy junto a Alec, ambos viendo como el rubio se tornaba de un color rojizo.
—No, cállense.—Alega violentamente.—Habia una simple regla, _____: No contarle a ella sobre Emma. Y tú la rompiste. Pasaste la raya, irrespetaste mi silencio.—Pasó de hablarle a sus hermanos, a dirigirse sólo a mi, con la mirada chispeante.
—Ella quiso saber. Yo le conté. Y no tenía planeado contarle que Emm seguía viva hasta que ustedes aparecieron aquí diciendo que mi bebé viene en camino —Rugí en respuesta, haciendo énfasis en el posesivo.
—Claro, entonces también vas culparme por esto, ¿no? como lo hiciste al principio.—Escupe.— ¿Por qué no te liberas entonces de todas tus culpas y te largas de una vez?
Jace Wayland... Mi casi hermano... Me estaba corriendo del instituto.
Tuve que repetir eso varias veces en mi cabeza para que mi cerebro lograse asimilar la situación. Me quedé quieta, fría. Mientras él me deshacía y salía con cualquier cantidad de fallos en mi vida. Todo, en cuestión de unos escasos 7 segundos.
Hasta que...
Pues...
Hasta que colmo el vaso de mi paciencia.
—Porque hasta donde yo sé, Valérie está muerta por que TÚ no supiste cómo cuidar de ella. FRACASASTE, y ahora quieres que todos nos hundamos en tu miseria.
Alexander lo miró con la sorpresa clavada en los ojos, dispuesto a rebatirle con toda la rabia del mundo a su parabatai. Mientras que Isabelle casi le arrancaba la cabeza con la mirada. Clary, por su parte, parecía estar en shock aún por lo dicho, y las acusaciones de su novio no dejaron cabida para recobrarse, por el contrario, la impactaron más.
Y yo... Pues, yo me le tiré encima al rubio y lo arrinconé a la pared. En una acto de mera rabia y resentimiento. Casi pude sentir el ligero gruñido saliendo de mi garganta.
Alec, al verlo, se acercó unos pasos a nosotros, pero le detuve.
—Te metes y te juro que te arranco la cabeza.—Rugi en su dirección. Alec solo asintió y retrocedió.
Jace intentó quitarme la mano de su cuello, el cual apretaba como si de una pelotita anti estrés se tratara. Y para mí, así era.
—No es mi culpa que te metieras a la cama con mi hermana, tampoco es mi culpa que tú seas un imbécil animal que intento ASESINAR a un bebé recién nacido por proteger un estúpido apellido y cubrir una insensatez.—Sí, yo ya había perdido los estribos. Adiós, _____ educada y tolerante. Hola, ______ resentida y herida.
—<<Y mucho menos es mi culpa que mi prima quiera saber un poco más de quien carajos eres y el tipo de mierda que trae tu pasado, Jace Wayland. Así que te pediré encarecidamente que te calles la maldita boca y te LARGUÉS de mi habitación. Si no te gusta lo que digo, entonces de seguro entenderás quien quiere hundir en su miseria a todo el que se le acerca.
El cinismo y la burla no dejaron mi voz en ningún momento, haciendo un ligero estelar en las dos últimas oraciones.
Jace sin duda me iba a contestar con algo, y ese algo me iba a doler mucho más de lo que ya me había herido. O tal vez se atrevería a soltarme un golpe. Lo que conllevaría que Alexander interfiriera si no quería que le arrancase la cabeza a su casi hermano.
Pero nunca llegó a pronunciar respuesta alguna, o a hacer algo. Pues la zanahoria con patas hizo acto de presencia por segunda vez. Interponiéndose entre la casi pelea física entre el rubio y yo. Justo en medio de los dos, empujándome hacia atrás con ambas manos para alejarme del rubio.
—Los dos, ya. Suficiente.— Decía Clary intentando calmar las aguas.
—Quítate del camino, Clary. Déjala que venga.—Dijo este, cuando su novia logró hacerme soltarlo.— Que no tienes idea de lo mucho que voy a disfrutarlo.
Fairchild logró hacerme retroceder varios pasos, no tanto por su fuerza, que me hacía más cosquillas que daño, sino porque recordé que soy decente y no mató enfrente a menores.
—Jace, no.—Gruñeron Isabelle y Alec a la vez. Mi esposo haciendo un ligero y feroz énfasis en el "no".
Jace quitó a Clary del camino y se lanzó directito hacia mi.
Alexander, de un rápido movimiento tomó del brazo a Jace antes de que pudiera decir o hacer algo más. Como si de esa forma afianzara lo que había dicho. Empotrándolo nuevamente en la pared.
Al hacerlo, le dice algo que no pude entender. Pero si se veía notoriamente molesto. Tanto, que gran parte de su anatomía estaba tensa, y la mirada que solía ser calmada y fría, estaba turbia.
Wayland pareció pensarse las palabras de su parabatai, y de un tirón se salio del agarre del mismo. Se dirigió a la puerta y la abrió.
Antes de salir, me miró y con todo el odio que nunca le había visto expresar, soltó:
—Vete al infierno, Blackheart.
—Ya vivo en él, Wayland.
Jace no respondió, y se largó sin más. Tirando la puerta en el proceso. El sonido se quedó flotando un rato más en el aire, dándole aún más tensión al ambiente.
Izzy se sentó en la cama nuevamente, junto a Clary, ambas se veían notoriamente consternadas por ese repentino ataque de rabia entre el rubio y yo.
Alec simplemente suspiró y se acercó a mí, besando mi frente y abrazándome por la cintura cortamente. Aunque él no dijera nada. Yo sabía que odiaba esa situación. Y aquel gesto, fue más para reconfortarse él mismo que a mí.
—Perdón.—Susurre bajito cuando el chocó sus labios contra mi frente.
—Tranquila.—Fue la respuesta que obtuve. Y siendo sinceros... Sonó plástica.—Todo está bien.
Suspiré nuevamente, y dado que Jace no estaba, tenía bandera blanca para terminar el relato.
Alec, una vez más, se fue a la pared de la habitación y se recostó en ella. Con la mirada fija en algún punto, supuse que no estaría prestando atención a absolutamente nada de lo que dijera a partir de ese momento, pensando en lo ocurrido.
Sus orbes avellana ahora sí que estaban intranquilos, perdidos. Como si una preocupación enorme le acomplejara. Me quedé viéndolo un par de segundos.
—Bien... Continuemos.—Replique girandome a la pelirroja, quien parecía un tanto más recobrada, al igual que Izz. Aunque ambas me observaban con cierto pánico en los ojos.
No entendí la razón. Quiero decir, Isabelle me ha visto con la regla, ¿qué podría ser peor?
—"Los meses pasaron y se hacía cada vez más difícil para Valérie ocultar la prominente barriga que salía de su diminuto cuerpecito. Aún así nos las ingeniamos entre todos para evitar que la abuela se diera cuenta de tal fatalidad.
Corría ya el mes de marzo, cuando en un entrenamiento mi hermana cayó literalmente sobre sus rodillas y un líquido comenzó a escocerle por entre las piernas.
El momento había llegado. Había pasado 6 meses siendo una especie de ginecóloga para Valerie, y nada de lo que había leído o hecho hasta esa fecha me preparó para eso...
Agradecidamente a Jace, Alec, Izzy y a mi nos gustaba quedarnos algunos días hasta tarde entrenando, por lo que no había casi gente en esa sala para el momento.
A penas y un par de chicas de grados más bajos, las cuales intentaron acercarse a chismosear, pero Alexander las espantó rápidamente.
Entre el rubio y él se encargaron de llevar a mi adolorida hermanita a la habitación que compartíamos. Mientras que Isabelle y yo corríamos por todo el lugar buscando los suplementos que estrategicamente habíamos estado recolectando por esos días. —
— Si nos saltamos la parte del parto, mejor.—Indica Fairchild.
—No pensaba contarla tampoco, primita.— Contesté con una ligera risa ante su cara de asco.
—La bebé nació bien. Fuerte y bastante gordita, para sorpresa nuestra.
Emmillia Verónica Herondale Blackheart, su nombre de nacimiento, mi hermana no quiso tenerla en brazos. Pero Jace la había convencido de tenerla, para despedirse al menos. O al menos eso nos hizo creer...
Alexander y yo ya sabíamos que hacer para después del adiós entre mi hermana y ella. Por lo que los dejamos solos unos segundos.
Izzy desapareció poco despues, junto a nosotros.
Con lo que nunca contamos, ni los Lightwood o yo, fue del plan real de mi hermana y Wayland...
Valerie tenía una extraña necesidad en satisfacer los mesquinos y frivolos deseos de Imogen, y esa bebé era una deshora al apellido Herondale, una bastarda, una basura.
Jace, por su parte, se moría por mu hermana y haría lo que fuera por ella. Estaba rendido a sus pies, de una forma incluso tóxica. Por lo que no dudo ni un segundo en cumplir el caprichoso pedido de Valerie: debía deshacerse de la bebé. A toda costa. Matarla, de ser necesario.
Esa noche, por solicitud de Val y por ingenuidad mía, le dejamos a Emm. Pensando que un instinto maternal había florecido en ella, algo tarde.
Eran como las dos de la mañana, cuando un chillido me despertó. Un alarido de bebé, más bien.
Ese día, me quedé con Isabelle en su casa, y como los Rossen (sus vecinos) acababan de tener un pequeño, creímos que era el pobre Julius pidiendo comida.
Sin embargo, Alec no se quedó tranquilo, y fue a ver como estaban mi hermana, Jace y la pequeña Emm.
Isabelle me convenció de ir también. Por lo que ambos terminamos trotando en medio de la oscuridad, cruzando el gran bosque para llegar más rápido.
No tardamos más de 5 minutos. Cuando nos encontramos con una figura corriendo entre las sombras, con algo chillón en brazos. Seguido de otra figura.
Alexander y yo nos apresuramos en seguir a ambas figuras oscuras...
—Esto ya parece novela de terror.—Comenta una Isabelle Lightwood, intentando aligerar el ambiente
Y lo logró, en parte, al sacarle una risita a su hermano. Quien muy risueño respondió:
—Y eso que hemos sobrevivido a convivir con Clary.
La mencionada, en lugar de ofenderse, como normalmente lo haría, soltó una risa a la par mía.
—Bien, bien, ¿qué fue lo que terminó pasando?
El recuerdo, aún dolía. Ya más de 5 años de aquello, y yo todavía no superaba haber visto a Jace y a Imogen queriendo deshacerse de mi Emma.
—Mi abuela y tu novio tenían a la bebé en brazos. Jace con todas las intenciones de arrojarla al lago, e Imogen con toda la intención de verlo hacer aquello para asegurarse de que no quedase evidencia alguna del terrible error de mi hermana.
Una vez que el rubio hubo lanzado a Emmillia al agua, ambos se retiraron. Y no pasaron más de cinco segundos, cuando yo ya me estaba lanzando también, en búsqueda de la pequeña.
Alec casi me mata por tal locura, pero yo no podía dejar que ellos hicieran aquello. Así que tomé a la bebé en brazos, y emprendí camino a donde sabía que podrían cuidar de ella, hasta que fuese seguro.
Alexander me acompañó, por lo menos, hasta donde el portal de Idris que conducía a casi cualquier parte. Tome el que más rápido me podía llevar, y quedé en casa de Magnus.
Emmillia estaba a nada de caer en la hipotermia, por el frío de la noche y lo empapada, me hubiera sido imposible poder ayudarla.
Casi muere esa noche, de no ser porque el brujo sabía lo que hacía, sin embargo, fueron tantos hechizos que tuvo que usar, tanto para salvarla, como para ocultar su rastro, que parte de su esencia terminó fundiendose con la de la niña.
Al ser algún porcentaje subterránea, Magnus prometió cuidar de ella. Encontrarle algún hogar donde pudiera vivir sin temor a que mi abuela la encontrase.
Y así ha permanecido hasta ahora. Oculta, y muerta para Imogen y todo el mundo.
—Wow... Yo... No sé que decir.
—No tienes que, conformate con saber la verdad. Ahora no me queda mas que rogar por tu silencio.—Replique en un tono casi melancólico, y medio desesperado. Nadie podría saber nunca que Emma estaba con vida. Imogen haría lo que fuera por tenerla, deformarla en algo vacío, como ella. Valentine la tendría como un experimento, y yo no iba a permitir que pusiera siquiera un cabello sobre ella.
De pronto, la cabellera roja y de ojos esmeralda se me tiro encima, envolviéndome en un abrazo. Aquello, me mareó un poco. El agite me dejó con las rodillas temblando ligeramente. Y por alguna razón no pude recuperar el equilibrio.
—No me conoces, ni yo a ti, no del todo al menos. Pero puedes confiar en que no diré nada.
Las palabras de mi prima se oían solemnes, sin embargo, la oía lejana, como si hablara estando debajo del agua.
Atiné a corresponderle el abrazo ligeramente, antes de separarme de ella, tambaleándome notoriamente.
—¿______? —Interrogó Isabelle preocupada. Su voz también se oyó lejana.
Un ardor intenso comenzó a instalarse justo en la runa marital, la cual seguramente se había tornado platinada, como la última vez.
Mis sentidos parecieron adormecerse de golpe. Y mi vista no enfocaba.
—Alec... —A penas logré pronunciar, antes de que todo se volviera negro.
Primera publicación: 26 de septiembre de 2018.
Edición: 21 de Enero de 2021.
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