CAPÍTULO 4: LA PROMESA DE LINCOLN.
Disfrútenlo muchas gracias!!
Luego de que Lincoln se preguntara a sí mismo sobre si sentía algo por su hermana Luna, este se sentó en su cama con una expresión sería, agarró de nuevo su lápiz y su hoja de papel para continuar con lo que se había comprometido.
Lincoln se percató que, cuando pensaba en otra chica, no le salían sus ideas, sus versos o rimas, algún sentimiento que podía expresar en sus palabras. Pero cuando volvía a pensar en su hermana Luna, las palabras venían por si solas, esa era su fuente de inspiración su hermosa hermana mayor, algo que le aterraba pero también, le hacían sentir tantas emociones, toda una mezcla de emociones.
Cuando Lincoln terminó de escribir unos cuantos versos, este miró todo lo que había escrito mientras una expresión triste se dibuja en su rostro.
—No, no me cabe la menor duda, yo me eh enamorado de Luna. Si, estoy enamorado de ella. Me eh enamorado, de mi propia hermana mayor —se da un suave golpe en su cabeza—. Lincoln Loud, eres un grandísimo enfermo degenerado.m¿Cómo se te ocurre haberte enamorado de tu hermana? Eres un idiota. Estas mal de la cabeza... pero Luna, ella es tan maravillosa, alegre, divertida, talentosa, ¿Cómo no enamorarse de ella? ¡Si es una chica increíble!. Y yo, lo único que eh hecho, es solo causarle problemas durante un largo tiempo. Siempre le he arruinado sus cosas como su guitarra cuando se la rompí porque se me cayó al suelo. Se supone... que debería ayudarla, no dañarla ni hacerle algún mal.
Lincoln se acuesta boca abajo en su cama.
—Luna tiene razón, soy un pésimo hermano menor, lo soy.
Lincoln mira a los lectores...
—Hola amigos ¿Cómo han estado? Estoy seguro que todos ustedes deben de haber visto todo lo que pasó en la Mañana. Ustedes saben que no fue mi culpa lo de la canción de Luna ¿Verdad?. Pero ese no es el problema, el verdadero problema es, que yo siento algo por ella. No me juzguen por favor. ¡Luna es increíble!. Si, si sé que ustedes han de decir... Lincoln eres un enfermo ¿Cómo se te ocurrió haberte enamorado de tu hermana?. Pero no es mi culpa, cuando me dí cuenta, ya sentía algo por Luna. Cada vez que pienso en ella... me pierdo, me pierdo amigos. Su sonrisa, es lo que más me gusta de ella. Y sus ojos son tan bellos... —dió un suspiro—. Si, sueno como un tonto. Cometí un error, lo admito, pero voy a enmendarlo, lo haré por Luna, es una promesa
Lincoln hace una pausa cuando dijo que sería una promesa.
—¿Promesa? Esperen... ahora que que recuerdo, yo le hice a Luna una promesa hace años atrás —recordó lo sucedido en el pasado.
Flashback de hace 4 años atrás...
Ahora nos vamos a ver a un joven Lincoln de 7 años el cual se encuentra caminando a lado de su hermana mayor Luna de 11 años los cuales están caminando de retorno a casa tras un genial día en el parque.
—Wow, hermanito este día fue genial me divertí mucho a tu lado, eres un genial hermano —dijo con una tierna y agradable sonrisa.
—Yo también Luna, me divertí mucho hoy. Mi parte favorita fue cuando nos deslizamos por los toboganes tomados de las manos mientras gritabamos como unos loquitos jaja —respondió un pequeño peliblanco.
—Si me divertí mucho en los toboganes. Pero me parte favorita fué cuando corrimos hacia el carrito de helados hermanito. Por un segundo pensé que me ganarías. Pero yo corrí más rápido y te gané jaja.
—Eso no es cierto, Luna, yo te dejé ganar que es muy distinto. Yo puedo correr más rápido que tú Luna. Solo te deje ganar —con una sonrisa triunfante.
—¿Me dejastes ganar? Jajaja si claro hermanito, si cuando llegamos al carrito te estabas ahogando del cansancio y estabas muy sudoroso jaja. Hubieras visto tu cara —comentó Luna, mirando a Lincoln de manera tierna a su hermano menor.
—No, no es cierto yo te dejé ganar, Luna.
—Que no —dijo ella en tono de gracia.
—¡Que sí! —insistió el albino.
—¡Que no, que no, y que no! —intentó ganarle el debate a su hermanito pero no lo logró.
—¡Que sí, que sí, que sí, que sí, que sí! —repitió varias veces el peliblanco hasta el cansancio.
—Está bien, hermanito ¿Qué te parece una carrera hasta la casa?. Y así podremos ver quién es más rápido ¿Que dices?.
—¿Ha sí? ¿Y yo que gano si llego a casa primero? —preguntó el peliblanco. La verdad, las cosas como son, quería saber cuál sería el premio por ganarle.
—Haré lo que tú quieras por todo el resto del día ¿Que dices? —preguntó Luna.
—¿Como leer conmigo mis cómics favoritos?. ¿O leerme un cuento antes de dormir?.
—Si hermanito, leeré contigo tus cómics favoritos, y también te leeré un cuento antes de dormir. Pero si yo gano, cantarás una canción que diga que yo soy la mejor Hermana del mundo... con el traje de conejito que usaste para la obra de la escuela ¿Qué dices?.
Estaba arriesgando mucho, literalmente detestaba ese estúpido traje de conejo rosado que usó para una obra de teatro, y vaya ridículo le tocó soportar.
—¡¿Qué?! No Luna, no me gusta ese traje de conejito, lo odio, me ví como un tonto usándolo en la obra de la escuela, todos se me reían y se me burlaban —dijo de forma enojada el peliblanco.
—Pero te veías tan tierno y adorable —le agarró la mejilla a Lincoln—, eres un tierno conejito jajaja. ¿Pero qué dices aceptas la carrera?.
—Sí, la acepto, pero tú también si la ganó dejaras de decirme conejito para siempre ¿Ok?.
—Está bien hermanito, si tu ganas... lo cual lo dudo, te dejaré de decirte conejito —dijo ella, creyendo fielmente que ganaría esa carrera.
Lincoln y Luna se pusieron en posición de carrera en la cera para empezar su carrera hasta la casa. Luna comenzó la cuenta regresiva desde 5. Cuando llegó a 1 ambos salieron disparados desde el punto de partida. Luna en todo momento tenía la clara ventaja, pero Lincoln le daba pelea, pues el deseo de no usar ese tonto traje de conejito lo hacían correr más rápido. Por unos cuantos segundos Lincoln se le adelantó a Luna, pero Luna usó más velocidad rebasando a su hermano, obvio, era mayor que él y más grande.
—Jajaja eres lento, ya gané esta carrera hermanito —dijo Luna, la cual se volteó a verlo sin mirar al frente.
—Luna, espera, mira al frente ya llegaste a la calle, ¡Ten cuidado!
Luna estaba tan inmersa en su carrera que no se dió cuenta que estaba cruzando la calle a toda prisa y sin mirar a los lados. En ese momento un automóvil aparece doblando la esquina a toda velocidad en dirección a Luna, sin que esta se dé cuenta que se aproximaba. En pocas palabras, podría ocasionar un accidente un simple juego de niños.
—¡Luna cuidado un auto! —gritó el pequeño albino al ver la escena. Luna se detuvo rápido en dirección del automóvil.
—¿Qué? —dijo, mirando como el auto se acercaba.
Lincoln sacó fuerzas de donde no las tenía y corrió aún más rápido que su hermana, con las últimas, tomó de la mano de su hermana y la haló para atrás mientras el automóvil pasaba casi rozando sus piernas. Este frenó de golpe y provocado un chirrido agudo y dejando huellas de las llantas quemadas en el suelo. Unos cuantos metros atrás se encontraban Lincoln y su hermana Luna la cual estaba pálida del miedo y sin pronunciar palabra alguna mientras un sudor frío recorría su espalda.
—¡¿Luna?! ¡Luna! ¿Estas bien? ¿Te lastimaste hermana?. Dime ¿Te duele algo? ¿No te golpeó el auto? —le preguntó Lincoln a su hermana, preocupado por cómo se encontraba.
Luna no decía nada, solo miraba el auto con una clara expresión de miedo en su rostro con una respiración muy acelerada, a tal punto de que su corazón casi se salía de su pecho, para después de eso comenzar a derramar lágrimas por el miedo del momento. Vaya, estuvo a casi de ser atropellada por un auto.
—Lincoln... —murmuró sollozando—, Lincoln hermanito, yo... yo... yo —ni poder terminar su oración pudo por la impresión y por las lágrimas.
—Luna ¿Estás bien? —imtentó calmarla pero fué en vano.
Pero cuando Lincoln preguntó eso, un señor con pocas pulgas salió del auto muy furioso.
—¡Oye mocosa idiota, ten más cuidado la próxima vez por poco y te arrollo con mi auto niña tonta! Mira la calle cuando cruces pequeña estúpida —gritó muy enojado este sujeto indeseable.
Lincoln cuando escuchó eso se molestó mucho, volteó a ver a sujeto y le dijo...
—Nadie le dice tonta a mi hermana ¿Me escuchó señor cara de chimpancé? —le dijo valientemente Lincoln al tipo del auto, el cual, no es por nada pero, carajo si tenía cara de César del planeta de los simios.
—¿Cómo me llamastes enano malcriado? ¡Repite eso!.
—¡Cara de chimpancé!... ¡Usted es el que tiene que tener cuidado con su estúpido auto! Casi atropella a mi Hermana —siguió defendiendo el albino a su hermana mayor.
—¿Yo tener cuidado? Ustedes mocosos son los que tiene que tener cuidado, las calles no son para jugar.
—¡Y las calles no son pistas de carreras para irresponsables como usted!
—¿Irresponsable yo? Estás loco enano malcriado. Tú y tu hermana son unos tontos.
—Y usted es más feo y tonto que un viejo chimpancé —dijo el albino, ahora sí mostrándose enojado.
—Yo no tengo tiempo para discutir con enanos malcriados como ustedes, esta vez tu hermana tuvo suerte, para la próxima no lo tendrá —al ver la situación tan ridícula en la que se estaba metiendo, porque osea, discutir con un niño, que loco, se subió a su auto—. ¡Sus padres me dan pena!
Acto seguido este sujeto se va dejando a Lincoln y Luna solos. Luna solo miraba ya un poco más calmada la situación. Lincoln luego de defenderla, se devolvió hacia su hermana. Cuando Lincoln se acercó, Luna lo abrazó con todas sus fuerzas mientras lloraba.
—Gracias hermanito, muchas gracias, me salvaste la vida, ¡Muchas gracias! Hermanito —dijo ella. El peliblanco le dió un fuerte abrazo a su hermana.
—Tranquila hermana, ya no llores, mientras yo esté aquí no dejaré que nadie te lastime te diga o te haga algo malo. Siempre te voy a proteger Luna, porque eres mí hermana favorita y la que yo más quiero.
—Ay, Lincoln, gracias, y perdona me por ser una tonta. La que tiene que protegerte soy yo. Fuí... fuí una tonta. Perdóname —dijo la pequeña rockera mientras le seguía abrazando.
—Luna, te prometo que siempre te voy a cuidar, no importa lo que pase, yo siempre estaré ahí para ti hermana —dijo el jóven peliblanco, con un tono muy dulce y gentil.
Fin del flashback..
Actualidad...
—Te prometo que siempre te voy a cuidar, no importa lo que pase, yo siempre estaré ahí para ti hermana —Dijo soltando lágrimas—. ¡SOY UN GRANDÍSIMO IMBÉCIL!. Le prometí a Luna que la cuidaría y que la ayudaría, pero lo único que hice fue solo causarle problemas todos los días, que pésimo hermano soy, que patético, Luna, yo lo siento tanto. Nunca, nunca quise que tú sufrieras o llores, perdóname hermana, pero, algo si te prometo... te prometo, que ganaré ese concurso por ti... ¡Lo haré por ella! —Dijo Lincoln mirando su hoja—. No importa si este sentimiento por ti está mal, no importa, por qué tú eres más importante para mí. ¡Eres muy importante, mi hermosa Luna!
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