Capítulo 9
☆★☆
Si Sofía abre más la boca se tragará una mosca o muchas de éstas. Se ve tan linda e inocente me río de su expresión haciendo que se enoje con un cómico mohín.
Estamos en nuestra hora de la comida en El gato azul un café al estilo bohemio en el centro de la ciudad que le recomendaron a So y hemos ordenado un par baguettes con sus respectivos cafés. Llegué tarde, el editor general de Plan C me regañó por mi falta de compromiso e informalidad... ¡Pero no me importó! Apenas terminó con su perorata y salí disparada a mi cubículo para enviarle un mensaje en el celular a Sofía. Quedamos de encontrarnos para que pudiera contarle con detalles todo lo que sucedió la noche anterior y esa mañana con Dimas...
¡Y me está costando horrores no pararme y dar saltitos a media narración!
—Me está matando la curiosidad por conocer a la tal Minerva —comenta cuando he terminado de contarle todo—. ¿Acosar así a tu ex novio?
Pongo los ojos en blanco y muy tarde se da cuenta de lo que ha dicho.
—¡Es diferente contigo y León!
—Es lo mismo —bufo—. Fase de negación absoluta.
—Sí, bueno... ¿Ves lo mal que está hacerlo?
Le doy un gran mordisco a mi baguette sin intención de contestar la pregunta.
—¿Y qué piensas de Dimas?
Mastico más de lo necesario porque no sé qué responder.
—Pues... Creo que siente algo por Minerva... —suspiro—. Es que, mira... Si la conocieras... ¡La mujer es guapísima y tiene cuerpo de modelo! Lo peor no es eso... Es muy buena violinista y está muy comprometida con la banda.
—¿Me dices que Dimas dijo algo de la página de Facebook? —asiento—. Veamos...
Sofía saca de su bellísima bolsa Louis Vuitton rosa pastel un iPad mini en una funda de la misma marca y desliza sus dedos con perfecta manicura sobre la pantalla. Ella no necesita Wi-fi como el resto de los mortales, tiene sus planes de datos en todo lo que utiliza.
—¡Mira nada más! —exclama por lo bajo y lo último que quiero hacer es eso, mirar.
—¿Qué?
—Para empezar la página del bar tiene muchísimos seguidores —sonríe—. Fede debe estar feliz.
—Supongo...
—Y... Oh por Dios... ¿Es la morena de piernas largas?
—¿La que parece la poseída más sensual del planeta mientras toca el violín?
Sofía asiente.
—Es ella —espeto.
—¡Vaya!
—Sí —suspiro con pesadez—. Vaya...
Sofía reproduce un video y deja el iPad mini en medio de nosotras. Es un fragmento de Closer de Kings of Leon y la voz de Dimas, aun en la grabación, consigue desordenarme los pensamientos.
—Los comentarios... —ríe—. Creo que no sólo Minerva está levantando revuelo... ¡Dimas consigue que estas niñas tan bien portadas comenten cosas sin sentido!
—¿Ya viste a Eric? —señalo observando el rubor que cubre sus mejillas al instante—. Disculpa por darle esos dos besos, estaba borracha.
—No importa —Encoge los hombros divertida—. A decir verdad, creo que nunca lograré acercarme a él y creo que ustedes harían una linda pareja.
—¿Eric y yo? —inquiero abriendo mucho los ojos—. ¡No! Es atractivo y lo que quieras, pero ya no buscaré a otro chico de cabello largo... ¡Sólo traen problemas!
—Dimas no te trajo problemas —me recuerda con ternura—. Creo que nunca te he visto más feliz que cuando estaban juntos... Lo que tuviste con León fue sólo una sombra comparado con eso.
Estoy ideando una respuesta para aquello, temo que pueda tener razón, pero una voz conocida me llama.
—Hola... Sofía, él es Cedric y es el baterista de la banda —saludo con desconcierto—. Te presento a Sofía, mi mejor amiga. Ella también es amiga de Dimas.
Sofía sonríe con ese encanto de hada que posee y noto a Cedric nervioso estrechándole la mano.
Una mesera rompe el momento al acercarse a preguntarle algo en voz baja y él le indica que revise en la bodega.
—Lo siento —se disculpa.
—¿Trabajas aquí? —pregunta Sofía.
—Es mío el lugar —responde con timidez, es un chico encantador—. Pasé a ver cómo iba todo antes del ensayo.
Cedric es relativamente joven o eso parece, será unos años mayor que nosotras.
—Nos recomendaron el café —le dice Sofía—. En la oficina todos han venido.
—¿En serio? ¡Eso es genial!
—La verdad todo es delicioso —digo señalando mi café—. Nos pasaremos más seguido.
Cedric sonríe, pero parece dudoso de preguntar algo y Sofía lo nota también, así que se disculpa para ir al baño; en seguida el chico se sienta en su silla al lado de mí.
—¿Sabes en dónde está Dimas?
No me he atrevido a enviarle un mensaje al celular porque sospecho que debe seguir durmiendo.
—Pasó la noche en mi casa —respondo y veo su sorpresa imposible de disimular—. No, no es lo que crees. Sólo estaba cansado y se durmió en la otra habitación.
—Ya veo... Es que no responde al celular.
—Debe seguir durmiendo.
Cedric me observa con curiosidad y agrego.
—Dimas fue mi mejor amigo por muchísimos años... Estamos intentando rescatar esa amistad, es todo.
—Se ve que eres importante para él.
Mi corazón se acelera.
—¿Por qué dices eso?
—No sé, siempre está pendiente de ti —contesta dubitativo como si supiera que está hablando de más—. Desde el primer día intentó buscar tu Facebook...
—¿Eso hizo?
—Sí... Creyó que estabas casada o algo así porque no podía encontrarte con tu apellido.
Estuve a punto de casarme... ¡Lo que habría sido volver a verlo siendo ya la esposa de León!
—Te incomodé, disculpa...
—No, no, para nada —sonrío—. Él es importante para mí. Lamento si eso causa problemas en la banda, pero no lo puedo evitar. Creo que siempre me preocuparé por él.
Cedric asiente. Platicamos un rato más y cuando regresa Sofía hablamos sobre la banda y el hecho de que todos tocan más de un instrumento, es muy interesante. Cedric, además de la batería, toca la guitarra y el chiquillo mentiroso le está enseñando a tocar el bajo eléctrico. En lo personal, me gusta ver cómo intercambian los instrumentos en algunas canciones y creo que al público también. Se marcha cuando Minerva lo llama varias veces, pues va con retraso al ensayo y da indicaciones para que no nos cobren el almuerzo.
—Es guapo —opina Sofía mientras lo vemos alejarse por la acera.
—Creo que él piensa que tú también lo eres.
—No digas esas cosas...
Pongo los ojos en blanco.
—Aunque a decir verdad cualquier hombre con ojos debe pensar que eres un ángel.
—¡Aura! ¡Me avergüenzas! —exclama abochornada y bebe de su café—. Tú no te quedas atrás.
—No puedo competir con Minerva.
—¿Y quieres hacerlo?
¿Quiero?
Permanezco en silencio y ella suspira.
—¿En dónde está Dimas ahora?
—En el departamento durmiendo...
—En tu habitación, durmiendo —específica—. Porque quiere un descanso de Minerva... No veo en qué parte necesitas competir.
—No estoy tan segura...
Regresamos a la oficina y me refugio en mi cubículo sin ánimos de hablar con nadie. Mónica intenta preguntarme por Eric, pero consigo evadir el interrogatorio con facilidad sugiriéndole que visite el Facebook de Arabella; benditas sean las redes sociales.
☆★☆
El departamento me parece tan vacío al no ver a Dimas por ningún lado. Son más de las siete de la noche y ya sabía que no estaría, aun así, me siento rara como si su momentánea compañía hubiera aliviado algo en mí.
Me ha dejado una nota con un simple Gracias garabateado y detesto que hasta su letra me parezca sexy. Una parte de mí desea verlo de nuevo y otra pide que me tome las cosas con calma. Hace unos meses, me habría marchado sin pensarlo al bar para verlo, pero después de todo lo que he atravesado con León me obligo a considerar mejor las cosas.
Ocupo la mente reuniendo la ropa sucia para meterla a la lavadora, aunque decido dejar las sábanas que Dimas ha doblado con mucho esmero. No iré a verlo, pero quiero sentir su aroma y su presencia que me tranquiliza de una forma que no comprendo.
Jamás podré decirle lo que siento, ni yo misma consigo entender la maraña de emociones que se desdoblan en mi pecho con su cercanía. Vivimos tantas cosas juntos, poseemos demasiadas memorias, sentimientos... Y lo abandoné, me superó, encontró a una chica linda que lo ama... ¿Quiero interponerme? No lo sé... No debería hacerlo, parece estar bien sin mí... Espero que lo esté.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top