19.- Papá siendo papá y nosotros tratando de soportarlo.
Papá siendo papá y nosotros tratando de soportarlo.
Unos días después de la noche del balcón, me encontraba sentado frente a mi escritorio, las pinturas estaban regadas por mi escritorio, no usaba muchos colores de los tantos que saqué, solo habían unos cuatro o cinco. Diferentes tonalidades de verde y otras cafés, aunque el café no era tan necesario, mi lápiz y otro lápiz de diferente medida para hacer algunos retoques, un bolígrafo y la goma para borrar. No tenía ninguna imagen para copiar, porque quería que mi dibujo sea algo natural, algo como si estuviera plasmado en mi mente, porque sí lo estaba, y poder pasarlo a una hoja de papel marfil, de ese cuaderno empolvado que estaba hundido en un cartón.
Estaba tan lleno de polvo que mi nombre no se leía en esa especie de cuero o tela. Lo limpié realmente bien, volvió a su estado natural, volvió a ser el cuaderno de momentos gloriosos, que no tenían dibujos de dinosaurios en la primera hoja, sino, esta primera hoja ocupaba mi dibujo de los ojos de Audrey tal y como los recordaba, tal y como se quedaron grabados. No me va la escritura, preferí dibujarlos y de verdad que estaban quedando bien.
Des saltaba con mi zapato y me lo traía de un lado para otro. Sonreí al ver sus maniobras. No sé, pero la bestia peluda me sacaba una sonrisa sin siquiera soltar alguna palabra.
Pero aquella sonrisa se borró cuando me llegó el mensaje de la mayor portadora de malas noticias. Ágata y sus recordatorios de la estúpida reunión para celebrar la primera comunión de una de las personas que desencadenan la lista de las cosas que más odio.
¿Lo recuerdan? Tienen suerte si no. Maldito Gustave Lewis, por qué tiene que llevar el mismo nombre que el mío.
Así que sin más que resignarme, fui por mi traje azul marino que había elegido a última hora, tomé mi camisa blanca y empecé a vestirme para salir lo más pronto posible y para que Ágata no me degolle por impuntual. Me coloqué los zapatos de vestir que estaban sucios y desgastados por ser los únicos que tenía. Caminé al cuarto de baño y me peiné un poco, solo hasta el punto que mi cabello no parezca nido de pájaros.
No me vestí con mi saco ya que me molestaba, lo colgué hacia mi espalda sosteniéndolo con mis dos dedos. Estaba a punto de salir hasta que Des empezó con su llanto de siempre.
-No comprendo porque sigues llorando, me voy, vale. Es importante, no quiero ir, pero es importante -explico como si de alguna manera me entendiera.
Maldita locura incomprensible. ¿Cómo diablos termine hablando con un perro?
Des lloraba cada vez que me iba, siempre en toda ocasión, en las mañanas cuando iba a trabajar era como un suplicio tener que dejarlo. Y este sábado era igual que siempre.
-Bien ¿sabes qué? -Caminé hasta mi habitación y tomé mi mochila rápidamente, vaciando todo lo que tenía-. Te vas a portar bien -hablé volviendo a la sala de estar-. Y no vas a morder o ladrar. Bueno si quieres mata a Gustave, pero a los demás no.
Me quedé callado, esperando una respuesta. Se los dije. Perdí la cabeza en serio. Tomé a Des y lo puse en mi mochila, el perro no crecía, seguía teniendo el tamaño de la rata de la señora Williams, a diferencia de que estaba gordito y tenía pelo, a diferencia de que mi rata era linda.
Cargué la mochila posicionándola frente a mí. Fui al elevador luego de haber salido del apartamento y apreté los botones que me llevarían al primer piso. Al llegar se supone que Ágata me llevaría así que esperé unos minutos hasta que vi a su auto estacionarse frente a mí.
Esta vez sí se estacionó bien y no tumbo el edificio, el problema es que Ágata jamás se estaciona bien, en ninguna circunstancia. Así que era obvio, ella no conducía, sino era Joseph en el volante, con quien se supone que terminó.
Ágata me miró sonriendo, como justificación del hecho de que Joseph siga con ella, o de que hayan vuelto después de todo el drama que hicieron esa mañana en mi casa.
-¿Y bien? -soltó descaradamente ignorando mi mirada asesina hacia el imbécil-. ¿Subirás?
-Claro, lo haré cuando ese parásito abandone el auto -dije haciendo que Ágata ponga sus ojos en blanco.
-Ves como me trata, lo ves. Me parece una falta de respeto -canturreó señalándome.
-El hecho de que respires el mismo aire que el mío me parece una falta de respeto -Subí al auto y lancé la puerta cerrándola de golpe. Quería que sepan lo molesto que estaba, pero eso hizo saltar a Des haciendo que suelte un gemido.
Ágata se volteó y me miró mal.
-¡¿Trajiste al perro?! -chilló.
-Pero que irrespetuoso -intervino Joseph, lo miré con los ojos entrecerrados.
-Irrespetuoso mis pe... -Ágata me miró mal por milésima vez sin dejarme terminar mi frase llena de buenos modales.
-Ve a dejar al animal en su casa -ordenó.
-¿Te refieres a Joseph? Con gusto le abandono si quieres -Sonreí sarcástico mientras ella seguía molesta.
-Que falta de respeto -murmuró tan alto como para que hasta lo escuche medio mundo.
-Ve a dejar a Destructor, no lo traerás -insistió.
-Tú trajiste a Joseph y yo a Des, la única diferencia es que mi perro es lindo y el tuyo da pena -Volví a sonreír victorioso.
-Que irres...
-¡Si vuelves a decir algo que tenga que ver con el respeto juro que te mato, maricon! -amenacé. Señores y señoras, el rey de la grosería. O no, saben que quedaría mejor. El rey de los irrespetuosos, diablos me merezco una corona por ello.
Al final Ágata se giró furiosa, y Joseph volvió a soltar un comentario estúpido, pero ahí terminó todo. Nadie dijo nada en el camino, solo se oía el ruido del motor que estaba averiado, y la música de la radio, que su volumen estaba más bajo que mis ánimos en ese momento.
Aun así acabamos sin matarnos lo que me pareció un logro en verdad.
Llegamos a la recepción, en donde entraban y salían varias personas de traje y vestido, todos con cabello envidiable a comparación del mío que estaba hecho pedazos. La mayoría llegaba con cajas de regalo y presentes, cosa que no les voy a decir que olvidé, en realidad no quería traerle nada al mocoso. Sin esperar más, entramos. Todo estaba exageradamente blanco, los manteles, las sillas, el piso, la decoración, los postres, todo. Así se debía de sentir estar en el cielo. Y luego estaba Gustave, con su traje blanco y papá, con un traje blanco, lo que hizo que vuelva mis pies a la tierra.
-Hombres de blanco -murmuré haciendo que Ágata suelte una leve carcajada aunque no fue gracioso.
Papá nos vio y sonrió, extrañamente parecía feliz de vernos, pero no era así para nada. Me aferré más a la mochila que parecía cangurera, pasé mis manos al rededor como si estuviera abrazándola. Abrazando a Des en si.
Papá se acercó y nos miró emocionado. Emoción más falsa que su color de cabello "natural".
-¡Ágata! -Se acercó a ella y la abrazó. Ágata correspondió al abrazo y sonrió-. Y mi Gus número 2 -Levantó las cejas esperando a que riamos, aunque no entendiéramos por qué -. Es que allá está mi Gus número 1.
Asentí buscándole gracia a su comentario, aún así lo abracé sin ni una pizca de emoción. Al separarnos, y después de que saludó a Joseph, nos miró de pies a cabeza y sonrió, otra vez.
-Vengan chicos, a la mesa Lewis -Nos llamó con su emoción persistente, empezó a caminar y fuimos tras de él.
Mi cara de odio a todo el mundo, aumento -sí, créanme es posible que aumente- al momento que mencionó la "Mesa Lewis" que para mí era un invento ridículo. Era una mesa, como cualquier otra, a diferencia de que colocaban un mantel (para variar blanco) que tenía un estampado en el centro, de letras cursivas y doradas, de nuestro apellido. Se lo pasaban de generación en generación, entonces el mantel debía de ser de la época de los dinosaurios, esa época en la que fue blanco en serio, porque ahora es como un beige, con manchas de salsas desconocidas. Pero no superaban esa basura, porque al parecer lo seguían utilizando.
-Vamos sientense están en su casa -La mesa estaba ocupada por unas personas más, Gustave que ni siquiera se dignó en levantar la mirada de su móvil, Paula, la esposa de papá y nosotros, que no nos uníamos a ellos-. Vamos chicos adelante.
Luego de saludar tomamos asiento, al igual que papá, dejé mi mochila bajo de la mesa, junto a mis piernas. La música sonaba, era una especie de melodías clásicas, algunos hablaban bajo y otros bebían.
-Ay muchachos, que bueno que hayan venido, fue idea de Paula invitarlos, agradezcanlo a ella -Rió al igual que Paula, pero ¡Qué viva la imprudencia!-. Y ¿Cómo han estado?
-Bien pa. ¿Y ustedes?
Esto era una conversación más que obligada, no les podría decir de lo que empezaron a hablar porque poco me importaba. Me distraje viendo el agua de la copa hasta que iniciaron hablando de profesiones y le preguntaron a Gustave que quería ser de mayor. Sí, no estaba del todo sordo.
-No sé Ágata, todo menos diseñador gráfico, eso solo es para perdedores, la verdad me iría mejor de malabarista -Todo rieron a excepción de Ágata y de mí.
Ya había escuchado eso de la boca de papá, ya lo había escuchado muchas veces.
-Cierto Gustave -habló papá mirándome-. ¿Sabes? Nunca me gustó que hayas seguido eso en la universidad, fue un gasto de tiempo y dinero, mejor te hacías malabarista.
Más risa. Fruncí los labios sin dar respuesta alguna.
-Me gustaría ser doctor -Empezó el niño-, así ayudaría al mundo, pero ¿Ayudas al mundo dibujando? -Rió mirándome burlón.
Otra vez, no di ninguna respuesta.
-Vamos hijo es una broma -soltó papá.
-Una broma como tu trabajo -completó Gustave.
Para eso había ido. Se los dije una y mil veces como me molestaba ir con papá. Ahora espero que entiendan las razones por las que tanto me alejé de ellos. No sabría decirles con exactitud, pero siempre les parezco un chiste, toda mi vida fue así.
-Es verdad que nunca pudiste andar en bicicleta -soltó Gustave. Pero de dónde diablos saca eso-. Porque te juro cuando papá me lo dijo no me lo podía creer, que imbécil eres. Pero debías de haber aprendido porque dudo que tengas auto con el sueldo que ganas -Tenía diez años ¡Diez años! Un niño de diez años sabía cómo hacerme sentir como basura-. ¿Me enseñas a dibujar? a ver si aunque sea en eso no fallas.
-Pero si dibujar era lo único que hacía. "Gustave vamos a jugar fútbol" "Noooo, estoy dibujando" -Papá me imitó-. "Gustave, ven ayudame con el auto" "Nooo, estoy dibujando" "Gustave, ve a alguna fiesta" ya saben la respuesta. Ambos eran así, igual que tú Ágata, libros libros libros, y esas marchas protestas. ¿En qué mundo vivían? Su madre no les enseñó lo que es la vida.
Bien, si ustedes en este momento quieren matar a esos dos idiotas de blanco, no se imaginan como me encontraba yo. Pero bien, no me podía ir de esa reunión sin haber arruinado algo.
Así que el fotógrafo profesional que supongo y contrataron nos dijo que nos sacaría a la familia unas fotos. Nos pusimos de pie y fuimos a la mesa de bocadillos y en donde estaba el pastel, era como una gran mesa de centro, la que llamaba la atención de todo el mundo, fuimos para que la estrella de la fiesta se pose junto a sus padres y al gran pastel de unos cuantos pisos que llevaba un adorno de cristal en la punta, era un niño mal tallado, con la cara algo desfigurada, que tenía las manos en son de oración y que según lo que dijo el presumido de Gustave, el adorno de cristal era carísimo.
Luego de un par de imágenes que les sacaron nos llamaron a Ágata y a mí para sonreír para una foto y mostrarnos como la gran familia feliz en la fiesta de celebración de la primera comunión del gran ángel de Dios. ¿Así o más sarcástico?
Nos paramos tras de la mesa todos juntos y esperamos a que el fotógrafo aliste su cámara. Todo bien, sí, hasta que localicé mi mochila que estaba vacía. Mis ojos se abrieron a tal punto que parecía poseído o algo así, me giré sobre mi lugar mirando para todos lados buscando al perro, pero no aparecía a simple vista.
-Pueden quedarse quietos -pidió el fotógrafo con su voz llena de cansancio. Lo decía por mí, pero yo seguía moviéndome.
-Gus -Me dijo Ágata, aún así no le hice caso.
-El perro, no está -Le avisé, ella miró la mochila y al igual que yo se giró buscándolo. Su movimiento fue tan brusco que hizo que el pastel se balanceé, y que la figura de la punta esté cerca de su muerte. Pero el niño deforme de cristal se salvó.
-¡Qué se queden quietos, estúpidos! -soltó Gustave preocupado por el tambaleo del pastel.
-¿Quieres callarte mocoso?
Todos me miraron atónitos, es que nadie puede llamarle así al sagrado niño de la familia, nadie puede tocarle un mechón de cabello. Cadena perpetua si es así. Listo, esa fue mi condena.
-¿Cómo te atreves a llamarme así? -Me giré a verlo algo divertido, la reencarnación de Joseph, este niño tenía espíritu de idiota-. Maldito fracasado sin cerebro -Y las bombas se aproximan tan rápido como se estaba colmando mi paciencia. Así que... 5. 4-. ¿Qué te has creído? Son unos ignorantes, casi arruinan mi pastel-3. 2-. ¿Sabes qué? Largate a hacer tus dibujitos de mierda, tú no mereces estar en este lugar -1 -. Imbécil.
¡Boom!
Todo fue muy rápido, y todo está guardado en la cámara del fotógrafo, Gus Lewis empujando al pequeño Gus Lewis hacia su pastel de celebración, embarrando al niño de crema, destruyendo la mesa de decoración, al niño desfigurado de cristal y arruinando la fiesta.
Gracias, gracias, sus aplausos son bienvenidos.
En fin, salí corriendo a buscar a mi perro, que no estaba muy lejos, y en verdad no salí corriendo solo caminé hacia donde estaba Gustave, porque Des es más hambriento que su dueño, así que vio pastel y apareció para lamer al piso y también a Gustave. Así que sonreí y luego lo tomé en mis brazos.
-¡¿Qué diablos pasa contigo?! -chilló Paula ayudando al hermoso niño cubierto crema.
-¿Cómo te atreves a hacer eso? -intervino papá-. ¿Crees que esto está bien? Lo has arruinado todo ¿si? ¡Todo! Me has decepcionado Gustave...
La cosa es que hasta ese punto ya no quería seguir escuchando.
-¡Cállate! ¿Si? -Otro eclipse solar en el mismo mes. Gus Lewis siendo valiente y arriesgándose a algo se empezó a ver muy seguido últimamente-. Siempre te he decepcionado, no digas eso, ya no tiene sentido que lo hagas, esa frase perdió el significado que tenía, es normal para ti decirlo, es normal que me hagas sentir como basura. Tus comentarios me tienen cansado, tú me tienes cansado. Y si quieres que me disculpe, entonces, perdón por no ser un idiota como tú.
Nunca me ha gustado ser el centro de atención, en ninguna situación, en ningún lugar, pero ahí todos escucharon y nos miraban, Ágata debía estar muerta de vergüenza y papá sorprendentemente no dijo nada, al igual que yo antes de eso. Se quedó mudó, nadie decía nada, solo nos observaban como si de una pelea de la UFC se tratara. Sin más que hacer fui por mi mochila y salí de ahí aún con las miradas de todos sobre mí.
-Lo siento por tu caso amiguito -Le dije a Des que estaba en la mochila-. Debía de ser terrible lamer a ese niño.
Sonreí para mí mismo y me giré dejando atrás todo ese gran escándalo. Me entristecí, y estaba consciente de que estaba mal pero... se sentía bien.
N/A
Tarde con dos días para variar jajajaja holaaaaa. Y bueno nuevo capítulo que espero que les haya gustado, a mi me encantó (:
Feliz día del escudo atrasado (en mi país xdxd)
En fin.
¡Adiós!
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