*Cap #30 "Mark"

Me levanté de donde estaba sentada y me fuí dejándo a Suga gritando cosas a las que no les presté atención.

<Si ellos no me dan respuestas, las tengo que buscar por mi cuenta... y yo sé bien dónde encontrarlas.>

Me dirigí al patio trasero de la escuela donde normalmente suelen estar los más pendejos de la escuela (O sea, Jackson y sus amigos, y Lisa con su séquito de plásticas.) y, como en efecto, ahí estaban, sentados en la misma mesa de siempre. El primero en verme es Mark, el cual se acercó a donde yo estába sin dudarlo ni un momento.

—Miren quién ha venido a hacernos la visita. —Todos ríen. —Pero si es nada más y nada menos que mi novia favorita. —Trata de acariciarme la cara pero lo aparto de un manotazo.

<Ahora no estoy para jueguitos.>

—Si vas a seguir con tus estupideces me voy. —Hago como que me voy y este me toma de la muñeca.

Para ese punto ya estaba nerviosa como la mierda, pero definitivamente no iba a dejar que ellos vieran eso.

<Viniste aquí con un objetivo, Amanda. No dejes que huelan tu miedo.>

—Pero si no hay prisa... Dime, ¿a qué se debe tu visita?. Los tuyos no vienen a este lugar.

—Parece que alguien se está revelando. —Comenta jackson y la estúpida de Lisa soltó una de esas carcajadas con su típica voz de pito.

—Dejen que hable. —Gritó JB desde la mesa en tono autoritario. —Después de todo, vino hasta aquí.

—Mark, ¿puedo hablar contigo? —Pido en cuanto todo vuelve a estar en silencio. Este me analiza por un momento, como quien trata de encontrar el error en una ecuación, su semblante se había endurecido y yo podía sentir mi corazón en los oidos—A solas, por favor. —Agrego y cierro los ojos sintiendo como todos comenzaron a sonar las mesas y a hacer ruido. Mark se echa a reir y ruedo los ojos por reflejo, por un momento pensé que todo se había ido a la mierda, que simplemente me habían tomado de loca mientras el susodicho se vanagloriaba de su supuesta victoria inexistente... Pero luego llegó su respuesta. —Ok, ¿a dónde vamos?

Suelto el aire pesadamente y abro losojos—Sígueme...

<Lo conseguí.>

Lo llevé a un pasillo poco frecuentado, lejos de ambos patios (El patio interno donde se reúnen los chicos y el patio trasero donde están los amigos de Mark) en el cual podíamos hablar con tranquilidad sin ser interrumpidos.

Era un arma de doble filo en caso de quisiera hacerme algo, pero, por alguna razón, teniéndolo a el solo no me sentía intimidada.

—¿Para qué quieres tanta privacidad?. —Inquiere con su típica risita de mujeriego.

<A saber Dios lo que le estaba pasando por la cabeza.>

—No seas idiota y escúchame. —Se calló y me miró. —Necesito hacerte algunas preguntas.

—Ahhhh. —Rió como si todo en ese momento hubiera encajado en su cabeza—Quieres preguntarme cuáles son los secretitos que tienen tus amiguitos. —Negó con la cabeza sin perder aún la sonrisa.

—¿Cómo lo supiste?. —Pregunté indiferente.

—Por favor, lo tienes escrito en toda tu cara. —Hago una mueca de disgusto y éste ríe aún más fuerte. —No hay que ser adivino para saber que los que se hacen llamar tus amigos no te cuentan nada de sus vidas.

Odio que tenga esa estúpida sonrisa todo el tiempo. Lo peor de todo es que tiene razón y el lo sabe.

—Y al parecer tu sí sabes mucho. —Mascuyo entre dientes y le doy una mirada retadora.

Suelta una risita a la par que se encoge de hombros. —Sé más que tú.

—Mira. —Empiezo sonoramente molesta. <No pienso perder más tiempo con el si solamente está jugando conmigo.> —Acudí a tí para saber la verdad, ¿¡así que dime si me vas a ayudar o no!?.

—No veo porqué no decirte lo que pasa. —Alega mientras alza su mano derecha para atrapar un mechón de cabello que tenía suelto y comenzaron a jugar con el. —Además, de seguro eso le traerá problemas a ellos contigo... Por mi encantado. —Se encoje de hombros y acomoda dicho mechón detrás de mi oreja.

—Perfecto, entonces dime de una puta vez.

Estaba comenzando a perder la paciencia y eso no le pasaba desapercibido. Mientras más molesta me ponía, más tranquilo lucía el y odiaba que de forma inconciente le estuviera dando el control de la situación.
El, por su parte, parecía estar disfrutando mucho todo este asunto.

—Claro que te diré. —Hizo una pausa. —Pero en esta vida nada es gratis...

—Ya sabía yo que no me lo dirías así de fácil. —Ruedo los ojos. Supongo que nunca tuve la ventaja sobre este encuentro. —¿Qué es lo que quieres?, trataré de cumplirlo si está a mi alcance.

—Me alegra escuchar eso. —Da dos palmadas y continúa. —Lo que yo quiero es fácil, sólo tienes que...

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