*Cap#26 "Si acepto"

*mismo tiempo, lugares diferentes*

—(...)Entonces... ¿Aceptas?(...)

—Si, acepto... —Respondimos al unísono.

....

—Me alegra que seas tan madura. Amanda, verás como todo volverá a la normalidad más temprano que tarde.

<Me pusiste contra la espada y la pared, que más podía hacer?>

—Sólo lo hago porque soy agradecida, gracias a el puedo vivir aquí y estudiar en esa escuela.

....

—Estoy feliz de que hayas aceptado.

<Aceptar!? Pfff>

—Me estas obligando, aunque dijera que no me iba a tener que casar igual así que no me queda de otra... Ademas, aunque no lo creas, me importa bastante lo que pueda pasar con la empresa y el futuro de nuestra familia.

...


Después de la noticia, ambos nos fuimos a nuestras habitaciones. Yo, por mi parte, me fuí a pensar en todo lo que estaba pasando y en todo lo que nos esperaba a partir de ahora, después de todo, estamos hablando de matrimonio. Tras unos largos minutos de meditación, me dispuse a levantarme de la cama y confrontar a Jimin.

Tenemos que hablar cara a cara. Necesito saber de el mismo que piensa de todo esto.

Ver sus acciones...

Sus gestos...

Y escuchar su voz.


—¿Jimin estas ahí? —Pregunté seguido de unos pequeños golpecitos en su puerta.

—Si, entra. —Gritó del otro lado.

—¿Ya Tan te dijo? —Fué lo primero que dije en cuanto llegué a su lado.

A Jimin no le hizo falta que le explicara de que estaba hablando o le diera más detalles... El entendió perfectamente y se condolió por mi, la pobre chica que tenía en frente, lo pude ver en sus ojos, si para el era difícil, no se imaginaba lo duro que era para mi ya que, aunque me hiciera la fuerte y me encondiera detras de esta fachada de chica dura, en el fondo, solo soy una adolescente más a la que los problemas también la agobian.

—Si, ya me dijo. —Afirmó con un asentamiento de cabeza. —Y, por lo que veo, tu tía también te dió la noticia... —Asentí de igual modo con la cabeza gacha. —No te aflijas. —Me tomó sueavente de la barbilla y me levantó la cabeza. —Casarse conmigo no es tan malo. —Bromeó.

Reí porque hasta en momentos como este sale su arrogancia y, dentro mi, sentí un alivio incomparable al ver que, al menos, no iba a estar sola en esta locura y que lo iba a tener a el para hacerme reír en este tipo de situaciones. —¿Y que respondiste?.

—¿Qué respondiste tu?. —Curiosió.

—Eso no vale. —Respondí con una voz chillona fingiendo molestia. —Yo pregunté primero. —Reímos.

—Dije que si.

¡Dijo que sí! Me está diciendo que dijo que sí. Me siento tan extraña en estos momentos, una parte de mi esta super feliz y la otra... La otra no se que es, pero tengo esa sensación rara alojada en el estómago, ese remolino de nervios que no se va.

Me olvidé de todo por un momento y reí como idiota, dejando que solo el sentimiento de felicidad permaneciera conmigo. —Igual dije que sí.

El tambien sonrió, no se si lo hizo por mi respuesta o por verme sonreir con tantas ganas, pero me haces feliz ver que el no se lo tomó como yo pensé.

—Será mejor que no desperdiciemos el tiempo. —Dice sacandome de mis pensamientos. —Dentro de dos semanas anunciaremos nuestra relación y todo será un caos.

<Y no tengo dudas de eso.>

"Los hermanastros que se casan". Definitivamente habrá un gran lío acerca de eso.

—Yo no se como sentirme o actuar ante esto. —Me sinceré. —Esta situación me tomó de sorpresa y yo... —Mi expresión de felicidad se va cuando pienso nuevamente en ese otro sentimiento que hay dentro de mi, esa extraña sensación que se lleva toda mi felicidad consigo.

<Lo se, soy una bipolar.>

—Amanda, no te pongas triste. —Trata de consolarme. —Serán sólo 6 meses, el tiempo pasa rápido... Ven conmigo. —Se pone de pie y me extiende su mano. —Se de algo que te alegrará el día.

Tomo su mano y me paro al lado de el sacudiendo algunas arrugas que hay en mi ropa, Jimin me seca las lágrimas que salieron sin mi consentimiento y a rastras me lleva hasta su auto, me venda los ojos con un pañuelo que sacó de la guantera y luego arrancó, no sin antes oirme protestar por privarme de la vista. Después de una hora —<Según yo>— el auto por fin aparcó.

—¿Ya llegamos? —Pregunté con una nota de emoción.

—Si, ya estamos aquí. Ven. —Tomó  mi mano tirando de ella y me sacó con cuidado del auto.

—¿Dónde estamos? —Podía sentir el olor del pasto, alguna que otra piedra debajo de mis zapatos y el sonido de ramas crujiendo con cada paso que doy.

—Es aquí. —Me quitó el pañulo de los ojos dejandome ver todo a mi alrededor.

<El lugar parecía sacado de una postal.>

Era como estar en el paraíso.

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