Capitulo Único.
Los rayos de sol de la luz matinal se adentraron en aquella habitación, pocos instantes después la alarma hizo su aparición, dando por comenzado el día que todo chico anhelaba y soñaba desde que era pequeño: la graduación.
Los párpados de la joven dormida comenzaron a abrirse, con cierta pesadez, con cierto dolor; dejando ver unos grandes ojos azules nublados por la tristeza.
Bostezó alargando los brazos hacía la cabecera de la cama y se enderezó quedando apoyada en la misma. Se talló los ojos con los puños, en un intento de espantar el cansancio físico y sentimental que la opacaba.
Se hizó la cabellera platinada hacia atrás. Apartando los mechones de su rostro.
Se los miró un momento, considerando cortarse el cabello.
«Un cambio no me haría mal» Pensó observando los rayos de luz golpeando las paredes. Pero aquella chica no se refería solamente en lo físico.
—¡Elsa!
Una joven pelinaranja entró como rayo en la habitación, provocando que su hermana mayor se sobresaltara por la sorpresa.
—Buenos días, Anna.
Murmuró la platinada con un hilo de voz apenas audible.
—¡¿Qué haces aún en la cama?! ¡¿Acaso has olvidado que día es hoy?!— Grito Anna, histérica, abriendo las cortinas con fuerza.
—Claro que no lo he olvidado Anna.— Dijo Elsa, dirigiendo su mirada hacía el closet, donde ya se encontraba todo listo para el día de hoy.
Recordó como había conseguido todo y su mirada se apago. Un rastro de desilusión se extendió por toda su cara. Sintió un apretón en el corazón e hizo una mueca. Sin embargo, levantó la cabeza, Anna no debía darse cuenta de su dolor.
Esbozó una sonrisa y por fin miró a Anna, quien, al parecer le había estado diciendo un montón de cosas, cosas que no había escuchado en lo absoluto.
—Y ese es el plan de hoy ¿Entiendes?— Finalizó Anna.
Elsa asintió dudosa y antes de poder preguntar cualquier cosa su hermana la tomó de la muñeca, sacándola a rastras de la habitación.
En otro lugar de la misma ciudad, sucedía algo similar:
Un albino se levantaba de la cama con pereza. Sabía exactamente que hoy era un día especial, un día importante. Pero no lo sentía así, no cuando ella ya no se encontraba con él. Cuando ella ya no estaba para vivir ese día tan especial juntos.
Sonrió con tristeza, sabiendo que todo aquél embrollo era su culpa.
Unos toques en la puerta lo despertaron de su ensoñación. Se levantó de la cama y se puso una camisa y un short antes de permitirle a la persona la entrada.
—Adelante.— Habló cuando ya había terminado.
La puerta se abrió un poco, dejando que la mitad de una cara infantil con unos ojos castaños se asomaran por el espacio.
—Jack, te a llegado una carta.— Dijo la pequeña, sonriendo de oreja a oreja, emocionada. –Creo que te va a gustar.
—Gracias, Emma.
Le entrego la carta y el albino abrió los ojos como platos al notar el remitente que venía escrito en el sobre ya abierto.
La garganta se le seco y saco la carta del sobre, sintiendo su corazón martillar con fuerza contra sus costillas. Estaba tan nervioso, esa carta podría ser un pase directo a un futuro extraordinario.
Comenzó a leer la carta, analizando cada palabra con cuidado, hasta llegar a aquél párrafo tan esperado.
"Nos es un honor comunicarle, joven Frost. Que ha sido aceptado para formar parte de la Universidad DreamWorks. Lo estaremos esperando las próximas semanas para poner orden en los papeles. ¡En hora buena joven Frost!"
—Entre...— Susurro Jack sin poder creérselo.
—¿Qué?— Preguntó una mujer entrando a la habitación.
—¡Entre mamá!— Grito el muchacho emocionado.
Se abalanzó sobre ambas mujeres, atrapándolas en un gran abrazo.
En serio que no se lo creía, en realidad, no se lo esperaba. Esa carta debía haber llegado hace semanas y aquél retraso en serio lo había desilusionado. Pero ahora había llegado y la noticia había sido como una bomba de alegría explotando en su pecho.
Lo había logrado, lo había logrado gracias a ella, y lo peor es que no se lo podía agradecer.
La sonrisa se borró de su rostro rápidamente al caer en cuenta en aquello. El que lo aceptaran era grandioso, pero, al mismo tiempo, era un tanto complicado.
La Universidad DreamWorks no estaba prácticamente a la vuelta de la esquina.
Emma y la madre de Jack se dieron cuenta de aquel cambio repentino, se miraron mutuamente, dándose una mirada triste por el chico. Sabían que estaba pensando, pero ellas no podían hacer nada.
—Hey— Le llamó tranquilamente su madre acercándose a él.
Jack levantó la cabeza, sin molestarse mucho en ocultar el dolor que emanaba de su corazón.
—Deberías ir a prepararte, hoy es el gran día.
El chico sonrió. Su madre tenía razón, no había tiempo que perder.
—Claro, mamá.
Le dió un beso en la cabeza a su madre y después a su hermana, antes de salir de la habitación rumbo a la cocina.
—No lo entiendo mamá, creí que Jack ya la habría superado a estas alturas, pero veo que me he equivocado.
Murmuró Emma observando el pasillo por donde se había alejado su hermano.
El comportamiento de Jack había dado un inesperado giro desde ese día. El chico era un carismático, un divertido y un optimista, siempre dispuesto a sonreír y divertirse sin importar cuán difícil fuera la circunstancia. Pero, desde hace semanas, solo se veía decaído y con una sonrisa fingida mostrando solo rastros de un corazón roto.
—Ella es muy especial para él, Emma. Solo que aún no se da cuenta. No se da cuenta que si en verdad la quiere debe luchar por ella.
Emma asintió, comprendiendo y dándole toda la razón a su madre.
Regresando con Elsa. La mencionada se encontraba sentada en un salón de belleza, sin mostrar el menor interés en lo que su hermana le ordenaba a la pobre estilista.
—¡Quiero que quede insuperable! ¿Ha entendido?— La estilista asintió múltiples veces, asustada por el comportamiento perfeccionista de Anna.
Anna asintió dándole un ultimo vistazo crítico que hizo temblar a la estilista, se alejó de ella y se acercó a su hermana.
—Elsa, te dejaré aquí, iré a ayudar a Rapunzel y a Merida ¿te parece?
La platinada asintió, aún sin poner la mayor de la atención en lo que pasaba.
La pelinaranja lo noto y se acerco a su hermana por enfrente para unirlas en un abrazo.
Elsa se removió confundida, hasta que noto a su hermana entre sus brazos.
—Todo estará bien Elsa, debes sonreír, hoy debe ser un día inolvidable para ti, por favor no lo malgastes pensando en... Él. Sabes que no ha sido tu culpa.
—Gracias Anna.— Murmuró Elsa, abrazando con fuerza a su hermana. En serio necesitaba el cariño que esta le brindaba.
La estilista puso manos a la obra en cuanto Elsa se sentó en la silla. Pensaba acatar al pié de la letra las indicaciones de Anna, ya que si no lo hacía, temía tener una "charla" con la misma.
Elsa no hizo más que perderse en sus pensamientos en todo el proceso, pensamientos solamente dirigidos a unas persona. No hizo caso a los comentarios amigables que le daba la estilista, respondiendo un cortante "Si" o un "aja" desinteresado. Su cabeza estaba en otro lado.
Dio miles de vueltas en sus recuerdos, pausando, retrocediendo o avanzando. Sonriendo ante las caricias, riendo por viejos chistes, incluso soltando un par de lágrimas silenciosas, sabiendo que no volvería a repetir cada momento, no volvería a compartir su sonrisa con él.
Ya había pasado un mes, un pésimo mes y aun no lograba superarlo. No lograba arrancarse el dolor que el recuerdo le causaba. Por mas que intentara alejar sus pensamientos, por mas que combatiera contra los insomnios, las heridas no cerraban, el dolor no cesaba.
¿Por qué? ¿Por qué él le había hecho eso a ella? ¿Acaso no la amaba como siempre le dijo? Era claro que no. Entonces ¿por qué se había molestado tanto en perseguirla con la excusa de que había "una explicación"? ¿No se había hartado ya de jugar con ella? ¿Quería mas? ¿Quería jugar con el amor que ella le procesaba? Que cruel. Que sufrimiento.
Y lo peor de todo es que a pesar del daño que le hizo, a pesar de las burlas, a pesar del engaño, Elsa amaba a Jack como si nunca la hubiese roto. Y se odiaba, se odiaba con todo su alma por ser tan ingenua y débil. Se aborrecía porque sabia que ella podía decir que lo superaría, que ya no le amaba, que estaba bien, pero no lo estaba. Y le constaba, le constaba que quizás nunca saldría de ese hoyo profundo, donde ahora se encontraba cayendo, cada vez mas abajo, cada vez sumergiéndose mas en la abrazadora y atractiva oscuridad.
Quizás exageraba, solo había sido un amor de preparatoria. ¡Claro! Solo un amor de preparatoria que duro 3 años. Ya que en el momento en que había visto al atractivo Jack Frost, había caído furtivamente bajo sus encantos. ¡Pero que idiota! ¿Cómo había podido? ¿Cómo había sido tan ilusa? Tenia uno de los mejores promedios de la preparatoria y aun así se había enamorado como una completa idiota.
Hasta el ultimo año de preparatoria Jack la había notado, solo por una asignación para tutorias un día muy poco común. Sin duda el mejor día de su vida. Unos meses después, Elsa Arendelle, la chica mas tímida y reservada de todas, tenia de novio al guapísimo y popular Jack Frost. Vaya ironía ¿no? Vaya suerte. O quien sabe cuanta, pues 12 meses de relación, 12 maravillosos meses de relación habían cumplido, cuando el mujeriego Jack Frost la había engañado, rompiendo su corazón.
Sonrió tristemente en el presente. Esos 12 meses no habían significado nada para él y todo para ella.
Pero, tenía sentido. Ella era muy poca cosa para el gran Jack Frost.
«Si yo fuera él, también me hubiera engañado» Pensó Elsa con una sonrisa melancólica en el rostro. Ya no podía llorar, la estilista la estaba maquillando y aunque le importaba muy poco si quedaba como payaso después, arruinar el trabajo de la señorita seria una falta de respeto, considerando lo mucho que la mujer parecía estarse esmerando.
Las horas para ambos jóvenes pasaron rápidamente. Entre tantos arreglos, asuntos y tareas la hora del gran baile de graduación había llegado.
Jack bajaba las escaleras de su casa lentamente, no tenia prisa, ninguna en realidad. Debía ir a recoger a su pareja del baile dentro de cinco minutos, pero poco le importaba. Nada importaba.
El albino vestía un traje negro con corbata azul y una camisa blanca bajo el saco abotonado solamente del primer botón. El cinturón no podía faltar, al igual que los zapatos negros. Su cabello blanco levantado de la misma forma en la que solía llevarlo, pero con el contraste del traje se le veía mucho mas brillante. Estaba elegante, casi irreconocible. Jack no solía usar ropa tan formal, pero la ocasión lo a meritaba, aunque no faltaba decir que le quedaba a la perfección.
—Jack, hijo, te ves guapísimo.
El albino sonrió acercándose a su madre y hermana.
—Gracias, mamá.
—Bueno hermano, he de admitir que te ves menos horrible que de costumbre.
Jack y su madre rieron ante el comentario de Emma.
—Gracias, peque.—Dijó Jack, despeinando la cabellera castaña de su hermana, sabiendo a la perfección que ella odiaba que le hicieran algo como eso.
Jack miró su reloj en la muñeca rápidamente. Hizó un gesto de irritación al notar la hora y sonrió lo mas falsamente que le fue posible.
—Mamá, ya me voy, llego tarde por Gothel.— Murmuró el chico con cansancio.
—Claro Jack, solo déjame tomarte una foto.
Las fotos transcurrieron con normalidad. Jack solo, Jack con Emma, Jack con su madre y Jack con ambas por medio de una selfie.
Se despidió de ambas rápidamente y subió a su auto, (un regalo de graduación), para ir por Gothel.
Al llegar a la casa, bajo del auto y toco el timbre, esperando que su pareja le abriera.
La puerta se abrió de golpe y una feliz Gothel se presentó en la puerta.
—Hola Jack.— Murmuró lo mas seductoramente que pudo.
Gothel vestía un elegante vestido carmín, con un escote corazón bastante pequeño que permitía ver el inicio de sus pechos, el vestido también tenia una abertura en la pierna que comenzaba desde muy arriba, permitiendo ver el inicio de sus atractivas piernas. Un vestido digno de una zorra.
Jack no prestó ni la mas mínima atención a lo que vestía Gothel, también ignoro su saludo, solo imaginando lo diferentes que serian las circunstancias si se encontrara en la puerta de otra casa, admirando lo preciosa que seguro estaría Elsa, en vez de estar siendo vilmente comido con la mirada por una víbora.
Suspiró resignado y pasó una mano por su cabello antes de mirar finalmente a la pelinegra en la puerta.
Gothel era atractiva, muy atractiva, pero no era Elsa y él solo quería a Elsa.
—¿Lista para irnos?.— Preguntó, aburrido, cediendo su brazo.
—Claro.— Murmuró Gothel relamiéndose los labios color sangre.
Entrelazó su brazo con el de Jack y se pegó a él en un intento de captar su atención sobre sus curvas.
«Sera una larga noche» Pensó Jack, introduciéndose de mala gana en el auto.
Mientras con Elsa...
La platinada se miraba al espejo, fascinada. Moviéndose el cabello y mirando su rostro una y otra vez, sin lograr reconocerse. Observand su cuerpo enfundado en ese hermoso vestido el cual le quedaba a la perfección. Aunque, lo más posible es que nunca lo admitiría ella misma, estaba hermosa.
—¡Elsa!— La llamó su hermana. —¡Hans llegó!
La platinada tomó su bolso. Se dio un ultima ojeada al peinado y al maquillaje antes de salir de la habitación.
Desde los últimos escalones Elsa pudo apreciar a una orgullosa Anna mirarla con lagrimas en los ojos mientras terminaba de bajar los escalones como toda una reina. Y también aprecio a un egocéntrico Hans, mirándose en el espejo como si fuera un bloque de oro, sin prestarle la más mínima atención. El chico era un metro-sexual, de eso no había duda.
—Elsa... ¡Estas preciosa!— Gritó Anna evitando abalanzarse sobre su hermana para no arruinar el precioso vestido.
—Gracias Anna.— Murmuró, tímidamente, Elsa.
Hans se acercó a ambas, sin molestarse en darle algún comentario lindo a Elsa por lo hermosa que se veía.
—¿Nos vamos Elsa?— Murmuró, harto, mirándose otra vez al espejo.
Elsa asintió, disponiéndose a irse de ahí lo mas rápido posible.
—¡Esperen!— Los detuvo Anna interponiéndose en la salida. —¡Falta la foto!
Elsa rodó los ojos, fotos, odiaba las fotos, nunca salía bien en ninguna.
—De acuerdo.— Dijo Hans. —Pero toma mi lado bueno.
Anna rodó los ojos, fastidiada. ¡Como odiaba a ese estúpido chico! ¿Cómo es que la fantástica de su hermana podía llegar a quedar con chicos como ese? ¡Otra de las grandes dudas sin responder del universo!
—Tu no, idiota. Le decía Elsa ¡¿Acaso no ves lo hermosa que esta?!
—He visto mejores.— Susurró Hans, aunque fue escuchado por Elsa.
—No lo sé, Anna, sé nos hace tarde.— Dijo Elsa apenada.
—No sales de aquí hasta que tenga una foto tuya.— Dijo Anna, con autoridad, cruzándose de brazos.
—Bien.— Accedió Elsa. No quería tener una pelea con su hermana, no por un detalle tan insignificante como una foto.
Dos fotos se tomaron, una de Elsa sola y una de Anna y Elsa tomada por Hans.
Elsa y Hans salieron al fin de la casa. Se montaron en el deportivo de Hans y se dirigieron al baile.
El baile se encontraba decorado a la perfección. Miles de globos adornaban el techo de ese enorme salón, luces de miles de colores diferentes, centros de mesa hermosos, los manteles oscuros de las mesas y sillas, todo decorado con una mezcla de elegancia y diversión que hacían tan único ese lugar. Dando a lucir la temática de aquella fiesta a la perfección: "Lo diverso y diferente" ¡Todos venían como deseaban hacerlo! Había chicas con vestidos simples y lisos, otras con vestidos cargados y bombachos, todos diferentes, como les gustaba. Cada quien de su color favorito, como se sintiera mas a gusto. Aunque la mayoría de los chicos si venían con trajes, pero de diferentes colores y eso ya era algo.
Jack se encontraba admirando todo, maravillado por el empeño que la mesa presidencial había mostrado, vaya que esos chicos eran unos artistas.
—¡Jack! ¡Amigo!— Lo llamaron a lo lejos.
Pudo ver a su mejor amigo llamándolo desde una mesa y sonrió, asintiendo con la cabeza.
—Gothel.— Llamo a la pelinegra. —Voy con mis amigos, enseguida vuelvo.
—Esta bien, Jackie, no demores mucho.
El chico asintió y se deshizo del brazo de la chica para caminar hasta la mesa donde se encontraban todos sus amigos, riendo con sus parejas.
—No puedo creer que Jack se haya dejado embaucar por Gothel.— Le susurro una pelirroja a un castaño.
—Ni yo, pero Jack ya esta grandecito, ya debe saber lo que hace.
Ambos guardaron silencio cuando notaron al albino acercarse a ellos.
—Chicos.— Murmuró el mismo alegre, saludando de un abrazo y una palmada a sus amigos.
El castaño se levanto con una sonrisa, para saludar a su mejor amigo desde la infancia.
—Hiccup.— Le llamó Jack cuando se le acerco.
—Hermano, creí que no vendrías.— Susurró Hiccup con una sonrisa divertida.
Nunca había visto a Jack en traje, ni una sola vez en los 18 años que llevaban de conocerse, pero le sentaba bien. Era bueno que no se mirara como un vagabundo todo el tiempo.
—Pues, aquí me tienes.
—Vestidito y todo.— Se burló Eugene, otro de sus mejores amigos.
Jack dejó de hablar con sus amigos y miró a las parejas de ambos con una sonrisa amigable. Ellas también eran sus amigas, sus mejores amigas si podía decirse.
—Merida, Rapunzel, están preciosas.— Les dijo a ambas abrazándolas.
Rapunzel (La novia de Eugene) traía puesto un lindo vestido de estampados florales de color lila, largo hasta los pies, el cual le quedaba espectacular. Su cabello rubio recogido en un lindo moño elegante que hacia lucir sus bellos ojos verdes y su hermoso rostro. Sin duda hermosa.
Merida (La novia de Hiccup) Venía un poco mas sencilla: Su vestido liso de un color verde esmeralda, era tipo palabra de honor, con mangas de estampados florales y una falda que llegaba hasta el piso. Su cabello pelirrojo, normalmente salvaje y andrajoso, se encontraba alaciado a la perfección, dándole a Merida un aspecto sublime de elegancia. Y, seguramente, si la chica no hubiese estado en la mesa con Hiccup, Jack no hubiese sido capaz de reconocerla. Estaba diferente, estaba preciosa.
—Gracias, Jack.— Agradecieron ambas chicas con una sonrisa.
Jack era el mejor amigo de ambas, siempre con su actitud galante, divertida e idiota que lo hacía un chico asombroso y el amigo que todas desean. Y sin duda ambas se encontraban tristes, no solo por el hecho de que Jack este tan desanimado, si no también por Elsa, su mejor amiga.
No entendían a ese par de chicos. Habían terminado por una simple tontería, bueno, ni tan tontería, pero todo había sido solamente un mal entendido y aquellos dos eran demasiado tercos como para escuchar explicaciones. Sin duda eran el uno para el otro.
Aún recordaban cuando Jack les había pedido a ambas que le ayudaran con la cita con Elsa, donde éste después de tanto tiempo se armaría de valor para pedirle ser su novia. El chico había sido atraído directamente por Elsa en el momento en el que la había visto uno de los primeros días de clases del segundo año. Más con los meses Jack había caído absolutamente rendido a sus pies, el chico mas mujeriego de la preparatoria se había enamorado de la más inocente flor. Obviamente ambas se habían dado cuenta por el cambio de comportamiento que había tenido Jack en el transcurso del segundo año. Y no tardaron mucho en enterarse que Jack Frost estaba absolutamente enamorado de Elsa Arendelle. Poco después le habían ayudado un poco. Aunque la idea de las tutorias al inicio del tercer año había sido únicamente de él. Jack había convencido al profesor de matemáticas para que le asignara a Elsa como tutora, de igual forma, Elsa era muy inteligente y si Jack no aprobaba matemáticas no pasaría el año. Aquel día que Elsa consideraba una magnifica suerte, había sido manipulado a la perfección por Jack. Aunque ella nunca lo sabría.
Y claramente era una pena que ambos hubieran salido con el corazón roto.
—Entré.—Susurro el peliblanco alegre a sus amigos.
Rapunzel y Merida regresaron al mundo real y miraron a Jack con asombro.
—¿En serio?.—Preguntó Eugene incrédulo.
El peliblanco asintió cerrando sus ojos. Y al momento de abrirlos fue recibido por una multitud de abrazos por parte de sus amigos.
—¡Felicidades Jack!— Felicitaban sus amigos.
—Sabíamos que podrías hacerlo.— Le dijo Hiccup dándole amigables palmadas en la espalda.
—Gracias, todo fue gracias a Elsa.— Sonrió Jack.
—Y hablando de ella, ahí esta.— Señaló Rapunzel, mirando fascinada a la figura que entraba por la puerta.
Jack volteó rápidamente, mirando hacía la entrada. Su corazón le dio un vuelco, para después comenzar a latir velozmente. Sus ojos emitieron un destello casi invisible y sonrió encantado. Elsa se veía perfecta. Comenzó a caer inevitablemente bajo los encantos de la chica a la que su corazón pertenecía, tal como siempre pasaba cuando la miraba.
Elsa esperaba bajo los rayos de la luz fluorescente de las lamparas. Su vestido, tan sacado de un cuento de hadas, era de un hermoso color azul que hacía juego con sus bellos ojos, con un escote palabra de honor de un azul fuerte, el cuál se encontraba decorado con millones de brillos en la parte de arriba; el torso del vestido cambiaba a un azul mucho mas suave, donde predominaban copos de nieve; Y la falda del vestido era larga, cubierta de capas del mismo tono de azul del escote. Las capas se encontraban maravillosamente decoradas con pinchos de hielo de plastico, que lucían fascinantemente reales. La falda también contaba con una abertura justo en el medio, donde se lucían hermosas lentejuelas plateadas. Su cabellera platinada estaba arreglada en unos rulos perfectos, decorados con copos de nieve. Y en el cuello de Elsa, resplandecía un collar de plata con piedras azules que le abarcaba hasta los hombros. La chica emanaba luz propia.
Todo rastro de sonrisa se borro del rostro de Jack al ver a Hans acercarse a Elsa y tomarla de la cintura con posesión, arrastrándola por el salón entre las mesas.
El interior de Jack ardió con ferocidad, como un volcán en erupción. Estaba apunto de caminar hacía ambos, cuando un brazo lo detuvo con fuerza por la muñeca. Jack volteó confundido y se encontró con Hiccup lanzando una seria mirada.
—Jack, tu vienes con Gothel, no con Elsa.— Informó Hiccup.
Jack sintió un fuerte apretón en su pecho y de la nada toda la ira que había adquirido se evaporo, siendo reemplazada por la desilusión y la amarga tristeza.
Hiccup lo soltó suavemente, mientras la mirada de Jack se apagaba.
Elsa caminaba por entre las mesas sintiéndose sumisamente incomoda. Jalaba su brazo continuamente, tratando de liberarse de las garras de Hans. Pero éste era demasiado fuerte y ninguno de sus esfuerzos pareciera dar fruto alguno. La agarraba opresivamente, descaradamente, como un león a su presa ya cazada.
¿Cómo había llegado ella a aceptar una invitación de tal idiota? ¿Cómo había caído tan bajo? Por supuesto, ya lo recordaba:
Había estado tan dolida, tan rota que en cuanto le había llegado una invitación para el baile, sin importar de quien fuera, la aceptó. Obviamente había sido un graso error y ahora se encontraba en esta situación totalmente inestable.
Hans la jalaba por la cintura como si fuera un objeto. Su agarre era tan fuerte que le comenzaba a punzar la cintura bajo la mano de Hans. Su mente divago en miles de escenas, hasta que se encontró nuevamente con la idea de que Jack la hubiese acompañado. Seguramente, Jack la estuviera agarrando de la cintura con delicadeza, haciéndola reír con sus bobas ocurrencias, todo con tal de que ella no se sintiera incomoda frente a la vista de todos. Seguramente no se sentiría como una presa o un trofeo justo ahora, si no amada, seguramente se sentiría cómoda y verdaderamente amada. Aunque él no la amara.
—¡Elsa!— Gritaron a la distancia.
Elsa giró su cabeza y se encontró con Merida y Rapunzel corriendo a su recate.
Sonrió un poco y sintió el agarre de Hans aflojarse, aprovecho la situación y se zafó, para luego correr rumbo a sus amigas.
—Hola.— Susurro la platinada abrazando a sus amigas. —Están preciosas.
—Tu estas espectacular Elsa.— Sonrió Rapunzel.
—Elsa, ¿Por que has venido con el idiota de Hans?— Preguntó Merida, extrañada.
Elsa giró la cabeza, un tanto disgustada por el tema que se había presentado. No quería admitir ante sus amigas que había estado tan rota como para no pensar en lo que hacía. Porque así no era ella, sin duda había caído extremadamente bajo.
—No tenía con quien venir.— Respondió la platinada cortante.
—Pudiste venir con nosotras.— Argumentó Rapunzel.
—Ustedes tienen a sus novios, no las apartaría de la experiencia de venir en pareja.
—Elsa... Somos tus amigas, no nos molestaría... Nosotras...
—¿Y los chicos?— Preguntó Elsa, interrumpiendo a Merida. Desesperada por un cambio de tema rápido.
—En la mesa.
Elsa se puso de puntitas, para lograr ver algo en la mesa, solo buscaba distraerse, evadir ese tema que solo la hacía sentir mas estúpida de lo que se había estado comportando.
Reconoció la cabellera castaña de Hiccup al igual que la de Eugene, junto con esa cabellera peliblanca que la volvía loca.
Se sonrojo excesivamente al ver a Jack en cuerpo completo. Lo conocía hace tres años, habían asistido juntos a eventos de suma elegancia y nunca lo había visto en traje. Pero le reconocía que se veía perfecto. Sumamente apuesto. Sonrió con nostalgia, sintiendo como los latidos duros de su corazón retumbaban en sus oídos, deseando que Jack se encontrara a su lado.
Su mirada se apagó tan rápido como una vela en noche de tormenta, sus ojos casi se aguaron y se obligo a si misma a apartar su mirada con el corazón hecho pedazos. Gothel había llegado y había besado a Jack y éste no se había apartado. Mientras ella sufría cada noche, él ya disfrutaba de su ausencia con Gothel. Él ya no la quería. Nunca lo hizo.
Les dedicó una sonrisa amarga a sus amigas y se alejó de ellas, con la excusa de que tenía algo de sed.
La noche transcurrió entre risas, bailes y festejos. Jack disfrutaba de ver bailar a Elsa, contoneando sus caderas y riéndose de si misma como una niña pequeña. Sonreía ampliamente al ver el brillo que de ella emanaba con cada sonrisa y que a él le alegraba el corazón. Él no bailó, ni siquiera piso la pista de baile, Gothel lo había invitado cientos de veces, pero Jack se había negado, no bailaría con nadie que no fuera Elsa. Tampoco tomo, no se perdería la felicidad de Elsa con una borrachera, quería verla, apreciarla toda la noche, nunca se perdería tan magnifica vista.
Si Jack se hubiese distraído menos, quizás habría visto las miradas que Elsa le dedicaba con cada fin de una canción. Esas miradas llenas de amor, llenas de desesperación y un dolor insoportable. Esas miradas que solo demostraban una y otra vez el deseo de su alma por correr a sus brazos.
Ambos tenían el mas maravilloso secreto él uno hacía él otro y ninguno de los dos lo sabía.
—¡Atención! ¡Atención alumnos!— Habló el director, Norte, por el micrófono, interrumpiendo la música, al igual que el baile. —Ha llegado el momento... ¡De coronar a nuestro rey y reina!
La multitud chilló emocionada. Mientras Elsa rodaba los ojos con fastidió, no le agradaban aquellos concursos superficiales, donde solo ganaba la mas popular, la mas bonita. No ganaba la más querida, ni alguien que en verdad se lo mereciera. ¡No! Solo ganaban chicas con falta de originalidad y auto respeto. ¿Dónde quedaba la enseñanza? ¿Dónde quedaba el propósito? ¿Cuál era el dichoso punto? Solo era una tradición, que solo hacía sentir menos a las demás chicas, eso era todo.
Ni siquiera había porque mencionarlo en voz alta, ya todo mundo sabía quien ganaba. Siempre ganaba la mas popular, la mas deseada por los chicos y en este caso, era Gothel. Todos lo sabían.
El grupo de alumnos se acercó al escenario principal. Se aspiraba la desesperación, la ansiedad. Un aroma que haría vomitar al de estomago mas duro.
Solo se escuchaban los jadeos nerviosos, las risas nerviosas, o los alaridos desesperados de chicas que morían por conocer a la ganadora. Solo era una persona que ganó con la mayoría de votos, no era una celebridad, no era un Dios, solo una persona común con bastantes admiradores. ¿Por qué tanta emoción? ¿Por qué tanto drama?
Elsa inspeccionó con la mirada a las candidatas. De pronto todas se encontraban sudadas y al borde del desmayo, aterrorizadas por no ganar una corona de plástico y un titulo que no te ayudaría en nada. Excepto una: Gothel.
Gothel se encontraba a la perfección, arreglando su cabello para recibir la corona, apartando mechones de su rostro y sonriendo radiante, arreglándose el brillo labial y retocándose el maquillaje. A Elsa se le estrujo el corazón y una gran ola de decepción la arraso entera. Al igual que la tristeza por sí misma. Ella nunca se vería así, nunca podría verse tan confiada de sí misma, nunca se vería tan radiante como Gothel, nunca sería ni un cuarto de perfecta como lo era ella. Entendía a la perfección porque Jack la había dejado, ¿quién era tan idiota como para no hacerlo? Ella era un cero a la izquierda comparada con la perfección de Gothel. Ella nunca estaría al nivel de Jack.
Sus ojos se cristalizaron rápidamente y decidió centrar su concentración en aquella boba coronación, por lo menos así evitaría sus pensamientos tan dolorosos.
—Se presentaron muchas candidatas, todas tan hermosas y merecedoras de la corona. Sin embargo, solo una a ganado la corona, elegida por ustedes alumnos. Al igual que el rey, al cual coronaremos primero.
—Y nuestro rey del baile es...— El director cortó, dándole mas tensión al ambiente. Casi se podían escuchar los tambores tocando esa melodía tan desesperantes, poniendo en punta los vellos del alumnado. —¡Jack Frost!
La multitud enloqueció. Las admiradoras de Jack gritaban como lunáticas, mientras sus amigos chocaban vasos él uno con él otro en forma de festejo. Las palmadas sobre la espalda y los hombros de Jack no se hicieron esperar, al igual que los abrazos de unas cuantas chicas y amigas suyas.
Jack estaba sorprendido, no recordaba haberse postulado. Ni siquiera había votado, esto era nuevo para él. Subió al escenario e inclinó la cabeza mientras el director le colocaba suavemente la corona sobre su cabellera blanca. El chico agradeció con un simple movimiento de cabeza hacía sus amigos, tampoco era la gran cosa para él, pero agradecía a quienes le habían dado su voto.
Elsa sonreía alegre, una sonrisa tímida, pero igualmente hermosa. Al menos Jack era un popular que valía la pena. Alguien que si merecía ganar la corona y no por superficial ni mujeriego. No, Jack había ganado por amigable y divertido, no por razones hipócritas.
—Muy bien, muy bien. Tranquilos, tranquilos.— Tranquilizaba el director. —Ahora es el momento de coronar a nuestra reina.—Chilló emocionado.
—¡Y nuestra reina es...— Volvió a detenerse en la mitad de la frase, provocando una tensión mas espesa que casi se podía respirar. Las candidatas contuvieron la respiración y por ende casi se desmallaron ante tan abrumador silencio. La adrenalina se olía y no era un olor exactamente agradable. —¡Elsa Arendelle!
La multitud chilló emocionada. Aplausos diversos provinieron de todos lugares, algunos pausados y confusos, otros emocionados y rápidos, mientras los últimos, tranquilos y orgullosos.
Elsa abrió los ojos sorprendida y por un momento creyó que se desmallaría ahí mismo. La sorpresa fue inmensa y la vergüenza aún peor. Palideció inmediatamente ante la mención de su nombre y no pudo desear otra cosa mas que la tierra se la tragara ahí mismo. Estaba en shock. ¡Ni siquiera estaba como candidata! ¡Nunca! ¡Nunca en su vida participaría en algo tan bizarro!
Pensó en aprovechar el despiste de todos y huir, pero antes de eso el reflector la encontró, alumbrándola completamente. La multitud le abrió paso, como en una película y Elsa no pudo hacer mas que incorporarse. Más no estaba dispuesta a subir a ese escenario.
Dos brazos muy conocidos la tomaron por los brazos y la llevaran a rastras hacía el escenario. Merida y Rapunzel no estaban dispuestas a que su amiga no aceptara la corona. La dejaron en los escalones y Elsa subió por si sola, aun en shock, aun extremadamente confundida y avergonzada.
Se acerco al director con paso nervioso y le susurro:
—Creó que es un error, yo no me he postulado.— Le comentó horrorizada.
El director le sonrió calidamente, comprendiendo la sorpresa de la chica.
—Escribieron tu nombre.— Le susurró, enseñándole una tarjeta de votación, donde claramente se leía "Elsa Arendelle" con una cruz marcando el voto.
Elsa cerró los ojos enfurecida y dirigió su vista a Jack, quien la miraba sonriente, igual de sorprendido, pero al mismo tiempo encantado. Apartó su vista con rapidez e inclinó su cabeza cediendo el paso a la bella corona que ahora se encontraba perfectamente en su cabeza.
—¡Vivan los reyes!— Gritó Eugene y la multitud no tardó en seguirlo, diciendo una y otra vez esas mismas palabras.
—Ahora, jóvenes, demos paso al vals de los reyes ¡En hora buena alumnos!
La multitud hizo estruendo una vez más y se alejaron de la pista, ofreciéndoles un lugar para bailar a Elsa y Jack.
Elsa se quedó nuevamente de piedra, negándose a aceptar lo que estaba sucediendo, era algo totalmente improbable. Quizás era un sueño. Se pellizcó la mejilla y su desilusión fue enorme al darse cuenta que todo seguía igual, aquello era realidad, aquello estaba pasando.
—¡Hey!— La llamó Jack con una sonrisa tímida en su rostro. —¿Bailas?
Elsa le prestó atención, mas no lo miró, no podía caer en los encantos de Jack otra vez. Él estaba con Gothel. Miró su mano extendida y una guerra se libró en su interior. ¿Bailar o no bailar con Jack?
Su corazón gritaba un estruendosos "si" con cada golpe en sus costillas. Mientras su cabeza susurra cada vez con mas intensidad un rotundo "no". ¿Qué hacer? ¿Qué elegir? ¿Su corazón o su mente?
Miró a Jack con firmeza y le sonrió tímidamente.
—No, Jack, mejor baila con Gothel.
Las palabras se atascaron en su garganta y sus ojos se cristalizaron.
Su corazón la había metido en aquel problema, nunca lo volvería escuchar. Ya no deseaba sufrir más por Jack. Ya no deseaba sentir ese amor tan intenso por él.
La multitud exclamó un chillido, mientras Elsa se daba media vuelta y corría por la pista hasta llegar a la salida. Dejando a todos con el alma en el suelo.
Y Jack, Jack estaba perplejo. La bruma lo inundo lentamente mientras las palabras de Elsa inertes en el dolor se repetían una y otra vez en su cabeza. Bajó el brazo, sintiéndose sumamente lastimado. No quería perder a Elsa. No otra vez. Ese mes sin Elsa no le había demostrado otra cosa mas que la quería para siempre a su lado. Y lucharía por ello. Tenía una oportunidad con ella y definitivamente no se perdería la oportunidad de explicarle todo justo ahora. Arreglar las cosas.
Y siguiendo la feroz voz de su corazón, corrió tras ella.
Elsa se encontraba sentada en unas bancas cercanas al local. Sintiéndose miserable, deprimida y avergonzada. ¡¿Por que le tenía que pasar esto a ella?! ¿Qué puso hacer para cometer tal condena? ¿Qué hizo para merecer tal burla?
Se limpió una lagrima que corría por su mejilla y miró la luna. Brillante como todas las noches, hermosa y grande.
—¿Por qué?— Susurró sollozando.
Todo era culpa de aquél que la había postulado ¿Quién pudo haberlo hecho?
—Mérida y Rapunzel no pudieron ser, saben cuánto odio esas cosas, de los chicos lo dudo, entonces... ¿Quién ha sido?— Razonó, limpiándose una lagrima más.
—He sido yo.— Susurró una voz a la lejanía.
Elsa saltó asustada y miró la figura que se encontraba tras ella.
—¿Tooth? ¿Qué haces tu aquí?
—Hola, Elsa.— La saludo Tooth tristemente. —¿Podemos hablar?
Elsa se levantó furiosa de su asiento y se acercó a la chica, de nombre Tooth.
—Tu y yo no tenemos nada de que hablar Tooth, déjame tranquila.
Elsa se dio media vuelta, disponiéndose a salir de ahí. La chica no le agradaba. Antes sí, ellas tenían historia, una historia que le costaba mucho asimilar a Elsa. Ahora cada vez que la veía o recordaba a la chica, solo sentía un profundo disgusto, un profundo dolor remoto a la traición.
Tooth se interpuso en su camino.
—Elsa, tienes que escucharme, por favor.
La platinada miro disgustada a la chica. Tooth tenía un extraño cabello castaño con mechones de diversos colores, al igual que unos ojos inusualmente morados. Era hermosa, se lo reconocía.
—No tengo porque Tooth, tu y yo no somos amigas desde hace un mes. No mereces mi atención, ni tienes ningún derecho a hablar conmigo. Déjame pasar ahora— Dijo seriamente Elsa.
—Solo escúchame, por favor. Las cosas no pasaron como crees.
—¡¿Que no pasaron como creo?!— Explotó Elsa. —¡Mis ojos no me mintieron Tooth! ¡Estabas tu ahí!, ¡Mi amiga!, ¡Mi mejor amiga! ¡Mi mejor amiga se estaba besando con mi novio! ¡¿Y ahora te atreves a decir que no paso así?!— Las lágrimas de Elsa comenzaron a caer rápidamente. —¡Eres una mentirosa! ¡Una traidora! Te consideraba mi hermana y... me hiciste esto. Eres solo una zorra Tooth.
Elsa se detuvo con las lagrimas aún cayendo por su rostro y miró el rostro pálido de su ex mejor amiga. Sentía su cuerpo pesado, cansado, ya no podía más con la carga emocional, ya no podía más con esos destructivos sentimientos, solo deseaba largarse de ahí, encerrarse en su habitación y no salir como ya lo había estado haciendo. Quería borrar caset, olvidar todo, pero siempre sería terriblemente doloroso.
—Bien... Quizás tengas razón Elsa, quizás si soy la zorra que tu dices. Pero yo no he venido aquí a defenderme ni a mejorar mi relación contigo otra ves, estoy aquí por Jack.
Elsa sonrió amargamente ante la mención de su nombre y una risa molesta broto de su garganta.
—Puedes quedarte con él si lo deseas, pero ahora esta con Gothel, así que te deseo suerte.
Elsa iba a retomar su camino, pero nuevamente fue detenida por Tooth.
—Por favor, Elsa, él no tiene la culpa de nada... Fui yo, yo te traicione, él te ama de verdad.
Un nudo se formo en la garganta de Elsa y como solía pasar siempre, un intolerante ardor quemo en su pecho, mientras comenzaba a temblar. Cerró los ojos con fuerza, negándose a soltar más lagrimas por una mentira.
—Yo los vi, Tooth, no intentes engañarme, no soy una estúpida. Jack te estaba besando, yo lo vi ¡Yo lo vi!— Sollozo Elsa, aferrándose a la ultima fuerza que le quedaba. El recuerdo aún le partía el alma.
—¡No te quedaste para ver lo que pasó Elsa! ¡Escúchame de una maldita vez!— Gritó Tooth.
Elsa la encaró finalmente. El alma se le cayo al suelo al ver a su vieja amiga llorando. En los años que llevaban de conocerse nunca había llorado. No lloro cuando su novio la abandono, no lloro cuando sus padres se divorciaron, mas sin embargo estaba llorando ahora.
El corazón de Elsa se hundió en su pecho, mientras se le conmovía el alma.
—2 minutos.— Susurró sentándose.
Se arrepentiría, lo sabía y se odiaba terriblemente por ser tan débil.
—Será menos que eso, lo prometo.— Le respondió Tooth, sonriendo, mientras se limpiaba lo restos de lágrimas.
Tooth tomó una respiración profunda, mientras comenzaba a relatar lo que en realidad había pasado.
—Elsa, mientras Jack y tu eran novios, yo me enamoré de un chico.
Elsa la miró con sorpresa. Hace un año Tooth le había prometido nunca enamorarse y hasta ahora pensó que esa promesa seguía intacta. Tooth era ese tipo de chica, no necesitaba a un hombre para ser feliz, los consideraba todos iguales. Había tenido novio, pero nunca había sido algo tan en serio. Nunca la había escuchado pronunciar la palabra "enamorar" ni nunca pensó hacerlo.
Tooth sonrió melancólicamente, con su vista directa en la luna.
—Él es un chico asombroso, me enamoré de él cuando comenzó a tratarme, al verme borracha en la calle. Tu recuerdas eso ¿no? Te negaste a ir a una fiesta conmigo y yo fui sola, me pase de copas y el me ayudo. No fue cruel, no se burlo, ni siquiera pensó en sobrepasarse conmigo, aunque estuviera fuera de mis sentidos. No... Él me llevó a su casa y me cuido, se portó como un caballero. Él día siguiente me lo encontré en la preparatoria, no sabía que iba conmigo y me entere que era el nerd. Lo juzgue Elsa, me aterrorizaba la idea de que alguien se enteraba de que lo frecuentaba y que comenzaba a sentir mas que una común atracción. Eso hubiese arruinado mi imagen. Y luego pasó todo: en un descuido Gothel nos encontró besándonos. Tu sabes cuanto siempre me a odiado. En un acto de desesperación le rogué que no lo mencionara a nadie, a cambio ella me pidió que besara a Jack. Lo acepte ¡Fui una estúpida y lo acepte! Pensé que nadie se enteraría ni mucho menos tu. Esa tarde lo bese en el local... Y llegaste tu. Gothel se las arreglo para que lo vieras, Elsa. Lo viste y saliste corriendo, media milésima después Jack me empujó y salió corriendo tras tuyo. Ni siquiera me devolvió el beso Elsa... El beso no duro ni un segundo. El día siguiente el rumor ya se había esparcido y el chico me abandono Elsa. ¡Todo fue culpa mía! Fui cobarde, fui ingenua, me deje embaucar por un estatus social y termine perdiéndolo todo... A él, a ti, las únicas dos personas que le daban sentido a mi fatídica vida.
Tooth se rompió en ese momento. Llorando por todo lo que había hecho culpándose de cada mínimo detalle.
Mientras Elsa, aún procesaba la información.
—¡No sabes cuan avergonzada me siento! ¡No sabes cuanto me reprocho cada maldito instante! Pero no tomaba valor, hasta que la culpa comenzó a carcomer cada parte de mi alma. ¡Lo lamento Elsa! ¡Por mi culpa tu has sufrido tanto!— Lloró mas fuerte la muchacha.
Unos minutos después Tooth se encontraba totalmente sorprendida entre los brazos de la platinada.
—No pasa nada Tooth, gracias por decirme todo.— Susurró Elsa, sobando la espalda de Tooth con cariño.
Aún estaba molesta, triste y sobretodo decepcionada. Pero valoraba la honestidad de Tooth y el profundo arrepentimiento que se sentía en cada frase que decía.
—¿Perdonaras a Jack?— Preguntó Tooth entre los brazos de Elsa, disfrutando de la calidez que abrazaba su corazón.
—No lo sé...— Susurró Elsa.
—¿Por qué no lo sabes? Elsa... él no tuvo nada que ver... él te quiere...
—Si me quiere tanto ¿Por qué vino con Gothel al baile? ¿Por qué no me buscó para explicarme las cosas?— Susurró Elsa, sintiendo como el dolor volvía a expandirse.
—Pero lo hice...
Una voz familiar se escuchó desde las sombras, detrás de las chicas.
La figura de Jack se hizo visible bajo la farola de luz. Se le veía agotado, algo cansado. Seguro por haber buscado a Elsa todo ese rato.
Elsa se separó de Tooth y se levantó de la banca. ¿Cuánto tiempo había estado él ahí?
—Te busque Elsa. Como por 5 días seguidos iba a buscarte a tu casa. Pero Anna nunca me permitió el acceso. En la escuela evitabas verme a toda costa, incluso habías cambiado tus horarios para que no coincidieran con los míos. Al final deje de buscarte, porque no quería seguirte causando dolor.— Jack se acercó a Elsa con cuidado, hasta tocar su mejilla con su mano derecha y acariciarla. —Pero Elsa, nunca se te ocurra pensar que no te quiero, no sabes cuanto sufrí el haberte perdido.
Jack enrolló su mano en la muñeca de Elsa y la jaló suavemente hasta que sus cuerpos se encontraron pegados, siendo únicamente separados por sus rostros cada vez mas cercanos.
Elsa no apartaba su mirada vidriosa de los ojos serenos de Jack, que solo le transmitían un sentimiento puro que le alegro el corazón: el amor.
—No quiero a otra persona a mi lado, Elsa. No quiero probar otros labios que no sean los tuyos, no quiero y simplemente no puedo. Solo te quiero a ti entre mis brazos. Quiero hacerte sonreír con cada chiste bobo, hacerte sonrojar con cada palabra bonita, quiero hacerte sentir segura con cada abrazo, quiero hacerte sentir especial y no por el echo de que estés conmigo Elsa, sino porque lo eres, porque eres tu. Sé que mereces a alguien mejor que yo y te prometo que daré cada parte de mi para hacerte sentir tan amada como mereces serlo. Te amo, si, te amo como eres, con tus miedos, con tus pasiones... con tus inseguridades. Yo mismo me encargaré de borrar cada mal recuerdo en tu mente, reemplazándolo por uno hermoso. Te voy a cuidar siempre, estés conmigo o no lo estés. Porque te amo y nunca vas a estar sola, porque tu felicidad vale más que la mía.
Las piernas de Elsa flaquearon, ante la intensidad de las palabras de Jack. y su labio comenzó a temblar, mientras las lagrimas surcaban su rostro.
—Oh, Jack. Lo lamento tanto. Si te hubiera escuchado nada de esto hubiera pasado— Chilló.
—Claro que no Elsa, nada de esto es tu culpa.— Susurró Jack, limpiando las lagrimas de Elsa con el pulgar.
Elsa sonrió tristemente y se acuno en las suaves caricias que Jack le brindaba.
Volteó discretamente hacia la banca y la encontró vacía. Tooth se había ido.
Sonrió un poco nuevamente. Su amiga había respetado su intimidad y se lo agradecía enormemente. Si, "su amiga" Y aunque las cosas nunca volverían a ser las de antes, el cariño que aún le tenía permanecía.
—Jack.—Llamó al chico, quien permanecía extraviado en la belleza de Elsa.
—¿Si?— Preguntó sonriendo.
—Bésame.— Susurró ella tímidamente. Ganándose una mirada sorprendida por parte de él. Mas no replicó.
Jack pasó su vista a los labios de Elsa. Se acercó lentamente, disfrutando del nerviosismo de ella. La abrazo por la cintura y finalmente acorto la distancia que los separaba.
Sus labios se encontraron, uniéndose en una danza extraordinaria, en total sincronía. El beso pareció sacado de un cuento de hadas: dulce, tímido, pero desesperado. No, no desesperado como de esos en los que se intentan comer el uno al otro, sino más bien como la necesidad de estar juntos, demostrándose lo mucho que se hicieron falta el uno al otro. Un beso inocente, como el primero que se habían dado, disfrutando de las sensaciones que el otro le provocaba, disfrutando de la sensación que llenaba el corazón. Un beso mágico. Un beso de reconciliación.
Se separaron cuando el aire ya les había hecho falta. Sus labios se encontraban rojos e hinchados, sus respiraciones eran pesadas y sus corazones estaban mas que agitados. Más no se despegaron el uno del otro. Elsa se abrazó mas a Jack, pasando sus brazos sobre los hombros del chico y Jack atrajó con fuerza a la chica, quedando entrelazados. Comenzaron a balancearse de un lado al otro, siguiendo la melodía imaginaria que inundaba sus cabezas.
—Te amo, Jack.
—Y yo a ti, Elsa.
Se besaron nuevamente, un beso largo y profundo. Que quedaría marcado en la historia. Su historia.
La noche siguió su curso. Después de una larga sesión de besos y caricias a la luz de la luna, Elsa y Jack decidieron volver al baile. Sus amigos los recibieron con abrazos y felicitaciones al saber que habían regresado. La felicidad iluminó sus corazones y la bruma de cada uno se esfumo. La noche fue larga, única. Llena de risas, juegos, bailes y diversión. Sin más preocupaciones, sin más problemas.
"La mejor mejor noche" Así la habían descrito sus amigos a la hora de irse.
Pasaron semanas. Hasta que llegó el día de las despedidas: Jack e Hiccup tendrían que irse del país. Ya que la Universidad DreamWorks no se encontraba del todo cerca.
—¡Los extrañaré par de idiotas!— Dramatizó Eugene abrazando a Jack e Hiccup.
—Y nosotros a ti, Eugene— Respondió Hiccup casi asfixiado por su amigo.
Eugene soltó a ambos y estos tomaron una gran bocanada de aire, intentando recuperar el aliento.
—Hasta luego, hermano.— Se despidió Jack, abrazando con más delicadeza a Eugene, mientras le daba suaves palmadas en la espalda. Se dieron el puño y se sonrieron mutuamente.
Jack se apartó de Eugene y se acercó a Rapunzel y Mérida.
—Trata de que no te expulsen la primera semana, Jack.— Repusó Merida, sonriendo le con cariño.
—Trata de aprobar Merida.— Le contestó Jack con una sonrisa divertida.
Merida bufó y le sacó la lengua juguetonamente. Se abrazaron en un segundo, demostrándose el cariño que sentían el uno por el otro. Eran como hermanos, mejores amigos y quizás siempre lo serían.
—Te quiero Jack, hasta pronto.
—Yo igual Merida, te prometo que volveré y nos divertiremos como nunca en las fiestas.
Merida rió y se separo de Jack mientras se limpiaba una lágrima.
—Lo esperaré con ansias.
Ambos sonrieron tiernamente, hasta que Merida vio a Hiccup acercarse a ellos y fue corriendo a su lado, abrazándolo con amor.
Jack miró a Rapunzel y la abrazó.
—Trata de no ser tan dura con Eugene, Punzie.
—Tu trata de no divertirte tanto sin nosotros, Jack.
—Estoy seguro que eso no podría pasar.
Se separaron y Rapunzel coloco su mano en el hombro de Jack.
—Cuidate Jack, te deseo mucha suerte.
—Tu igual Punzie.
—Hasta pronto.— Se dijeron al unisono.
Jack le sonrió y se alejó de ella, buscando a su chica.
La encontró platicando con su mamá y su hermana y se acercó a ellas.
Tanto Rapunzel, como Merida, Eugene y Elsa, asistirían a la Universidad Disney, que se encontraba también en otro lugar, pero no tan lejos como la universidad a la que ellos asistirían.
Tomó a Elsa de la cintura y le dio un beso en la mejilla.
—Esperó no estar interrumpiendo nada.— Le susurró el chico a una nerviosa Elsa.
Elsa estaba sonrojada terriblemente, aún no se acostumbraba a las muestras de afecto que Jack le daba en público, aunque realmente le encantaban.
—N-no, para nada Jack. D-de hecho te estaba esperando.— Tartamudeó Elsa.
Emma y la mamá de Jack sonrieron enternecidas.
—Emma, mamá ¿no les gustaría ir a saludar a la mamá de Hiccup?— Preguntó Jack, jugando con la trenza de Elsa, disfrutando del nerviosismo que de ésta emanaba.
—¿Ehh?—Preguntó una confusa Emma. Hasta que comprendió lo que Jack en realidad estaba diciendo. —Ahh, si, tienes razón, vamos mamá.— Emma le guiño un ojo a Jack y éste se lo devolvió.
Las mujeres Frost se alejaron de ambos jóvenes. cumpliendo con el pedido de Jack de dejarlos solos.
Jack, se posicionó frente a Elsa, mientras ella miraba sus manos como si fueran lo mas interesante del mundo. Aún estaba ligeramente sonrojada y eso le avergonzaba.
Jack levanto su mentón, mirando a Elsa directamente a los ojos.
—Te ves hermosa sonrojada.— Le susurró rozando sus labios con los de ella.
El rostro de Elsa se encendió como un tomate y se tapo el rostro con ambas manos.
—¡Basta! No hagas eso.— Lo regaño juguetonamente mientras Jack se partía de la risa.
Jack en un acto ágil la tomó de la cintura atraiéndola hacía él, rozando sus narices.
—¿Por qué no, snowflake?
El aliento de Jack le rozaba el rostro, un olor a menta y a vainilla realmente encantador.
—¿Ya tienes todo listo?— Preguntó Elsa, un tanto aturdida, desviándose del tema.
Jack asintió mientras se alejaba un poco de ella.
Una mirada triste se apodero de las facciones de Elsa, pero al caer en cuenta de ello, sonrió radiante, como si nada hubiera pasado, pero Jack lo notó. Obviamente ambos se encontraban perdidamente tristes por el simple hecho de que se alejarían demasiado el uno del otro, pasarían meses ante de poder volver a verse y tenían miedo. ¿Qué podría pasar?
Jack acaricio la mejilla de Elsa y se acercó a ella para plantarle un beso, transmitiéndole un poco de seguridad. Un beso lento y suave, capaz de decirle que la esperaría sin importar el tiempo que llegara a pasar. Y eso quería que ella pudiera ver.
Unió su frente con la de ella, disfrutando de su respiración agitada y sus mejillas levemente rosadas.
—Escúchame, Elsa.— Pidió con su voz ronca. —Puede que tengas miedo, ambos tenemos miedo. Ninguno de los dos tenemos la capacidad de saber que va pasar a partir de ahora, pero sé que aunque estés lejos de mi, siempre estarás muy dentro de mi corazón. Y lo digo en serio, Elsa, no es solo para hacerte sentir mas tranquila, no es un engaño barato para ganarme más tu confianza, no, nunca sería algo como eso. Te amo, eres lo más importante para mi, te recordare cada mañana y te soñare despierto en cada castigo o momento de aburrimiento, siempre estarás en mi mente, snowflake. La distancia no va ser un obstáculo, no lo permitiré.
Beso la frente de Elsa con cariño, propinándole una ternura casi ilegal.
Aún no lograba entender como es que Jack podía amarla tanto a ella. Pero se lo agradecía, se lo agradecía como no tenía idea y lo amaba, lo amaba tanto que a veces lo creía irreal. Lo miró a los ojos y posiciono sus brazos alrededor de su cuello, lo atrajo hacía ella y unió sus labios en un beso. Amaba esa sensación de vértigo que solo él le provocaba con el simple roce de sus labios, como si estuviese en una montaña rusa, llena de vueltas y bajadas vertiginosas. Era toda una aventura.
Él ya le había hecho saber cuanto la amaba, cuanto confiaba en ella. Ahora era su turno.
—Te amo, Jack. Sabes que no soy nada buena con las palabras, pero por ti siempre practicaría en las tardes, en las mañanas, en las noches ¡Todo el tiempo! solo por ti. Solo para transmitirte todo lo que tu me transmites, para provocarte la felicidad que tu me provocas. Para hacerte sentir tan especial como yo me siento cuando estoy contigo... Te amo Jack, ahora mañana y siempre. Confió en ti Jack, más de lo que pueda llegar a expresar. Soy tuya, aunque sea una afirmación fuerte, sé que es la correcta. Sé que eres el correcto.
Ambos sabían que las palabras que habían empleado eran muy fuertes para su corta edad, sin embargo, también sabían que no había palabras mejores para describir lo que sentían el uno por el otro. Eran las correctas, ellos eran los correctos, ambos lo sentían así.
Se besaron fugazmente, con necesidad, con hambre, con dulzura, con todo. El beso sabia a despedida, aunque no fuese del todo, a eso sabia, porque se extrañarían demasiado aunque solamente pasaran horas. Era exagerado, pero cierto.
Se separaron y se miraron mutuamente, azul con azul se encontraron, una combinación tan mágica, tan fugaz.
—Oigan, lamento interrumpir... pero Jack... en 20 minutos sale el avión.— Comentó un incomodo Hiccup.
Elsa volvió a sonrojarse, mientras Jack sonreía enternecido con esa escena de ella mostrándose tan adorable.
—Enseguida voy Hiccup.— Dijo Jack mirando divertido a su mejor amigo.
Hiccup se alejo hacía su familia y los atrapó en un gran abrazo.
—Ya es hora.— Le susurró Jack a Elsa.
Ésta asintió y ambos se alejaron hacía ellos aún abrazados.
—Hasta pronto mamá, te amo, cuídate mucho y no salgas con idiotas, por favor.— Le susurró Jack a su madre mientras besaba su frente. Su despedida era breve ya que ellos se habían despedido antes de que todos llegaran y lo mismo había ocurrido con Emma.
—Tu cuídate mi niño, no sabes lo orgullosa que estoy.— Le respondió su madre, apretándole la mejillas como si aún tuviera 5 años.
Jack rodó los ojos y abrazo a su madre fuertemente antes de hacer lo mismo con su hermana.
—Cuida a mamá Emma y no quiero novio hasta los 30.— Dijo Jack divirtiéndose con la expresión de su hermana. Pero Emma fue mas rápida y se arrojo a sus brazos, tomándolo desprevenido.
—Cuídate tonto, te voy a extrañar.
—Y yo a ti Emma.
Finalmente las despedidas terminaron, para dar paso al hasta pronto definitivo.
Jack e Hiccup se subieron al auto de Jack y se fueron hacía el aeropuerto, dejando a sus novias atrás.
"Te amo" pensaron Elsa y Jack al mismo tiempo, al verse a los ojos antes de perderse de vista.
Confiaban el uno en el otro, sabían que se iban a querer aunque uno estuviera a la otra esquina del mundo, porque la distancia no cambiaba los sentimientos si uno no lo deseaba. Lucharían, no sé olvidarían, se serían fieles, porque el verdadero amor no se traicionaba, y si, sabían que era verdadero amor, lo supieron desde aquella noche de graduación. La mejor noche para ambos.
En ese día de despedida las cosas no cambiaban. la historia no terminaba. No necesitaban estar juntos para amarse, solo formar parte de la vida del otro, porque eso es el amor.
Fin.
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