1.один
25 años atrás, Moscú, Rusia.
Acercó sus pequeños dedos arriba y debajo de sus ojos para luego mover los párpados suavemente y ver si de esa manera estos podían aumentar su tamaño y quedarse así para siempre. Bufó cuando después de unos minutos aquel ejercicio resultó inútil, sus ojos se veían igualmente rasgados. Necesitaba ayuda ¡La necesitaba ahora!
Caminó rápidamente hacia la oficina que tenía su padre, no le importaba tener que recorrer la mansión completa en busca de él, pero necesitaba un consejo o cualquier palabra que calmara a su corazoncito.
Al abrir la puerta de la oficina no encontró a nadie ¿Es que acaso estaba en otra parte?
—¡Señorito Stepanov! —se volteó asustado, sin embargo, sabía que estaba en buenas manos y no sería reprendido de manera tan dura. Era Ekaterina, su niñera favorita— no debería estar merodeando estos lugares, sabe que la oficina es una zona prohibida sin la presencia de su padre ¿Qué es lo que sucede?
Llevó las manos tras su espalda arrepentido. Viktor Stepanov, su padre, había sido muy enfático en decir desde que tenía uso de razón, que había lugares a los cuales él como pequeño no podía entrar sin la presencia de un adulto, pero, había una habitación prohibida y era la oficina ¿Qué sucedía si arruinaba documentos laborales?
—Quería ver a mi papito —balbuceó— es que... es que...
Ekaterina se agachó frente a él y sostuvo su rostro con ambas manos, aquellos enormes ojos azules eran envidiables, era como un hada mágica de cabello ondulado y rubio, su tacto, su disposición absoluta, su dulzura e inteligencia innata, eran atributos que la habían hecho la adecuada para formar parte del selecto staff que trabajaba con la familia Stepanov, a pesar de tener solo 16 años.
—Su padre se ha ido a trabajar, señorito Stepanov, y nos ha encomendado acompañarlo a su primer día de clases ¿Es eso lo que le preocupa?
Negó lentamente. Tanto tiempo sucediendo lo mismo y aún no se acostumbraba al hecho de que prácticamente no compartía con su padre.
—Es que... señorita Ekaterina, mire mis ojos —parecían más rasgados cuando hacía fuerza para evitar llorar— no son como los suyos, ni los de mi papá ni nadie de este lugar, los odio, no puedo ir a mi primer día de clases así ¡Seré el hazme reír de todos! —balbuceaba— me comí todas mis verduras, pero aun así no cambian ni su forma ni su color... yo los odio ¡Los odio mucho!
¿Era normal para un niño de 5 años y meses, hablar de esa manera?
La muchacha secó cada una de sus lágrimas y lo abrazó para contenerlo y susurrarle una historia. Debía explicarle que cada ser humano era distinto, que existían formas y colores, así como razas. Sus bellos ojos los había heredado de su madre, una preciosa mujer coreana a la que Viktor Stepanov había amado intensamente.
—Desde que tengo uso de razón es que he compartido con los Stepanov, mi madre ha trabajado por años aquí y dado por eso, es que este año me encomendaron ser su niñera... la cosa es que —le sonrió con ternura— recuerdo merodear por la cocina a escondidas cuando niña y ¿Sabe lo que escuché esa vez? Escuché a la señora Stepanov tararear... recuerdo que estuve tan curiosa que asomé mi rostro y vi una escena digna de un cuento de princesas... vi a su madre bailando lentamente en los brazos de su padre mientras este le decía que la amaba... tales palabras la hicieron reír provocando que sus ojos se rasgaran más —sonrió con tristeza en los ojos— el señor Stepanov contuvo el aliento y le dijo que eran los ojos más bellos que había visto...
—¿De verdad sucedió eso? —el tinte de esperanza en su voz fue tanta que Ekaterina asintió rápidamente.
—Lo fue, señorito Stepanov, usted heredó ojos hermosos... ojos que enamoraron a sus padres, así que no tenga miedo de lo que pueda suceder hoy en el colegio... se divertirá, jugará y comerá, siempre teniendo en mente la historia que le he contado.
Y como si le hubieran dado un enorme tesoro, el niño la abrazó por el cuello repitiendo una y otra vez que estaba agradecido. A su edad no le iba a explicar que los rasgos asiáticos podían predominar sobre otros, pero mientras entendiera que no debía sentir vergüenza, bastaba.
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Peinado, con un uniforme escolar planchado rigurosamente y una apariencia pulcra envidiable a los ojos de un adulto, el muchachito caminaba hacia el centro del salón donde la maestra los hacía presentarse frente a sus compañeros.
Escuchó susurros alrededor suyo, pero decidió hacer caso omiso, hoy era un día especial, a sus 5 años y medio iniciaba el kínder, su primer día de escuela, aquel añorado encuentro con niños de su misma edad y con los cuales podía jugar. Le había insistido tanto a su padre sobre no tener clases en casa, que no podía ser arruinado con cosas banales.
Sin llantos ni mocos de por medio, él no había sido como los otros.
Respiró profundamente.
—Mi nombre es Youngho Viktorovich Stepanov —dijo con orgullo.
De pronto un niño se paró y lo apuntó horrorizado.
—¡Miren! ¡Sus ojos son pequeños!
Hizo el gesto de burla tratando de imitar sus rasgos, algunos se rieron, otros solo observaban confundidos la situación, y él, Youngho, tragó saliva apretando las manos hasta formarlas puños.
La profesora quiso aclarar la situación, pero el niño fue más rápido.
—No es culpa mía que a ti te hayan hecho pis en la cabeza —sacó la lengua escuchando con satisfacción como su compañero había empezado a llorar tocando su cabello rubio.
Cuando la clase había finalizado, para sorpresa suya no lo estaba esperando alguna de las niñeras o trabajadores de la mansión al lado de la limusina con la puerta abierta ¡Su padre había llegado!
Lo primero que hizo fue lanzarse a sus brazos y murmurarle entre lágrimas que se habían burlado de sus ojitos, una conversación inocente, pero que fue captada por los padres del culpable cuando Youngho lo apuntó.
¿Creyó que los adultos actuarían de la misma manera que su hijo? Había estado equivocado.
En ese entonces fue muy pequeño para darse cuenta de la situación en sí, pero aquellos padres perdieron el color del rostro cuando se enteraron que su hijo se había mofado de nada más ni menos que el único hijo de Viktor Stepanov.
Este no era un colegio común, era un colegio privado de los mayores elitistas de la capital y el país, sin embargo, aunque gente de buen porvenir enviaba a sus hijos aquí, no era común ver en persona al conocido hombre que tenía control sobre las grandes industrias ¡Era parte de las familias más ricas de Rusia!
Pedir perdón de forma repetitiva y reprender a su hijo frente al señor Stepanov, creó un sinfín de preguntas en la cabeza del pequeño, dudas que se aclararon con el paso del tiempo, pues esa vez había sido la primera de muchas en la que aprendió una cosa: su apellido podía pisotear a cualquier persona.
4 años y medio más tarde, Youngho abrió lentamente los ojos y lo primero que vio frente a ellos fue el fuego cadencioso de una vela sobre una torta. Inmediatamente se sentó sobre la cama para mirar a las personas que lo rodeaban, instantáneamente la sonrisa se dibujó en su rostro mientras juntaba las manos y mordía sus labios de fascinación.
"S niom rozhdinya! (¡Feliz cumpleaños!)", dijeron al unísono entre aplausos y sonrisas, todo el staff de personas que trabajaba para la mansión Stepanov.
El niño ignoró ese dolor de decepción en su corazón cuando no vio la figura de su padre para decirle "feliz cumpleaños", pero, decidió concentrarse en pedir los 3 deseos. Acabado eso sopló la vela y esperó que los demás prepararan la pequeña mesa que tenía frente a la chimenea de su habitación.
—Espero disfrute de su desayuno, señor Stepanov ¿Qué es lo que desea para almorzar? —dijo uno de ellos.
—Todo me gusta, pero... ¿Puedo pedir carne y papas fritas?
Sonrieron.
—Lo que usted ordene, por favor disfrute su comida y... feliz cumpleaños nuevamente.
Una vez estando solo, Youngho miró toda la mesa atiborrada en comida y pastelillos, junto a la compañía de una cálida chimenea, podía decir que el día de su cumpleaños ya había empezado maravilloso.
¿Habría nevado? Inquieto, sosteniendo una galleta, se paró hacia uno de las grandes ventanas para observar el exterior y suspirar encantado, no había año, de los que llevaba vivo, que la ciudad no se pintara de blanco un 9 de febrero dando la imagen del típico invierno ruso.
Sus ojos viajaban en todos los rincones del enorme sitio en el que la mansión estaba situada, todos aquellos árboles cargados, todo ese césped dispuesto a ser utilizado como un campo para una batalla épica de bolas de nieve en la tarde, cuando llegaran sus amigos en su fiesta de cumpleaños.
Apoyó la frente en el vidrio y suspiró, allá más abajo donde podía apreciarse el resto de la ciudad, las personas hacían su día a día, los niños iban a la escuela mientras que él estaba aquí disfrutando los privilegios de ser cumpleañero.
—No se cumplen 10 todos los días.
Quiso voltear para empezar su desayuno, pero la figura de alguien avanzando sobre el césped captó su atención. Frunció el ceño sin quitarle la vista ¿Era posible que llegara una visita? ¿Por qué parecía tan fuera de este mundo? ¿Los guardias lo habían visto?
Una figura envuelta en una enorme capa blanca que cubría su rostro por completo, una figura que se detuvo observando hacia la mansión, como un príncipe de la nieve o algo por el estilo.
Jadeó y se tiró al suelo pensando que había sido descubierto espiándolo, pero cuando se asomó lentamente para ver si la figura seguía allí, no había nada. ¿Quién demonios se vestía todo de blanco como un personaje tan particular?
Rápidamente tragó todo lo que pudo de la mesa, luego corrió hacia uno de los tantos muebles que tenía para colocarse ropa, un abrigo, botas para la nieve, bajar por una de las escaleras y correr hacia la entrada principal para ver si su mente no le estaba jugando una mala pasada. En serio ¡¿Qué había sido eso?!
Asomó el rostro dejando que el frío golpeara sus mejillas y las pusiera irritadas, no le importaba la tormenta de nieve, el solo quería comprobar cosas.
Después de cerciorarse de que nadie lo estaba vigilando en la mansión, avanzó por el camino de piedras que surcaba el manto blanco de la nieve sobre el césped, desviando la mirada hacia un lado, luego hacia el otro, sintiéndose ridículo por creer que había algo sobrenatural.
—Los hombres de 10 años no pensamos esas cosas —masculló.
—Eres un niño, Youngho Viktorovich...
La cálida voz de un hombre fue emanada desde su espalda.
Mierda.
Se volteó rápidamente dispuesto a pelear, pero, la sorpresa fue mayor cuando vio a ese hombre alto sostener los bordes de la capa para despejar solo un poco su rostro y revelar los rasgos que poseía. Sus ojos... eran rasgados. Sus manos estaban envueltas en guantes blancos, como los pantalones, las botas, el abrigo e incluso su cabello.
—No voy a hacerte daño, solo estoy aquí para entregarte un regalo valioso ¿Acaso no es tu cumpleaños? —la barbilla temblando del niño dejaba en claro que estaba asustado— ¿Qué es lo que sucede?
—Qu... ¿Quién es us... usted?
Sonrió, estiró la mano y su frente para que pudiera entender que nada sucedería, por ahora.
—Puedes pensar que soy un hada de las nieves, o algo así... pero, he decidido conferirte un regalo, porque... estás solo, muy solo.
Youngho frunció el ceño y negó tajantemente ¿A dónde había ido su miedo?
—No es cierto, nunca estoy solo, siempre tengo gente que me consiente, tengo todo lo que quiero cuando quiero.
—¿Y tu padre se ha acercado a ti para saludarte hoy? —el niño iba a rebatirle algo, pero se quedó callado observando el vacío, el dolor de garganta era el nudo que se formaba, un nudo que se formaba porque se pondría a llorar— ¿Estás seguro que tienes amigos de verdad y no se acercan a ti o temen de ti solo por ser un Stepanov?
—¡Pero tengo mucho dinero! —balbuceó con los ojos húmedos.
—El dinero no puede comprar una relación... —se agachó frente a él sujetándolo de los hombros para que lo mirara fijamente a la cara.
—Déjame en paz... no sé quién eres, déjame en paz ¡Déjame en paz!
Trató de salir corriendo y sí, lo había logrado, quería llegar a su habitación y patearlo todo, él tenía muchas personas con las que hablar, muchas personas lo querían, de eso estaba seguro, era el más popular de la escuela, no había forma de que fuera mentira. ¿Cierto?
Pero aquella "entidad" lo sujetó de la muñeca antes de que Youngho tocara la puerta principal y... y se sintió como si estuviese en una burbuja que solo los envolvía a ambos, una burbuja donde ningún sentimiento negativo tenía cabida, donde no entraba el ruido exterior o el frío de la tormenta de nieve.
Quería gritar, pero la voz no salía de su garganta, aquel hombre de ojos rasgados colocó una mano dentro de sus bolsillos y luego extendió un pequeño paquete de regalo.
—No sabes quién soy yo, pero... yo sé quién eres y lo que realmente necesitas... esto —tocó el regalo que Youngho observaba con la boca abierta— es el inicio de lo que se convertirá en lo único real de tu vida, solo mantén tu mente muy abierta, porque... hay alguien que también te necesita en otro lugar—sonrió con dulzura— feliz cumpleaños.
Quiso preguntarle su nombre y otras cosas, pero como si hubiera leído sus intenciones, aquel "hada de la nieve", tocó su frente y...
Despertó abruptamente acurrucado al lado de la chimenea, con la mitad de su desayuno a medio servir y un dolor en la frente como si se hubiera golpeado contra algo.
Recordando el sueño anterior, Youngho se levantó lentamente hacia una de las ventanas, para observar el paisaje y darse cuenta que todo estaba en orden, ni una sola presencia de aquel hombre vestido de blanco, nada de nada, como si todo se hubiera tratado de un sueño vívido.
Confundido arrastró los pies hacia la cama donde encontró aquel paquete de regalo sobre la almohada, no era de sus sirvientes ¡Era el del hombre de sus sueños! Esperen... no ¡No podía ser un sueño! ¡Eso había sido verdad!
—¿Todo bien señor Stepanov? —Ekaterina asomó su rostro confundida, no solía verla mucho, no desde que era estudiante universitaria— escuché un grito y...
—Da, todo bien... solo, solo, creo que me... me voy a acostar un momento disfrutando del calor, rogaría no entren a mi habitación ¿Sí?
No esperó que le respondiera, solo cerró la puerta tras su espalda y giró la llave para mantenerla con seguridad.
Podía sentir su corazón latiendo tan rápido que dudaba de la capacidad de su cuerpo para mantenerlo por más tiempo, esto se sentía como algo prohibido ¿No? Su padre siempre le decía que debía tener miedo de los extraños, nunca confiar en alguien. Si él se llegara a enterar sobre lo que estaba pasando, entonces se metería en graves problemas y no, no quería quebrar los pocos momentos en los que compartía con su padre... esperen ¿Lo hacía?
Meneó la cabeza y se sentó frente a la chimenea mientras afuera la nieve caía con intensidad, podía escuchar el viento pulular contra las ventanas y la madera en el fuego crepitar.
Con sus manitos temblando fue rasgando el regalo, algo, muy, delgado.
Inclinó la cabeza confundido cuando vio que el contenido no era nada más ni nada menos que una hoja de papel sin nada escrito y una pluma de ave con hebras de color blanco.
Esto... era una broma ¿No?
—Llamaré a los guardias de seguridad, que atrapen a ese hombre... ¡No soy un niño bobo!
—arrugó el papel formándolo en una bola y lanzándolo contra el fuego, esperando que se quemara— no puedo creer que estuve hablando con un charlatán disfrazado de... —cuando iba camino hacia la puerta de su enorme habitación, sintió un golpe en su nuca— ¡Oye!
Llevó las manos a su boca antes de cometer una locura y vociferar improperios, pero la impresión era enorme ¡La hoja estaba lisa en el suelo y sin un rasgo de haber sido quemada!
Con cuidado se agachó y la tocó con la punta de sus deditos, no tenía vida, solo... estaba allí.
Con recelo observó la pluma y rogando que tuviera algún poder mágico, empezó a escribir sobre la hoja de papel.
"Доброе утро" (Buenos días).
Pero las letras desaparecieron lentamente como si se escondieran. ¿La tinta de la pluma mágica se absorbió así sin más? Incrédulo volteó la hoja viendo que estaba en orden, limpia y seca.
Al voltear la hoja por el lado donde había escrito, vio un mensaje.
"Wat kind of wheird leters are tose? Wat is this? Helo?". (¿Qué tipo de letras raras son esas? ¿Qué es esto? ¿Hola?).
Por la mala caligrafía y ortografía, Youngho podía deducir al menos tres cosas: 1) la "persona" que estaba del otro lado carecía de educación, 2) podía tratarse de un niño, 3) no hablaba ruso, hablaba inglés, por lo tanto, debía adaptarse y no, no era problema en absoluto, puesto que a sus cortos 10 años, el niño manejaba a la perfección tres idiomas: ruso, coreano e inglés, incluyendo el hecho de que todos los días practicaba un poco del chino y el español.
"I don't understand what all this is about either, I'm scared. Can you read me?". (Tampoco entiendo de que trata todo esto, tengo miedo. ¿Puedes leerme?).
Mordió sus labios cuando veía como las letras volvían a desaparecer en un acto mágico, por decirlo de alguna manera, sus dedos se retorcían dentro de los calcetines. Necesitaba atesorar este momento, incluso si volvía a despertarse y se daba cuenta que todo había sido un sueño.
Allí estaba, después de unos segundos, otro mensaje sobre la hoja.
"I can read you, this ... Wo are yu? Wat is your naime? This lookks like magik!". (Puedo leerte, esto... ¿Quién eres? ¿Cuál es tu nombre? ¡Esto luce como magia!).
En serio que tenía motivos para burlarse de su ortografía, pero estaba tan emocionado que lo estaba pasando a segundo plano.
Con su mano escribió en la caligrafía perfecta que tenía, pensando muy bien cada palabra para no arruinar el momento, recordando las palabras que el hombre de la nieve le había dicho. "¿Estás seguro que tienes amigos de verdad y no se acercan a ti o temen de ti por ser un Stepanov?".
"It's magic, indeed... today is my birthday! I'm 10 years old, my name is Mister Snow :D, what about you?". (Es magia, en efecto... hoy es mi cumpleaños! Tengo 10 años, mi nombre es Mister Snow ¿Qué hay de ti?).
Probablemente decir su edad no había sido bueno, porque cuando las letras desaparecieron, los minutos avanzaban y no había respuesta de vuelta ¿Había dicho algo malo? ¿Esto no era parte del regalo?
Se acostó en el suelo boca abajo aún vestido con su pijama, observando de cerca cada milímetro del papel, rogando bajito que la conversación fluyera.
—Por favor... por favor.
Sus pestañeas empezaron a pesar. Estuvo al borde de quedarse dormido con el cálido ambiente que le daba la chimenea, cuando las letras empezaron a aparecer de vuelta en esa caligrafía tan singular.
Ahora lo entendía todo.
Y no pudo hacer otra cosa que sonreír, porque estaba claro que sí, era un niño y que también parecía querer proteger su identidad.
"Sory for my handwraiting, I am lerning to write beter, I am only 7 years old ... Hapy byrthdai! :D ... well, you can cal me Spiderman". (Lo siento por mi letra, estoy aprendiendo a escribir mejor, solo tengo 7 años. ¡Feliz cumpleaños!, bueno... tú puedes decirme Spiderman).
Miércoles 2 de junio de 2021, San Petersburgo, Rusia. 20 años después.
Se agachó con cuidado para atarse los cordones de los zapatos de cuero que llevaba puestos, color negro como el resto del impecable traje que vestía. Luego de aquello se irguió completamente y observó su reflejo en el espejo de al frente, buscando detalles que bosrrar, detalles que levantaran sospechas en los ojos de los otros.
Movió los labios disgustado, a pesar de llevar un esmoquin de alta costura y el cabello peinado hacia atrás, se sentía como si nadie lo fuera a respetar ¿Es que acaso no parecía un hombre de 27 años?
Tocó su barbilla afeitada, quizás si dejaba crecer algo de pelo... tan solo quizás dejaría de parecer un adolescente.
Meneó la cabeza, disgustado con su poca autoestima y frunció el ceño para luego hablarse a sí mismo en un día tan importante como hoy.
—Eres Mark Lee, el agente policial mejor calificado de su generación... —sus ojos brillaron— estás en una misión internacional, Corea y otros países dependen de ti.
El golpe de la puerta lo hizo girar lentamente hacia su espalda, mas luego relajó sus hombros cuando vio a su mejor amigo entrar vestido elegantemente como él.
—¿Cómo crees que me veo? —giró lentamente sobre sí mismo— ¿Luzco bien?
Osaki Shotaro, 25 años, el otro "topo" mejor calificado del cuerpo policial coreano, alguien a quienes los nacionalistas japoneses odiarían por prestar servicios a otra nación, alguien cuya habilidad en las artes marciales lo habían llevado a ganarse el sobre nombre de "Fantasma" ¿Cómo un ser humano podía moverse tan rápido?
—Luces como un niño que se ha vestido con la ropa de su padre...
—Puedo usar eso a mi favor —levantó los hombros— algunas personas se sienten atraídas por mis ojos y mi forma de sonreír.
No podía negarlo, Shotaro atraía a todo tipo de personas, algo que podía ser usado como un don y una maldición, algunos hombres y mujeres lo querrían cerca para tener cualquier tipo de contacto físico mientras que otras personas lo mirarían sin darle crédito por cualquier cosa que hiciera bien.
Luego de sostener las credenciales que el gobierno coreano les había otorgado para esto, salieron de la suite para dirigirse al elevador y llegar al primer piso donde la limusina los estaba esperando.
Durante el camino, Mark repasó en su cabeza por enésima vez, todos los detalles en los que había trabado por meses, todos los días y noches en los que estuvo en estancias secretas del gobierno planeando con altos mandos de la nación, lo que podía ser la obtención de información más valiosa en años, una oportunidad que se había ganado dado que gracias a él cayó una red de trata de personas en Corea del sur a la que se le había seguido el rastro por mucho tiempo.
Y es que esto no era fácil, ser topo (agente encubierto) requería de grandes habilidades físicas, mentales e interpretativas.
—Mientras estemos con los rusos necesitamos hablar en coreano, minimizar los riesgos.
—Solo te recuerdo una cosa, hyung —decía Shotaro— uno de nuestros blancos lo entendería todo.
Tragó saliva y asintió.
¿Cómo podía olvidar que el gran objetivo de esta misión era mitad coreano?
El gobierno de Corea y otras naciones asiáticas estaban tras los pasos de ese hombre, acusado de liderar una peligrosa red de tráfico de drogas, armas, incluso de órganos y personas, un hombre tan poderoso al que se le acusaba de secuestrar al hijo menor del gran magnate Jung para obtener el 50% de las acciones de su empresa. No, una sola persona no podía lograr todo eso, pero sí orquestar algo así como "una mafia" donde otros se ensuciarán las manos por él.
Y eso era poco, porque los gobiernos asiáticos creían que prácticamente movía las políticas de ciertos países a su favor.
Mark no dudaba que incluso ese hombre estuviera involucrado en el bloqueo de información sobre la verdadera situación en la que Rusia estaba sumergida por culpa del Coronavirus o, que financiara parte de la producción de la vacuna Sputnik V.
Necesitaban hacer caer a Youngho Stepanov de alguna manera.
—Trajiste la invitación ¿Cierto?
Miraron hacia afuera en el momento que la limusina avanzó por el camino de piedras del Konstantínovski Dvoréts (Palacio Constantino). Las luces de noche, el conjunto de otros vehículos de lujo aparcando en el frontis, las idílicas decoraciones en los jardines, todo lo hacía lucir como un cuento de la cenicienta o algo por el estilo, un cuento que podía tener un trasfondo muy oscuro.
Descendieron con cuidado y se desplazaron para acercarse a la entrada principal donde serían revisados por uno de los estrictos equipos de seguridad.
Era la fiesta que se llevaría a cabo después de la exitosa cumbre sobre el calentamiento global, una fiesta a la que ellos habían accedido representando a una empresa coreana de energía solar que dominaba el país.
Escuchaban en su mayoría personas hablando en ruso, otros pocos en inglés, pero ellos habían aprendido estos meses de preparación las palabras básicas.
—¿Me permiten la invitación? —dijo un hombre alto, de cabello recortado rubio y lentes negros, parecía que podía matar a una persona con solo tocarla— ¿Choi Minghyung y Nakamoto Kenji?
No podían usar sus verdaderos nombres. Asintieron.
"Por aquí serán revisados, si no les molesta y por favor, está prohibido usar mascarilla adentro".
En tiempos de pandemia no era una decisión sabia, pero, asistir a la cumbre y a la fiesta tenía un par de protocolos que cumplir, como, por ejemplo, tener dos tomas de PCR negativas con 5 días de diferencia de una y la otra, cuarentena estricta de 2 semanas al llegar Rusia y previa salida del país de origen, entre otras.
La prohibición del uso de mascarilla era porque necesitaban tener en la mira a todos ¿Qué sucedía si alguien se trataba de infiltrar con la identificación de otra persona?
Detector de metales de pies a cabeza, también los tocaron en ciertas zonas del cuerpo para cerciorase que no tuvieran armas escondidas. La seguridad era del terror.
—Pueden pasar por aquí, bienvenidos.
"Bal'shoye spaseeba" (muchas gracias) dijeron al unísono.
Cuando entraron a uno de los salones habilitados, ambos suspiraron observando el techo y sus alrededores, las paredes blancas, los detalles dorados, los candelabros, las cortinas, todo de manera exquisitamente puesta, un monumento arquitectónico del siglo 18 estilo barroco.
¿En qué momento se separarían las personas y bailarían un vals? ¿En qué momento a una princesa se le quedaría un zapato en medio de las escaleras o en qué momento se besaría Anastasia y Dimitri?
Ah, la imaginación de los cuentos Disney.
—Hay muchas personas, hay que saber dar el primer paso... —dijo Mark indicando a un hombre de ojos verdes y cabello rubio peinado de costado— ese hombre de allí es Igor Sokolov, podríamos acercarnos, es uno de los que ofició la cumbre el día de ayer.
Partieron inmiscuyéndose entre las personas sintiéndose bajos, los hombres europeos y de Rusia oriental medían al menos 1.80 metros.
—Señor Sokolov, fue un placer para nosotros escuchar sus palabras el día de ayer, el gobierno coreano realmente ha puesto los ojos en estas tierras para hacer el uso de la energía lo más sustentable posible.
—"Spaseeba", su empresa es inspiradora también, la energía solar es la energía que debe primar y las naciones debiesen apuntar a ello, es limpia, renovable...
Mientras les hablaba en un inglés perfecto, los ojos de Lee viajaron disimuladamente hacia el costado, entre tantas personas y copas de bebidas carísimas, sería difícil encontrar el objetivo principal ¿No?
Shotaro rozó disimuladamente el dorso de su mano para advertirle algo importante, sin embargo, Mark, que retrocedió solo un paso para ver que le sucedía, chocó contra uno de los mozos que llevaba copas de un exquisito cristal, rellenas de champaña.
Quería pedirle perdón, quería hacer del accidente lo menos caótico posible, pero el destino no lo quería así, el líquido en el suelo lo llevó a resbalarse ¡No podía darse de bruces! Razón por la que estiró la mano a lo más cercano que tenía, para terminar, cayéndose encima del cuerpo de una persona.
"Que vergüenza, que vergüenza, Dios, que vergüenza". ¿Y si fingía un desmayo y así todos le tendrían clemencia? ¡Esto no podía pasarle en una misión tan importante!
Mientras mantenía los ojos cerrados y el sudor corriendo en su frente, escuchó en el ambiente que gritaban por un nombre. No... ¡No!
—¡Señor!
El golpe de realidad fue tan fuerte que abrió los ojos sujetándose con las manos en el charco de champaña, manos que estaban al costado de un cuerpo más o menos fornido. Sus ojos subieron con temor hacia el rostro de la persona que estaba bajo suyo y perdió el aliento cuando vio tan cerca los ojos rasgados y las cejas fruncidas más despiadadas del mundo. Una mirada siniestra en un rostro que parecía mucho más que enfadado.
¡Había empujado y caído encima del mismísimo oligarca Youngho Viktorovich Stepanov!
Nota autora:
Al fin, una nueva Johnmark después de tanto tiempo, espero me sigan en esta nueva aventura, en una historia que tiene un toque de magia, pero también de mucho valor sobre lo que amamos.
Si alguien alcanzó a leer "El circo de las almas" antes de que lo eliminara, puedo decir que está en el mismo universo.
¡No olviden agregar a su biblioteca!
PD: los títulos son los números en ruso.
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