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El guardia real lo detuvo par posteriormente decirle:
—¡Sanji! ¿Qué haces aquí?
—Estoy hablando con el padre.
—¿Quién? el sacerdote está aquí. Apártate por favor.
Pidió permiso para así seguido tomar su pistola y disparar a la capilla pero al abrirla no vio a nadie, la tela que había haciendo de techo cubierto estaba rota lo que significaba que el hombre había logrado escapar.
—Por respeto al Señorito Vinsmoke, me ocuparé de usted luego.
El espadachín había dado con el corcel nuevamente pero por mucho que lo llamase el otro no se acercó hasta que dio un silbido. Al lanzarse a montarlo desde el tejado, cayó de pleno al suelo, parecía estar vacilando el corcel, pero al verlo se levantó y lo montó recorriendo así el lugar, tomó su espada y dejó su marca grabada para volver posteriormente junto al mayor quien lo entrenó.
—He ¿Qué me dice? Señor, señor he conseguido el corcel negro, he grabado una Z en el cuartel. Don Mihawk, la gente volverá a hablar otra vez del zorro.
—¿Crees que por robar un caballo y rasgar una pared eres digno de llevar ese antifaz? El zorro era un siervo del pueblo, no un buscador de fama como tú, un bufón.
—Hacía lo que era necesario. Y ahora se le necesita, no fui yo quien le pidió ayuda en la cantina, pero he venido aquí para aprender a luchar como usted, a tener su fuerza, su valor y ahora que intento usarlos ¿usted me humilla? Pues le diré algo, ya estoy harto de todo su entrenamiento y sus sermones, harto de esperar a que me diga que estoy listo, quiero marcarme mis propias metas, encontrar una nueva vida, creí poder hacerlo aquí, me equivoqué.
—¡Roronoa! Elige tu arma.
No se lo pensó dos veces para ir y tomar su espalda, mientras que el contrario tenía una cuchara en sus manos.
—Tienes pasión Roronoa, y has ganado en destreza, pero para entrar en el mundo del rey debo darte algo que está completamente fuera de tu alcance.
—¿A sí, y qué es eso?
—Convencerlo de que eres un caballero con clase y te dejarán entrar en su círculo.
—¿Yo, un caballero?
—Hmm... hará falta mucho trabajo.
—Sí.
Horas después se presentaron en la celebridad del rey donde el espadachín se presentó con cortesía. El rubio se encontraba junto al rey, su padre, pero no pudo evitar observar con delicadeza al recién llegado. Ese rubio que había sacado el color a mar visto en sus ojos por su madre, la cual, falleció entre los brazos de su verdadero padre, el gran zorro.
El espadachín se había ganado el respeto del rey con rapidez y éste quiso presentarlo a su hijo.
—Por favor, quiero presentarle a mi hijo Sanji.
—¡Oh! —tomó su mano con delicadeza y levantó su vista a la de él, parecía que los ojos de ambos tuviesen un brillo apasionante—. Encantado ~
—Me temo que no he traído ningún presente para el anfitrión, pero... un momento.
Puso sus manos al frente sin separar su vista de la del rubio, y con un movimiento elegante y rápido, una rosa apareció entre sus manos, acto que para el rubio resultó como un disparo al corazón. Éste no tardo en agradecerle a pesar de la sorpresa.
—Es un placer~
Media hora después, un baile con multitud, música soñando, mientras, los pasos del rubio seguían sin un rumbo en específico, al igual que su mirada, hasta que dio con lo que buscaba.
—Don Roronoa, mi padre y yo queríamos que se sentara en nuestra mesa.
—E..estaría encantado señorito.
Dijo antes de levantarse y tomar su mano; cualquiera pensaría en una expresión de sorpresa, pero ambos se miraron con una plácida sonrisa en sus rostros yendo a la mesa.
—¡Ha, Don Roronoa! Me alegra verle entre nosotros, caballeros quiero presentarles a...
Continuará...
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