Entre Fantasmas y Pastillas

Entre estas cuatro paredes blancas he perdido la noción del tiempo. Aunque tampoco quiero recuperar la.

Estos días las únicas visitas que he recibido han sido de los mismos dos señores quienes me dan comida y una medicina que me hace dormir. Me quitaron una camisa que evitaba que moviera mis brazos.

También vino una doctora, en su bata decía que es psicóloga y que su nombre es Martina, por alguna razón al verla me sentí mejor, la paranoia y ganas de ver a mi mamá disminuyeron un tanto. Ha venido a visitarme algunas veces, hablamos de todo y nada, es relajante.

La última vez que hablamos fue de mi madre, le conté todo lo que pude y recordé. En su cara se veía tristeza cuando escuchaba mi narración.

En este momento estoy algo inquieta, hay una pregunta que ronda en mi cabeza ¿Dónde estoy? Porque si bien es cierto, sé que es un cuarto blanco no muy grande, también es cierto que no sé si estoy aún en Honda.

El último recuerdo reciente que tengo es ver a mi madre llegar a casa con mis primos, mi tía y mis hermanos.

Cuando me dan los medicamentos tengo fantasmas de lo que no sé si son recuerdos o alucinaciones o sueños, veo una tumba, pruebas de embarazo, un colegio enorme que parece estar cerrado, una despedida y algunos aviones, una bebé, algunas fotografías siendo tomadas, una niña con un acento costeño colombiano muy marcado Y Un niño Con La Bebé En Los brazos.

Solo me atormenta el hecho de no saber qué son, de no saber dónde estoy, de no poder salir y de que sean efímeros los momentos en los que logro ver esto.

-Natalie ¿Cómo estás?- siento que algo suena en mi cabeza después de esa pregunta, Martina me está visitando, pero hay algo mal. Algo me impide prestar atención.

-Bien...-antes de poder continuar empiezo a toser.

-Vamos, necesitas salir un poco, iremos a mi consultorio- me extiende la mano y voy con ella. Caminamos por varios pasillos largos color crema.

Me cansé de ver todo blanco más aun cuando hay tantos colores en el mundo de los cuales disfrutar.

Al llegar al consultorio todo es un tanto menos ensordecedor. Recuerdo que alguna vez leí en alguna parte una frase en particular "el ruido no ensordece, el silencio lo hace" o algo parecido, pero algo que he denominado lagunas mentales, no me permite recordarlo, si no estoy mal, se llama monologo entre dos. La música clásica de fondo hace que aprecie un poco más el ruido, más allá del de voces de personas, de recuerdos y pensamientos.

-Siéntate- me entrega una fruta picada y un tenedor, siento un deja vu en cuestión de segundos.

-Gracias.

-Come y empezamos ¿te parece?

-De acuerdo- pero desde el primer bocado un nudo se instala en mi garganta, ella empieza a escribir cosas en su computador y yo termino mi fruta después de unos minutos. Pero mi atención se queda en el fuego que tiene una vela que llena la habitación de olor a vainilla.

-Natalie, quiero que te concentres en el sonido de mi voz, cierra los ojos y viaja a tu pensamiento- obedezco y con extrema atención me dejo guiar por su voz- imagina números, desde el uno en adelante, cada uno un poco más grande que el anterior, hasta que de repente lo único que puedes ver es el color del último número al que llegaste.

Una paleta de colores de todos los matices se pasa por mi cabeza.

-Pasas desde el negro, hasta que poco a poco llegas a el blanco, deja tu cabeza en blanco y analiza, crea y vive las siguientes escenas: viaja a el inicio de todo- veo los ojos de mi abuela, luego vestimenta de los colonos y algunas imágenes mixtas que me dejan en dinosaurios, luego una explosión, la tierra- ya allí observa el agua, el aire, el fuego y la tierra, mira como todos tienen su puesto en un mismo planeta a pesar de ser por poco opuestos, luego como poco a poco pasaron las bacterias a convertirse en seres vivos de diferentes especies.

Veo desde una rana hasta un león, desde un gato hasta un oso y diferentes animales.

-Ahora observa su jerarquía, su forma de sobrevivir es el más fuerte, si no eres cazador, eres presa. Seguimos viendo y llegamos a el ser humano, un ser que solo necesita de su racionalidad para ser cazador y cazado, él descubrió el fuego; con este aprendió a cocinar, a fabricar, a crear, pero también se dio cuenta de que podía destruir. A su vez descubrió las armas, para protegerse, pero también para hacer daño, pasó de una simple lanza, a una bomba atómica, si vemos bien, nos encontramos en caos, vivimos entre él a diario, él nos rodea, pero también nos enseña a valorar todo a nuestro alrededor.

Empiezo a sentirme frágil, rota y débil. Tengo ganas de llorar.

-En defensa de este peligro inminente creamos medios de defensa, tales como máscaras que sólo nos destruyen lentamente y esconden entre ilusiones la realidad que nos mata poco a poco. Desde la muerte de un familiar, de una mascota, de un ser querido, hasta el dolor que causamos a nuestra progenitora desde el momento que estamos dentro suyo, quien desde el principio se va lastimando por tener a un organismo al cual no está acostumbrada dentro suyo, hasta el dolor del nacimiento, en donde lastimamos a aquella que nos dio su cuerpo como nuestro hogar desde el primer momento.

A medida de que habla me inundan las ganas de llorar, hasta que finalmente dejo de luchar en su contra y salen todas aquellas gotas salinas que guardaba.

-Pero a pesar de ello, nos cuida y ama. La vida en sí, es caótica, pero tiene su manera de mantenernos a todos al tiempo. Todos en algún momento sentimos el dolor de una perdida de seres queridos, de un noviazgo, de un amor que pudo ser y no fue. Pero al hacer uso de la máscara no duele tanto, el problema es cuando la máscara se rompe, porque toda la realidad y el dolor te pegan mucho más fuerte de lo que pudo hacerlo en su debido momento.

Algo me quema por dentro, me arde hasta más no poder.

-En ese orden de ideas observamos como el caos nos enseña de la vida a diferentes escalas y nosotros buscamos la mejor manera para evitar salir heridos, es nuestra naturaleza y no podemos ir en su contra, pero si podemos buscar métodos para que sea menos fuerte el golpe y que más adelante sepamos que aprendimos poco o mucho de esas experiencias.

Abro los ojos, tengo muchas cosas que llenan mi cabeza y no sé explicar.

-Natalie, he vigilado poco a poco tu proceso, estás mejorando demasiado bien, te recetaré unas medicinas que deberás tomar en sus debidos horarios, hablé con tu tía, el director a cargo de las becas y podrás empezar tu siguiente curso sin problema alguno, pasaras vacaciones en Honda con tu familia y nos veremos el próximo año.

-Gracias- digo casi inaudible.

-No es nada pequeña, suelta todo eso que tienes y alista todo que mañana mismo partes para Bogotá- me entrega una hoja- La madre de Sheccid está esperándote afuera, te quiero- se acerca y me abraza- buena suerte Nat.

-Buena suerte Martina.

Tal como lo prometió, hace tres días a medio día llegué a Bogotá y vine a Honda. Mi familia estaba conmigo y la pasamos de maravilla. Pero cada uno tiene su rutina y estoy sola cumpliendo la mía, recordé a Lucía mientras venía en el avión, pude ver diversas suyas fotografías en mi cámara.

Hoy la estoy cuidando, pero tengo algo de ansiedad, siento que necesito andar haciendo algo. Ana está dormida, pero no encuentro mis pastillas, así que me pongo a la tarea de encontrarlas.

Después de buscar en varios lugares las encuentro, mi alarma suena, la leche para el almuerzo de Lucía se riega, Lucía se despierta y empieza a llorar, pasa un viento helado y observo a mi madre, sólo consigo alterarme. Apago la alarma y mi teléfono se cae, la estufa, alisto el biberón, un vaso con agua, destapo las pastillas y sin contar cuantas hecho varias en mi boca, pero algo dentro me dice que necesito más y pasa de estar el frasco casi que a tres cuartos, a estar vacío, no solo ese, también otros dos, sirvo el almuerzo de Lucía y me acerco a ella, me siento en la cama y le doy su mamila.

Todo empieza a moverse dando vueltas a mí alrededor, puntos de colores se ocupan de quitarme la vista poco a poco. Lucía termina su almuerzo y la arrullo, pero un pitido en mis oídos me no permite escuchar, me intento levantar y pierdo el equilibrio, se cae el biberón, dejo a Lucía en la cama y me levanto a alzarlo, pero todo mezclado se intensifica y un golpe final es lo que alcanzo a sentir, todo se vuelve negro.

-Natalie, ya llegué- grita Angie cruzando la puerta, deja su bolso en el sofá y pasa a la cocina a servir agua "tal vez esté dormida" pensó, limpió la leche de la estufa, pero se le hizo raro que no lo hiciera Natalie cuando a lo mejor se le regó. Encontró el teléfono de Natalie en el suelo con la pantalla rota "de seguro se calló y no se dio cuenta" excusó para si misma. Pero cuando encontró los frascos netamente vacíos, a Lucía llorando y no sentir cerca a su hermana se percató de que había algo mal, el apartamento estaba algo helado, pero no cuadraba mucho la escena que encontró. -Natalie no es así- susurró.

Fue a atender a Lucía y la encontró gateando cerca a Natalie y llorando, sus ojos estaban inflamados y su hermana congelada del frío tan impresionante que tenía, a pesar de estar a más de 35°C. Le tomó los signos vitales, no los sentía, no se movía y justo en ese momento entendió todo entendió todo.

Sus ojos se cristalizaron, alzó a Lucía o eso intentó, pero la pequeña se negaba a alejarse del cuerpo de su hermana. Llamó al hospital, a su tía y a todos los que se le ocurrió, hasta Christian quien estaba en Argentina sacó un vuelo para Colombia y en cuestión de minutos estaba camino al conjunto, tras pasar el promedio de una hora recogieron el cuerpo de su hermana.

-Murió aproximadamente sobre la una de la tarde, lo siento fue lo que dijo la doctora.

Todos imitaron a Lucía, quien obligada por su padre y doctores, fue separada de Natalie.

-Esperaremos los resultados de la autopsia y datos que nos permitan conocer lo sucedido, si alguien desea dar algo que nos ayude a reconstruir lo que pudo pasar; nos será de mucha ayuda para aclarar el caso.- sin poder decir más todos aquellos que no eran de la familia se retiraron con el cadáver de Natalie.

Al día siguiente Christian llegó y se le informó de lo sucedido y rompió en llanto, Angie lloraba en silencio, entró a su habitación, sacó una cuchilla y la pasó por su brazo en líneas verticales, pero Liam y Sara evitaron que pudiese hacerse más daño, Delicias Stone cerró por luto, todas las personas que trabajaban allí lloraban. Sólo había alguien peor que todos, Lucía.

A medida de que pasaba el tiempo todos empeoraban, la extrañaban más y más. Se sentían malditos, entre más cariño y afecto le tenían a alguien, más les dolía su partida y esta partida les rompió a más no poder.

Los días siguientes fueron deprimidos, insípidos y llenos de lamentos, tan solo había cumplido quince años, simplemente fueron ocho meses en los cuales pudo ejercer su promesa.

Una mañana llegaron los resultados de la autopsia, murió de intoxicación por sobre dosis de los medicamentos que le habían sido recetados. Tras reclamar el cuerpo y hacer el entierro todo fue siendo un tanto más llevadero, el dolor a pesar de ser fuerte, podía resistirse.

El día del entierro, todos hicieron promesas:

Angie prometió no volver a cortarse, intentar superar sus problemas psicológicos.

Christian a pesar de no poder aclarar las cosas en vida le hizo una carta explicando la verdad, prometió aclarar las cosas en su debido momento y no "cuando la ocasión se presente" y tiró junto a una rosa la carta encima de aquel cajón donde quedaría el cuerpo de Natalie.

Liam prometió proteger a Angie, jamás volver a separarse de ella, después de todo era única hermana.

Jack prometió dar todo de él para sacar a Lucía adelante y que donde sea que estén Isabella y ella, estarían orgullosas.

Sara prometió cuidar a Angie y ayudarla a que no volviera a caer en los mismos problemas.

Verónica prometió ser más fuerte ante todo.

Pero una promesa que todos hicieron fue cumplir sus sueños sin importar la adversidad que se presente en su camino.

Tal vez este no sea el final de todo, quizás sea solo un inicio diferente de alguna nueva historia que se presentará en algún futuro o simplemente un receso de algo más para contar. Aunque también puede ser una forma de preguntarnos ¿en verdad valen la pena las máscaras?

La máscara de Natalie se rompió y Natalie con ella, se esfumó y se la llevó, de un modo u otro fue más destructiva de lo que se esperaba.

Fin.

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