Finalmente llegué y azoté la puerta al entrar. La señora Anna me miró asustada.

–¿Estás bien, querida? –Preguntó con un nervioso tono amable.

–¿Dónde está David? –Interrumpí, agitada mientras lo buscaba en el sofá.

–Hace un instante estaba aquí, seguramente se despertó y fue a jugar...

Antes de que pudiera continuar, corrí desesperada por las escaleras hasta la alcoba de David, y solo encontré una hoja de papel sobre su cama. Miré horrorizada el que ahora era un retrato de mi hermano, sin duda era David usando el traje de aquel malvado ser llamado Damián, aquel traje negro y rojo con partes metálicas e incluso el mismo sombrero que antes adornaba la cabeza de aquel demonio despreciable. David conservaba aquella horrible marca con la forma de una araña y su semblante definitivamente era confuso, atemorizado y triste.

Era tarde, mi hermano estaba atrapado dentro de aquel macabro dibujo.

Intenté llevar el esbozo al chamán pero éste me dijo que él no podía hacer algo al respecto porque aquellas eran cosas fuera de su poder espiritual.

No lo pude salvar...

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