CAPÍTULO 2: UNA PERDIDA INQUEBRANTABLE
Luego, todos subimos a las camionetas y nos dirigimos de regreso al castillo. La noticia de la madre de Leo y Julián pesaba en nuestros corazones, y la otra carta aún no la había abierto, no tenía ganas con todo lo sucedido. Mi único pensamiento era la venganza.
Al llegar al castillo, nos encontramos con Julián y su hermano Pedro, ambos vistiendo ropas de luto en honor a su madre fallecida. Los miramos con profundo respeto y simpatía, expresando nuestras más sinceras condolencias. La pena unía a la familia en ese momento difícil.
Luego, Leo se unió a nosotros, acompañado de sus hermanos Hugo, Zigor y Roy, todos compartiendo la tristeza por la pérdida.
Después de las condolencias, cada uno de nosotros se retiró a sus habitaciones, buscando refugio en la privacidad de nuestros aposentos.
A la mañana siguiente, hubo un golpe suave en mi puerta, y al abrirla, me encontré con mi madre. Había llegado rápidamente después de enterarse de lo sucedido.
-Madre: Supe lo que ocurrió y vine lo más rápido que pude. Mi niña ¿cómo estás? <<dijo mientras me abrazaba y me daba un beso en la mejilla>>
-Yo le respondí: Estoy bien, madre.
-Madre: Bueno, vamos. Ya es hora de asistir al sepelio.
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