Capítulo XVI: Una Reunión Con Seto Kaiba
El faraón esperó tan solo unos segundos junto a la calle antes de que un automóvil deportivo blanco se detuviera frente a él. La puerta del piloto se abrió y del auto salió un apuesto hombre con un traje de lino blanco que terminó acomodándolo un poco. Sus únicos y brillantes ojos azules se posaron sobre el de menor estatura, su semblante serio no cambió nunca.
—Veo que eres puntual— comentó Seto Kaiba ante la figura de baja estatura frente a él y procedió a abrir la puerta del copiloto —Vámonos— y regresó al asiento del conductor.
—Eres un encanto— mencionó el de cabello tricolor subiendo al auto. En ningún momento de su larga vida había negado la amabilidad de Seto de llevarlo a algún lado, especialmente en momentos desesperados.
El joven castaño arrancó entonces. Atem dirigió su mirada purpúrea casi rojiza a su acompañante. Seto Kaiba siempre había tenido ese algo que admiraba, lo había visto en el sacerdote Seto y lo veía ahora en él: Fuerte, una gran habilidad de líderazgo, un hombre que sabía lo que quería y luchaba por ello con uñas y dientes. Secretamente, el faraón le admiraba.
El ojiazul mantenía la mirada fija al frente luchando con las ganas de voltear y contemplar al faraón para asegurarse de que no estaba loco, que la figura a la que tanto había despreciado estaba realmente ahí, que aquello no era una jugarreta de su mente desesperada. Apretó el volante del auto con rabia, procuraba mantenerse sereno, tranquilo y cuerdo.
—¿Qué estás haciendo aquí?— preguntó entonces el joven. El faraón pudo notar que su voz se quebraba, pero responder no le correspondía.
—Eso es algo que tú debes responderme— dijo sereno mientras el mayor se preparaba para estacionarse.
—¡¿Qué?!— frenó de repente y el oji purpúreo rebotó en su asiento debido a esto —¡¿Por qué demonios yo sabría eso?! ¡¿Te parece que tengo tiempo para seguirme entrometiendo en tus asuntos místicos?!— se quitó el cinturón de seguridad y salió del auto seguido de Atem quien bajó también luego de soltar un suspiro.
El menor observó el lugar lleno de árboles de cerezo, lo conocía, era el parque de Ciudad Domino, aunque había cambiado mucho desde la última vez que lo vio. Volteó y observó al mayor alejarse, así que se apresuró para ambos incorporarse al camino solitario. La tierra desprendía ese olor a humedad que toda persona disfrutaba y algunas flores caían a su alrededor formando una escena muy placentera para ambos.
—Suelo venir aquí cuando necesito pensar— dijo el mayor sin perder el ritmo —Es un lugar olvidado, el avance de la tecnología hace que la gente se aleje de lugares como este.
Los duelos eran muy populares y lugares como parques siempre interrumpían los duelos y los hologramas, por tanto, la gente prefería retarse en otras áreas más limpias de la ciudad y abandonaron el parque que mayormente se mantenía de las donaciones de los ciudadanos. Cuando Seto Kaiba se enteró de que el parque estaba a punto de cerrar, donó lo suficiente para que este volviera a su antigua gloria y desde entonces se convirtió en un gasto mensual insignificante para él, todo solo con el objetivo de darse el lujo de ir y tratar de despejar su mente y aislarse de las cosas que le agobiaban.
El faraón conocía dicho lugar solo por Tea. Yugi y la chica solían ir a pasear ahí y Atem procuraba no interrumpir las "citas" de su compañero, sin embargo, siempre disfrutó hacer uno o dos comentarios vergonzosos para Yugi.
—¿Por qué estás aquí?— preguntó Seto Kaiba de nuevo, no estaba dispuesto a irse sin una respuesta satisfactoria.
—Ya te lo dije, eso solo puedes responderlo tú.
Seto le miró entonces, ambos se sostuvieron la mirada y todo fue como antes, en cuanto los ojos de ambos se toparon fue como si aquella antigua conexión hubiera regresado. Por aquel pequeño instante, Seto sintió como si sus pies se despegaran de la tierra y su cuerpo perdiera su peso, todo lo que estaba a su alrededor desapareció y solo estaban aquellos ojos únicos. Sin darse cuenta, levantó su mano, sus dedos temblorosos se dirigieron al rostro del más pequeño, quería tocarlo, ansiaba tocarlo ¿Era real? ¿En serio estaba ahí? ¿No desaparecería al momento de rozar su mejilla como sucedía en sus sueños? Necesitaba comprobarlo, necesitaba saber, un terrible nudo de angustia en su garganta que le cortaba la respiración y la presencia del faraón que era tan abrumadora para el joven que creyó por un segundo que no resistiría sostenerle la mirada un minuto más. Desistió, su mano volvió a su lugar y su mirada se desvió.
—¿Por qué...?— insistió en cuestionar de nuevo pero fue interrumpido.
—Tú me llamaste, Kaiba— dijo Atem, sus palabras fueron como cuchillos para el mayor —Fuiste tú quien me trajo aquí, fue tu voz la que me llamaba.
Seto Kaiba se mantuvo callado ante esta declaración.
×××
Yugi se dejó caer en la cama luego de tomar una soda, dejó salir un suspiro antes de escuchar un llamado a la puerta. Se levantó rápidamente y se dirigió a la entrada de su apartamento solo para encontrarse a Atem frente a él.
—He vuelto, compañero— dijo el chico de rasgos similares con una sonrisa. Yugi se sentía más tranquilo ahora que veía a su mejor amigo de nuevo.
Se había sentido un poco angustiado pues Kaiba no era de los que invitaba a la gente a salir porque sí.
—¿Cómo te fue?— le invitó a pasar y luego cerró la puerta tras él —¿Tuvieron un duelo interesante? Seguro ganaste— comentó, sin embargo, notó que el joven se detuvo en su camino, como si hubiera dicho algo indebido.
—Solo charlamos— respndió luego de un incómodo silencio.
—¿Charlar? Wow, hiciste más de lo que yo pude hacer en cuatro años ¿Fue una buena charla?
—Lo fue— realmente no quería dar detalles sobre la conversación, sin embargo, tampoco quería ser grosero.
—Genial ¿Y de qué hablaron? ¿Se pusieron al tanto y eso?— a este punto, Yugi solo estaba investigando, necesitaba saber si el faraón era capaz de acercarse a Seto Kaiba, si realmente era tan especial.
—Solo charlamos— dijo el mayor —¿Qué hay para cenar? Extraño la comida de Japón— avanzó hacia la sala de estar y Yugi comprendió todo en aquel instante.
Ni siquiera necesitaba una confesión, una mirada, ya se lo había dicho todo. De nuevo, Yugi era consciente del lazo entre Seto Kaiba y el faraón, de nuevo era consciente de la diferencia entre ambos. Físicamente eran similares, pero el faraón tenía ese algo que cautivaba a todos. Jamás, en todo el tiempo que pasaron juntos, pensó que llegaría a sentir envidia de su mejor amigo, envidia de la que le hacía apretar sus puños y es que su relación con Kaiba no era el problema, eran todos los demás, Joey, Mokuba, Tristán... Tea. Todos y cada uno esperaban de él lo que ya tenía el faraón y tenerlo de frente era un recuerdo de que nunca llegó a ser como él y seguramente no lo sería y eso... Eso lo enfurecía.
—Yugi...— la voz del mayor sacó de sus pensamientos al menor —¿Estás bien?
-—¡Ah sí!— sonrió tan brillantemente como siempre solía hacerlo —Deja veo qué puedo hacer para cenar.
×××
Y bno, con este cap cerramos el año, gracias por seguir leyendo este fic y espero que lo sigan leyendo el año que viene. Feliz Año Nuevo gente, se les ama c: pasenla shido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top