Capítulo XIV: Su nombre

Era como si lo torturara. Su figura aparecía frente a él tan brillante como el sol a punto de esconderse, cuando sus rayos se ahogan tras las montañas en un último intento por sobrevivir, como las estrellas aferrándose a su necesidad de incinerarse.

"Kaiba..." pronunció su nombre casi en un susurro y sin embargo, a Seto le parecía como si lo gritara y el resto del mundo lo repitiera. Sus miradas se toparon cuando el faraón dirigió sus ojos directamente hacia el castaño. El joven pudo notar como la figura frente a él movía sus labios articulando palabras, pero le fue imposible escucharlo.

°°°

Su alarma le despertó como todos los días, había olvidado apagarla la noche anterior que había llegado a casa pues simplemente se había lanzado sobre su cama sin pensarlo demasiado y cayó dormido casi al instante. Maldijo al reloj en su mesa, pero al mismo tiempo se sentía agradecido de haber despertado de un sueño tan confuso, sin embargo, la voz del faraón diciendo su nombre aún resonaba en su cabeza. 

Salió de su habitación completamente vestido y dispuesto a desayunar en la mesa junto a su hermano ese día. La fina mesa de madera era muy larga y contaba con numerosas sillas que siempre parecían vacías. En algún tiempo, su padre se había sentado en una de esas sillas, pero ahora era Seto Kaiba quien ocupaba su lugar como jefe de la familia.

—Buenos días, Mokuba— saludó con tranquilidad mientras tomaba asiento frente a un plato de panqueques con miel recién servido y un café negro caliento.

Mokuba desvió la mirada de su celular un segundo —Buenos días— respondió mientras masticaba un trozo de sus panqueques —¿Por qué no estás en la oficina?

—Pienso tomarme unos días libres, dejé a alguien encargándose del trabajo por mí— el joven tomó el tenedor y con él cortó un pequeño pedazo de su desayuno. Recibió un "Mmm" como respuesta —No usamos el celular en la mesa, Mokuba.

—No es como si platicáramos mucho durante el desayuno de todas maneras— replicó —Además, son asuntos importantes.

El castaño decidió no cuestionarlo más, dedujo que el pelinegro estaba en aquella etapa de rebeldía. Se preguntó a sí mismo si pasó por esa etapa alguna vez. Era difícil para Kaiba cuidar de su hermano menor, muchas veces no debía actuar como un hermano, sino como un padre y era complicado para ambas partes pues el ojiazul no sabía cómo ser una apropiada figura paterna, no recordaba mucho de lo que vivió con su padre biológico como para tomarlo de ejemplo.

—¿Cómo van tus clases, Mokuba?— cuestionó.

—Bien.

—Bien...

—Sí, bien.

—Simplemente bien...

—Que sí.

No se encontraba muy feliz con la respuesta, Mokuba no se distraía, especialmente si era él con quien hablaba ¿Qué clase de asuntos podría tener como para que el menor se distrajera tanto? No se dio cuenta de cuando se quedó mirando fijamente al menor.

—¿Sucede algo?— preguntó el pelinegro.

—No— respondió desviando la mirada y volviéndola de nuevo a su comida.

—Bueno... Saldré hoy, me iré en unas horas.

—¿Perdón?— indagó —¿A dónde y por qué?

—Solo... Daré un par de vueltas— sonrió sin quererlo —Volveré como a las cuatro.

A Kaiba no le agradaba la idea, pero no pudo decir nada al respecto pues Mokuba se levantó, se despidió y se fue. Le miró alejarse y ahora estaba solo en aquella mesa preguntándose cuando fue que su hermano creció lo suficiente como para salir a la calle. En cualquier caso, sabía que Mokuba no tenía amistades. De hecho las únicas personas que conocía eran los sirvientes y la pandilla de Yugi y todo era porque siempre estaba tras él, su hermano mayor, se sintió un poco culpable.

Kaiba le dio el último sorbo a su café y se levantó de la mesa, ahora que había dejado su trabajo no tenía mucho que hacer. Generalmente pasaba en su oficina trabajando y en sus pocos tiempos libres revisaba y arreglaba su deck o mantenía una pequeña conversación irrelevante con Mokuba, en parte extrañaba los tiempos en que se metía en situaciones surrealistas con la pandilla de Yugi.

—Yugi...— susurró. Se preguntó por un segundo qué estaría haciendo Muto ¿Estaría con el faraón? Murió de envidia en ese momento, necesitaba saber lo que estaba sucediendo, así que tomó su celular y marcó al número de su socio comercial: Maximillion Pegasus, esperó un par de segundos hasta que el albino respondiera con su usual voz animada.

—¡Kaiba-boy! ¿Realmente eres tú? No recuerdo cuando fue la última vez que recibí una llamada tuya— dio un par de vueltas en su silla —Usualmente no me llamas.

—Pegasus... Necesito un favor...

—¿Un favor?— sonrió. Pegasus siempre había sentido una gran curiosidad por el joven CEO de Kaiba Corp. generalmente, la gente se arrodillaba ante él, pero Seto era diferente, no se arrodillaba ante nadie, ni siquiera cuando la vida de su hermano corría riesgo —¿Y qué clase de favor podría ser ese?— se relamió con impaciencia.

—Un número, necesito un número— a Seto siempre le pareció enfermiza la obsesión que el CEO de Ilusiones Industriales tenía con él, pero jamás lo pensó demasiado.

—¿Oh? ¿Y de quién podrá ser? ¿Una persona importan-?

—Yugi Muto.

—¿Del pequeño Yugi? No estarás pensando en hacer negocios con él a mis espaldas ¿Verdad? Sabes lo celoso que soy con mis socios— se regodeó un poco —Pero si me quedaras debiendo un favor a cambio, entonces no tendría problema en dártelo.

Kaiba sabía que aunque le explicara que solo tenía un asunto personal que discutir con el chico no le daría su número , porque sabía que a Maximillion Pegasus le encantaba tener a las personas a sus pies.

—Un favor...— afirmó —No esperes nada más—Escuchó al mayor reír al otro lado de la línea como si hubiera ganado la lotería —¿Tienes donde anotar?

Seto se dirigió rápidamente  a su habitación, sacó una libreta y pluma de un cajón y se dispuso a anotar el número que el mayor le dio y colgó casi inmediatamente después. Se sentó sobre su cama mientras escribía el número en su celular y lo guardaba en su lista de contactos.

Miró la pantalla de su celular mientras dudaba sobre cómo proceder, por alguna razón, sus manos temblaban de nuevo.

"Kaiba..." su voz resonaba en su cabeza y recordó el movimiento de sus labios mientras sus pulsaba el botón de marcar.

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