Capítulo V: Contemplando a Seto Kaiba

El joven Yugi Muto había decidido pasar por el pabellón donde se llevaría a cabo el torneo. Sabía que sería un torneo pequeño, así que el lugar no era demasiado grande, pero la decoración era muy llamativa. En cuanto llegó, observó los banners y estandartes colgados por todas partes, justo en la entrada, un gigantesco Dragón Blanco de Ojos Azules en un extremo de la sala se enfrentaba a un Mago Oscuro al otro extremo de la sala. Las cartas habían sido impresas en cartón y eran del tamaño de una persona o incluso más grandes, su rostro había sido impreso en standees junto al de Seto Kaiba, todo estaba quedando de maravilla y apenas iban comenzando con la decoración.

—Wow...— pronunció el joven Muto al verlo todo. Estaba emocionado con ello, hasta que...

—Muto— dijo una voz prepotente y autoritaria que hizo que Yugi se encogiera de hombros al escucharla —¿Qué diablos estás haciendo aquí?— era Seto Kaiba, el ojipurpúreo no sabía que el mayor estaría ahí.

—¡Kaiba! Que gusto verte— exclamó el menor un poco nervioso por el susto anterior —Quería ver cómo iba toda la decoración, nada más.

—Bueno, ya la viste— respondió Kaiba un poco irritado —Ahora ya puedes irte— dio media vuelta para alejarse del menor, no tenía la más mínima intención de continuar charlando con el duelista, tenía trabajo que hacer.

Era algo común en Kaiba supervisar personalmente la organización de los torneos, le gustaba que todo fuera perfecto y la única persona que podía garantizar que fuera así era él.

Mokuba Kaiba apareció de repente, acompañado de un par de personas que pedían su opinión sobre la decoración, el pelinegro respondía según lo que él sabía que a su hermano le parecería mejor. No había persona en el mundo que lo conociera mejor que Mokuba.

—¡Oh, Yugi!— saludó Mokuba al ver al mayor en aquel lugar, estaba auténticamente feliz de verlo, hacía un par de semanas que no se veían —¿Qué haces aquí?— preguntó curioso.

—Vine a ver qué tal van los preparativos del torneo— respondió. Había una cosa que Yugi nunca podría poner en duda: De los hermanos Kaiba, Mokuba era definitivamente el más amigable, aún con la gente extraña o de corazón frío, Mokuba solía ser amable y servicial, a veces el pelinegro tomaba las decisiones importantes, y al igual que su hermano, no cometía errores. Mokuba colocó su mano en la espalda del mayor.

—Me alegra verte de nuevo, Yugi— dijo llevándolo consigo por el pasillo principal para llevarlo a ver las plataformas de duelo —Es bueno ver una cara amigable y relajada en todo este lío.

—Sí, parecen estar realmente ocupados— en todo ese tiempo, los duelos habían cambiado mucho y muy rápido, a veces, Yugi se preguntaba cómo serían los duelos en el futuro.

—Ni siquiera te acerques a Seto, organizar estos eventos siempre lo pone de mal humor— afirmó el muchacho. A veces, Mokuba se preguntaba lo mismo y suponía que Seto igual.

—Sí, ya me di cuenta— rió al recordar el susto que el más alto le había dado.

—Sí, lo siento si te dijo algo indebido— ambos se encontraban en la segunda planta del complejo desde donde se podía ver todo la plataforma de duelo en el primer piso, Mokuba se apoyó en el barandal —Ven a ver esto.

Yugi Muto se acercó al barandal igual y ambos observaron desde arriba a Seto Kaiba en medio de la plataforma dirigiendo a los técnicos que terminaban de instalar el costoso aparato. Aunque el Duel Disk era mucho mejor, habían optado por usar plataformas para evitar que los duelistas comenzaran duelos en los pasillos, además, la plataforma garantizaba una mejor experiencia en cuanto al campo se refería.

—Mira, Yugi, Seto siempre tiene que encargarse de supervisar que la plataforma esté en perfecto estado, así que siempre es el primero en probarla...— comenzó diciendo el pelinegro, pero su acompañante se perdió en sus pensamientos.

Yugi observó al ojiazul en el centro de la plataforma, lo veía y escuchaba hablar con autoridad, dirigiendo a otros que lo seguían sin refutar ninguna de sus órdenes, su postura era perfecta y eso le daba un aire de superioridad que era respaldado por su estatura. Desde ahí, Seto Kaiba parecía perfecto y parecía tener la vida perfecta.

Una compañía valuada en millones de dólares, una vida exitosa, un salario con dinero de sobra, una cuenta bancaria con más ceros de los que imaginaba en sus cifras, una reputación intachable y un hermano que estaba destinado a ser tan exitoso como él ¿Qué más podría Seto Kaiba pedir?

Si Kaiba tuviera problemas ¿Cuales serían? ¿Tendría enemigos? ¿Quienes? ¿Qué querrían de él? ¿Se preocuparía Kaiba de cosas mundanas como Yugi? Al de cabello tricolor le daba curiosidad todo aquello, desde hacía años que tenía la intención de acercarse más a Kaiba y creyó haberlo hecho, pero con el tiempo se dio cuenta de que quien había hecho eso no fue él, sino el faraón.

Aún recordaba cuando veía al espíritu de su viejo amigo sentado sobre la silla de su escritorio contemplando las estrellas desde el tragaluz.

"¿En qué piensas, faraón?" Preguntaba Yugi a veces.

Habían veces en las que el faraón no respondía con respuestas certeras, a veces le pedía que volviera a dormir, a veces, le decía que no estaba pensando en nada, a veces simplemente callaba.

Pero muy en el fondo, el faraón no necesitaba responder para que Yugi supiera en qué pensaba.

"Estoy pensando en Kaiba, compañero"

"¿Por qué piensas en Kaiba?" Preguntaba Yugi en silencio.

Y de nuevo callaba.

"Porque... Porque sé que algo le falta..."

¿Qué le podría faltar a Kaiba que fuera tan importante como para que el faraón lo pensara por tanto tiempo? Al final, Yugi se dio cuenta de que Kaiba y el faraón tenían un lazo que él no podía comprender.

Mientras el suyo estaba formado por comunicación y apoyo constante, el de ellos simplemente se basaba en guardar silencio, en decirse todo con miradas y no con palabras, y Yugi jamás pudo comprender esos mensajes.

Tal vez, si tan solo...

Los brillantes ojos azules de Kaiba por casualidad se toparon con los ojos púrpura de Yugi. Se sostuvieron la mirada, pero el menor no pudo leer nada.

Sí, lo sabía.

Él carecía de ese lazo con Kaiba, jamás lo tendría, tal vez era eso lo que volvía especial su relación de rivalidad con el faraón, tal vez por eso Kaiba lo buscaba tanto.

Porque quizá no era Mokuba quien mejor conocía al mayor, quizá esa persona... Era el faraón.

Fue ahí cuando su Rompecabezas del Milenio comenzó a brillar.

×××

Hola, sé que he tardado mucho en actualizar, pero es que a veces se me van las ideas xd

Bueno, ojalá disfruten estos capítulos uwu.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top