Capítulo IV: La Maravillosa Vida de Yugi Muto

Hacía un par de meses que Yugi se había mudado a un complejo de apartamentos. Había conseguido un trabajo en donde le pagaban lo suficiente para poder mantenerse, sin mencionar que recibía un pago por asistir a los eventos de Duelos de Monstruos promocionando dichos eventos solo con su imagen, ser el Rey de los Duelos tenía sus ventajas.

Sin embargo, y a pesar de su vida estable y pacífica, todo se había vuelto solitario desde que el faraón se había ido. Constantemente, Yugi se preguntaba qué era lo que hacía su viejo amigo en el otro mundo y si este le recordaba.

Subió las escaleras hasta el tercer piso y sacó las llaves de su bolsillo, aún llovía fuertemente, sin embargo, ahora había brisa, entró a casa y dejó la sombrilla mojada en un paragüero, dejó sus zapatos en la entrada y se dirigió al baño para buscar una toalla y darse una ducha antes de ir a dormir. Aquella brisa pronto se convirtió en un viento violento que hizo que Yugi se asustara un poco a la hora de la cena, estaba seguro de que, si hubiera estado afuera con una sombrilla, el viento se lo habría llevado volando.

¿Hacía cuanto tiempo que había visto a Tristan? O a cualquiera de sus otros amigos además de Joey. El chico con acento de Brooklyn y él todavía mantenían una relación muy estrecha, Joey había sido muy comprensivo cuando su relación con Tea terminó y debía admitir que dicha ruptura lo había dejado prácticamente en lo más profundo, en especial porque las razones no habían sido las que les había dicho a sus amigos porque no quería que pensaran mal de ella.

Todo iba bien con la universidad en ese momento, Joey había decidido no ir para dedicarse enteramente a su trabajo y a su hermana, aunque, hasta donde Yugi sabía, el rubio tomaba clases en línea, parte de los nuevos proyectos universitarios, Tristan asistía igualmente a la universidad, pero era una distinta a la de Yugi, pero se había encontrado con su vieja amiga y antiguo interés amoroso: Miho en su trabajo de medio tiempo, el chico de cabello tricolor se había sentido auténticamente feliz con esto.

Y por supuesto que todavía era amigo de Duke Devlin, quien había tenido éxito con su versión alternativa de los Duelos de Monstruos, sin embargo, esto también le había quitado tiempo de salir con sus amigos, por lo que lo máximo que hacía era saludarles cada que tenía tiempo libre.

Por otro lado, la vida de Yugi había cambiado para bien, ser el Rey de los Duelos se había vuelto más que solo un título que se le daba al mejor, se había convertido en algún tipo de bien comercial, muchas personas le habían estado llamando para ser su mánager, aunque se había negado en todas esas ocasiones, no deseaba en ningún momento convertirse en una celebridad, pero Ilusiones Industriales no lo iba a permitir y comenzaron a solicitar su presencia en cada evento que armaron, sin mencionar que fue invitado a muchas fiestas en incontables ocasiones, y en dichas fiestas, Kaiba lo evitó todo el tiempo.

—Kaiba...— susurró. Tal vez solo estaba exagerando, tal vez Kaiba solo quería evitar... No, no estaba malinterpretando nada, para Seto Kaiba, Yugi no era nada, no necesitaba una carta formal que se lo explicara y sabía perfectamente por qué.

Porque él no era y jamás en toda su vida sería el faraón.

Y estaba bien con eso.

Soltó un suspiro para luego darle un sorbo a su chocolate, muy en el fondo le gustaría tener a alguien con quien compartir su cena. Dio un salto cuando una rama golpeó la ventana, el viento la había hecho llegar ahí hasta que impactó escandalosamente contra la ventana.

—Qué extraño— dijo para sí mismo —Creo que no es época para este tipo de lluvias— se dirigió a la ventana de la cocina para ver cómo se encontraba el panorama afuera. Por un momento llegó a pensar que las calles se inundarían por la cantidad de agua que caía del cielo.

Era obvio que el joven Yugi Muto no tenía idea de lo que sucedía en ese momento, no sabía que aquel viejo amigo estaba más cerca de lo que se esperaba.

Oh todopoderoso Ra

Permíteme verlo una vez más

Sentir el tacto de su mano sobre mi piel

Escuchar su voz susurrando fantasías

Contemplar su mirada sobre el horizonte lejano

Tenerlo cerca, hacerlo mío

Solo una vez más... Solo una más

Si tan solo Yugi hubiera sabido desde el principio lo que estaba pasando en ese momento, habría salido de casa, incluso sin cerrar la puerta tras él, habría olvidado incluso su sombrilla y habría corrido por la calle, mojándose con la lluvia e ignorando incluso habría ignorado a los autos y los gritos de las personas diciéndole que tuviera más cuidado, habría continuado corriendo, aun si sus piernas le rogaran que parase y sus pulmones comenzaran a apagarse.

Él habría continuado corriendo solo para reencontrarse con el faraón.

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