Capítulo III: Una Sesión de Fotos para Seto Kaiba
Ahí estaba el castaño finalmente, sentado frente al espejo mientras una chica arreglaba su cabello. Ya habían terminado con su sesión de fotos, ahora solo debían esperar a Yugi Muto.
Odiaba tener que repetir ese nombre en su cabeza.
—Está listo señor Kaiba— dijo la chica —Por favor, evite moverse demasiado, le daré una pequeña manita de gato justo antes de empezar la sesión con el invitado, tómese un descanso— la chica se fue luego de sonreír cálidamente y de recibir una respuesta afirmativa por parte de Kaiba. Seto observó a la chica salir por la puerta.
El castaño se apoyó sobre la mesa y se miró al espero. ¿Señor? ¿Ya se veía tan viejo? No, solo estaba un poco cansado, estaba malinterpretando las cosas, la chica solo trataba de ser respetuosa, después de todo, veinte años no son nada, aunque para ese punto sentía como si hubiera vivido todo lo que se podría vivir.
Soltó un suspiro y tomó uno de los lápices que se encontraban frente a él, era increíble pensar que las chicas usaban eso, ardía un poco, quizás porque no estaba acostumbrado a tener maquillaje en su cara, por otro lado, no se veía mal, no sabía cómo pero la joven había logrado que sus ojos resaltaran aún más de lo que ya lo hacían, llamaban bastante la atención, su piel se veía perfecta y su cabello estaba en su lugar y bien peinado, se sentía guapo, debía admitirlo, no tenía mucho tiempo para dedicarle a su imagen, solo cepillaba su cabello y elegía su ropa, nada más.
La puerta se abrió sacando a Kaiba de sus pensamientos, el lápiz cayó sobre la mesa. La misma chica de antes había entrado junto a Yugi Muto y otra chica más, Kaiba rodó los ojos.
—Por aquí señor Muto— dijo una de las chicas señalando una silla frente a un espejo a espaldas de Seto Kaiba, este observó la escena desde el reflejo del espejo frente a él.
—Oh, por favor, solo soy Yugi— el chico tomó asiento y las chicas asintieron. El de cabello tricolor les sonrió y luego notó la presencia de Kaiba en el reflejo, le sonrió también en modo de saludo, pero este simplemente desvió la mirada, era algo tan típico en Kaiba que Yugi lo tomó como un saludo.
Una de las chicas comenzó a arreglar el cabello del chico con delicadeza, no quería arruinar ese perfecto y extravagante peinado. La otra dirigió su mirada a Kaiba quien deseaba irse de ahí lo más rápido posible, se acercó a él y revisó que todo estuviera en su lugar.
—Vaya, es la única persona que he conocido que se mantiene intacto— dijo la chica al verle —Eso dice mucho de usted.
Kaiba solo soltó un "Hmm" pues no le interesaba mucho lo que la chica decía. Dirigió su mirada al espejo para observar al otro chico.
—Vaya, que pestañas tan largas tienes Yugi— dijo la chica mientras lo maquillaba un poco —Tus ojos también tienen un color extravagante.
—Gracias— dijo Yugi, aunque no estaba seguro de si eso era un cumplido.
—Me gustaría verme tan joven como tú, en cuanto te vi entrar creí que tendrías unos quince años o quizás menos— dijo entonces la chica.
—Siempre me he visto más joven de lo que en realidad soy— dijo Yugi —Créeme, es todo un problema, una vez no quisieron dejarme entrar a una película de plus quince porque creyeron que tenía diez.
—Vaya, eso suena como un gran problema, pero eres muy lindo Yugi ¿Tuviste suerte con las chicas?— cuestionó.
Kaiba sabía la respuesta y era un definitivo sí y no, sabía lo del incidente con Tea y también sabía que una tal Rebecca andaba detrás del chico.
—No realmente— respondió el menor, luego dirigió su mirada hacia el reflejo y notó que Kaiba les prestaba atención. Había pasado un tiempo desde la última vez que se vieron y quería empezar bien —¿Qué tal tú, Kaiba? ¿Tienes suerte con las chicas?— las dos maquillistas sonrieron pícaramente.
—No es un tema que me interese, Muto— declaró Kaiba rápidamente tratando de no fingir interés. De hecho, sí, podría decirse que había notado que más de alguna chica se interesaba en él, pero no tenía tiempo para ello.
—Imagino que manejar toda una compañía te quita tiempo de ello, imagino también que es por eso que no has entrado a ningún torneo— declaró el chico. Era cierto que Kaiba no había entrado a ningún torneo, sin darse cuenta se había tomado un descanso.
—No seas tonto, Yugi, arrasaría con cualquier duelista que se encontrara ahí— declaró seguro de sí mismo, conocía sus habilidades y sabía que no exageraba.
—Vaya... No has cambiado en nada, Kaiba— señaló Yugi con una sonrisa. Estaba feliz de encontrarse con el viejo Seto Kaiba.
¿Nada? ¿Nada había cambiado en él? Qué extraña sensación tenía ahora. En cualquier caso, ni tendría por qué cambiar.
"Soy Seto Kaiba, estoy bien de la forma en que estoy, no necesito cambiar"
Estas palabras lo acompañaron a lo largo de la jornada, la sesión de fotos se llevó a cabo, pero el castaño realmente no prestó atención a nada, y para cuando se dio cuenta, ya todo había terminado y debía irse.
Tal realización lo dejó en shock por un momento, tanto que se quedó afuera del establecimiento observando la lluvia caer, no traía paraguas y había pedido estrictamente que la limusina fuera por él puntualmente, pero el conductor no parecía llegar.
Yugi Muto salió también con un paraguas transparente en su mano.
—Adiós, Kaiba— se despidió, aunque no esperaba que el castaño respondiera. Bajó las escaleras de la entrada y avanzó lentamente hasta que su propio instinto le pidió que se detuviera —¿No tienes un paraguas?— cuestionó dándose la vuelta para observar al mayor.
—Estoy bien, Yugi— respondió con irritación. Pagaría un millón de dólares para no ver los ojos purpúreos del menor.
—No fue eso lo que te pregunté, Kaiba— respondió el pequeño Yugi. Sabía que lidiar con el castaño era increíblemente difícil pero el joven era paciente. Regresó subiendo las escaleras para estar junto al mayor —¿Alguien vendrá por ti?— preguntó.
—Por supuesto— tuvo la intención de pedirle que se fuera, pero por alguna razón, no pudo hacerlo.
—Si no han venido por ti, puedo quedarme a hacerte compañía mientras esperas— el joven sonrió. Estaba verdaderamente feliz de ver a Kaiba después de tanto tiempo, aunque sabía que no podía decírselo directamente.
—No es necesario, Muto— el castaño miró con detenimiento al menor, le parecía extraña la figura frente a él, debía admitir que quizá se había equivocado, el faraón y Yugi no se parecían en lo absoluto.
—Oh, vamos, no pierdo nada— el menor se estiró para tratar de cubrir al mayor con su paraguas, pero no pareció funcionar. Esta acción le causó gracia a Seto Kaiba quien decidió tomar el paraguas para colocarlo sobre los dos.
—Sigues siendo igual de pequeño, Yugi— dijo con una sonrisa burlona —Debes de pararte en puntas para besar a tu novia— Kaiba tuvo la intención de reír, sin embargo, se detuvo cuando recordó que Yugi y Tea habían terminado.
—No es cierto— se quejó Yugi ignorando el último comentario —He crecido mucho, para tu información—
Fue entonces que se escuchó el "Beep beep" de un automóvil, ambos jóvenes voltearon solo para toparse con la limusina de Kaiba justo enfrente. El chofer salió sosteniendo un paraguas abierto y otro cerrado que eventualmente le dio al castaño cuando se acercó a los chicos.
—Disculpe la molestia, señor Kaiba, una de las ruedas se pinchó y tuve que cambiarla— no recibió respuesta por parte de su jefe y ambos decidieron dirigirse al vehículo.
Pero...
—Yugi...— llamó el castaño antes de irse, sabía que se arrepentiría por lo que estaba a punto de decir —Permíteme llevarte a casa—
×××
Lo único que ambos chicos podían escuchar eran las gotas de lluvia que golpeaban la superficie del auto incesantemente, ninguno tenía el coraje suficiente para empezar una conversación.
El más pequeño decidió observar a Kaiba a su lado mediante el reflejo de la ventana. Su actitud no había cambiado en lo absoluto, pero físicamente sí se notaba un poco distinto, un poco más maduro, un poco mayor, aún se notaba su juventud, pero definitivamente ya no se veía como en sus dieciséis, sin embargo, aún parecía mantener esa costumbre de cruzar las piernas, el faraón lo hacía también.
Ah, el faraón, ambos los extrañaban y Yugi lo sabía, sin embargo, no era algo tan diferente lo que ambos sentían por más que Yugi lo negara. Ambos tenían su propio lazo con el faraón y ninguno de ellos podría romperse.
"Oye Yugi-Boy, tengo una propuesta para ti" había dicho Pegasus al teléfono "Verás, sé que te dije que solo asistirías al evento como publicidad, pero ¿Te importaría dar una demostración"
"Claro ¿Con quién?" preguntó Yugi.
"Ya sabes... Tu viejo amigo, Kaiba, bueno, mejor dicho: Rival"
Pero Yugi sabía en su interior que Kaiba jamás lo vería como un rival, sabía que para Kaiba él era tan solo un chico común y corriente que por casualidad era el duelista número uno, sabía que a Kaiba no le interesaba en su totalidad el título de "Rey de los Duelos", lo único que ese ojiazul quería era derrotar a aquel que lo había derrotado, a aquel que había aplastado su orgullo... Nada más... Y Yugi tuvo que aprender a vivir con ello.
Pronto llegaron a la casa del menor, Yugi bajó del auto luego de despedirse del castaño y agradecer por el viaje, levantó la mano despidiéndose con una sonrisa hasta que vio la limusina desaparecer en la distancia.
Su sonrisa se borró instantáneamente.
Jamás sería un rival a los ojos de Kaiba.
A los ojos de Kaiba, él jamás sería como el faraón.
×××
Espero que el fanfic les esté gustando UwU
Escribir para Kaiba es genial UwU.
Also, Yugi es hermoso.
Los veo luego, bai.
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