Capítulo 2.

Luz y Hunter llegaron a la mansión Clawthorne esa misma noche. La propiedad, que en su mejor momento era lo más parecido a un castillo de estilo inglés y era vista en antiguas fotografías como una hermosa y enorme propiedad, ahora estaba abandonada, rodeada de maleza y vegetación marchita. Poco o nada se sabía de quién la había construido, pero se le conocía como la mansión Clawthorne puesto que una rica heredera proveniente de Inglaterra llamada Lilith Clawthorne llegó a establecerse a esas tierras y compró la mansión, en la cual se recluyó hasta el día de su muerte. Curiosamente, después de su muerte todos los siguientes propietarios fallecieron en extrañas circunstancias y la gente del pueblo empezó a creer que la casa estaba llena de fantasmas y energías negativas, por lo que quedó en el total abandono. De vez en cuando, algún valiente (o idiota) se atrevía a meterse entre sus paredes para tratar de descubrir sus secretos o algún tesoro oculto, y todos salían huyendo como si acabaran de ver al Diablo. Y en Halloween era mucho peor, ya que quienes se atrevían a entrar por esas fechas, ya nunca más volvían a salir.

Pero Luz no creía en esas cosas. Hacia mucho tiempo que había dejado de creer. Y sólo iba a ese lugar por la paga, que según Hunter estaba garantizada. Pero ella no creía que hubiera algo en ese lugar realmente, ya no más.

Aunque eso no le impidió darse cuenta que apenas entraron al tramo que los llevaría a la mansión abandonada, el cielo se llenó de espesas nubes y los relámpagos empezaron a escucharse con fuerza. No pasó mucho antes de que empezara a llover y la niebla cubriera el lugar. Tampoco pudo evitar darse cuenta de que si bien Gravesfield era conocido por ser un pueblo de fantasmas pero lleno de hermosos bosques, el bosque que rodeaba la mansión estaba prácticamente muerto y tenía un aspecto sombrío. Pero trató de no darle mucha importancia mientras seguían su camino.

-Trajiste tu súper cámara, ¿verdad?-preguntó Hunter.

-Sí, aquí la tengo.

Luz tomó la cámara entre sus manos y comenzó a prepararla. Pero al intentar encenderla, se dio cuenta de que la batería ya no funcionaba y no tenía otra a la mano. Pero como pensaba que no la iba a necesitar, decidió ocultar ese detalle.

-Muy bien, henos aquí-dijo Hunter cuando se estacionaron afuera de la mansión.

Ambos bajaron del auto y fueron hacia la entrada, llamando tres veces a la puerta. Los recibió una chica de piel clara, ojos color miel y cabello lila, que les sonrió cortésmente.

-Me alegra que vinieran-dijo la chica-. Mi nombre es Amity Blight.

-Hunter Wittebane, y ella es mi compañera-dijo Hunter señalando a Luz con la cabeza.

La latina no reaccionó inmediatamente. La belleza de la chica dueña de la mansión la había dejado sin palabras.

-H-Hola-dijo nerviosamente estirando una mano temblorosa-. L-Luz Noceda.

-Experta cazafantasmas, por cierto-dijo Hunter-. Tiene una cámara que puede capturar espectros.

-De verdad les agradezco mucho esto-dijo Amity-. No saben lo importante que es para mí.

-Oh, no hay nada que agradecer, es un placer ayudar-dijo Hunter con falsa humildad-. A propósito, ¿ya está listo el pago?

Amity sacó un sobre blanco de su bolso.

-Cien mil, como lo prometí-dijo la chica extendiéndole el dinero a Hunter.

-No, no, no es para mí, sino para mi socia-dijo Hunter.

-N-No podría aceptar el dinero-dijo Luz.

-Por favor, insisto-dijo Amity extendiéndole el sobre a Luz.

-Bueno, ya que-dijo Luz tomando el dinero y revisándolo-. No era necesario que me ofrecieran tanto dinero, ¿saben?

-¿Qué puedo decir? La riqueza material no es lo mío, sino ayudar al prójimo-dijo Hunter.

-Y yo supuse que merecían algún tipo de pago por hacer esto-dijo Amity-. No te preocupes, tengo algunos ahorros por ahí.

-De acuerdo...-dijo Luz empezando a poner un pie en el umbral de la casa.

-¡Espera!-gritó Amity, haciendo que Luz la mirara confundida-. Es que... antes de entrar, tengo que advertirte.

-Dispara.

Amity se estrujó las manos, muy nerviosa.

-Mira, pareces una buena chica-dijo Amity-. Y la verdad no sé si quiero involucrarte en esto. Créeme, lo que pasa en esta casa es...  horrible, espantoso, y todos los adjetivos negativos que quieras agregarle. Si fuera tú, yo lo pensaría muuuuuuuuuuuuuy en serio antes de entrar porque cuando lo hagas, tu vida no volverá a ser la misma.

Luz la miró incrédula.

-Claro-dijo Luz-. ¿Ya podemos pasar para terminar con esto?

Amity se hizo a un lado para que Luz y Hunter pasaran. Al cruzar el umbral, Luz pudo sentir un escalofrío recorriendo todo su cuerpo, pero no le puso mucha atención y siguió avanzando.

-Las habitaciones están en la parte de arriba, pero yo me quedo aquí-dijo Amity mostrándoles la sala de estar, en medio de la cual estaba montada una tienda de campaña-. Por alguna razón, parece que esta es la única parte de la mansión donde la actividad no es tan fuerte.

-Muy bien-dijo Luz agarrando su cámara-. Tendré que empezar por las partes donde la actividad sea más intensa, si son tan amables.

-Jeje, el primer lugar sería el comedor, pero ni loca voy ahí en este momento-dijo Amity.

-Yo la llevo, señorita Blight-dijo Hunter-. Si nos disculpa...

Hunter y Luz salieron de la biblioteca y Amity cerró la puerta tras ellos. Con llave.

-Atractiva, ¿no es cierto?-dijo Hunter.

-¿Qué? ¿La casa?-preguntó Luz.

-Claro, la casa... y la dueña, quizás-dijo Hunter sonriéndole de forma traviesa a Luz.

-No sé de qué hablas-dijo Luz mirando hacia otro lado.

-Si tú lo dices-dijo Hunter-. Pero te aseguro que tengo buen ojo para esas cosas.

Luz no le hizo caso y siguieron su camino hacia el comedor. Al entrar, vieron que las sillas estaban tiradas en el piso, desordenadas, y la mesa con sus candelabros, cubiertos y platos estaba llena de telarañas. Luz fingió tomar un par de fotos con su cámara inservible y salieron de ahí.

-Nada extraordinario-dijo Luz-. Dime la verdad, tú no crees en esto, ¿o sí?

-Creo que hay cosas que no podemos explicar científicamente-dijo Hunter-. Pero en esta casa, no.

Siguieron su camino a través de la mansión, con Luz fingiendo que sacaba fotos y tomaba notas, que en realidad eran dibujitos. En todo el recorrido, no ocurrió nada fuera de lo normal. Tal y como Luz se lo esperaba, parecía que la mansión Clawthorne no era más que un lugar lleno de alimañas y suciedad.

Aunque sí había algo que le pareció extraño: cuanto más avanzaban, más intenso era el frío.

Terminaron su recorrido y Luz fingió tomarle una fotografía a un viejo cuadro de un marinero obeso. Pero al mirarlo fijamente, Luz sintió como si la figura del retrato la siguiera con la mirada, y juraría que por unos segundos sus ojos tenían un poco de movilidad, lo cual sí logró ponerla un poco nerviosa.

Regresaron a la biblioteca, y luego de mucho esfuerzo para convencer a Amity de dejarlos pasar, Luz entró y presentó su veredicto.

-Luego de recabar evidencia y consultar mis anotaciones, puedo decir, sin temor a equivocarme, que este lugar no está embrujado-dijo con seguridad-. Quizás hayas escuchado cosas raras producto de la misma casa, corrientes de viento, supongo que es normal en casas antiguas como esta. Además, el poder de la sugestión no ayuda mucho que digamos.

-Ya-dijo Amity-. ¿Entonces lo que tengo que hacer es calmarme?

-Básicamente, sí-dijo Luz.

Amity solamente se rio nerviosamente, mientras que Hunter veía a Luz con una sonrisa extraña.

-Bueno, si ese es el caso gracias por su tiempo, señorita Noceda-dijo Amity-. Espero que nos volvamos a ver pronto.

-Sí, jeje, creo que no-dijo Luz tomando su cámara y miró a Hunter-. ¿Vienes?

-Creo que me quedaré aquí un rato más-dijo Hunter-. Digamos que me siento apegado a esta casa.

-¿Tan rápido?

-Me encariño con facilidad.

-Bien, como quieras-dijo Luz dándose la vuelta para irse-. Que la pasen bien. Ah, por cierto, no creo que haya taxis, así que me llevaré tu auto, Hunter.

-Sí, claro, adelante-dijo Hunter sonriendo-. Presiento que nos volveremos a ver para que me lo devuelvas muy pronto, Luz.

Y así, Luz subió al auto que la había llevado y abandonó la mansión Clawthorne, lejos de saber que no iba a regresar sola a su vieja casa ni que tampoco había algo mucho más siniestro detrás de las paredes de aquella vieja casa...

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