Capítulo 1.
Gravesfield, Connecticut.
-Así que... ¿a esto es a lo que te quieres dedicar, Luz?
Era un día como cualquier otro en aquel pequeño pueblo de Connecticut. En una de las casas de los suburbios, una joven latina y su madre platicaban sobre la nueva profesión de la chica, una muy poco usual para ser honestos.
Luz Noceda deseaba convertirse en cazafantasmas.
-Pues sí-dijo Luz y se percató de la mirada de desconcierto de su madre, Camila-. Vamos, mamá, sabes que a mí siempre me han gustado este tipo de cosas. Es lo que quiero hacer con mi vida, descubrir fantasmas y atraparlos.
-Pero mija, esta no es una profesión de verdad-dijo Camila-. Es decir, ¿de verdad esperas ganarte la vida persiguiendo cosas que no sabes si realmente existes?
-Sé que existen, y sí, así es como pienso mantenerme-dijo Luz-. Te sorprendería lo bien que se gana en este negocio.
-Luz...
-Sólo te pido que me apoyes, mamá, siempre lo has hecho, ¿por qué ahora no?
-No es que no te apoye, es sólo que... me preocupa.
Ambas se sentaron en la mesa, en la que yacía todo el equipo que Luz había armado o comprado para su nuevo trabajo usando parte de la herencia que le había dejado su padre, entre las cuales destacaba una cámara fotográfica moderna con varias modificaciones especiales.
-Sí sabes que nadie te tomará en serio, ¿verdad?-señaló Camila-. La gente no cree en estas cosas, o no quieren creer. Se reirán de ti, y no quiero que eso pase. Luz, yo sé lo que es ser humillada por ser diferente, y no quiero eso para ti.
-Mamá, voy a estar bien-dijo Luz-. Todo va a salir bien, ¿sí? Te lo prometo. Además, también tengo la Licenciatura en Física y Tecnología Avanzada, ¿recuerdas? Así que te prometo, si esto no funciona, lo dejaré y me dedicaré a algo más "serio". Pero primero, quiero probar con algo que me gusta.
Luz tomó las manos de su madre entre las suyas, sonriendo.
-¿Estás de acuerdo con eso?
Camila sonrió.
-Claro que lo estoy, ¿por qué no lo estaría?-dijo Camila-. El hecho de que me preocupe no quiere decir que no esté de tu lado. Después de todo, es tu vida, puedes elegir. Y si esto es lo que quieres hacer, si sientes que es lo que tienes que hacer, entonces hazlo.
Ambas se abrazaron, felices.
-Te prometo que voy a estar ahí para apoyarte, incluso si nadie más lo hace-dijo Camila.
-¿Siempre?-preguntó Luz.
-Siempre-dijo Camila-. Pase lo que pase, siempre voy a estar ahí para ti...
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Tres años después.
-¿Luz? ¡Luz!
En la cantina del pueblo, una Luz Noceda muy desaliñada y visiblemente borracha se despertó por los gritos del cantinero. Abriendo los ojos con mucho esfuerzo, Luz se incorporó en su asiento en la barra de la cantina y miró al cantinero.
-¿Qué pasó?-preguntó arrastrando la voz.
-Oye, no quiero echar más tierra a lo que parece ser un día del demonio para ti, pero tu tarjeta no pasó-dijo el cantinero devolviéndole a Luz su tarjeta de crédito.
-¿Y por qué crees que es un mal día para mí?-preguntó Luz mientras se servía un vaso de whisky.
-¿Qué por qué lo creo? Porque hueles como si no te bañaras desde hace semanas-dijo el cantinero.
-Okey, toma-dijo dándole varios billetes arrugados mientras se rascaba el pelo-. ¿Hoy cuántos son?
-Varios, dos docenas al menos-dijo el cantinero asomándose por la ventana.
-A trabajar se ha dicho-dijo Luz levantándose de su asiento, tambaleándose.
-Luz-dijo el cantinero-. ¿Por qué sigues dando su tour? Sólo pídemelo y te saco por la parte trasera sin que nadie te vea.
-No, no, van a seguir viniendo, siempre lo hacen-dijo Luz-. Además, tengo que comer.
Luz salió tambaleándose de la cantina, no hace falta decir que sintió que se quedaba ciega cuando la luz del sol le dio en los ojos. Poniéndose unos lentes de sol, Luz salió a recibir a los turistas. Cada año, cerca de Halloween, llegaban turistas de todas partes de Estados Unidos para visitar Gravesfield, que era considerado por muchos como el pueblo más embrujado del país. Camila Noceda, la mamá de Luz, era la que había dado recorridos por los lugares históricos del pueblo durante veinte años para mantener a su hija luego de la muerte del padre de familia, seguramente esa sea la razón por la que hacia unos años Luz deseaba ser cazafantasmas.
Lástima que Camila nunca más volverá a dar ese recorrido...
-Muy bien, buenas tardes, me llamo Luz Noceda y seré su guía el día de hoy-dijo Luz mientras revisaba la lista de los turistas a los que les daría el recorrido ese día-. Ahora voy a decir sus nombres y quiero que cuando escuchen el suyo digan "presente" o algo por el estilo. ¿Está claro? Bien, ¿Viney?
-¡Aquí!-dijo emocionada una chica que traía cargando un perro lanudo-. ¡Oh, y este es Barcus! Es mi mascota. Bueno, era de mi papá antes de que él...
-Nadie te preguntó-dijo Luz sin levantar la vista de la lista-. Parece que también tenemos a una Bos... Bosch... ¿Qué dice aquí?
-Boscha, querida. Y esa soy yo-dijo una chica de cabello rosado con tono presuntuoso-. Y estas son mis compañeras, Skara, Amelia y Cat, y juntas somos las chicas más cool de todo el pueblo.
-Así que son de aquí, ¿eh?-dijo Luz-. Mi más sentido pésame.
Terminó de pasar la lista y comenzó a darles el recorrido por el pueblo. No había muchos lugares para ver en Gravesfield, pero los pocos que había estaban llenos de historias fantásticas. La biblioteca, el cementerio, hasta el colegio tenía anécdotas muy interesantes para los historiadores.
Pero los turistas no iban a escuchar una clase de Historia, no, no, no. Ellos venían por el verdadero atractivo de Gravesfield.
-¿Es cierto que esa casa está embrujada?-preguntó una de las chicas del grupo de turistas a Luz.
-Preguntas hasta el final del recorrido, por favor-dijo Luz de mala gana-. Además, esta es una visita turística, no un programa de fantasmas.
-Oh, y yo escuché que la catedral del pueblo tiene fantasmas-dijo Viney.
-Esos seres no existen Viney-dijo Luz, por cuyo tono se podía decir que empezaba a enojarse.
-Je, yo siempre he creído en los fantasmas-dijo Skara-. Siempre he querido conocer una casa embrujada, es por eso que vine a Gravesfield.
-La verdad yo no creía en esas cosas, pero a mi abuela le gustaban mucho los canarios-dijo Boscha.
-¿Eso que tiene que ver?-preguntó Cat.
-Que murió hace dos años-dijo Boscha-. ¿Saben que vimos el día del funeral posándose sobre su ataúd antes de sepultarlo? Un canario.
-¡Okey, suficiente!
Con un fuerte pisotón, Luz hizo que el grupo se detuviera y éstos la miraron, un poco asustados.
-¡Les voy a decir una pequeña verdad!-dijo Luz enojada quitándose las gafas-. ¡He visitado cada maldito lugar de esta estúpida roca que llaman pueblo y nunca, en mis malditos veinticinco años de vida, he visto una sola cosa! ¡¿Okey?! ¡LOS FANTASMAS NO EXISTEN! ¡Y CUANDO MUERES, TE MUERES Y ES TODO, SE ACABÓ, FIN DE LA HISTORIA, QUE RUEDEN LOS CRÉDITOS!
Los turistas miraron a Luz, confundidos y asustados. A la chica le temblaba el labio y tenía los ojos llorosos. Estaba muy alterada.
-Perdón-dijo suspirando y volviendo a ponerse los lentes-. No fue mi intención asustarlos. En fin, sigamos.
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Esa noche, luego de terminar todos los recorridos del día, Luz regresó a su casa en los suburbios, cuyo jardín ahora estaba bastante descuidado y casi marchito.
Entró a la residencia, desordenada y llena de cajas y botellas de alcohol por todas partes. Luz se tiró en el sillón de cara a las almohadas, las cuales estaban muy sucias por cierto. Miró hacia su derecha, donde había una caja semiabierta, llena de su antiguo equipo de cazafantasmas. De entre todo, destacaba aquella cámara con modificaciones especiales que se suponía capturaba espectros.
Al verla, recordó una conversación con su madre aquella de esa cámara.
Entonces, ¿me dirás en qué consiste, mija?
La llamo cámara espectral. ¿Ves estas modificaciones que le hice? Convertí la lente de la cámara en una lente cuántica, capaz de capturar la energía oscura del lugar.
Okey, retrocede unos pasos, ¿sí? Porque no te estoy entendiendo nada.
Es una cámara que permite captar lo que el ojo humano no puede ver a simple vista.
Mejor.
Sé que es una tontería usar algo tan importante para un proyecto tan loco como éste, pero...
Luz, ya te lo dije, si tú tienes fe en esto entonces debes seguir adelante, siempre seguir adelante.
Sí. Lo sé... ojalá papá estuviera aquí. Me gustaría saber qué opina de todo esto.
Estaría orgulloso, mija, muy orgulloso. Igual que yo...
No supo en qué momento se quedó dormida, pero despertó cuando escuchó que una persona llamaba a la puerta. Luz no se levantó, se llevó la almohada del sillón a la cabeza, esperando que quienquiera que fuera se largara pronto. Cosa que no pasó, sino que al contrario, un chico de cabello rubio entró por la puerta como si fuera su casa y no la de Luz.
-Guau, que sucio está esto...
Ante esto, Luz se levantó y agarró una botella rota para amenazar al chico.
-Lárgate-dijo Luz.
-¡Guau, guau, guau, guau, tranquila!-dijo el chico, levantando las manos-. No necesitas eso, créeme, soy un chico decente.
-¡¿Y por qué un chico decente se mete a una casa que no es suya como si lo fuera?!-exclamó Luz
-Okey, lo admito, las primeras impresiones no son mi fuerte-dijo el chico riendo-. Pero a veces debemos olvidar las formalidades para pasar a la acción.
-¿Eso qué significa?-preguntó Luz.
-Te lo explico, pero primero, ¿podemos abrir una ventana? Apenas se puede ver en este cuchitril-pidió el chico y se acercó a la ventana de la sala.
-Este cuchitril es mi casa-dijo Luz molesta-. Y quiero que te largues ahora.
-Muy bien, lo haré-dijo el chico-. Pero primero quiero que me escuches.
La ventana se abrió, haciendo que la luz cubriera el lugar y la joven latina tuvo que cubrirse los ojos, deslumbrada.
-Odio cuando eso pasa-dijo Luz.
-Soy Hunter, por cierto.
-Luz Noceda.
-¿Te importa si me siento?
-De hecho sí, y mucho-dijo Luz-. ¿Por qué viniste, Hunter?
-Bueno, vine a hacerte una pregunta, Luz Noceda-dijo Hunter-. ¿Te gustaría ser una heroína?
Luz lo miró con cara de pocos amigos.
-Paso-dijo Luz.
-¿Lista para sorprenderte?
-Okey, lárgate.
-¡Muy bien, dos palabras más!-dijo Hunter antes de que Luz lo sacara a empujones-. Fotografía espectral, ¿te suena?
Luz se detuvo.
-¿Quién te dijo eso?-preguntó sorprendida.
-Está en los periódicos de hace tres años-dijo Hunter mostrándole un viejo artículo del periódico local de Gravesfield-. Creaste una cámara que es capaz de capturar la energía oscura o, como nosotros lo llamamos, la partícula fantasma.
-¿Nosotros?
-Soy un cazador de fantasmas, nuevo en el negocio pero con el conocimiento necesario-dijo Hunter-. Hace unos días, recibí una llamada de una chica que acaba de mudarse a la vieja mansión abandonada al otro lado del pueblo, ¿has oído de ella?
-¿La mansión Clawthorne? Se está cayendo a pedazos desde hace un siglo, igual que el resto del pueblo-dijo Luz-. Nadie en su sano juicio viviría ahí, está lleno de alimañas.
-Pues quizás esta chica está loca, porque se quiere mudar ahí-dijo Hunter-. Pero hay un pequeño problema: ella me asegura que ese lugar está maldito. Me llamo para que la ayudara a expulsar a los fantasmas, y me vendría bien la ayuda de una experta como tú.
-Yo me dedico a ser guía de turistas-dijo Luz.
-Pero antes de eso fuiste investigadora del CERN durante un año y trabajaste armando telescopios para la NASA durante otros dos-dijo Hunter-. No puedes decirme que no sabes del tema.
-Mira, tienes razón, esa chica seguramente está chiflada. Los fantasmas no existen, ¿de acuerdo?-dijo Luz, que ya se estaba hartando de esa conversación.
-Entonces no pierdes nada con ir ahí, tomar algunas fotos con tu súper cámara y ayudarme a calmarla-dijo Hunter.
-Sí, sí pierdo mucho-dijo Luz-. Pierdo tiempo, dinero y esfuerzo que nadie me va a devolver. Y no hay nada, ¿me escuchaste? absolutamente nada, que puedas decir, o hacer, para convencerme de que...
-Nos ofrece cien mil dólares-dijo Hunter.
Luz parpadeó varias veces.
-Vamos a la mansión Clawthorne, ahora.
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