Capítulo 30
Sonreí adormilada al momento en que sentí las caricias de Zeth en mi mejilla. Me removí un poco para desperezarme después y abrir los ojos para verlo.
-Hola... -murmuré adormilada.
-Hola -su voz mañanera me iba a hacer tener un cortocircuito-. ¿Cómo te sientes?
-Estoy bien... -reí ligeramente sabiendo a lo que se refería.
Tuve ganas de ir al baño así que me levanté, pero nada más hacerlo sentí un fuerte dolor en mis caderas, pero lo disimulé y fui al baño. Lo escuché gruñir y lo miré, notaba su mirada llena de lujuria y deseo mientras me miraba de arriba a abajo.
-¿Quieres matarme? -preguntó mientras apartaba la mirada y colocaba una almohada sobre su entrepierna.
-Probablemente -me reí de nuevo y entré al baño.
Fui directo al espejo y me miré el cuello, allí tenía la marca de Zeth. Sonreí hipnotizada viéndolo, hasta que Zeth se acerca a mí y me abrazaba por la cintura mientras besa mi cuello, justo en su marca. Incliné mi cabeza hacia atrás jadeando. Me dio la vuelta y me subió al lavabo y siguió besándome, abrió mis piernas y metió sus dedos en mí.
-Ah... -me aferré a su espalda y lo rasguñé, él gruñe y sigue moviendo sus dedos, luego los saca, lleva sus manos a mi trasero y lo aprieta mientras entra en mí con su miembro -¡Mhm! Z..Zeth...
-Tess... -gruñe mi nombre haciéndolo sonar demasiado sexy.
Ambos nos corrimos luego de varias embestidas y yo lo besé. Zeth me corresponde de inmediato y me ayuda a bajarme.
-¿Qué tal si ahorramos agua y... nos bañamos juntos? -preguntó.
Yo sonreí con picardía y lo estiré de la mano hasta afuera de la habitación.
-Controla tus hormonas, amor -cerré la puerta en su rostro.
Escuché su risa y fue inevitable para mí no reír igual, cerré con pestillo y me duché rápidamente. Al terminar salí del baño con mi toalla enrollada en mi cuerpo. Zeth me mira de pies a cabeza de nuevo pero suspira sonriendo y entra al baño, mientras que yo me cambio y me seco el cabello. Salgo de la habitación y bajo a la cocina. Allí veo a todos, y cuando digo todos, es todos.
Estaban mis tíos, mis primos, mis amigos, mis abuelos, mi hermano y mis padres. Ellos al notarme sonríen, pero escucho el chillido de Esmeralda y Jossie. Ellas corren hasta mí y me hacen inclinar el cuello para dejarles ver mi marca.
-¡Sí! -gritan ellas, mi madre se acerca también y mira mi cuello, no esconde su sonrisa y me abraza.
-¡Mi nena hermosa! -mi padre y mi hermano se levantan, pero mi madre se coloca frente a mi-. Ah no, ustedes con lo celosos que son, no.
-¿Qué vieron? ¿Qué tiene? - cuestiona mi hermano.
-Antes que nada, Ryan, si haces algo o te enojas, te haré la ley del hielo por tres semanas -aclara mi madre cruzándose de brazos y haciendo congelar horrorizado a mi padre.
-Y tú, si haces lo mismo, pues me iré por cuatro semanas -menciona Sarami hacia mi hermano, yo les sonrío y ella me guiña un ojo.
-Está bien -dejé ver la marca en mi cuello y ellos se tensaron, se nota que querían matar a Zeth pero se controlaron por las amenazas de mamá y Sarami.
-Hola -hablando del rey de Roma.
Las chicas corren hasta Zeth y miran su cuello, éste extrañado no hace nada, ellas gritan y saltan.
-Sabía que no eras una santita -dice Ceci haciéndome sonrojar.
-¿Cómo fue? -pregunta Jossie.
-¿Te gustó? -pregunta Esmeralda.
-Diosa quiero un Zeth... -dice Ceci.
Gruñí y me acerqué a él para sujetarlo contra mí, abrazándolo por la cintura.
-Mío.
-Obvio amiga, no hablaba de tú Zeth -aclara Ceci.
-Chicas, no les responderé esas cosas con mi familia frente a mí -los apunté, ellas se encogen de hombros.
Las chicas me sujetan de la mano y me llevan arriba arrastrándome.
-Suéltalo ya.
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