Capítulo 53


XXV. Adiós, Beomgyu (2ª parte)


POV. MINHO

El adjetivo "aterrorizado" se quedaba corto para expresar el miedo que estaba sintiendo desde que se había despertado esa misma mañana, sabiendo que por la noche tendría que enfrentarse a su lobo. A pesar de que había estado tranquilizando a su hermano, sabía que si no conseguía cambiar de nuevo, estaría arruinado. Había podido sobrevivir a lo largo del tiempo con su optimismo y la esperanza de que encontraría a su hermano. Sin embargo, cuando se trataba de su propia naturaleza perdida, poco a poco había perdido la ilusión. Sabía que un día sería completamente humano y viviría una vida a medias. Se había hecho a la idea y había estado conforme con lo que le deparaba el futuro. Ahora que habían reavivado la llama de la esperanza y podía sentir al lobo en su interior, tratando de salir, estaba asustado; porque si fracasaba, si no podía volver a correr bajo la luna llena después de volver a ilusionarse, no sabría como levantarse de nuevo.

Se levantó de la cama, con cuidado de no despertar a Jisung. Desde que se habían conocido, no habían querido separarse y aunque no habían llegado más allá de besos robados en cualquier situación, se sentía reconfortarlo al poder abrazarse a él cuando la noche llegaba. Sabían que era cuestión de tiempo que sellasen su enlace. Para alguien que podía ver el futuro, el destino era tan importante como respirar. Si la luna había decidido que el omega era perfecto para él, lo aceptaría. Hasta ahora, había sido comprensible y dulce, un hombre fuerte capaz de soportar con él la carga de las visiones. Cuando le dijo que tenía miedo de no haberlo conseguido, de que no fuese una recuperación completa, le consoló con todos los recursos que tenía, desde su olor hasta la calidez de sus brazos. Sin embargo, fue el hecho de que no le presionase para aparearse, esperando pacientemente a que estuviese completamente preparado para dar el gran paso, lo que demostró que no tardaría en enamorarse. Era temeroso cuando se trataba de su lobo, pero con Jisung, no dudaba de la conexión que sentían.

Con más confianza que minutos atrás, se colocó frente al espejo, dejando que reflejase una de sus grandes sonrisas. Su omega confiaba en él y era la fuerza que necesitaba para poder luchar con la situación. « Hoy correremos bajó la luna llena, ¿Verdad? » preguntó a su lobo interior, quién aulló feliz. Sentía la inquietud de su lado animal, una muy buena señal. « Nada puede salir mal, ya no estás solo » se convenció a si mismo. Hablar ante el espejo, siempre le había ayudado. Era una de sus formas de encontrar el equilibrio. « Va a ser un gran día y podrás disfrutarlo con tu nueva familia ».

Más contento, se puso su chandal favorito y miró a su compañero que dormía plácidamente. Le había pedido que le levantase, para estar con él y aliviar un poco de la tensión que sabía que sentiría; pero sabía que había estado despierto hasta tarde para solucionar los problemas con el divorcio de Bangchan y preparar un nuevo caso que tenía entre manos. Iba a dejarle dormir, mientras llevaba a Sauron a dar su paseo matutino. Bajó las escaleras con cuidado para no despertar a nadie antes de tiempo. Solo él era capaz de despertarse a las siete y estar tan fresco como una rosa. Puso la cafetera a funcionar mientras silbaba y aprovechó para regar las plantas que Jeongin tenía dispersas por la cocina. Saludó a Legolas y comprobó cómo estaba Aragorn, la pequeña lagartija herida que se había unido a su familia. A pesar de estar recuperada, había decidido quedarse allí, apareciendo cuando Minho estaba cerca. Se bebió el café, hablando con sus mascotas y explicándoles por qué era un día especial. No esperaba que le contestasen, pero se sentía reconfortado cuando hablaba con ellas.

- Ahora, Sauron, vamos a correr un poco -Cogió las llaves y salió al frío exterior. Le encantaba hacer ejercicio antes de clase, cuando la luz del sol todavía no había llegado-. Esta noche tendrás mucho más ejercicio, amigo, pero ahora tendrás que conformarte con una salida rápida.

Corrió hacia el interior del bosque, seguido de su fiel compañero. Saltaron sobre los troncos caídos y alcanzaron el límite de la carretera. Minho estiró los brazos, sintiendo el frío sobre su cuerpo, río. Hacía mucho tiempo desde la última vez que su cuerpo le permitió correr. El dolor en sus huesos podía llegar a ser tan insoportable que a penas podía levantarse de la cama y hacer ejercicio era una constante tortura. Su nariz se contrajo ante el olor a químicos que llegó desde algún lugar en el bosque. Frunciendo el ceño, siguió el origen hasta alcanzar a un hombre sentado sobre una gran piedra. Estaba demasiado cerca de su manada para su gusto y el aroma que despedía le hacía querer gruñir. Apartó sus instintos animales por un segundo y se concentró en su lado humano. Parecía perdido y triste. No le gustaba la forma en la que su cabeza caía, derrotado o el hecho de que no se hubiese percatado de su presencia.

- ¿Estás bien? -El buen samaritano en su interior, habló por él, aunque todo gritaba "peligro". No podía dejar solo a alguien que parecía necesitar ayuda-. ¿Puedo ayudarte?

- Nadie puede ayudarme -Susurró el hombre, levantando la cabeza y encontrándose con su mirada. Se veía tan perdido, que no pudo reprimir el impulso de apoyar la mano en su hombro. Reconocía esa mirada, era la de un hombre lobo sin fuerza, la que él mismo tuvo durante mucho tiempo mientras perdía a su lobo.

- Cuéntamelo, quizás pueda ayud... -Dejó de hablar cuando una nueva visión llegó con fuerza, haciendo que su mano se apretase en el brazo del desconocido.

Se vio sacando a una pequeña niña del colegio, observando en cada rincón para no ser visto. Había ocultado su olor y con un abrigo de Jisung, mantenía el de la niña al mínimo. Nadie podría detectarles, mientras corrían en dirección al coche de Felix que les esperaba en la calle de atrás. Cuando el cachorro se agitó al ver un desconocido, la consoló asegurándole que era amigo suyo y de su tío. También le dijo que pronto estaría en casa, a salvo, donde los hombres malos no volverían hacerle daño. Durante la conversación, el médico le miraba con tristeza y una culpa que no supo descifrar. La niña se quedó dormida en sus brazos y fue entonces cuando el omega habló por primera vez: « Beomgyu va a estar destrozado cuando se entere y los demás estarán furiosos cuando sepan lo que hemos hecho a sus espaldas. Sé que le prometimos no intervenir, pero tenemos que hacer algo, hablar con los demás o plantarnos allí solos, pero no podemos dejar que muera ahora que se han encontrado ». El Minho de su visión, miró a la niña por un instante y después por la ventana antes de añadir: « Lo sé, Felix; pero no sé que podemos hacer. Cuando lo conocí estaba tan perdido... Necesitaba liberarse, volver a sentirse dueño de si mismo. Si incumplimos nuestra palabra, estaríamos quitándole eso ».

La visión del coche desapareció para aparecer en un claro del bosque que no conocía. En medio, sentado en un sofá que le recordó a un trono, había un hombre grande con una cicatriz en el rostro que le dio un escalofrío. Abrazada a él y sentada en su regazo, había una pequeña mujer que observaba la situación con una sonrisa triunfante. Los dos juntos hacían que Darth Vader diera el mismo miedo que un caniche y no pudo evitar la sensación de frío que le recorrió. Sin embargo, lo que realmente le aterró, fue el grupo de lobos que gruñían al desconocido que había encontrado y al que habían situado en el centro. Había ocultado sus emociones y ni si quiera su olor podía hacer que las identificaran, los químicos eran aún más fuertes que cuando lo conoció. Minho sabía que estaba ante un tribunal de manada y que aquel hombre estaría perdido si lo declaraban culpable. Si no era capaz de luchar con todos en un estado normal, sería imposible de conseguir con su lobo aletargado por el consumo de drogas. El líder lo observó con seriedad antes de preguntarle por qué no había traído más información de la manada del lago Yang y por qué había dejado de verse con su conexión tan necesaria para acabar con ellos. El extraño sonrió y pronunció las palabras que sabía que le condenarían: « Ya nada me ata a ti, ahora mi lealtad está con el lago Yang y no les traicionaré ». Con forme terminaba de hablar, escupiendo las palabras con odio, un hombre apareció corriendo y gritó al alfa que la niña había desaparecido. La mujer en su regazo rio y le susurró unas palabras en el oído que consiguieron que el gruñido en su garganta cesase. Disfrutando de la situación y de su final, el alfa ordenó que lo matasen por traición. Lo último que oyó antes de que la visión se desvaneciese fue al desconocido pidiendo perdón a Beomgyu por no poder estar a su lado una vez más.

- ¿Estás bien? Oye, me estás asustando ¿Necesitas algo?¿Agua? -Fue zarandeado con fuerza y se encontró con la mirada preocupada del alfa. Miró a su alrededor, ubicándose de nuevo en la realidad. Las lágrimas se derramaban imparables de sus ojos y su corazón dolía por un amigo que no tendría un futuro con su compañero mientras que los demás jugaban al rededor de los suyos sin ser capaces de terminar el vínculo que les uniría para siempre. También lloró por una niña que perdería a un ser querido y por aquel extraño que se sacrificaría por una manada que no era suya.

- No puedes hacerlo, no puedes entregarte -Sollozó, maldiciéndose por ser tan blando. Si su padrastro lo viese ahora, se reiría de él antes de castigarle. « Llorar no te hace débil, hermanito. Yo te sostendré hasta que las lágrimas paren de salir, así que déjalo salir todo » recordó que le solía decir Bangchan cada vez que estaba triste y alejó los pensamientos sobre el hombre que les crió-. Te matarán.

- ¿Cómo lo sabes?¿Cómo sabes lo que planeo hacer? -Pensó que retrocedería asustado, pero suspiró con pesar y lo abrazó con fuerza. Trató de dar calidez a aquel hombre, de demostrarle que siempre tendría un lugar al que volver, aunque sabía que no funcionaría cuando estaba tan decidido-. Bueno, no importa ahora. Tengo que hacerlo. No me queda más remedio. Hablé con un médico para conseguir ayuda, pero no puede ir más rápido y a mi se me acaba el tiempo. Es lo mejor para todos.

- SI mueres, Beomgyu estará devastado. Ni si quiera habéis tenido la oportunidad de disfrutar de vuestro vínculo, de aparearos como corresponde. No te sacrifiques con nosotros -Minho estaba desesperado, no podía permitir que su visión se cumpliese. Dejar que su amigo perdiese la luz que le caracterizaba, era impensable, y si su compañero moría, aunque no estuviesen realmente juntos, ocurriría. Aunque al principio se mostraba reticiente, ahora sabía que no era un mal hombre. Si Felix, porque con su visión no había lugar a dudas de que el medico que le ayudaba era él, no había dudado de él, tampoco lo haría Minho-. Ven conmigo, Jeongin y los demás te ayudarán. Juntos podemos vencerles.

La sensación de que estaba perdiendo a un hermano, se intensificó cuando se alejaron. Aquel alfa estaba destinado a ser parte de su manada, de su familia, e iba a morir por mantenerlos a salvo. Bangchan estaría tan enfadado si se enterase, que movería el mundo entero por encontrarle y sacarle de las garras de los demás. La luna había decidido que todos estuviesen juntos, que le jurasen lealtad a su hermano y estableciesen los lazos de una verdadera manada. Si se quedaban uno al lado del otro, serían más fuertes que cualquier clan unido por cuestiones políticas. Era la razón por la que la gente había pasado de creer que existían aquellos unidos por la luna y lo habían convertido en una leyenda. Si se unían, podían salvarle.

- No puedes hablarlo con ellos -El miedo apareció en sus ojos-. Felix me prometió que no lo diría, tienes que hacerlo tú también. Me lo han quitado todo, se llevaron a mi sobrina y a mi lobo. Necesito sentir que puedo liberarme, que nadie más va a controlar. He sido un inútil desde que empezaron a drogarme -Bajó la cabeza con lo que a Minho le pareció vergüenza-. Tengo que ser útil y enfrentarme a ellos, para demostrar que no me han quitado toda la voluntad. Puedes ayudarme, pero llevándote a mi sobrina. Lo demás, tengo que hacerlo solo.

Minho observó su rostro decidido y no pudo evitar decirle que lo haría. Bajo la promesa de que el resto de su manada no lo sabría, acordaron que ese mismo lunes, con ayuda del médico, sacarían a la niña del colegio y evitarían que la manada enemiga tuvieran una forma de controlarle. También se decidió que cuidarían de Beomgyu si todo salía mal, asegurándole Minho que nunca revelaría la razón por la que dejó al omega. Al vidente seguía sin gustarle que se enfrentase a todos solo, pero no podía decir nada para cambiar su pensamiento. Se dieron sus nombres y cada uno se fue a hacer lo que debía, el alfa trabajar en la guardería y Taehyun preparar su cita de despedida con el hombre que había atrapado su corazón.

Horas más tarde, cuando la luna comenzó a brillar en el cielo, se había reunido la manada entera al rededor de las mesas dispuestas en el exterior. Le había costado conseguir que Beomgyu saliese de su habitación, pero al final, todos estaban comiendo el delicioso menú que Niki había preparado con tanta ilusión. Sus compañeros de manada reían, bromeando entre sí y disfrutando de un poco de tranquilidad.Changbin y Seungmin no dejaban de tocarse disimuladamente mientras hablaban con su hijo. Felix alimentaba a la pequeña Melanie y Jasmine reía con algo que le había contado Hyunjin. Habían estado escuchando las aventuras de Yeonjun con el circo, mientras Soobin acariciaba su brazo inconscientemente. Ahora, cada omega hablaba con su alfa, rozándose de vez en cuando. Le gustaba ver el amor que desprendían todos, amándose aunque no lo hubiesen dicho con palabras.

Bangchan, su hermano, había acudido a él esa tarde, preocupado por el futuro de su apareamiento si no conseguía el divorcio. No era un tramposo y no quería formalizar nada si no estaba todo solucionado con su ex-mujer. Estaba deseando poder darle a Jeongin lo que Seungmin y Changbin habían conseguido. Quería ver su marca en el hombro y demostrarle cada día lo feliz que estaba de haberle encontrado, porque durante años había estado perdido, sin encajar en ningún lugar. El omega fuerte y orgulloso le había traído de vuelta a casa, a la vida que había estado buscando. Minho le aseguró que estaría apoyándole mientras el juicio se llevaba a cabo y que todo iría bien. Fue después de esa parte de la conversación, cuando todo giró en torno a él y Jisung. Su hermano, como solía hacer cuando eran pequeños, le hizo ver los puntos positivos de lo que le preocupaba. Alejando los miedos, convirtiéndole en alguien fuerte y capaz de comerse el mundo. Después de su apoyo y tras la conversación que había tenido con Taehyun, decidió que había llegado el momento de dar el gran paso. Si podía convertirse en lobo, iría a por Jisung, se ocultarían en un rincón del bosque que tendría preparado y se amarían hasta que el sol volviese a aparecer. Ahora, el momento decisivo había llegado.

- Prestadme un minuto de atención -Ordenó Jeongin, levantándose de la mesa con una impecable sonrisa que consiguió un gran beso de su alfa. Tras los bitoreos de la manada y los "que asco" de los niños, el omega le lanzó una mirada divertida-. ¿Puedo hablar ya, Bangchan, o quieres continuar?

- Lo siento, eres irresistible cuando vas de líder -Carraspeó, avergonzando por su impulso y regresó a su silla-. Sigue hablando, ángel, ya continuaremos más tarde.

- Gracias -Rió, guiñandole un ojo antes de dirigirse a los demás-. Hoy es un día especial y no solo porque es luna llena. Después de un tiempo muy largo, es la primera reunión que podemos celebrar. Hoy será la noche en la que Minho, Bangchan y Changbin traigan a su lobo de vuelta después de tanto tiempo sin poder hacerlo. También es la primera fiesta que celebrarán Sunooy Jasmine con sus padres. Pero lo más importante es que, nuestra manada a crecido, ha pasado de ser un grupo formado por cinco omegas que se valían por si mismo a un verdadero clan lleno de gente. Nuestra casa nunca ha estado más llena que ahora y es todo gracias a vosotros. Como líder de esta familia, doy la bienvenida oficial a aquellos que estaban en periodo de prueba y a los que eran parte de la manada pero no había tenido oportunidad de ser presentados en una reunión de luna llena. Nishimura Riki, Seo Changbin, Seo Sunoo, Park Sunghoon, Christopher Bangchan, Choi Soobin, Choi Yeonjun, Hwang Hyunjin, Hwang Jasmine, Hwang Melanie y Lee Minho, bienvenidos a la manada del lago Yang -Tras un sin fin de aplausos y vitoréos, Jeongin consiguió anunciar lo que todos esperaban-. Ahora, cambiad, doy comienzo a la carrera de luna llena.

Jisung tomó su mano y lo llevó a una zona más apartada, alejándole de miradas indiscretas en caso de que su problema no se hubiese solucionado por completo. Respiró profundamente, observando la dulce sonrisa en el rostro de su compañero y consiguiendo el valor que necesitaba. Le dio un beso corto que prometía un sin fin de diversión cuando la carrera terminase y entre risas, comenzaron a desvestirse. Trató de conseguir que sus ojos no se dirigiesen constantemente al cuerpo de su omega, pero era una misión imposible. Al igual que lo era, no reaccionar ante la intensa mirada que le dedicaba mientras la última prenda caía al suelo.

- Vamos, Minho, es momento de llamar a tu lobo -Le dijo antes de cambiar al suyo y ladrarle con felicidad.

Cerrando los ojos, se imagino la forma que tenía su animal y dejó que el cambio le invadiese. Cuando se encontró mirando el mundo en blanco y negro, no pudo reprimir un ladrido lleno de felicidad. Se abalanzó sobre Jisung, jugueteando con él, antes de ladrar de nuevo y comenzar a correr con los demás que ya iban en dirección al bosque. Jeongin fue el primero en aullar como era la tradición, después, le siguió Bangchan y por último, el resto de la manada miró a la luna para dejar salir todo lo que sentían. Conforme llegaron al lago, cada uno fue dispersándose en grupos, una práctica muy común cuando había gente apareada. Beomgyu, transformado en su pequeño lobo, empujó a Sunooy Jasmine con su hocico, alejándoles de sus padres y conduciéndoles a casa. Melanie había sido colocada con mucha seguridad en su lomo, mientras corría para no dejarla sola. La fiesta había terminado para los más pequeños, alejándoles de cualquier sonido comprometido que los adultos pudiesen hacer.

Minho llevó a Jisung por el bosque hasta una pequeña cueva. Llegaron más tarde de lo que había previsto, porque cada pocos metros se detenían a jugar, saltando uno sobre el otro y gruñéndose con cariño. Cuando el omega vio las mantas sobre el suelo, las velas encendidas y todo lo que necesitaban para divertirse juntos, cambió. El alfa no tardó en seguirle y sus labios se encontraron con fuerza, demasiado excitados como para ser delicados. La luna llena y la carrera había afectado a su organismo y no había tiempo para ser suave.

- ¿Estás seguro, Minho? -Preguntó Jisung, la duda brillando en sus ojos.

- Lo estoy -Besó su nariz con cariño antes de separarse, sin soltarle de sus brazos-. ¿Quieres ser mi compañero, Han Jisung?¿Quieres pasar el resto de tu vida conmigo?

- Sí quiero.

A partir de ahí, las palabras dejaron de ser coherentes. Tumbó a Jisung sobre las mantas y se colocó sobre él, devorando sus labios, explorando cada rincón que encontró con su lengua. Las manos del omega se apretaban contra su espalda, las uñas raspando contra su piel, mientras el alfa se balanceaban, buscando la fricción de sus erecciones. Sentía cada respiración, cada caricia, cada gemido con tanta intensidad que pensó que todo terminaría en ese mismo instante, que sería incapaz de controlar su propio placer. Se separó lo suficiente para observar a Jisung, respirando con dificultad y mostrando, orgulloso, los labios hinchados por los besos.

- Eres hermoso -Susurró, antes de volver a besarle. Comenzó a descender por el cuello, besando la zona entre su hombre y el cuello-. Aquí, cariño, irá mi marca cuando nuestro enlace esté completo.

El olor del deseo en Jisung se intensificó con forme iba hablando, expectante por saber que haría con él. Bajó, sin reprimir su sonrisa, hasta besar uno de sus pectorales, muy cerca de ese pequeño botón rosado que no tardaría en cuidar. El omega contuvo la respiración y Minho no pudo evitar frenar el ritmo, dejándole retorciéndose por la anticipación. Incapaz de resistirse más, le pasó la lengua, tanteando sus reacciones y al ver como abría los labios, respirando con más fuerza, lo sostuvo entre sus labios, mordiéndole y dandole la atención que se merecía. Para el momento en el que acabó con el otro y comenzó a descender por su ombligo hasta dejar un beso en su ingle, Jisung no podía dejar de gemir.

- Haz algo ya, Minho -Exigió, demasiado impaciente-. Lo que sea, pero hazlo ya.

- A sus ordenes, mi querido omega -Susurró contra su piel antes de bajar la cabeza y pasar la lengua a lo largo de su erección-. ¿Te gusta, cariño?

- Oh, por favor, Minho, por favor.

Sin responder, comenzó a jugar con su miembro, pasando la lengua y dejando pequeños besos hasta que decidió que era suficiente tortura para su compañero. Con lentitud, lo introdujo en su boca, saboreándole y consiguiendo su olor aún mejor. Jisung no podía dejar de tocar su pelo, apretando algunos mechones con sus dedos. Su cuerpo temblaba por el placer y sabía que el cualquier momento estaría listo para volar en uno de los mejores orgasmos de su vida. Minho, consiguió que ocurriese minutos después, descubriendo que oír a Jisung gritar su nombre, era música para sus oídos. Mientras el omega trataba de recuperarse, lo preparó con cuidado. No quería hacerle daño la primera vez que iban a estar juntos. Quería que lo recordase durante mucho tiempo.

- Min...ho... -Gimió, cuando su erección volvió a la vida ante sus cuidados y el alfa no pudo contenerse más. Sobre todo cuando le suplicó que se uniera a él-. Por favor, Minho, por favor.

- Tranquilo, estaré contigo en seguida. No quiero hacerte daño.

Después de que sus cuerpos se unieron, los movimientos se hicieron más rápidos. Cuando sintió que estaban a punto de terminar, se unieron en un gran beso. Minho había encontrado su hogar y al hombre que haría de su vida una aventura. Cuando se sintiese perdido, tendría a Jisung para conducirle a casa como un faro a los marineros. El lobo aullando en su interior quería que lo marcase para siempre, que no le dejase escapar. Se separó de su boca cuando se sintió al borde y con un rápido movimiento, mordió su hombro, completando lo que comenzó cuando se vieron por primera vez en el bosque. Jisung gritó su nombre una vez más, mientras el orgasmo le llegaba, superando el que acababa de tener. Minho le siguió minutos después, gimiendo por su omega y por la calidez que había en su corazón. Ahora eran uno, podía sentirle en su interior. Aquel lobo que seguía a su autobús aullando de dolor, no volvería a estar triste, porque ahora tenía a Minho.

Fue una noche muy larga llena de placer, perdieron la cuenta de las veces que se perdieron. Al amanecer, se abrazaron, arropados por las mantas que había traído y durmieron satisfechos, relajándose con los olores que desprendía su compañero. Lo último que pensó antes de dejarse llevar por los brazos de Morfeo, fue que se había acabado la soledad, los años de búsqueda y el dolor. Estaba completo.

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