Capítulo 48
XXIII. No volveré a dejarte atrás, Hyunjin(2ª parte)
POV. FELIX
Guardó los últimos archivos que tenía que firmar en el cajón con un suspiro de cansancio. Había sido un día duro de trabajo y ni si quiera había podido entrar a un quirófano para la operación más simple ni como ayudante ni como cirujano principal. Relegado a su despacho, se había pasado toda la mañana firmando permisos para otros médicos a su cargo y ordenando los archivos de operaciones pasadas. Una vez más, su licencia había sido revocada y le habían prohibido la entrada a los quirófanos sin autorización de la psicóloga que le habían asignado. Es cierto que las preocupaciones de los últimos días, la llegada de Hyunjin y alguno de sus problemas con Jasmine le estaban afectando más de lo permitido para trabajar; pero no iba a servir de nada que hablase con una terapeuta. No podía ir a contarle que después de años creyendo que había muerto su compañero destinado, la marca en su hombro comenzaba a verse borrosa y ni si quiera era como la de Niki o Soobin. Él tenía una mordida, no había nada de símbolos de familia, corroborando que había estado viviendo una mentira. Tampoco podía hablarle sobre como omitió a su hija durante años para no sufrir y como ahora que estaba a su lado se sentía un traidor, un padre horrible, un cobarde incapaz de soportar el dolor.
¿Cómo iba a decirle que tenía miedo, desde que llegó Hyunjin, de enamorarse una vez más y no ser capaz de soportar su pérdida? Puede que a él le costase aceptarle y que necesitase de años para pasar de la atracción que el destino ejercía a un amor real, pero su lobo ya lo había aceptado como su pareja y si lo perdía, estaría destruido. También estaba el estrés que sentía por culpa de ese estúpido presentimiento que le decía que las cosas ibas a salir aún peor, que la amenaza que había sobre ellos iba a empeorar y que todo lo que había ocurrido era una simple distracción de lo que de verdad haría peligrar sus vidas. No era humano, su psicología y su organismo funcionaban de manera distinta. Si se sentaba frente a la psicóloga y le mentía, su licencia no llegaría nunca; pero si iba y contaba la verdad, acabaría encerrado en un laboratorio. No creo que le diesen su licencia si empezaba visto una conversación con: « Buenos días, soy un hombre lobo, un omega y como nuestra naturaleza no diferencia entre los mismos géneros que los humanos y la anatomía es tan cambiante, puedo tener niños. Mira, por donde, tuve un bebé precioso y me lo quitaron. Ahora podría tener más pero tengo miedo de que todo se repita. ¡Ah! Y me llamo Felix, encantado ».
Bufó una vez más desde que había recibido la noticia de su suspensión. Apoyó la cabeza sobre su escritorio, observando como el viento movía las pocas hojas que quedaban en el árbol frente a su ventana. Quería operar, trabar como el verdadero cirujano que era y no esconderse en su oficina donde podía pensar. Quería alejarse de aquel lugar, de la tentación de abrir el cajón que mantenía cerrado con llave y sumergirse en recuerdos que solo empeorarían la situación. Había conseguido mantenerse activo tanto tiempo, que no concebía una vida sin trabajar. Ahora que sus competidores en el Hospital conseguían lo que buscaban, se sentía atrapado como un animal enjaulado. Si estuviese en el quirófano, no estaría reprimiendo constantemente el impulso de llamar al colegio de Jasmine y comprobar que estaba en clase, que seguía a su lado, que no era un sueño cruel. Si estuviese operando, no estaría dándole vueltas a lo bien que se sentía cuando Hyunjin le sonreía, cuando trataba de acercarse despacio con miedo a que huyese, cuando le hablaba de cada anécdota de su hija que se había perdido, cuando contaba con él incluso para cuidar de Melanie. Si estuviese trabajando donde debería, no estaría pensando en lo mucho que estaba traicionando a Jaehyun, en lo mucho que le había fallado, en lo mucho que aún le amaba, en lo mucho que aún dolía su pérdida, en lo mucho que se habían engañado, creyendo en un enlace que no era único.
Sucumbiendo a la tentación, sacó la llave que guardaba con tanto esmero y recuperó cada foto que se hicieron, cada carta que le escribió, cada regalo que conservaba. Desde el anillo de bodas con el que se mostraron al mundo humano como un matrimonio hasta las fotos del día de su boda, la noche que se escaparon hasta un pequeño juzgado y se casaron de improviso para ser legales ante la ley. Acarició con cariño el marcapáginas que se hizo con una de las rosas que le regaló por su primer aniversario, recordando como le había despertado entre besos y le gritaba lo importante que era ese día. Todavía recordaba lo perdido que se encontraba cuando despertó en una habitación de hospital, incapaz de explicar porque se recuperaba tan rápido y sin que nadie fuese capaz de decirle que había pasado con su niña. Jaehyun había sido como un soplo de aire fresco, sacándole de ese estado de confusión y aletargamiento en el que se había sumido, prometiéndole que no dejaría de descansar hasta encontrarla. Años después, cuando su relación terminó de la peor forma posible, volvió a sentirse perdido, pero esta vez en su propia casa. Se volvió pequeña, claustrofóbica y a penas podía respirar. Su lobo aullaba lleno de dolor, tan roto como su corazón. Todo aquello fue real, al igual que su amor. Entonces ¿Cómo podía estar dejándolo atrás tan rápido?¿Cómo podía aceptar que la marca desapareciese hasta que no quedase nada?¿Cómo podía permitir que su compañero entrase en su vida y que se marchase de la misma forma? Si sufrió tanto por Jaehyun y no era su destino ¿Qué pasaría cuándo lo perdiese a él?
— ¡Felix! —Un grito le hizo volver en sí, soltando las fotos como si le hubiesen descubierto cometiendo un delito. Aunque si lo pensaba, después de su suspensión temporal, que lo encontrasen reviviendo sus recuerdos, podría empeorar la situación—. ¡Felix! —Volvió a llamar la atención el hombre ante él—. ¿Has vuelto a la tierra, por fin, o sigues en tu mundo? Puedo volver en otro...
—No, No, quédate, un poco de trabajo me hará bien. Perdona, estaba recordando viejas historias —Sonrió con tristeza, indicándole que se sentase frente a él. Era uno de sus pacientes más asiduos, otro lobo como él, pero sin manada. Le había pedido innumerables veces que aceptase llegar ante Jeongin, pero se negaba constantemente porque su sobrina le necesitaba y su cuñada no iba a permitir que la viese si sabía que se rodeaba de más lobos—. ¿Te encuentras bien?
— Estoy bien, no te preocupes —La sonrisa en su rostro no alcanzó sus ojos, haciendo que Felix lo mirase con seriedad—. En serio, estoy bien. Solo quería saber cómo iban los progresos ¿Algún avance?
Olisqueó el aire, encontrándose con el olor a químico que tanto odiaba identificar en él. Si continuaba contaminando su sangre, no quedaría nada con lo que pudiese trabajar. Quería ayudarle, había estado demasiado tiempo acudiendo a él y al final, habían acabado convirtiéndose en amigos. Habría hablado con Jeongin, le habría pedido que le ayudase, pero le había prometido que no intercedería por él. Cuando había una vida más en juego, no podía arriesgarse. Si alguien estuviese amenazando a su hija y le ordenase que hiciese algo que no quería para mantenerla a salvo, lo haría. Incluso sería capaz de hacerlo si amenazaban a un miembro de su manada, de su nueva e improvisada familia en crecimiento. Por eso le entendía y no había acudido a Jeongin. Por eso estaba buscando con desesperación un tratamiento efectivo que contrarrestase esa estúpida sustancia y le devolviese lo que le habían quitado. Aunque, a pesar de sus esfuerzos, seguía tan perdido como cuando empezó todo.
— No hay nada, lo siento. He probado con otro fármaco, pero el efecto en las células es peor que el anterior. La medicina humana actúa de forma diferente a nosotros y experimentar cuesta más... Lo siento, sigo intentándolo.
— ¡Joder! —Gritó, golpeando la mesa con la mano y sobresaltando al médico. Nunca lo había visto tan frustrado. Aguantaba sin queja alguna todo lo que le ordenaban y nunca se enfadaba por la falta de progresos. Los problemas debían ser mucho más graves si actuaba así—. Perdona, no quise asustarte. Se me agota el tiempo, Felix, ya no solo se trata de mi sobrina... —Fue bajando el volumen hasta que lo último fue a penas audible por sus oídos super desarrrollados.
— ¿No hay ninguna forma de que finjas tomarte las pastillas? —Preguntó, aunque sabía la respuesta. Tenían el olfato demasiado delicado como para no detectar la falta de olor—. Voy a hacer lo que pueda, todo lo que esté en mi mano; pero tienes que buscar un plan b por si fracaso. Quizás sea mejor que hablemos con Jeongin, él puede ayudar siempre tiene respuestas y es capaz de arreglar cualquier problema.
— No puedo, Felix, no puedo hablar con él. Gracias por todo lo que estás haciendo, pensaré en algo más que pueda hacer si mi fuerza no regresa —Se levantó, un poco tambaleante y tembloroso. Evitó hacer una mueca al verle dirigirse a la puerta. Sentía que sería la última vez que lo vería—. Si no lo consigo, si no recibes noticias mías en la próxima cita, encuentra a la niña. No dejes que le hagan más daño, por favor...
Como padre, entendía su dolor. Podría ser su sobrina, pero la había criado él solo. Era prácticamente como su hija y tenía que estar sufriendo por ella, de la misma forma que Felix cuando se llevaron a Jasmine. Con un suspiro, agotado por tantas emociones, salió de su escrito para abrazar a su amigo. Después de dos años conociendo su caso, haría cualquier cosa por salvarlo y si para ello tenía que dejarlo atrás para buscar a una niña que lo habría perdido todo, no dudaría. Si Felix hubiese sabido cuál sería el plan b, si simplemente hubiese sabido la razón por la que el tiempo se le agotaba, habría intentado detenerle. Si hubiese sabido que el destino sería aún más duro para él, le habría obligado a volver a la manada con él, le habría exigido que tomase la ayuda de Jeongin aunque fuese un riesgo. El omega estaba a punto de ver como su fracaso profesional, arruinaría la vida de sus seres queridos.
No había sido capaz de llegar a casa antes de ser asaltado por Hyunjin. De no haber captado su olor, se habría llevado el susto de su vida. Que le vendasen los ojos sin una palabra y lo arrastrasen hasta un coche, no era la mejor forma de sorprender a alguien. Quería despellejarle vivo por no permitirle ir a su cama para dormir hasta que Jasmine regresase de clase al día siguiente. Quería hacerle pedacitos tan pequeños que no le permitiese volver a unirlos por llevarle a un sitio desconocido sin darle ninguna respuesta. Odiaba las sorpresas si no podía ver a lo que se dirigía y estaba comenzando a inquietarse. No tenía un buen día, seguía inquieto por la conversación que había tenido y no haber podido entrar a un quirófano tenía sus nervios a flor de piel. Había querido tener una cena agradable con su pequeña, Melanie y el hombre al que ahora quería matar, relajarse sin presión alguna; pero parecía que las estrellas se habían alineado para no cumplir sus deseos. No solo había descubierto que los cachorros estaban con Jisung y Minho, sino que había sido secuestrado.
Cuando Hyunjin se detuvo y pudo oler el exterior, se preparó para destriparle con la mejor de sus técnicas. Sin embargo, se encontró con la situación más inesperada. Frente a él había un improvisado picnic, lleno de luces y mantas. Parpadeó, asegurándose de que lo que veía era real, que no estaba teniendo algún tipo de sueño romántico como la protagonista de algún libro de estación. Se quedó estático, sintiéndose cálido y acogido. La tensión de las horas anteriores había desaparecido. Hyunjin le daba todo lo que tenía para complacerle, sin presionarle, sin pedirle nada a cambio y él, por mucho que le hubiese dado una oportunidad, no había hecho nada. Había intentado estar a su lado, sin exigirle que olvidara al amor de su vida, sin tratar de remplazarlo. ¿Cómo podía ignorarlo?¿Cómo podía dejar que el miedo a sufrir le impidiese lanzarse a sus brazos? No iba a enamorarse en un abrir y cerrar de ojos, no podía hacerlo después de todo lo que había vivido con Jae; pero podía estar con él, dejar que fluyese y no alejarse de momentos como estos para evitar caer ante su amabilidad.
Escuchó como se disculpaba, como se movía nervioso a su espalda y se lanzó a sus brazos para evitar que siguiese torturándose. Lo besó, expresando sin palabras lo mucho que le había gustado. Todo el cansancio, la sensación de fracaso y el miedo quedó relegado a un segundo plano. Ya no quería acostarse, quería disfrutar de estos momentos. Encontraría una solución para aquel lobo necesitado y se preocuparía por quienes buscan a su hija en cualquier otro instante. Se separaron solo cuando necesitaron respirar, saboreándose el uno al otro, sintiéndose completos. Siguió rozando sus labios, una y otra vez, una casta unión que demostraba lo emocionado que estaba.
— ES PERFECTO —Gritó, alejándose un poco para que viese el brillo en sus ojos. La felicidad le había iluminado el rostro. Le hacía sentir cómodo, siempre preocupándose por él a pesar de llevar pocos días juntos. Le respetaba y eso era suficiente para seguir intentándolo, a pesar de lo que podría suponer una pérdida—. Gracias, gracias, eres increíble.
Dejó que le dirigiese hasta la mesa y olisqueó, dándose cuenta del hambre que tenía. ¿Cuándo había sido la última vez que había comido? Ni si quiera había sido capaz de coger el desayuno al salir de casa, se había limitado a comprobar que Minho y Bangchan estuviesen bien antes de correr directo al trabajo, encontrándose con la mala noticia de que había sido suspendido. Había estado tan enfadado por ser relegado en su despacho que había ignorado la hora de la comida y ahora, sentado ante lo que olía a la comida que Niki preparada, sus tripas comenzaron a sonar. Se sentó, arropado en las mantas, con la mirada gacha por la vergüenza. Hyunjin rio, destapando los platos para que pudiese disfrutar y tomando una fresa entre sus dedos para dársela. Felix pensó en negarse, pero en el ultimo momento abrió la boca. Necesitaba ser cuidado por una vez, dejar de refugiarse en si mismo o en Jisung y permitir que alguien más estuviese allí para él. Tenía demasiado miedo, por Jasmine, por la manada, por su amigo, por fallar a Jae, por Hyunjin... Por eso, esta vez, aceptaría su cariño y dejaría que le diese de comer. No tenía por qué luchar solo, no ahora. « ¿Qué podía salir mal? » pensó, viendo la sonrisa de Hyunjin mientras veía como mordía lo que le daba « Estará bien, todo saldrá bien ».
Tuvieron una agradable charla, hablando de como había sido el día y de lo ilusionados que estaban los cachorros por ir de casa en casa pidiendo caramelos. Cuando la comida se terminó, Felix se sentó entre sus piernas y dejó que le abrazase, colocando una manta sobre ellos. Juntos observaron las estrellas, mientras el alfa le contaba momentos buenos que había tenido con su manada y él le explicaba las mejores anécdotas que tenía de Jeongin como el día en el que decidió que era muy buena idea construir un columpio para el porche con sus propias manos. Acabó quemando la madera por la frustración y trayendo uno desde la tienda más cercana. Felix le explicó el nombre de las constelaciones y estrellas que podían ver allí, mientras Hyunjin fingía que lo entendía. Alejaron cualquier problema que tuviesen, omitieron los peores momentos de su vida para otro lugar, otro día. Por ahora solo querían disfrutar de lo bueno, reírse del pasado y no hablar de las historias de terror que tantas pesadillas le provocaban.
— ¿Cómo era Jae? —Preguntó de pronto, apoyando la barbilla en su cabeza. Se tensó, preparado para ponerse a la defensiva ante un posible ataque de celos que no quería soportar—. Me gustaría saber cómo era el hombre que te hizo feliz, porque tengo mucho que agradecerle. Pero si va a hacerte daño, no pasa nada, no tienes que obligarte.
— Está bien —Suspiró, aliviado porque Hyunjin había vuelto a superar sus expectativas. « Atento, guapo y comprensible... ¿Dónde se había escondido? » pensó, como un adolescente que perseguía al chico de sus sueños. Volvió a relajarse en sus brazos, aceptando su calor, refugíandose en su olor. Su lobo quería rodar sobre él y no detenerse hasta adquirir su perfume. « Lobo malo » chistó en su mente « No hay nada de rodar hasta que nos apareamos, soy un chico puro ». Sintió que el animal en él se reía ante sus palabras y lo amenazó con no volver a dejarle salir si no se comportaba. Fue mucho más efectivo—. Era el hombre más atento que había conocido — « Hasta que apareciste tú »—. Siempre estaba pendiente de mi, pero dejándome el espacio que necesitaba. Era tan torpe en la cocina como Jeongin, una vez, por nuestro aniversario, quiso sorprenderme con una tarta de chocolate. Cuando llegué, la cocina aún olía a humo, el horno estaba irreconocible, sus manos completamente vendadas y en la basura había una caja de la pastelería más cercana. No tuve corazón para decirle que lo había pillado —La risa de Hyunjin hizo vibrar su cuerpo y se contagió, dejando que las carcajadas escaparan de sus labios—. Tenías que ver su cara, convencido de que me había engañado También era un fan increíble de One Direction, me llevó a uno de sus conciertos, me tuvo dos días haciendo cola rodeado de adolescentes e hizo que le comprase una de esas pancartas enormes. Mereció la pena por la sonrisa que tuvo toda la noche mientras les oía —Le estaba sentando bien poder hablar de él, dejar de pensar que era un tema tabú que le haría romperse. Había vivido una historia muy bonita y no debía esconderla—. Adoraba las flores, al igual que su hermano y tenía un jardín tan bonito que no había día que no me encontrase allí, sentado en un banco, contemplando lo que había plantado. Siempre que tenía una oportunidad, me regalaba alguna planta o flor, confesándome con su significado algo que no me había dicho en persona. Si me veía triste, me llevaba a nuestro claro favorito del bosque y me enseñaba todo lo que sabía de estrellas.
Habló durante horas, contándole cada anécdota, cada cosa que había aprendido a su lado, cada uno de los defectos que amaba y cada acción que había hecho para ayudarle. Le explicó como le convenció para que tratase de hablar con su hermano una vez más, de como hablaba con tanto cariño de Jeongin a pesar de sentirse traicionado y de como se sentiría tan orgulloso de ver el hombre en el que se había convertido, un líder capaz de cualquier cosa por el bien de su gente. Lloró como siempre que hablaba de él, pero también rió a carcajadas con ciertas historias. Por primera vez desde que Jaehyun murió, sentía que podía hablar de él sin romperse, sin derrumbarse por completo.
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