Capítulo 43
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XXI. Nadie, absolutamente nadie, toca a mi alfa
POV. SOOBIN
El caos comenzó cuando Yeonjun cayó y Soobin perdió la poca cordura que le quedaba en aquel momento. La humanidad en él quedó relegada a un segundo plano y el lobo tomó él control, convirtiéndolo en puro instinto y alejando los efectos de la droga. Apretó los lo puños dañándose con las garras que habían salido, incontrolables, y gruñó, mostrando los dientes, al hombre que se mantenía de pie, detrás de su compañero herido, con la pistola cargada aún humeante después de su último disparo.
— NADIE, ABSOLUTAMENTE NADIE, TOCA A MI ALFA —Rugió, tan enfurecido que las paredes temblaron y los cristales se rompieron. El suelo bajo sus pies comenzó a resquebrajarse—. VAS A PAGAR POR ESTO.
Aquel hombre era una amenaza, ponía en peligro la integridad de su alfa y debía ser eliminado. El enemigo intentó retroceder, retorciéndose por el miedo, pero él no le dejó. Lo inmovilizó, saboreando la venganza y pocos segundos después, la mano de aquel lobo apuntó a su cabeza, apretó el gatillo y disparó. Su cuerpo con vida cayó al suelo, haciéndole sentir satisfecho; pero aún no había acabado, el peligro seguía acechando. Se giró, gruñendo furioso hacia aquellos que el lobo en él no reconocía como familia, como su manada y les ordenó que diesen media vuelta, que regresasen al lugar del que habían venido y le anunciase al alfa Cho que Choi Soobin no volvería con ellos, que si se acercaba a su alrededor o ponía en peligro a sus amigos, no tendría ningún lugar donde esconderse. Cuando supo que todo estaba bien, regresó hasta Yeonjun y se arrodilló a su lado, consiguiendo que todo a su alrededor dejase de vibrar, de moverse instigado por su furia. Gruñó a Jeongin cuando trató de apartarle, le enseñó los colmillos a Changbin cuando quiso acercarse y casi rasga con sus garras a Bangchan cuando quiso levantar a su compañero. Él mismo taponó su herida como pudo y lo levantó, llevándolo hasta la furgoneta en la que habían improvisado una ambulancia.
— Vas a ponerte bien, idiota, no puedes morir, no puedes dejarme ahora que te he dado una oportunidad —Susurró, acariciando su pelo y dejando que poco a poco su humanidad volviese—. Si mueres, estúpido, voy a odiarte, así que vuelve conmigo. Un lazo es como el matrimonio y eso significa que estamos en nuestra maldita luna de miel —Bajó el volumen poco a poco, calmando su voz. Nana había tenido razón, debería haber estado a su lado mucho antes y así, quizás, ahora no se arrepentiría de haberle alejado; porque si moría, a penas habrían estado juntos—. Te necesito, por favor, no me dejes —Besó su frente con delicadeza antes de incorporarse y dirigirse a Felix—. Cuídalo, está en tus manos.
Cuando estuvo en buenas manos y su trabajo estuvo hecho, las fuerzas le abandonaron. Usar sus poderes había consumido hasta él último ápice de su energía y por mucho que quisiese mantener los ojos abiertos, no podía. Durmió sumido en la más absoluta oscuridad. No hubo sueños, ni tampoco pesadillas.
Despertó sintiéndose cálido, arropado por una manta de pelaje suave que olía a incienso, a hogar. Adormilado, bajó la cabeza, ocultando la nariz para poder captar mejor el aroma. Estaba tan cómodo, escuchando ese retumbar tan tranquilizador como el latido de un corazón, que no quería tener que abandonar su cama aunque los rayos de sol le instaban a abrir los ojos. Río cuando sintió una caricia en el rostro, el pelo le hacía cosquillas en su mejilla. Soobin abrió los ojos de golpe al darse cuenta de que lo que había creído que era una manta, se movía. Se incorporó como pudo, encontrándose con la mirada de un increíble lobo, su lobo, Yeonjun. Uno a uno los recuerdos del día anterior volvieron a él, aturdiéndolo. Observó a su alfa con atención, llevando sus manos con cuidado para acariciarlo, asegurándose de que de verdad era él, que no estaba soñando y que no despertaría en algún momento, dándose cuenta de que estaba muerto.
— ¿E-estás bien? —Su voz sonó temblorosa, podía notar las lágrimas deslizándose por sus mejillas. « Lo estoy y tú también » dijo en su mente, inclinando el hocico para lamerle el rostro, limpiándole—. No seas idiota —Murmuró avergonzado, alejándole para no sentirse tan vulnerable. « Todo irá bien, Soobin, un poco de descanso y podré cambiar de nuevo » le aseguró cuando intentó tumbarlo, demasiado preocupado—. Si me vuelves a asustar así, serás hombre muerto Choi Yeonjun — « Si eso significa acabar contigo en la cama, no me importaría dejar que me mates » agachó la cabeza, apoyándola en sus patas delanteras y moviendo la cola con alegría. Sabía, que de haber podido, no se habría perdido un guiño—. Idiota...
Se tumbó a su lado, acariciándole el pelaje, perdiéndose en sus pensamientos. Había matado a un hombre, arrebatándole la libertad, y lo peor era que no sentía remordimientos. Ni siquiera para algo así podía ser el omega que habían deseado sus padres, porque le había gustado estar ahí, defendiendo a su compañero y no ser solo un lobo en apuros esperando a su caballero andante. Aunque si de él hubiese dependido, se habría ahorrado la sensación tan horrible que le dio la droga y ver a Yeonjun en el suelo con un agujero de bala. « Deja de pensar tanto, precioso » levantó un poco la cabeza, observándole con sus ojos lobunos. « Ven conmigo, abrázame, por favor. Aún estoy asustado, necesito estar seguro de que de verdad estás aquí » confesó, sonando tan perdido que el corazón de Soobin se encogió « Siento mucho haber dicho eso, no creo que seas una carga. Es solo que creo que no estoy a la altura, que no voy a poder protegerte y esto lo ha demostrado ».
— Escúchame, idiota, estás a la altura. Lo dejaste todo para buscarme y lo lograste —Se acercó más, abrazándolo y rozándole para dejar su olor, inconscientemente. « ¿Marcándome con tu olor? » rió, ocultando la satisfacción que aquello le producía—. Calla, no estoy haciendo nada y estoy en medio de una conversación seria —Carraspeó, escondiendo el rostro para que no viese el rubor que tanto odiaba—. No vuelvas a menospreciarte, Yeonjun. Además, si tu no pudieses protegerme, ya estaría yo para protegernos a los dos. Ahora descansa o voy a por Felix para que te sede — « Está trabajando, no vas poder traerlo » se jactó, como si hubiese ganado el mejor premio del mundo—. Deja de hacer el tonto y duerme, en serio. Estaré abajo, dándole las gracias a Jeongin y los demás. Además, necesito ver si Sunghoon está bien — «Lo está, no te preocupes. Ve, estaré bien. No me moveré de la cama y descansaré » dijo, sabiendo que no quería salir de la habitación.
Soobin besó su cabeza antes de salir corriendo de allí, esperando no recibir ningún comentario de su alfa. Mientras bajaba, se dio cuenta de que no podía borrar su sonrisa a pesar de que el peligro podía volver, pero ¿Cómo no iba a estar contento si Yeonjun estaba bien? Bajó las escaleras, tratando de buscar a alguien que le contase cómo estaban todos; pero parecía que la casa entera estaba durmiendo, o al menos, eso esperaba. Sus sentidos se pusieron en alerta en cuanto captó el olor a enfermedad, a muerte, que salía de la cocina entremezclado con un leve aroma a canela que le picaba en la nariz. Entró con cuidado, preparado para atacar al intruso y sin esperar lo que encontró. Un hombre muy joven, pero con el cansancio en sus ojos, le sonreía a una pequeña lagartija mientras le revisaba lo que parecía una venda y le susurraba a un gran perro que pronto saldrían a la calle. Quedó paralizado en el umbral, sin saber cómo interrumpir aquel momento que parecía ser tan privado.
— Hola, tú debes ser Soobin, ¿Te encuentras bien? —Saludó, respondiendo a sus dudas. ¿Quién era y por qué no dejaba de sonreír? Era como estar viendo directamente al sol y comenzaba a sentirse nervioso—. Oh, perdona mis modales. Soy Minho, el compañero de Jisung y el hermano de Bangchan.
— Sí, estoy bien —Lo miró con extrañeza, preguntándose qué sentiría el omega por tener un compañero que parecía tan feliz en todo momento—. Ya veo que Jisung consiguió encontr... —Abrió los ojos, procesando sus palabras por fin—. Espera ¿Bangchan es tú hermano? No nos había hablado de ti.
— Hermanastro en realidad, pero sí —Bajó los ojos un instante, adquiriendo una expresión de tristeza que no tardó en ser sonreída por una de sus sonrisas de revista—. No me recuerda, pero quizás es mejor así, que olvide todo lo malo de nuestro pasado junto. Así no se volverá a sentir responsable de lo que me pasó.
Se sentó en la silla que había a su lado, sin saber que decir. No podía ir con un "joder, tío, vaya mierda que tu hermano no te recuerde" o un "mejor así, a veces yo también olvidaría el pasador", sonaba todo demasiado superficial y a pesar de que no le conocía, no quería darle una primera mala impresión. Bastante que provocó que nadie tuviese tranquilidad y lo recibiese como debía. Intentó decirle que lo sentía, pero tampoco parecía valido. ¿Quién era para sentir pena por él?
— Todo estará bien, no te preocupes. Al fin y al cabo, lo último que se pierde es la esperanza —Tuvo que reprimir las ganas de decirle que si se había aprendido de memoria las frases de las libretas, no era el momento y aquel chico necesitaba un poco de ayuda. Quería preguntarle algo, lo veía en su expresión, así que se limitó a asentir, dándole permiso—. ¿Es verdad que eres telequinético? —Sus ojos se iluminaron de emoción, borrando aquel cansancio que en opinión de Soobin no debería estar ahí, arruinando su mirada.
— Lo soy, aunque lo descubrí hace poco.
— Es la primera vez que conozco a alguien como yo —Comenzó a hablar y no paró hasta que le explicó, que aunque ahora estaba perdido, solía ver el futuro. También le confesó que había visto, más bien oído, lo que pasó en la habitación mientras tenía uno de sus sueños. Le alegró saber que no se lo había guardado y que gracias a él le habían encontrado—. Siento mucho no haber podido hacer nada más por ayudar, pensé que si no iba solo, podría cambiar algo...
—Como Nana diría, el destino va a pasar, de una forma u otra y tu ayudaste a que el daño fuese mayor —Era curioso como había acabado hablando de la mujer como si la conociese de toda la vida, pero es que era difícil no encariñarse con ella y mucho menos, dejar de citarla cuando sus palabras eran tan ciertas—. Está bien, se ha quedado dormido y se recuperará ¿Sabes cómo están los demás? Estoy un poco preocupado también, puede que no prestase demasiada atención mientras Yeonjun estaba mal —Se rascó la cabeza, avergonzado.
— Están bien, Seungmin necesitará más reposo que los demás y seguramente Changbin y Sunoo tarden en calmarse. De tal palo tal astilla. No quiso dormirse hasta que supo que sus padres estaban bien y cuando vio que estaba herido, no se alejó de su cama ni un momento.
Siguieron hablando, descubriendo que Beomgyu aún no había llegado y no sabía todavía lo que había pasado. Quiso ir en su búsqueda hasta que Minho le aseguró que estaba bien, que las cartas habían hablado y que aunque su don estaba bastante debilitado, ellas no solían fallarle. También le tranquilizó con Sunghoon, asegurándole que se había recuperado y ahora estaba mimando a su compañero con la excusa de que había recibido un pequeño rasguño para no tener que compartirlo con los demás. Le contó historias de cuando Bangchan era pequeño como aquella vez que escaló un árbol para demostrarle que podía ser el más valiente de la manada y que supiese que no debía tener miedo. Hablaron hasta que Sauron ladró, llamándoles la atención.
— Tengo que ir con él, ¿Quieres venir?
No pudo negarse a su sonrisa. Cogió una de las chaquetas que colgaban del recibidor, tomando inconscientemente la que olía incienso, y lo siguió. Legolas se rozó contra sus piernas antes de salir, buscando un rincón donde cazar algún ratón perdido. Se sentía bien, todos estaban a salvo y si el alfa Cho sabía lo que le convenía, se alejaría de ellos. Jugaron con Sauron hasta agotarlo, lanzándole piedras que recogía encantado y dejaba a los pies de su dueño, como si quisiese regalarle un gran tesoro. El sol brillaba sobre su cabeza, aliviando un poco el frío que habían estado sintiendo hasta el momento y podía escuchar el murmullo del viento al rozar los árboles. Nada podía ir mal, era imposible que no les diesen una tregua después del día que habían pasado ¿No? Ni la diosa ni el destino podían ser tan crueles.
— Minho, vamos, lánzala —Animo al recién llegado, preocupándose cuando no tuvo respuesta. El alfa permanecía de pie, mirando hacia los árboles como si hubiese entrado en trance—. ¿Minho?¿Estás bien, Minho?
Sauron, ladró, moviendo la cola para llamar la atención de su dueño y consiguiendo tan poca respuesta como minutos antes. Pensó en buscar ayuda, pero quizás solo era una visión, tal vez su suerte había cambiado y estaba recuperándose ¿No? Arrugó la nariz, al sentir el pesado olor de la enfermedad llegar hasta a él con más fuerza que antes. Puso una de sus manos en el hombro, encontrándose con un calor que no debía estar allí. Su frente estaba perlada de sudor y su respiración sonaba entrecortada saliendo por sus labios entre abiertos. Le escuchó susurrar un "están llegando, no dejéis que se lo lleve" antes de derrumbarse en los brazos de Soobin, temblando. Había vuelto en sí, alejándose de un sueño que no recordaba, pero su estado no mejoraba. Intentó que se levantase para llevarlo al interior, pero desistió al ver la mueca de dolor en su rostro. Daba igual cuantas veces dijese que tenían que llamar a los demás, él insistía que no pasaba nada, que no era grave y estaba acostumbrado; pero eso no alejaba su preocupación. Estaba hirviendo y él decía que tenía frío, estaba temblando incontrolablemente y sus extremidades parecían encogerse mientras dejaba que Soobin le bajase al suelo, sentándolo con cuidado. En cuanto lo soltó, se desmayó y fue entonces cuando supo que no importaba si su nuevo amigo se enfadaba, necesitaba ayuda.
Lo levantó como pudo, tratando de no quemarse con su piel y gritó por ayuda mientras se acercaba a la casa, seguido de un perro que lloriqueaba preocupado por su dueño. Daba igual lo que dijese, ni él ni Legolas se alejaban, vigilándole como fieles guardianes. Gritó una vez más, dejándose la voz. No le importaba quien fuese, pero necesitaban a alguien y rápido.
— ¿Qué pasa? —Preguntó Bangchan, apareciendo solo con sus pantalones de pijama y buscando la alarma por cualquier parte. Cuando centró su vista en el cuerpo que llevaba en brazos, no tardó en reaccionar, arrebatándoselo y dejándolo con tanto cuidado que Soobin creyó que lo recordaba—. Llama a Hyunjin, me da igual que haya regresado ahora, tráelo. Si no podemos tener a Felix, él servirá ¡JIIIIISUUUUNG!
La casa comenzó a movilizarse. Jisung apareció corriendo, arrodillándose junto al sofá y limpiándole con una toalla fría. Jeongin trató de ponerse en contacto con Felix y Hyunjin, después de trastabillar varias veces antes de despertarse, sacó su equipo médico, revisando la temperatura y tratando de encontrar lo que ocurre. Cuando el alfa se giró para mirar a todos los miembros de la manada reunidos en el salón, a falta de tres de ellos, Soobin supo que algo iba mal.
— No sé que le pasa, no, no tiene sentido, esto es... Nunca había visto nada así. No valen los medicamentos para lobo, pero tampoco los humanos.
La habitación se sumió en un completo silencio, hasta que Sunoo soltó la mano de su padre y se acercó al sofá. Abrió la boca para hablar, pero luego la cerró, mirando algún punto del suelo. Sabía algo que los demás no, pero no parecía atreverse a decirlo. Por eso, Soobin se inclinó un poco para quedar a su altura y le sonrió, despeinándole. Le susurró que todo iría bien, que si él tenía una respuesta, que lo dijese, porque nadie lo tomaría por loco. El cachorro rió suavemente cuando le explicó que no sería más extraño que haber paralizado a su compañero después de aparearse, asegurándole que si él era un bicho raro, Soobin también.
— Yo sé lo que le pasa, por qué su lobo está mal y desaparece —Aseguró, señalando al hombre tumbado en el sofá—. Lo he oído. Aunque él me dijo que no lo siente, yo si pude oírlo en su cabeza. No está muriendo por lo que le hicieron, sino porque su enlace contigo se había roto. Perdiste la memoria, lo bloqueaste y como eres el alfa natural de esta manada, aunque el tito Jeongin sea el que mande, eso le afectó. Pasaría con cualquiera de esta habitación.
— Mierda... —Murmuró Seungcheol con la mirada abatida—. ¿Qué puedo hacer? Yo... No puedo recordarle, no sé cómo.
— Tú no, pero yo sí. Lo hice con mamá una vez, pero no es agradable.
— ¿Te hará daño?
— A mi no, a ti.
El alfa miró a Jeongin durante unos segundos, quien asintió, dándole todo su apoyo. Apoyó una mano en el hombro de Jisung, que le decía que no era necesario, que podían encontrar alguna forma, que Minho se negaría si iba a sufrir. Le sonrió, diciéndole que todo iría bien y Soobin no sabía si podía confiar en sus palabras, si de verdad estaría bien; porque aunque fuese egoísta, prefería a Bangchan, habían estado juntos más tiempo. No obstante, tampoco quería que el pequeño alfa sonriente perdiese una parte de si mismo y Jisung cayera con él.
— Hazlo, cachorro, salvémosle.
Sunoo se acercó más al alfa hasta que su mano alcanzó la frente y entonces, todos vieron algo increíble y espeluznante al mismo tiempo: el niño entró en un trance y los ojos de Bangchan perdieron el color. Todos contuvieron el aliento, sin querer interrumpir aquel enlace, con miedo a que cualquier interferencia les perjudicase. Changbin y Seungmin se apretaban la mano, preocupados por su pequeño y Jeongin observaba atento como su alfa parecía perdido. Fueron las horas más largas de su vida, pero por suerte Yeonjun no tardó en aparecer, confortándole con su presencia. Después de la tormenta, venía la calma y como lo suyo era un huracán, tenía la esperanza de que las cosas fuesen bien. No podían perder a nadie, no así, no intentando salvar la esencia de uno de ellos.
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