Capítulo 42
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Maraton en todos mis fics activos como disculpa por ser un culo perezoso y no actualizar ashjsh
XX. Bangchan, tenéis que volver (2ª parte)
POV. YEONJUN
La primera señal que tuvo para saber que su día podía empeorar, fue el ardor que se extendió por su brazo. Comenzó a inquietarse, paseando de un lado para otro y provocando que todo aquel que lo viese, se desesperara. Minutos después comenzaron a alcanzarle cada uno de los sentimientos de Soobin, ira, preocupación, dolor y sobre todo, miedo, un terror tan atroz que quiso correr a su lado. Tuvo que controlarse, había prometido que le daría tiempo hasta que Sunghoon consiguiese hablar con él aunque estuviese impaciente por alcanzarle, por aliviar cualquiera de sus males. Sin embargo, intención de esperar quedó olvidada cuando escuchó que le llamaba por su enlace, diciéndole lo asustado que estaba y lo mucho que le necesitaba. Furioso por quien pudiera estar haciéndole sentir así, salió corriendo si avisar ni despojarse de la ropa antes de cambiar. Le susurró que aguantase, que ya iba, que fuese tan fuerte como siempre mientras llegaba, pero su enlace parecía estar apagado. Avanzaba por el bosque a ciegas, siguiendo el rastro de su olor y preocupándose por no sentirle, por no saber que estaba ocurriendo, por encontrar un muro a través de su enlace. Cuando percibió el olor de sangre, tuvo verdadero miedo y cuando encontró a Sunghoon completamente herido, sin rastro alguno de Soobin, se sintió completamente perdido. « Soobin, por favor, háblame, por favor, cariño, dime donde estás, por favor » envió en su enlace mientras cambiaba de nuevo, sabiendo que no obtendría respuesta.
— Vamos, Sunghoon —Dijo, reprimiendo el impulso de dar vueltas por el bosque, siguiendo un rastro que no hallaría—. Tienes que vivir, Soobin se enfadaría mucho si sabe que has muerto —No creía que pudiese contestarle, pero necesitaba llenar el silencio con palabras para ahuyentar al miedo y poder actuar como correspondía. Revisó sus heridas, tratando de taponar las más graves, maldiciéndose por no haber traído su ropa y hacerle un buen torniquete—. Vamos a volver, te pondrás bien y lo encontraremos.
— Encuéntralo, Yeonjun —Su mano lo alcanzó, agarrándole la muñeca sin fuerza. Su voz apenas era audible y tuve que hacer un gran esfuerzo para escucharle. A pesar de todo, que estuviese hablando le dio esperanza. Estaba vivo y conseguirían la ayuda que necesitaba para que siguiese así—. Déjame aquí, ve a por él, tráelo de vuelta a casa —Respiraba con dificultad y su rostro estaba desdibujado por una mueca de dolor—. Corre, no dejes que le hagan daño.
— No, no voy a dejarte, neces...
Cuando Felix y Hyunjin aparecieron corriendo, con un gran botiquín a cuestas, sintió que su suerte estaba cambiando. Se apartó dejando que se encargasen para evitar cualquier complicación que su poco conocimiento de medicina pudiese causar. Les dedicó una mirada, preguntando sin palabras si estaba bien que se marchase, y recibió un asentimiento. Sunghoon volvió a pedirle que lo trajese de vuelta antes de dar media vuelta y cambiar. Corrió hasta agotarse porque la vida le iba en ello, porque no podía dejar que le hiciesen más daño, porque se sentía vacío sin sentirle en el lazo que los unía, porque se había acostumbrado tan rápido a él que no sabría sobrevivir si no estaba a su lado. Corrió hasta que se convenció de que no había ningún rastro, de que no podría encontrarlo solo, de que tendría que volver con las manos vacías para que le ayudasen. Corrió hasta dejarse caer en el porche, agotado y desolado, tan desesperado que no sabía cómo debía actuar. Quería la cabeza de aquel que se lo había llevado y no le importaba quien fuese o lo que su familia en el circo pensase sobre la venganza, porque se trataba de su compañero y estaban en un mundo donde todo valía.
— Vamos, Yeonjun, cambia —Le susurró una voz que le costó identificar—. Tienes que beber algo y descansar. Vamos a encontrarlo, iremos contigo, pero necesitamos que te repongas —La mano de Niki acarició su pelaje, tranquilizándole poco a poco, consiguiendo que su respiración se regulase lo suficiente como para cambiar.
— Quiero que mueran —Le dijo, apoyando la cabeza en su hombro mientras se dejaba arrastrar al interior.
— Y lo harán, tranquilo que lo harán —Escuchó la ira en su voz normalmente calmada y supo que esto le afectaba tanto como a él, porque Sunghoon también había sufrido por su culpa aunque al final fuese Soobin a quien se llevasen.
— ¿Cómo está? —Preguntó, mientras se vestía con la ropa que le había dado y se sentaba en la cocina, apoyando la cabeza en la mesa—. ¿Está bien?
— Se pondrá bien —Estaba convenciéndose así mismo más que informándole—. No me merezco estar allí... ¿Cómo no pude darme cuenta de que algo iba mal? No lo entiendo —Se sentó a su lado, apoyando la cabeza en la mesa con un suspiro—. Podría haberlo evitado...
Acarició su brazo, intentando darle apoyo aunque él se estaba sintiendo tan mal como Niki. ¿Para que querían el apareamiento si a la hora de verdad no habían hecho nada? Podrían haberlo detenido, podrían haberse dado cuenta antes de que estaba ocurriendo algo más grave de lo que pensaban en primer lugar. Aunque ¿Qué hubiese cambiado? Podrían haber acabado como Sunghoon y si les herían ¿Cómo iban a ayudar a Soobin para que no fuese secuestrado? Necesitaba que Jun estuviese allí, avisar a Seungcheol para que los ayudase como el policía que una vez fue y llamar a Nana para saber que todo iría bien, porque ella siempre sabía reconfortarle.
— Niki, ve con él, no te culpes por esto —Apretó su brazo con cariño y trató de sonreírle cuando lo miró preocupado, sabiendo que no quería dejarle solo—. Te necesita y yo estaré bien, voy a avisar a todos para que vengan.
Avisó a Changbin, le mandó un mensaje a Jeongin e intentó localizar a Beomgyu. También llamó a Bangchan varias veces, pero no recibió respuesta y tuvo que resignarse a esperar que el líder lo encontrase. Cansado de estar sentado, esperando a que llegasen o a recibir noticias del estado de Sunghoon, hizo la llamada que más necesitaba. Siempre que se sentía perdido o que no sabía como debía actuar, Nana le ayudaba, aconsejándole y calmando todas sus preocupaciones. Quería oír sus sabias palabras, escuchar que todo iba a salir bien y conseguir una de sus frases enigmáticas sobre el futuro que tanto dolor de cabeza le producían, pero que esta vez necesitaba con urgencia. Después del caos de día que había tenido, esperaba encontrar un poco de normalidad en su voz y creer por unos instantes que no era más que una pesadilla, que seguía con el circo, acompañado por Soobin, de camino a la manada donde le esperaba Sunghoon.
— Hola, mi pequeño lobo, esperaba tu llamada —Le dijo en cuanto lo cogió, sin dejar que sonase más de una vez.
— Nana... —Respiró profundamente para evitar llorar. Debía ser fuerte si quería ayudarle, si no quería volver a fracasar como había hecho con su hermana—. Se lo han lleva-vado —No pudo evitar, por mucho que trató de reprimirlo, las lágrimas acabaron deslizándose por sus mejillas y los sollozos cortaban sus palabras—. No hay rastro, no sé donde buscar, estoy tan perdido... No sé que voy a hacer si le pasa algo, Nana. Me siento tan impotente...Tengo mucho miedo.
— Shhh, mi niño, llora todo lo que necesites, deja que fluya y los sentimientos dolorosos se marchen —Le escuchó derramando cada una de sus lágrimas hasta que pudo calmarse, arrullándole con dulces palabras—. El destino sigue caminos inescrutables para nosotros, Yeonjun, pero nunca sería tan cruel como para separaros por mucho tiempo. Vas a encontrarlo, cariño, porque eres el lobo más valiente, de los pocos que serían capaces de admitir que están asustados.
— No sé por donde empezar, Nana.
— Encontrarás la pista que te lleve hasta él, no van a dejarte caminar a ciegas; pero mi pequeño y dulce lobo, no vayas solo. Confía en los hombres a tu lado, porque el peor error que podrías cometer es el de creer que no tienes a nadie que te ayude en tu lucha.
— Seguro que ha sido ese maldito alfa de pacotilla, seguro que al final nos ha acabado encontrando. Cuando lo encuentre voy a...
— Yeonjun —Nana lo cortó con rapidez, haciendo que bajase la mirada avergonzado. ¿Cómo había sido capaz de dejarse llevar delante de ella?—. Hay más enemigos de los que crees, vuestro futuro está repletos de ellos; no temáis el pasado de tu pequeño lobo, si no el futuro. —Quiso protestar, decirle que no tenía sentido nada de lo que estaba diciendo; pero entonces recordó la leyenda y las maravillas que su omega podía realizar con solo pensarlo—. Ten cuidado, mi niño, protégete y no dejes que los fantasmas lo atrapen, porque lo peor vendrá después.
— Nana, eso no ayuda a tranquilizarme.
— Lo sé, mi vida, lo sé, pero alguien tiene que advertirte. Cuando no podáis solos con cualquier peligro o si no encontráis pronto a Soobin, llámanos. Estés en el circo o no, sigues siendo parte de la familia y nosotros siempre defendemos a los nuestros. Te queremos, mi valiente lobo, y te echamos mucho de menos.
— Yo también os quiero —Sentía las lágrimas descendiendo de nuevo, aliviado por haber hablado con Nana, pero más asustado que antes al saber que los problemas no se acabarán cuando Cho caiga—. Dile a los niños que su tío irá de visita pronto y a los demás dile que lo he conseguido, que me ha aceptado y vamos a ser una familia.
— Lo haré. Cuídate, pequeño y no vayas solo.
No sabía que era peor, si el miedo que sentía al no tener respuestas o la sensación de nerviosismo que se le había quedado después de que Bangchan le avisase de lo que le había dicho aquel lobo que no conocían aún. No entendía cómo podía saber el lugar en el que encontrarle o cómo podía saber que algo malo ocurriría si iba solo. Nana también se lo había dicho y eso es lo que más le perturbaba, ¿Por qué lo sabía?¿Por qué Bangchan confiaba en él?¿Qué tenía que ver él con Soobin? Podría tratarse de una trampa, podría ser un topo enviado para darle falsas esperanzas y acabar con todos cuando llegasen al motel. No podía quedarse allí, quieto, esperando a que Jisung y Bangchan volviesen con alguien en quien no podía confiar porque sabía demasiado. Le importaba una mierda que fuese el compañero del omega y el supuesto hermano del alfa, por lo que a él respecta, podía estar inventándoselo todo.
— Todo irá bien, Yeonjun —Comentó Sunghoon, mucho mejor después de haber sido curado y de haber cambiado durante un par de horas—. En cuanto vuelvan saldremos y...
— No vas a ir —Dijo Jeongin, lanzándole una mirada tan seria que no dejaba lugar a dudas—. Aunque te sientas bien, no estás al cien por cien y si es peligroso, no quiero que caigas. Estarás cuidando a los niños —Acalló las protestas de Sunghoon con rapidez, girándose hacia los demás para seguir dando ordenes.
Se acordó que Niki, a pesar de que el alfa siguiese quejándose por su poca participación, iría con Yeonjun, Bangchan, Jun, Seungmin y él a buscar cualquier pista en el motel. Mientras tanto, Felix estaría en una de las furgonetas, esperándoles en caso de que necesitasen ayuda médica. Hyunjin, Jisung y el nuevo alfa se quedarían en la casa, cuidando de los niños. Beomgyu seguía sin contestarles al teléfono, a pesar de la cantidad de mensajes que le habían mandado y las llamadas que se acumularían en su buzón de voz. En otra ocasión, se habrían preocupado, pero sabiendo que tenía una cita, era lógico que no atendiese el móvil; aunque Changbin se quejase constantemente que el hombre con el que estaba no era de fiar. Estaba demasiado centrado en encontrar a Soobin como para prestar atención a los presentimientos de su amigo, sobre todo sabiendo que era demasiado sobreprotector con aquellos que le importaba. Aún recordaba el día en el que espantó a su cita porque según él, sabía que no era de fiar y no quería que le hiciesen daño. Le importaba poco si era un alfa, un omega o un beta, si había peligro, iría al rescate.
— Sigo sin entender por qué tengo que quedarme aquí —Volvió a quejarse Sunghoon, gruñendo por lo bajo y cruzándose de brazos—. Es mi mejor amigo, es mi hermano.
— Vamos a traerlo de vuelta —Susurró Niki, sentándose a su lado y acariciándole el brazo en un movimiento tan íntimo que todos decidieron que era mejor dejarles a solas—. Lo traeré contigo, no dejaré que le pase nada.
Yeonjun sabía que vendría después, pero no quiso verlo, no podía cuando sabía que su pareja no estaba allí con él, que estaba perdido e indefenso mientras ellos permanecían allí, esperando. Quiso gritarles a todos para que se pusieran en marcha, pero sabía que estaría siendo injusto. Solo intentaban ayudarle y no era culpa de los demás estar tan lejos. Quizás podía enfadarse con el nuevo, desconfía de sus palabras y pensar que lo único que estaba haciendo era ralentizarles, pero sabía que no era cierto. Nana le había criado rodeada de historias sobre un mundo en el que todo era posible, habló a Bangchan sobre como su lobo estaba atrapado y a él le advirtió que tuviese cuidado, que no fuese solo. ¿Si creyó a la vidente, por qué no podía tener fe en aquel alfa? Si estuviese con él, Nana le golpearía en la cabeza por juzgar a las personas antes de conocerlas. Había sido la primera lección que había aprendido a su lado y acababa de olvidarla, demasiado preocupado como para pensar en nada más.
— Por favor, llegad ya... —Suplicó a la luna, al destino y a cualquier otro tipo de deidad que pudiese ayudarle.
A las cuatro de la mañana, Jisung, Bangchan y Minho llegaron a la casa acompañados de una pequeña lagartija herida a la que el menor de los tres había llamado Gandalf, un perro que presentaron como Sauron y un gato conocido como Legolas que causó furor en los niños. No hubo tiempo para mejores presentaciones, después de un rápido beso de bienvenida por parte del jefe de la manada y su alfa, cogieron lo necesario y se marcharon en busca de Soobin. Intentó contactar con él una vez más a través del lazo, pero todo se sentía demasiado confuso y eso le preocupaba más que el silencio que reinaba minutos antes. Reprimiendo el impulso de adelantarse, continuó con los demás hasta llegar a un motel de carretera que no había visto cuando viajaban hasta el lago. « Soobin, ¿Estás ahí? » murmuró con la esperanza de que estar cerca pudiese ayudar con su inestable conexión. « Yeooooon...juuun... » llamó el omega, arrastrando sus palabras « Teeee... neeeceeesiiitooo y nooo estaaas, teeengooo muuuchooo mieeedo ». Podía escuchar su risa, demasiado extraña a sus oídos, como si no estuviese siendo él mismo. No sentía su miedo, solo una tranquilidad que no debería estar ahí.
— Mierda —Exclamó, ganándose una reprimenda de los demás por ser escandaloso —Lo han dogrado —Rechinó los dientes y apretó los puños durante unos instantes antes de relajar su misión. Debía pensar fríamente, no dejarse llevar por sus impulsos; porque si algo les pasaba, sería su culpa. « ¿Dónde estás, precioso? Por favor, dime ¿Dónde estás? » le preguntó, pensando que a pesar de su estado, podría decirle algo más. « Haaay unaaa caaamaa aquiii Junniieeee, peeerooo eeesttaaa friiiaaa, noo mee gusta » otra risa más le hizo preguntarse hasta que punto habían llegado sus captores, qué le habían hecho mientras estaba así—. No sabe decirme donde está, así que esto es lo mejor que tenemos.
— Entonces, es hora de comenzar la fiesta —Ante la atenta mirada de todos, Jeongin sacó dos pistolas plateada con sus iniciales y las sostuvo como si fuesen una extensión de su propio brazo. ¿Cuántas veces las habría usado?¿Debía preocuparse?—. Changbin, ¿Puedes cambiar o prefieres esta forma? —Asintió después de escuchar su planteamiento y le lanzó una pequeña pistola que según él, guardaba por si alguno la necesitaba. Aunque los demás siguieron asombrados, sabiendo que estaban ante un hombre peligroso y aliviados de estar de su parte—. Cuando lleguemos al interior, Seungmin, Bangchan y tú iréis por la planta baja. Yeonjun, Niki y yo subiremos arriba. No sabemos que vamos a encontrar, pero dudo mucho que estén solos. Los alfas de su clase, son demasiado débiles como para estar solos ¿Entendido? —Asintieron con rapidez, poniéndose lo más recto posible como si estuviesen ante un general. Cuando Jeongin les dedicó una de sus sonrisas angelicales, con la luna llena brillando sobre él, supieron que estaban ante el mismísimo diablo—. Si Cho está allí, dejádmelo a mi. Nadie se lleva a uno de mis omegas, me insulta y se sale con la suya —Aclaradas sus intenciones, dio media vuelta y comenzó a caminar, esperando que los demás le siguiesen.
Antes había admirado al omega; pero al ver su determinación y la forma en la que se dirigía al peligro sin importarle lo que pudiese ocurrir por la simple razón de que un miembro de su manada estaba allí, supo que estaba en el lugar correcto, en la manada adecuada y que no habría mejor líder que él. Caminó, pendiente de las sensaciones que le transmitía Soobin través de su vínculo y de la tranquilidad que había en el interior del edificio. ¿Y los dueños?¿Y los huéspedes a los que pertenecían los coches del parking? Algo no iba bien, algo no se sentía como debía. Seungmin cambió y se separó del grupo seguido por Bangchan y Jun que sostenían las pistolas con mano experta. ¿Desde cuando su mejor amigo había dejado los colmillos por las armas? « Vamos, Yeonjun, concéntrate, tendrás tiempo de preguntarle cuando volváis y todos estéis a salvo » se dijo, siguiendo a Niki y cambiando junto a él. Jeongin los seguía de cerca, pendiente de cualquier movimiento.
— No me gusta esto... —Susurró el omega, apuntando con su pistola a la nada—. No hay nadie, no huelo a nadie ¿Qué mierda es esta?
Quiso gruñirles tratando de decirles que tenía que estar allí, que lo sentía; pero un disparo resonó en el aire y fueron conscientes de que habían entrado directos a una trampa. Niki saltó sobre él, atrapando en el aire a otro lobo que se abalanzaba directo a su cuello. Lo derribó sin dificultad alargando las zarpas y clavándoselas en el pecho hasta que lo oyeron gemir. No tuvo tiempo de ver si el omega estaba bien antes de que otro le gruñera, preparado para pelear hasta que alguno de los dos dejase de estar en pie. Jeongin disparaba sin despeinarse, derribando a aquellos que les molestaban. Fue haciéndose paso entre zarpas y colmillos, alejándose hacia la puerta en la que estaría Soobin, decidido a sacarlo de allí a tiempo. Sabía que Niki y su líder estarían bien sin él, porque tenía una misión aún más importante. Era el guardián, había sido elegido para protegerle de cualquier mal, e iba a estar acorde con la leyenda.
Perdió la cuenta de cuantos lobos había derribado, las piernas le temblaban y sentía la sangre fluir por su pelaje sin saber cuanta era de él y cuanta de los demás. Sin embargo, no se detuvo. Continuo caminando por aquel largo pasillo hasta alcanzar la 215 y lo supo al instante: Soobin estaba dentro. Lo sentía en lo más profundo de su ser y en el ardor de su brazo. Había conseguido encontrarle. Cambió, abriendo la puerta de un golpe y encontrándose con su omega, abrazándose las piernas en un rincón con los ojos vidriosos y una sonrisa que no parecía la suya. Intentó acercarse, luchó con todas sus fuerzas para alcanzarle; pero un disparo resonó en el aire y lo último que oyó fue el grito desesperado de Soobin.
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