Capítulo 40
XIX. ¿Quién es ese hombre, Beomgyu? (2ª parte)
POV. CHANGBIN
Changbin se levantó de madrugada con la sensación de que algo iba ir mal, un presentimiento que le impidió volver a conciliar el sueño y que le hizo alejarse de la calidez de Seungmin. La inquietud se había quedado anclada en su pecho, impidiéndole salir de la habitación sin comprobar que el omega estaba bien. Desde que había vuelto, dejando atrás su vida tras la barra del bar, y había comprobado de primera mano como su hijo lo adoraba, había sido fácil caer bajo su encanto. Era incapaz de apartarse, de permitirle tener un mejor futuro del que él podría darle, de dejarle estar con alguien mejor, un lobo que supiese como serlo sin causar daño, un hombre que no le hubiese dado la espalda a su naturaleza. Sabía que era egoísta, que no estaba haciendo lo que debía por ellos. Había pensado en marcharse, pero al ver que no podía, que tanto el omega como el cachorro se habían ganado un espacio en su corazón con tanta rapidez que le asustaba, dejó atrás esa idea para tratar de convertirse en alguien mejor, digno de los dos.
Todas las noches regresaba a su cama, sintiéndose en paz cuando conseguía tenerlo entre sus brazos, consiguiendo durante unas pocas horas que hombre y lobo fuesen uno. Despertarse por la mañana con uno de sus dulces besos y un adormilado "buenos días" de su cachorro subiendo a la cama con ellos, le convertía en el ser más feliz que había pisado la tierra.
Colocó bien la manta para que el frío no despertase a Seungmin y besó suavemente su frente. Sintiendo miedo de un fantasma, de algo intangible que no podía nombrar. ¿Y si le ocurría algo?¿Y si su preocupación era por él? Respiró profundamente, obligándose a retroceder y alejarse de la cama. Repitió una y otra vez que estaba bien, que agobiarse por una sensación era inútil, que nada malo ocurriría mientras estuviese allí.
— Te quiero —Murmuró con un suspiro, reprimiendo el impulso de acercarse de nuevo. Una mañana se levantó y supo que la atracción había derivado a amor. Ocurrió más rápido de lo que había pensado, aterrándole a niveles insospechables. Temía su rechazo, pero le asustaba aún más pensar que podría fracasar y decepcionarle. Por eso se negó a decirlo en voz alta salvo cuando sabía que no podía se escuchado, escondiéndose en la noche para evitar la tentación de poner en palabras lo que pensaba. El día en el que consiguiese ser suficiente, un buen alfa para su omega, daría el paso que les faltaba, dejando atrás las citas y los besos robados para tener el vínculo completo—. Haré todo lo que esté en mis manos para que nada os pase, lo prometo.
Abandonó la habitación, mirando hacia el omega una vez más, asegurándose de que seguía allí, de que su mal presentimiento no estaba afectándole. Si pudiese identificar por qué se sentía así, si pudiese encontrar el origen de su preocupación, no estaría tan inquieto. Moviéndose con impaciencia, alcanzó la puerta de su cachorro y lo comprobó, dándole el peluche desgastado con el que siempre dormía y arropándolo con cuidado. Besó su frente susurrando un "te quiero" y regresó sobre sus pasos, repitiéndose una y otra vez que todo estaba bien, que no estaban en peligro. El lobo en su interior estaba alterado, aullando por alcanzar lo que no comprendía, instándole a volver para asegurarse una vez más que todo seguía igual. Reprimió sus instintos y sus impulsos, decidido a bajar a la cocina y prepararse con tila la taza más grande que pudiese encontrar. « Todo irá bien, todo irá bien, es solo una mala sensación » siguió diciéndose mientras caminaba por el pasillo, sin darse cuenta de la presencia de Hyunjin hasta que chocó con él. Se sorprendió al encontrarle despierto tan temprano y si no hubiese sido por su rostro cargado de preocupación, habría pensado que el hospital requería de sus servicios de urgencia. Su lobo se removió aún más inquieto, indicándole que no era buena señal tener a otro alfa nervioso y que tenía que estar cerca de sus chicos por si les ocurría algo.
— ¿Tú también lo sientes? —Preguntó en susurros, situándose a su lado mientras bajaban las escaleras—. Mi lobo está demasiado inquieto, necesito correr, hacer algo, cualquier cosa.
— Lo hago, no podía seguir durmiendo y aunque quería dejar a Seungmin dormir, estoy tan alterado que necesito subir y revisarlos de nuevo —Al alcanzar la puerta de la cocina, se detuvo, pensando mejor lo que debían hacer ahora. Ni si quiera una infusión apaciguaría sus nervios y por la palidez del alfa, sabía que a él tampoco le funcionaría. Quizás se arrepentiría de sus palabras, pero no podía controlar la necesidad—. ¿Quieres correr? —Su cuerpo vibró por la emoción, más consciente que nunca del tiempo que llevaba sin dejar que su lobo tomase el control, sin abandonarse a su otra forma. No estaba asustado, no tenía miedo de hacerlo, sabía que si se perdía, su manada le ayudaría. Podía sentir a su lobo temblar de emoción, expectante.
— Dios, sí —Soltó Hyunjin, saliendo disparado hacia la puerta.
Pararon de golpe al encontrar a Yeonjun y Sunghoon quitándose la ropa en el porche, tan impacientes por cambiar como ellos. Se miraron durante unos segundos, consiguiendo que su inquietud aumentase. ¿Qué podría pasar que alterase, no solo a uno, sino a los cuatro alfas que estaban presentes en la manda? Si ya antes estaba ansioso, ahora se subía por las paredes mientras su lobo quería rasgar cualquier cosa que se encontrase por su camino. El primero de los cuatro en reaccionar fue Yeonjun, que lanzó su ropa al suelo con furia y exclamó un par de maldiciones.
— Tengo suficiente con un estúpido persiguiendo a mi omega como para estar nervioso por algo que no entiendo.
— Sé que está siendo difícil para ti, quizás solo sea...
— ¿Qué?¿Una falsa alarma? No tienes ni puta idea de lo cargado que está mi plato —Preguntó con retintín, demasiado enfadado como para respetar a su amigo o dejarle terminar de hablar.
— Yeonjun, para... —Murmuró al notar que no estaban solos.
— Me levanto una mañana y me entero de que medio mundo querrá llevarse a Soobin —Continuó hablando, interrumpiéndole una vez más ante la mirada nerviosa de los demás que trataban de advertirle—. Tengo que pasarme el día preocupado por mi omega desmayado después de una crisis en vez de disfrutar de nuestro primer día apareados y cuando se despierta, Oh, vaya, un gilipollas amenaza con llevárselo. ¿Ahora esto?¿Un peligro indescifrable? Esto es una mierda, todo lo es. No era así como quería mi lazo, no era...
— Siento tener más problemas de los que creías —Escupió Soobin, cruzándose de brazos. Durante un instante pudieron ver el profundo dolor que sus palabras le habían causado y casi llegaron a sentir el olor característico de la tristeza, pero se fue tan rápido como llegó, siendo sustituido por una ira tan grande que les hizo estremecerse—. No quería tantos problemas y tampoco quería enlazarme contigo, estúpido, pero la vida es así de hija de puta. Vete a la mierda, soy autosuficiente, puedo protegerme solo y no te necesito.
Changbin quiso acercarse, tratar de salvar la situación y explicar lo que estaba pasando, pero fue demasiado tarde. Soobin se dio media vuelta y cambio al instante, corriendo tan rápido como era capaz. Yeonjun trató de seguirlo, pero Sunghoon negó con la cabeza.
— Dale espacio, es mejor que no vayas todavía. Iré a calmarle y te avisaré ¿De acuerdo? —El alfa suspiró, antes de asentir y preguntar débilmente por qué le ayudaba—. Pocas personas consiguen ganarse el cariño de Soobin y tú lo has hecho, pero no hagas que me arrepienta.
Cuando se marchó, Hyunjin le hizo un disimulado gesto con la cabeza y regresó al interior, dándoles espacio para superar una nueva crisis. Quería creer que el mal presentimiento había sido por la discusión, pero en el fondo de su corazón sabía que tenía que haber algo más, algo que se escapaba de su entendimiento. Alejando sus pensamiento negativos, se concentró en el presente y en la necesidad de consuelo de su amigo. Era idiota por soltarlo de esa forma, no podía negarlo, pero conociéndole, sabía que lo que le preocupaba de su relación no era el equipaje que Soobin traía consigo si no, el estar a la altura, el ser lo suficiente. Si antes era así, ahora que sabía lo que había pasado realmente con su hermana, podía comprender que estuviese aún más histérico de lo normal. Siempre había estado al mando, protegiendo a su pequeño grupo de amigos y a su propia hermana, atormentándose cuando algo salía mal ¿Cómo no iba a estar mal cuando era a su omega a quién tenía que ayudar? Deseó que Bangchan estuviese allí, era bueno con los sentimientos y podía consolar a cualquier persona que se cruzase en su camino.
— Vamos, vístete y siéntate conmigo —Le pidió, colocándose en las escaleras como había hecho un par de noches atrás, cuando el mundo le lanzó una prueba más y descubrió todo lo que había tenido que pasar su cachorro. « No vayas por ahí o te enfadarás de nuevo » se recriminó a si mismo—. Quiero que me escuches atentamente —Continuó hablando cuando Yeonjun se sentó a su lado, mirando sus manos pensativo—. Te enfrentaste a nuestro alfa para defender a tu hermana, —Levantó la mano para evitar que le interrumpiese, no iba a aceptar un triste comentario sobre como había fracasado en el intento—. Sobreviviste a la expulsión, has vivido durante años en el circo, rescataste a un omega de una manada ajena a pesar de que podría haberte costado la vida y lo dejaste todo para seguirlo hasta aquí. Eres valiente, Yeonjun, pocos habrían hecho lo que tú.
— No lo soy, estoy tan jodidamente asustado que la he cagado, Changbin. Según esa leyendo tengo que ayudar a Soobin en una misión que me queda grande. No puedo protegerlo y no quiero perderlo, estoy aterrado ¿Qué hay de valiente en eso? —Se abrazó las rodillas y enterró la cara en ellas, impidiendo cualquier contacto visual con él— He estado con él solo unos pocos días y sé que estaría perdido sin él. No sé cuando sucedió, quizás fue con el primer "idiota" que me gritó, pero he caído por completo —Su voz se hizo más suave conforme lo confesaba y Changbin sonrió. Los alfas de la casa estaban perdidos, estaban atrapados bajo el encanto de sus omegas. Nadie había mencionado nada, pero si tenían en cuenta los hechos, la respuesta estaba clara: eran unos idiotas enamorándose sin remedio.
— Reconocer que lo estás es una prueba de lo valiente que eres —Colocó una mano sobre su hombro para reconfortarlo—. Puedes hacerlo, no estás solo y ya has oído a Soobin, puede defenderse. No voy a negar que has sido un poco estúpido por saltar así y no darte cuenta de que había llegado, pero lo entiende y cuando se lo expliques, él también lo hará.
— ¿Crees que lo hará? —Lo miró por fin, sus ojos brillando por la emoción contenida.
— Lo hará, ¿Has visto como te mira? —Río ante sus mirada curiosa—. Te mira como tú le miras a él, como si fueses la estrella más brillante en el cielo —Le dio un golpe cariñoso en el hombro con el suyo—. Vamos, vayamos a por un café.
— No sé como he sobrevivido tanto tiempo sin ti —Sonrió por fin, levantándose, mucho más optimista que al principio.
— Yo tampoco lo sé, me lo he estado preguntando desde que te vi —Bromeó, adelantándose para llegar antes, regresando por unos instantes a la época en la que a penas tenían problemas—. Adelante, caballero.
Le hizo una reverencia exagerada mientras sostenía la puerta y dejaba que entrase. Se detuvo antes de entrar, girándose hacia el bosque para encontrarlo vacío. No había ningún olor, ni nadie observando; pero eso no evito que el mal presentimiento lo alcanzase de nuevo, llenándole de inquietud una vez más.
« Todo irá bien »
La sensación de ser vigilado permaneció durante toda la mañana. Disimuló una sonrisa cuando se encontró con Seungmin y su cachorro, pero su mente se encontraba fuera, en el bosque, en Sunghoon y Soobin que estaban en lo que su lobo había marcado como "territorio peligroso". Estaba tan distraído que ni si quiera reaccionó cuando Yeonjun bromeó con él, preguntándole por el color que debía usar en la boda de Sunoo y Jasmine, demasiado preocupado por el presente como enfadarse por el futuro. Intentó disimular su nerviosismo cuando dejaron a los niños en el colegio, asegurándole al pequeño que todo iría bien y que encajaría a la perfección. Tuvo que reprimir los impulsos de mirar atrás, observando los alrededores de reojo para que el omega no sospechase que algo le molestaba. No quería asustar a nadie por una simple sensación. Cada vez que le preguntaba si estaba bien mientras llegaban a la academia, el respondía con el "sí" más alegre que podía conseguir. Quizás estaba siendo ridículo, quizás solo era su mente pasándole malas jugadas, quizás su lobo ya había llegado a su límite y le estaba castigando. Había miles de posibilidades que demostraban que estaba actuando como un loco, pero él se aferraba a la sensación de estar vigilado, a la forma en la que los demás alfas habían reaccionado esa mañana y al hecho de que no había señales de que Soobin había vuelto.
Bailó sin fuerzas, distraído, pidiéndole perdón a sus alumnos por no prestarles la suficiente atención y excusándose cada poco tiempo para comprobar la entrada. No se calmó un poco hasta que cortaron las clases, recogió a su cachorro de la floristería y comió en un restaurante con sus dos omegas favoritos, sabiendo que estaban a salvo, que él estaba allí para protegerlos. Sunoo se entusiasmó por sus clases, por los profesores y muy muy muy a su pesar por como Jasmine le había ayudado a hacer amigos durante el recreo. No le gustaba que su pequeño estuviese tan cerca del alfa que quería llevárselo de su lado ¿No se supone que debían estar en clases separados?¿A los niños de ocho años desde cuando les dejaban salir al patio con los de diez? Cuando expresó su irritación y sus dudas, ambos lobos se rieron a carcajadas, llamando la atención de todas las mesas a su alrededor. ¿Por qué no podían tomar en serio esta situación? Su cachorro acaba de aparecer en su vida, quería mimarlo y gruñirle a todo aquel que le cortejase, le daba igual si tenía ocho años, si era un leprechaum con una olla cargada de dinero o si podía convertirse en un unicornio.
— Papá, tranquilo, no te voy a dejar nunca ahora que te he encontrado. Te quiero y a ti también, papi —Les besó la mejilla muy rápido antes de volver a su asiento.
— Yo también te quiero, enano —Susurró Seungmin, acariciándole la mejilla con una mano y dedicándole la sonrisa más amplia del mundo. Su felicidad, puramente genuina, lo dejó sin aliento. Quería alargar la mano y acariciarle, quería levantarse y abrazar a su pequeño cachorro, quería decirles lo feliz que estaba de ser parte de su familia, quería besar a Seungmin en ese mismo instante, quería mandar la paciencia a un rincón y ser tan valiente como Niki y Yeonjun. ¿Por qué no lo hacía, qué se lo impedía? « A la mierda, es hora de coger el toro por los cuernos » pensó mientras se levantaba de su asiento. Abrazó a su pequeño, susurrándole que era el padre más feliz del mundo y que estaba agradecido de haberle dejado entrar en su casa aquel día, semanas atrás, cuando llamó a su puerta. Respirando el leve rastro de olor a melocotón que podía percibir en él, se incorporó de nuevo para acercarse a Seungmin, inclinándose para estar mas cerca de su rostro. El omega abrió los ojos, su corazón latiendo con más fuerza que de costumbre. Podía olerle con más intensidad, rodeándole, envolviéndole.
— Gracias a ti también, sin ti... —Carraspeó, notaba la garganta seca y sentía que sus nervios crecían. Ya se habían besado, una y otra vez, cada vez que se levantaban y cada vez que se veían. Sin embargo, esta vez parecía diferente, como si fuese a cruzar el límite de seguridad y lanzarse al vacía, como si después de unir sus labios ya no hubiese marcha atrás—. Estaría perdido, wo de long... —Descendió su cabeza un poco más, quedando tan cerca que sus respiraciones se mezclaban. Pudo escuchar el suspiro de Seungmin y sonrió. Solo un pequeño paso más, solo necesitaba bajar un poco más... Se apartó de golpe. Su mirada se movió inquieta, más consciente que las otras veces de que alguien lo vigilaba y esta vez, cuando buscó la fuente de su sensación, lo encontró—. Cuida a Sunoo, vuelvo enseguida.
Gesticuló con los labios un "vete si es necesario, mantenlo a salvo" y se marchó, buscando a consciencia al hombre que lo había alterado. No le gustaba su olor, su lobo quería rasgarle la garganta, no se fiaba de él y sus instintos, aunque lentos, no solían fallar. No le enfurecía que hubiese aparecido tan cerca de sus omegas, sabía que Seungmin podría defender al cachorro y a sí mismo. Lo que hacía que rechinase los dientes, apretase los dientes y tuviese que reprimir un fuerte gruñido era lo cerca que estaba de Beomgyu. « No, no, aléjalo de él, sácalo de allí » su lobo gruñía, pataleaba, aullaba y se removía furioso. Estaba alcanzando el límite, lo sabía, pero no quería a un miembro de su manada al lado de alguien que olía tan mal, tan dañino que su nariz picaba, que olía a alguien que despertaba todos sus instintos salvajes.
— ¿Changbin? —Preguntó el omega al darse cuenta de su presencia—. ¿Qué haces aquí?¿Qué pasa?
— ¿Quién es este hombre, Beomgyu? —Trató de no gruñir, no podía alertar a los humanos, no podía dejarse al descubierto de esa forma. Tomó su mano y lo levantó de la silla sin dificultad, comprobando que estaba bien—. ¿Te está obligando?¿Te ha amenazado?
— ¿Qué te pasa?¿Estás loco? Cálmate, nadie me está obligando —Miró a su acompañante, sonrojado y pidiéndole disculpas por su comportamiento; pero él no se arrepentía, no lo hacía—. Estoy teniendo una cita con mi alfa.
— Nos vamos —Espetó, sin querer permanecer más tiempo con alguien que no le daba buena espina. No se fiaba de que "su alfa" apareciese de repente, aunque la lógica le decía que é había conocido a Seungmin de pronto, sin aviso alguno—. No vas a cenar con él. No deberías fiarte de él, puede estar engañándote.
— ¿Quién eres tú para ordenarme con quien puedo esta?
Su puño impactó contra su mandíbula antes incluso de que pudiese detectarlo, cayó al suelo de golpe, sorprendido por la fuerza de Beomgyu. Su vista se volvió borrosa y para cuando pudo incorporarse, el omega había desaparecido y todo el restaurante lo miraba como si estuviese loco. Lo único que le reconfortó fue la rapidez con la que Seungmin y Sunoo se abrazaron a él, ayudándole a salir del restaurante. Quería morirse de la vergüenza, golpearse por haber dejado en ridículo a Beomgyu y revisarse la cabeza por haber atacado sin saber primero si el hombre era de fiar o no. Podía culpar a ese olor tan desagradable, a su lobo e incluso a las sensaciones que había tenido durante el día, pero eso no justificaba su comportamiento. Se sentó en el coche, escuBeomgyudo la voz preocupada de su cachorro, las preguntas de Seungmin y respondiendo al teléfono mientras pensaba que su noche no podía empeorar más.
— Changbin... —La voz temblorosa de Yeonjun sonó al otro lado y supo, sin necesidad de palabras, que la inquietud de todos los alfas de la casa, no había sido una simple locura—. Se han llevado a Soobin.
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