Capítulo 39
XIX. ¿Quién es ese hombre, Beomgyu? (1ª parte)
POV. NIKI
Pensaba que el mayor problema que tendrían que superar era traer a la manada al compañero enfermo de Jisung y descubrir que era lo que le otorgaba ese olor, pero ahora sabía que podía haber algo más que los perjudicase. ¿Por qué los imbéciles que les habían complicado la vida no podían dejarlos en paz?¿Por qué tenían que volver para recordarles que una vez vivieron en un mal sitio? Es cierto que no habían llamado buscándole a él y que no era su pasado el que estaba afectándole, pero Soobin era su amigo y pensar en que alguien quería llevárselo... También estaban los niños, ¿Y si el alfa Cho aparecía y les hacía daño?¿Y si no eran capaces de protegerlos? Había tenido un gran entrenamiento y tendía a hacer ejercicio, también le habían enseñado a disparar como era imprescindible para los alfas de su manada, pero... ¿Y si no era suficiente?
— Tío Niki, tío Niki
Bangchan había ideado el plan perfecto, atendiendo a las necesidades de cada uno y preparándoles para cualquier situación. Sin embargo, todos los planes tenían fallos y este no sería diferente. Podrían equivocarse, algo podría ir mal y todo estaría perdido. ¿Y si perdían a alguno de los miembros de la manada? Acababa de encontrar una familia donde podía sentirse querido, donde no tener miedo a ser expulsado por no estar a la altura, donde podía estar cómodo junto a su compañero y no quería que todo terminase, no quería perderlos.
— Tío Nikiiiiiii
Sunghoon le había prometido que todo iría bien y estaba seguro de que todos en esta manada estaban preparados para defenderse, ¿Pero y si los encontraban con la guardia baja?¿Y si aparecían cuando menos se lo esperasen y no estuviesen preparados? Por lo que sabía hasta ahora a Yeonjun solía preferir quedarse al margen de cualquier conflicto, Felix carecía de cualquier tipo de entrenamiento más allá del médico y por lo que tenía entendido y Changbin tenía problemas para contener su ira, por lo que sería más problemático que de ayuda. ¿Estarían en riesgo si tenían que proteger a la manada?
— TÍO Niki
— ¿Qué?
— Melanie está llorando, tío, tranquilízate por favor —Contestó Sunoo, mirándole con preocupación.
Parpadeó varias veces, deteniéndose de golpe. Volvió a la realidad, dándose cuenta de que había estado andando de un lado a otro en el salón, de que Melanie lloraba y se removía en sus brazos contagiada de su nerviosismo y de que los niños lo miraban como si estuviesen viendo a un alienígena. Tenía que parar antes de acabar con un ataque de pánico y terminar por asustar a los cachorros, más de lo que ya había hecho. Cerró los ojos, respirando profundamente y asegurándose de mecer al bebé con mucha delicadeza. Una vez que consiguió que su corazón dejase de martillear, comenzó a cantarle a la pequeña y a dejar que sus feromonas la tranquilizasen por completo hasta que se quedó dormida en sus brazos. Una vez que la dejó en su carro, se sentó en la manta que había estirado en el suelo para que los niños jugasen allí y no pasasen frío al sentarse.
— Perdonadme, chicos —Les dedicó una débil sonrisa, sintiéndose mal por haberlos descuidado cuando estaba a cargo.
— No te preocupes, tío. Todo saldrá bien —Contestó Jasmine con mucha seguridad, como si tuviese la respuesta correcta a todas sus preocupaciones—. Sunoo puede encargarse de él en un abrir y cerrar de ojos —Parecía tan convencida que Niki no fue capaz de llevarle la contraria. Además, la extraña sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro del cachorro le hizo preguntarse si no había algo de verdad escondida en sus palabras.
— Ya lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo —Confesó, sonrojándose y mordiéndose el labio por la timidez—. Solo tendría que encontrarlo y le haría olvidar todo lo que sabe sobre So...
— No —La voz firme de Jeongin llegó desde las puertas del salón, sorprendiéndolos a los tres. Tenía el ceño fruncido y su cuerpo al completo estaba en tensión, como si estuviese luchando para no dejarse llevar e ir a buscar a quien lo tenía tan enfadado—. Aún eres muy pequeño, Sunoo —Continuó, suavizando su tono y su mirada. Mientras hablaba, se sentó en la manta con ellos y levantó una de las piezas del castillo que estaban montando—. No puedo ponerte en peligro así, no es el trabajo de un niño, es nuestro trabajo. Pero no te preocupes, cielo, nunca dejaré que alguien dañe a mi manada y Soobin es parte de ella —Le dedicó una de sus deslumbrantes sonrisas, antes de besar su frente y estirarse para hacer lo mismo con Jasmine—. Quiero que tengáis una buena infancia y eso significa que no debéis luchar las batallas de los mayores. Ahora que hemos aclarado esto, vamos a hacer el mayor castillo del mundo mientras dejamos que el tío Niki descanse un poco —Al decir eso levantó la mirada hacia él, haciéndole un pequeño gesto hacia la cocina y no necesitó poner con palabras por qué lo hacía. Una vez que se había calmado, pudo notar lo que estaba sintiendo Sunghoon a través de su lazo y le necesitaba.
Dejando a un lado sus inquietudes y miedos, entró en la cocina. Encontrándose con su compañero abatido, mirando pensativo el móvil. Estaba tan concentrado que ni si quiera se percató de que había llegado hasta que colocó las manos sobre sus hombros y comenzó a masajearlas. El alfa levantó la cabeza y le contempló, transmitiendo con una sola mirada lo preocupado que estaba por la situación. « Está pasándolo mal y yo estaba enloqueciendo, seguro que lo estaba sintiendo en su enlace y solo lo estaba empeorando » pensó, abatido al darse cuenta de que quizás había conseguido aumentar su preocupación en vez de ayudarle.
— Todo saldrá bien —Le dijo Sunghoon, como si el fuese el que tenía que ser confortado y no al revés. Incluso en estos momentos cuando su mejor amigo estaba en el punto de mira para ser convertido en el "marido perfecto" para un estúpido que no dudaría en utilizarlo en cuanto supiese que era más poderoso de lo que parecía, tenía que tranquilizarle. Lo besó para transmitirle que todo iría bien, que él no se preocupaba. Es cierto que había enloquecido, pero ¿Quién no lo haría en una situación así después de haber recibido la paliza del año? Ahora, sentándose cerca de Sunghoon, sabía que podían solucionar cualquier problema mientras la manada permaneciese unida. Al fin y al cabo, seguían teniendo una parte animal que reaccionaba como los lobos reales, siendo más fuertes cuando se unían en grupos—. No quiero que te pase nada, no quiero que le pase nada a Soobin. Dios, eres mi compañero y él es como un hermano para mi. ¿Qué haría si os perdiera?
— No me pasará nada, tengo entrenamiento suficiente. Era mejor que muchos de los alfas de mi manada —Le sonrió, por primera vez sintiéndose feliz de haber sido educado así—. Soobin puede doblegar a las personas con su mente, aunque aún no sepa como hacerlo. Estaremos bien. Además, ¿Crees que Jeongin y los demás han sobrevivido tanto tiempo por su cara bonita? No, cariño, he oído las historias y créeme, con ellos y vosotros, vamos a enseñarle a ese alfa de pacotilla lo que es una manada de verdad.
— ¿Qué haría sin ti? —Preguntó Sunghoon, cogiéndole de las manos y mirándole con tanto sentimiento que le abrumó. Sus rostros fueron acercándose hasta lo que sus asientos le permitían. Podía sentir el amor que provenía desde su enlace, llenándole de calidez aunque no hubiese sido dicho con palabras. ¿En que momento había sucedido?¿Cuándo habían comenzado a quererse tanto?
— ¿Quemar la cocina? —Se hizo el inocente, incapaz de borrar la sonrisa tonta que había aparecido en su rostro. No podía negar que estaba asustado por la rapidez con la que crecían sus sentimientos, pero no se arrepentía de haber dado el paso. « Algún día estaremos listos para dar el paso » se dijo así mismo, rezando para perder el miedo y poder pronunciar lo que no podía negar sentir. El apareamiento había sido lo mejor que le había ocurrido en la vida, sin contar con haber sido traído a la manada del lago Yang, un hogar que había comenzado a convertirse en un lugar ruidoso donde se podía oír la risa de los niños.
— Cierto, sin ti, tendría el teléfono de los bomberos en marcación rápida —Continuó con la broma antes de terminar de inclinarse y besarle dulcemente, transmitiéndole todo lo que quedaba por decir con aquel gesto.
La mesa de la cocina se llenó por completo una vez que los niños se quedaron dormidos. Ninguno quería realizar la reunión si ellos escuchaban, querían evitar que sintiesen la necesidad de ayudar por el simple hecho de ser especiales. Beomgyu permanecía sonriente, tratando de disimular su felicidad ante la seriedad del momento. Cuando le lanzó una mirada curiosa, él moduló con los labios un « te lo contaré luego » que solo consiguió que quisiese saber lo que estaba pasando con mayor fuerza. Felix parecía haber superado sus temores y se encontraba sentado cerca de Hyunjin, apoyando su cabeza sobre su hombre y entrelazando su mano con la de él. Parecían sacados de una comedia romántica, lo que le daba esperanzas sobre su futuro. Había estado preocupado cuando el médico se negaba a dejar entrar al paremédico. ¿Qué mejor forma de cuidar juntos a una hija que aceptando su apareamiento? Seungmin se sentaba sobre el regazo de Changbin, apoyando su espalda contra su pecho, un lugar que parecía haberse convertido en su favorito. Ninguno le había dicho por qué no se enlazaban todavía, pero su relación parecía estar avanzando a buen ritmo. Incluso Yeonjun y Soobin, ambos cogidos de la mano para darse apoyo, parecían haber mejorado mucho entre ellos, aunque el apareamiento también había influido en acelerar el ritmo.
— ¿Se sabe algo de Jisung y Bangchan? —Preguntó, observando las sillas vacías que le correspondían—. ¿Han llegado ya?
— Sí, me han dicho que habían llegado y que mañana empezarían con la búsqueda en el instituto —El móvil de Jeongin sonó una vez más, seguramente Bangchan por el rubor que cubrió sus mejillas y por la forma en la que carraspeó después, moviéndose incomodo en su sitio.
— Nunca pensé que llegaría el día en que nuestro querido Jeongin dejaría la seriedad para dedicarse al sexo por whatsapp, estoy muy orgulloso de ti —Felix se levantó y aplaudió como si se tratase del mayor logro del mundo, provocando que la sala entera estallara en carcajadas. Luego volvió a tomar su posición inicial junto a Hyunjin, acomodándose de la misma forma y le guiñó el ojo—. Dile al sheriff que se centre en su búsqueda y no pierda la cabeza por cierto magnate.
— No tienes remedio —Dijo el omega, con sus mejillas aún más sonrojadas y dándole vueltas al móvil para evitar que captasen la vergüenza que sentía. Por las miradas que Seungmin y Beomgyu se lanzaban entre ellos, sabía que no era al único al que no engañaba con esos pequeños trucos de disimulo—. Bueno... —Carraspeó, acomodándose las mangas de la camisa para que quedasen perfectamente estiradas—. Si la reina del cotilleo, me lo permite, procederemos a hablar de lo que ha hecho que tengamos una reunión.
— Claro, claro, tú continua, por mi no te cortes —Bajó el volumen lo suficiente para que pareciese que le estaba susurrando a Jeongin, pero los demás también pudiesen oírle—. ¿Me enseñarás luego los mensajes, pill...?
No terminó la frase, uno de los trapos de cocina de la encimara salió volando y se estrelló en su rostro. Nadie se había movido de la mesa, así que solo había una respuesta para que aquello ocurriese y se llamaba Choi Soobin. Cada uno de ellos se giró para mirarle, más sorprendidos de lo que querían reconocer.
— ¿Qué? No se iba a callar si no le interrumpíamos —Se excusó Soobin con un ligero encogimiento de hombros.
¿Cómo deberían reaccionar si no estaban acostumbrados a que los objetos se moviesen a su alrededor?¿Era de mala educación mostrar su sorpresa cada vez que algo insólito ocurría a causa de otra persona?¿Le dolería hacer sus trucos de magia? Oh, quizás también era considerado irrespetuoso decir que su don eran simples trucos de magia. Tendría que preguntarle al omega como se sentía al respecto para no meter la pata y ofenderle. « Cariño, no pienses tanto, te harás daño » le dijo Sunghoon a través de su enlace, besando la marca de su apareamiento a través de la tela de su camiseta y consiguiendo que se estremeciese. Le di un pequeño codazo para que se quedase quieto, queriendo impedir que toda la manada fuese abrumada por el olor de su deseo. Si tenía que escuchar la reunión, soportando una dolorosa erección, se vengaría.
— Está bien, ahora, si nadie más me interrumpe, hablaremos sobre las reformas de seguridad que vamos a implantar —Les miró uno por uno con su habitual expresión de «esto no es una broma» que impidió que una nueva broma fuese lanzada en su camino—. El alfa de la manada Cho, como ya sabéis, exige que le devolvamos a "su omega" —Puso los ojos en blanco, haciendo las comillas con los dedos. Parecía especialmente molesto al hablar del señor Cho, pero consiguió mantenerse serio cuando lanzó la pregunta que exigía las normas de manada—. ¿Quién desea que entreguemos al omega Lee Soobin? Nadie le culpará por querer alejarse del peligro, sobre todo a vosotros —Señaló a los que tenían cachorros, haciendo hincapié en el hecho de que pasase lo que pasase, se respetaría la situación de los demás. Cuando cada uno negó y confirmó que defenderían a la manada por entero, incluyendo a Soobin, tuviese o no problemas tras él, Jeongin siguió hablando—. Ha encontrado el número de la mansión, por lo que no tardará en encontrarnos. Lo que él no sabe, es que estaremos preparados para su llegada.
Explicó, por cortesía para los recién llegados, que la mansión mantenía un equipo de vigilancia para situaciones de emergencia. Bangchan había comprobado el funcionamiento de las cámaras, de los paneles de metal que bajaban para reforzar las puertas y ventanas, del equipo de seguridad conformado de diversas armas y del búnker que mantenían escondido en el sótano, al que solo se podía acceder a través de un pasadizo instalado en la chimenea. Jeongin se disculpó por no haberlo contado antes, pero entre las nuevas llegadas, el lío que se produjo cuando Bangchan se desmayó, Soobin huyendo cuando llegó su celo, la leyenda y otro sin fin de situaciones, no tuvo ni un segundo para hablarlo. Cuando llegó la hora de comenzar a repartir asignaciones y horarios para vigilar, el líder le lanzó una pequeña sonrisa y supo que había ganado el turno de noche antes incluso de que hablase.
— Haré el turno de noche, no te preocupes —Contestó, reprimiendo el impulso de negarse y poder evitar que los manos recuerdos volviese. Debía ser valiente, porque era de los pocos que podía quedarse despierto por las noches. Solo tendría que asegurarse de que el desayuno estuviese listo y de acudir si Sunghoon lo necesitase para las reparaciones en la librería—. No sería la primer vez que me toca el trabajo nocturno, podré hacerlo.
— Gracias, Niki. No lo harás solo, Felix te acompañará ahora que su turno es compatible y cuando la rotación cambie, irás con Hyunjin —Ante la mirada extrañada de los que acababan de conocer al omega, Jeongin sonrió. Estaba tan intrigado como los demás. Había asumido que se trataba de una presa fácil en caso de ataque ¿Pero quién en su sano juicio ponía a alguien sin habilidades de lucha en un turno de vigilancia?—. ¿Te gustaría hacer una demostración?
Caminó hacía su despacho, abrió las puertas y dejó una pequeña mandarina en la parte más alejada de su escritorio. Retiró su sillón y un par de jarrones que tenía como decoración antes de volver con ellos, consiguiendo que se removiese en su sitio por la curiosidad. Con un simple movimiento de su muñeca, Felix clavó en la fruta uno de los cuchillos que quedaban en la mesa. Se quedó con la boca abierta, admirando su puntería y preguntarse como había conseguido ser tan bueno. Cuando se lo preguntó, el omega se limitó a reír y encogerse de hombros, pidiéndole a Jeongin que continuara con sus asignaciones.
La luna brillaba en el cielo rodeada de un sin fin de estrellas que no había podido apreciar en su antiguo hogar. Sus noches habían consistido en patrullar junto a los hombres lobo sin neuronas que había llamado "amigos" cuando aún vivía en su manada, los mismos que habían disfrutado de castigarle por la ofensa que había cometido contra su clan. Si se detenía durante unos minutos para observar el cielo nocturno, era castigado por sus superiores y víctima de las burlas de los demás lobos de su edad. Su única misión era mirar hacia adelante y asegurarse de que ningún enemigo entraba en el territorio. Sin embargo, nunca tuvo el estómago suficiente para encargarse de las torturas de aquellos que eran considerados espías por haber pisado en el lugar equivocado. Solía ser castigado por su debilidad, siendo colocado en la misma habitación que el interrogado y obligado a ver todo lo que le hacían. Desde entonces, le había tenido miedo a salir a patrullar por la noche y cuando consiguió que lo colocasen en el turno de mañana, se sintió el lobo más feliz de la manada. Nada ocurría de día, no tenía que entrar en la sala, no tenía que soportar las risas de sus "amigos" porque quería observar el cielo y no tenía que ver constantemente la mirada decepcionada de su padre por no ser lo suficientemente fuerte. Si salía durante el día, podía mantenerse lo más lejos posible hasta que tuviese que volver al caer la noche.
— ¿Estás bien? —La voz de Sunghoon le sobresaltó, demasiado preocupado por sus viejos recuerdos como para detectar el olor tan característico de su alfa. Incapaz de detenerse, lo abrazó con fuerza, bajando la cabeza lo suficiente como para poder olfatear su cuello y reconfortarse con su aroma. Quería que todo el mundo pudiese oler los libros y el café en su propia piel, que supiesen que su alfa estaba con él—. Eh, ¿Qué ocurre? —Negó con la cabeza, sin querer confesarle lo débil que era. ¿Qué iba a pensar de él cuando no era capaz de aceptar su trabajo sin pensar en el pasado? Los valientes no se compadecían de si mismo, luchaban por superarlo—. No mientas, Niki, puedo sentirte, ¿Recuerdas?
— Maldito lazo chivato —Murmuró contra el cuello de Sunghoon. Esperaba que no le escuchase, pero por la carcajada que escapó de sus labios, supo que había fracasado.
— Puedes contarme cualquier cosa, omega, cualquiera. No te juzgaré, pero no lo guardes para ti mismo. Me duele saber que algo está mal y no puedo ayudarte.
— No puedo dejar atrás los recuerdos —Confesó, rozando la nariz contra su cuello. Era un movimiento inconsciente. Tanto su lobo como él necesitaban la cercanía, su olor, su tacto... Todo—. Quiero hacerlo. Me digo a mi mismo que podría haber sido peor y que no les necesito, pero duele.
— Los recuerdos no se irán, pero no tendrás que combatirlos tú solo. Estoy aquí, contigo, siempre que me necesites. Eres el omega más hermoso que he visto nunca y van a pagar por todo lo que te han hecho —Lo alejó un poco, para poder mirarle a los ojos a pesar del sonido de protesta que escapó de sus labios. Avergonzado, bajó la vista, encontrándose con la increíble sonrisa de Sunghoon y haciéndole olvidar cual era su queja. « Dios, me muero por un beso ahora mismo » —. Mírame, Niki, por favor.
Lo hizo. Levantó la mirada y se perdió en el universo que escondían sus ojos.
« Te quiero »
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