Capítulo 37

XVIII. Quiero a mi omega y lo quiero ahora (1ª parte)


POV. SOOBIN

La última vez que le había dolido tanto la cabeza, había sido después de quedarse con Sunghoon en uno de los hoteles de la ciudad donde estudiaba. Se habían bebido hasta la última gota de alcohol que había en el bar, superando el límite que soportaba un hombre lobo sin emborracharse y disfrutando de la mayor fiesta de sus vidas. Aquella noche seguía siendo un borrón en su memoria y lo único que recordaba vívidamente era la horrible resaca que había sufrido después. El cuarto de baño se convirtió en su mejor amigo y por mucho que lo intentó, no pudo deshacerse del dolor de cabeza tan intenso que sufrió. Si la apariencia de Sunghoon aquel día era un indicio, su amigo estaba pasando por el mismo sufrimiento que él. No faltaron las promesas de no volver beber hasta el límite y, cuando volvieron a su manada, ya había pasado lo peor y podían fingir que habían estado disfrutando de una agradable velada en la universidad. La diferencia entre aquel día y el que estaba viviendo, era que no se trataba del resultado de una fiesta. Descubrir que eres especial, del mismo modo que lo son los superhéroes de Marvel, no es una noticia fácil de digerir. Es aún peor cuando te avisan de que serás perseguido por más alfas sedientos de poder, porque no era suficiente que lo persiguieran por ser un omega y el destino tenía que añadir un problema más a su plato. Para colmo, se había enlazado con Yeonjun y no sabía qué sentir al pasar de soltero a tener un "matrimonio" con alguien que apenas conocía. Por muy bueno que fuese hasta ahora, no sabía nada de él más allá de que le apasionaba bailar y eso no era ninguna garantía para una relación feliz.

Suspirando, se dejó caer contra el colchón y se llevó las manos a la cabeza. No sabía ser un omega ni como se debía actuar con pareja ¿Cómo iba a poder controlar un poder que no había deseado? Llevaba un día siendo especial y ya estaba teniendo una crisis. ¿Cómo podían estar tan felices los niños si habían pasado por esto desde que nacieron? Se dio la vuelta, quedándose boca abajo sobre el colchón y escondiendo la cara en la almohada pataleo con todas sus fuerzas, mientras maldecía a la luna, el destino y cualquiera que pudiese oírlo. Cuando consiguió tranquilizarse lo suficiente, se sentó una vez más y suspiró. No era alguien que se rendía ante las situaciones difíciles, siempre luchaba hasta que no quedase nada por hacer y en esta ocasión no sería diferente. Le demostraría al mundo que podía afrontar cualquier problema que le lanzasen.

— Buenos días —Dijo Yeonjun, entrando en la habitación con una bandeja llena de comida—. Esto es para ti, mi valiente omega, estaba preocupado después de que durmieras todo el día —La colocó en la mesita de noche y se sentó en una silla de la que no se había dado cuenta antes—. Hay alboroto allí abajo, pero Niki me ha dejado subirte el desayuno. Al parecer Jisung ha encontrado a su compañero ¿No crees que es maravilloso que todos hayamos encontrado a nuestra pareja? —Soobin no contestó, ni si quiera sabía que le estaba preguntando, demasiado ocupado admirando las vistas. ¿Desde cuando las camisetas de tirantes eran tan atractivas? Debía haberse duchado hace poco, su pelo estaba todavía húmedo y alguna que otra gota traviesa se deslizaba por su rostro. ¿Estaría mal si las lamía?—. Es profesor, Bangchan y él van... ¿Te pasa algo Soobin?

— ¿Qué? —Preguntó desconcertado. Un ligero rubor cubrió sus mejillas, consciente del camino que habían tomado sus pensamientos.

— ¿Te gusta lo que ves? —Debía estar oliendo su excitación porque en su rostro apareció una sonrisa de satisfacción.

— N-no... Solo... Oh, dios —Se tapó los ojos con las manos, tratando de buscar la mejor ruta de escape para alejarse de aquel bochorno. ¿Cómo se le ocurría mirarle embobado? Era irrespetuoso y mucho más cuando se trataba de un desconocido. « Espera, es mi alfa ¿No? » pensó durante un segundo « Ya que me he metido profundamente en esta relación por accidente, puedo aprovecharme ».

Levantándose de la cama, se sentó a horcajadas sobre Yeonjun. Sonrió con satisfacción cuando el alfa tragó saliva y dejó las manos a los lados sin saber que hacer con ellas o que movimiento sería bienvenido. Era comprensible que estuviese tan desconcertado, había pasado de estar frustrado con él, a ir a buscarle durante su celo y de querer matarlo, a saltar sobre él cuando le traía el desayuno. Pero, ahora que no había vuelta atrás en su apareamiento, no iba a quedarse llorando en una esquina. Igual que iba a afrontar sus nuevos poderes, también aceptaría lo que estaba pasando. Podía sentir la atracción y sabía por las historias que habían contado, que no era un mal hombre ¿Qué podía salir mal? Solo tenían que conocerse y dejar que todo fluyese. Sin embargo, dejaría la charla para otro momento y pasaría a lo más importante.

— ¿S-Soobin? —Estaba disfrutando al hacerle tartamudear. Saber que lo tenía en la palma de su mano era tan satisfactorio que no podía borrar la sonrisa de su rostro—. ¿E-estás bien? A-acabas de despertar, ¿n-no deberías descansar?

— Podemos descansar y hablar después, ahora quiero estar contigo. Te lo prometí ¿Recuerdas?

Yeonjun tardó unos segundos en reaccionar, pero en cuanto lo hizo, todo mejoró. Sus manos se colocaron en la espalda de Soobin y sus labios se encontraron con rapidez. Había tiempo para preocuparse del mañana, de las conversaciones pendientes y de lo mucho que tenían que aprender del otro. Era el momento de que las palabras se perdiesen entre orgasmos y el desayuno quedase olvidado en un segundo planto. Ahora eran solo ellos, tratando de explorar cada rincón de su cuerpo, de memorizar cada sonido de placer, de descubrir sus debilidades, de conocer cada una de sus expresiones.

Soobin descansaba sobre el pecho de Yeonjun, adormecido por las caricias en su espalda. Nunca pensó que la comodidad de otro cuerpo sería tan gratificante, que compartir su cama y su tranquilidad con alguien más podría sentirse tan cálido. Había huido durante tanto tiempo de la compañía de los demás para protegerse, que descubrir que podía estar en paz al lado de alguien que no fuese Sunghoon, era sorprendente. Podía sentir el lazo entre ellos, creciendo poco a poco, envolviéndoles en una calma que parecía imposible tras descubrir que no era quien creía ser. Tras disfrutar de su agradable despertar, había permitido que el alfa le diese el desayuno e incluso había disfrutado con algunos de sus chistes. Deseaba convertir aquellos instantes en eternos, detener el tiempo y no tener que preocuparse por la realidad.

— ¿Por qué me salvaste? —Preguntó de pronto, queriendo saber un poco más de su compañero.

Yeonjun se removió un poco bajo él, acomodándose lo suficiente antes de hablar. No se había parado a pensar en la razón por la que su alfa cambiaría su rumbo, entraría en la casa de alguien más y salvaría a un omega que no tenía relación alguna. Lo normal hubiese sido que pasase del problema, que se dedicase al circo y se marchase cuando terminase su espectáculo. ¿Para que arriesgarse?¿Por qué tomarse tantas molestias por alguien? Además, estaba el hecho de que nunca habían hablado lo suficiente y lo que sabía, había sido a través de los demás. Era el mejor momento para cambiarlo. Si iban a compartir una vida juntos, quería saber de primera mano quien era Choi Yeonjun, sus miedos, sus gustos, sus sueños...

— Esa es una pregunta sencilla —Comenzó, sin dejar en ningún momento de acariciarle la espalda. Si no se detenía, acabaría quedándose dormido—. Me tocaba vender las entradas y en taquilla se oye de todo. Cuando dos alfas hablaron sobre lo que te había pasado, no pude quedarme quieto. No me gustan las injusticias y mucho menos de ese tipo, así que fui a buscarte. Ni si quiera sabía quien eras para mi hasta que entré. Lo dejé todo y conduje hasta tu manada. Esperé a que los guardias cambiasen y me colé en la mansión. Lo demás ya lo sabes —Su voz sonaba más baja cuando continuó hablando y el dolor en ella era claro. Fuese lo que fuese, lo que le iba a contar no iba a ser una historia agradable—. Me desterraron por proteger a mi hermana de lo mismo. A ella no pude defenderla y no quería dejar que otro omega sufriese. Para la manada, eran una pareja feliz, pero yo sabía la verdad y no pude hacer nada.

— Lo siento mucho —Susurró, rozando su pecho con los labios, tratando de transmitirle el consuelo que necesitaba—. ¿Sabes algo de tu hermana? —No quería ahondar en ello, pero necesitaba saber la respuesta.

— Changbin me dijo que se fue con un guardia que resultó ser su compañero, un buen hombre que odiaba lo que estaba pasando —Podía oír la felicidad en su voz al saber que después de todo, había tenido un final feliz—. No sé donde está, pero he conseguido su número. Pronto te la presentaré. Seguro que le caerás bien, es una fiera —Soobin disfrutó de oírle hablar de su hermana con tanto cariño. Se alegraba de que su alfa no hubiese tenido que pasar por el mismo abandono que él, siendo invisible para sus padres—. Siempre que Changbin y yo nos metíamos en problemas, ella nos regañaba y daba mucho miedo. Una vez, le robamos sus caramelos favoritos y cuando lo descubrió, estuvimos durmiendo durante una semana en la casa del árbol para evitarla. Mamá tuvo que amenazarme con romper mi reproductor de música para hacerme bajar.

— ¿Os metíais en muchos problemas?

— En muchos, éramos como Zipi y Zape. Una vez, cambiamos la mascarilla del pelo de Yoona con una de color. Tuvo que tintarse para que el verde desapareciese ¿Y tú y Sunghoon?

— Solía ser yo el que se metía en problemas y Sunghoon acudía al rescate o era arrastrado.

Continuaron hablando sobre anécdotas y viejas historias felices, sobre las mascotas que les hubiese gustado tener y las cosas que aprendieron de pequeños, sobre los peores días en el circo y los más malos en la vida de Soobin, sobre como había sido ser un alfa incomprendido y un omega que no pasaba por el perfil que todo el mundo pedía, sobre lo que deseaban del futuro y sobre todo aquello que les daba miedo o les hacía reír. Hablaron durante lo que parecieron horas, perdidos en su propio mundo hasta que Sunghoon entró de golpe en su habitación, tan pálido que no fue capaz de gritarle por interrumpir. Todo en él gritaba peligro, poniéndoles en alerta.

— ¿Qué pasa? —Preguntó Soobin, asegurándose de que estaban tapados cuando se sentaron.

— El alfa Cho está al teléfono con Jeongin —Anunció, consiguiendo que el mundo se derrumbara a sus pies.

Soobin se prometió que no cedería al miedo como no lo hizo el día que lo encerraron en la habitación esperando un destino que no había pedido. Sin embargo, mientras bajaba por las escaleras para enfrentarse al mismo alfa, todo su cuerpo temblaba. Yeonjun le mantenía en pie, conduciéndole hacia el despacho con la mano en la parte baja de su espalda y permitiendo que se apoyase en su contacto tanto como necesitase. Le decía una y otra vez que todo saldría bien, más para convencerse a sí mismo que para consolarle. No solo tenía que preocuparse por si mismo, el alfa también estaba en peligro. Había agredido al líder de su manada, robado lo que se consideraba "su pertenencia" y huido del territorio sin dar explicaciones. Si hacían que Soobin volviese, lo matarían. Tanto por lo que consideraban "crímenes" contra el gran alfa como por haberle marcado y si él le contaba la verdad, lo querrían por ser poderoso aunque no supiese como usar sus poderes. « Vamos, Soobin, no enloquezcas. Puedes con esto » se dijo así mismo, sin darse cuenta de que había usado su enlace. « No estás solo, cariño. Tienes una manada a tu lado y me tienes a mi. Solo tengo que buscar algo más grande que la última vez. Es hora de que haga un pedido por Aliexpress ¿Crees que venderán palos gigantes? » contestó Yeonjun, consiguiendo alejar un poco de la tensión que sentía y hacerle reír.

— Idiota.

— Pero me adoras.

Le dio un beso en la mejilla ante la mirada perpleja de Sunghoon, sin contestar a sus últimas palabras y entró en el despecho mucho más relajado. Tenía una manada para respaldarle, tenía a Yeonjun, a Sunghoon y nuevos amigos para ayudarle. Si el alfa Cho quería que volviese con él, tendría que pasar por encima de todos y además, el lucharía con uñas y dientes para quedarse en el Lago Yang y mantener a su alfa a salvo. ¿Quién dice que los omegas no pueden proteger a sus compañeros?¿Quién es el que dicta las estúpidas reglas? Porque él iba a demostrar que podía hacerlo mejor que cualquier alfa.

Jeongin les hizo una seña para que se sentaran mientras seguía escuchando por teléfono y Sunghoon cerró las puertas para no ser interrumpidos o tener que explicarle a los niños una situación difícil que solo le causaría preocupaciones innecesarias. Cuando se acomodaron, el omega puso el manos libre y la horrible voz de la que pensó que se había librado, resonó por toda la habitación con un grito que le heló la sangre.

— QUIERO A MI OMEGA Y LO QUIERO AHORA, SEÑOR YANG.

Yeonjun apretó su mano con fuerza y Sunghoon se colocó a su otro lado, con una de sus manos apoyada en el hombro de Soobin, dandole tanto apoyo como podían. « No va a llevarte, Soobin, eres libre de estar donde quieras y no voy a permitir que te quite esa libertad » prometió el alfa a través de su enlace, haciendo que su olor rodease al omega y lo calmase tanto como podía. Jeongin le dedicó una pequeña sonrisa e hizo un gesto con la mano al mismo tiempo que articulaba con los labios: "Está loco".

— Quiero hablar con el jefe de tu clan ¿Dónde está tú alfa, omega? Deja que los que saben se ocupen de las conversaciones importantes.

Jeongin apretó el teléfono con fuerza al oír sus palabras y un pequeño tic nervioso apareció en su cara cuando escuchó las burlas. Si algo había aprendido del omega, era que odiaba que lo menospreciara como líder o lo relegaran a un segundo plano por su naturaleza. Podías referirte a él como cualquier cosa, pero si lo tratabas como si fuese inferior, conseguías una sentencia de muerte instantánea.

— Escúcheme bien señor, Cho. Yo soy mi alfa y si quiere decir algo, deberá hablar conmigo —Pronunció con una calma que le heló la sangre y le hizo temblar. Debía recordar no enfadarle nunca, prefería ser su amigo a estar al otro lado de su ira—. Lamento informarle, que según el artículo treinta y nueve, apartado diez de la ley de manadas, no puedo entregar a nadie que haya pedido asilo o que se haya apareado con un miembro de mi manada. "Su princesa" —Cada vez que hacía referencia a la posesividad del alfa, hacía un gesto de cansancio que casi consigue que Soobin riese y estropease la conversación—. está felizmente enlazada, disfrutando de su periodo de luna de miel y aunque no fuese así, tampoco se lo entregaría. Si tiene alguna queja, hable con mi abogado, pero mi manada no le dará a Choi Soobin. Retire sus palabras, elimine cada "mi" de su conversación y aléjese de él si no quiere pagar las consecuencias.

— Oh, no, querida, Soobin es mío y no me vas a detener. Un omega que se cree el rey no podrá pararme. Voy a encontrar vuestro hogar y lo destruiré, mataré al alfa que se esté follando a mi omega y si no muere, me la llevaré para demostrarle quien está realmente a cargo. Él podrá regalarle su culo a cualquiera, pero eso acabará en cuanto lo encuentre.

— Ya lo veremos —Amenazó Jeongin de vuelta antes de colgar el teléfono—. Sunghoon, envíales un mensaje a los demás menos a Jisung y Bangchan, porque volverían antes incluso de encontrar a ese alfa escurridizo. Avísales de la situación y anuncia que quizás tengamos visita, hay que estar preparados y poner el marcha el plan de nuestro encargado de seguridad.

— Lo sient... —Se calló de golpe cuando Jeongin levantó la mano.

— No es tu culpa, Soobin, así que ni se te ocurra disculparte. Nos ocuparemos de ese imbécil, nadie va a perseguir a mi manada y salirse con la suya. Ahora, ocúpate de Yeonjun antes de que estalle. Nos reuniremos después —Besó su frente antes de marcharse seguido de Sunghoon quien le susurró un "hablaremos después, todo irá bien".

Una vez que se quedaron solos, Soobin observó como el alfa temblaba con la mandíbula y los puños apretados, luchando contra el cambio. Se subió a su regazo, depositando pequeños besos en su rostro con cuidado de no hacerse daño con los colmillos que comenzaban a emerger y dejó que su olor lo envolviese todo, controlando al lobo en el interior de Yeonjun. Después de susurrarle que él estaba bien y asegurarle que las palabras no le habían afectado, tras acariciarle tanto como podía y darle tantos besos como le fue posible, consiguió relajarse una vez más. Lo miró avergonzado por su comportamiento y Soobin tuvo que volver a calmarlo para que supiese que todo estaba bien entre ellos, que lo entendía, que él también había llegado al borde cuando el alfa Cho había amenazado a Yeonjun. Sin importar la necesidad de una reunión, se marcharon de la mansión y volvieron a la intimidad de su caravana, dispuestos de olvidarse por un instante del inminente peligro. Mientras disfrutaban de la cercanía del otro, de los enredos en las sábanas y de besos robados, Soobin prometió que haría cualquier cosa por mantenerle a salvo, aunque para ello tuviese que usar un poder que no había pedido.

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