Capítulo 36

XVII. Voy a ir a buscarle (3ª parte)


POV. MINHO

Durante años había esperado a que su hermano lo encontrase, a que alguien le prestase atención a los carteles que colgaba con tanto esmero y a que la luna se apiadase de él, devolviéndole a la única persona que le había querido desde que su madre decidió entregarse a aquel alfa estúpido con el que tuvieron que quedarse tras su muerte. Les obligaba a llamarle "papá" y si se negaban tenían que pagar por ello. Algo que le había sucedido más veces de las que podía contar a Bangchan, porque no aceptaría a ese hombre ni mancillaría la memoria de su verdadero padre, el hombre que aceptó y crió a Minho como su propio hijo a pesar de no ser de su misma sangre. Durante años se había convencido de que vivir como un completo humano era lo mejor que le había pasado, de que si perdía a su lobo encontraría cualquier otra forma de disfrutar de la vida, de que no importaba si nunca conseguía pareja porque encontrar tu otra mitad era casi imposible. Disfrutaba enseñando a los niños y acogiendo a aquellos animales que lo necesitaban, pero eso no impedía que su alma se sintiese incompleta. Viviendo una vida a medias, sintiendo dolores cada vez que su lobo empeoraba y contando los días para que todo terminase, había buscado una serie de falsos pensamientos que lo resguardasen de la realidad. Sin embargo, después de tanto tiempo, el destino no solo había querido que encontrase a su hermano si no que le entregaba en bandeja a su alma gemela, tan hermoso como el día que lo había visto en el bosque. Pero en vez de alegrarse, de agradecerle a la luna por el regalo que le habían hecho, quería reírse de la crueldad que estaba viviendo, gritarle a quien moviese los hilos de su realidad que podía meterse por el culo, la forma con la que le había entregado lo que deseaba. El destino le había traído a su hermano con algún tipo de afección con la que no podía ayudar y a su compañero cuando su lobo estaba llegando a sus últimos días. « Querida diosa, luna mía, ¿Cuántos obstáculos tendré que superar para que me dejes en paz? » pensó, sabiendo que no obtendría respuesta de la divinidad a la que durante años habían venerado los lobos.

— Jisung ¿Qué le pasa a mi hermano? —Volvió a preguntar, tratando de entender lo que estaba ocurriendo y esperando obtener una respuesta.

Ignoró el dolor, incorporándose como pudo en el sofá y tratando de llegar hasta el lobo en el suelo; pero no llegó muy lejos. Su compañero corrió a su lado y lo tumbó de nuevo en el suelo, pidiéndole que no se esforzase si le dolía tanto. La confusión en su mirada solo le decía que entendía tan poco como él. ¿Por qué había tardado tanto tiempo en volver con él?¿Por qué no lo había reconocido?¿Por qué había tenido algún tipo de crisis al verle? Tenía tantas preguntas sin respuesta que su cabeza daba vueltas y sentía que podría marearse en cualquier momento. Solamente la mano de Jisung en su hombro y la preocupación en sus ojos le impidió colapsar.

— ¿Es tú hermano? —Le preguntó con voz calmada que utilizan los abogados en los juicios—. ¿Estás seguro de que no le estás confundiendo?

— Lo es, estoy seguro. Su olor es inconfundible. Él es Bangchan, el hermano al que llevo tanto tiempo buscando.

Minho creyó escuchar un ligero "mierda" y cuando la mirada de Jisung se tornó compasiva, supo que las noticias que le daría no eran buenas. Quería llorar, por el dolor, por lo que estaba mal con su hermano, por la suerte que tenía, por todo lo que iba a perder. Pensó que había conseguido evitarlo, pero cuando el omega limpió las lágrimas de sus mejillas, supo que había fracasado.

— No te va a gustar lo que tengo que decir, compañero —La palabra resonó en su mente, llenándole de calidez y haciéndole suspirar. « No puedes dejarte llevar por su cercanía, Minho, no puedes condenarle a tu media vida » se recriminó a si mismo—. Bangchan llegó a nuestra manada, uno de nuestros alfas es su amigo y no quiso dejarlo solo en su antiguo apartamento después de encontrarlo borracho. Pensábamos que era humano, olía como tal y no conocía nada de nuestro mundo. Eso cambió cuando mi líder y yo regresamos de un viaje, en cuanto Bangchan le olió y descubrió que eran compañeros, tuvo un ataque y cuando se desmayó era un lobo. Nuestro médico dijo que ya había tenido uno antes de que llegásemos y su amigo dijo que solía tener fuertes dolores de cabeza.

— ¿Qué estás tratando de decirme con esto? —Preguntó Minho, sin querer creer lo que su mente sabía.

— Él no recuerda nada, no sabía que era un hombre lobo hasta que conoció a Jeongin. Nos dijo que lo encontraron con 17 y lo acogieron, solo recuerda a partir de ahí. No sabía que tenía un hermano, no sabía nada. Felix, nuestro médico, dijo que quizás su propia mente y cuerpo lo estaban protegiendo de algo doloroso y bloquearon tanto sus recuerdos como su lobo. Estamos investigándolo. Lo siento mucho, Minho...

Cerró los ojos, volviendo a arremeter mentalmente contra el destino, los dioses, su futuro y cada uno de los obstáculos que había encontrado en su camino. Su hermano no recordaba nada y había sido su culpa. Él se quejaba del dolor, de la inminente muerte de su lobo, pero su hermano había tenido que vivir sin saber quien era realmente, recordando solamente su nombre. Podía sentir la mano de Jisung acariciándole, dándole tranquilidad y aliviando un poco las sensaciones de su cuerpo. Hizo una mueca al tratar de incorporarse un poco, de acercarse más a su contacto.

— ¿Puedo preguntarte algo personal? —Preguntó preocupado Jisung. No necesitaba escucharle para saber lo que quería, pero aún así, asintió—. Puedo oler... —Se detuvo, como si no supiese como continuar—. ¿Estás enfermo?¿Por eso te duele al moverte?

— Estoy perdiendo a mi lobo, Jisung —Respondió, sin querer alargar demasiado lo inevitable. Cuanto antes supiese lo que le esperaba, antes evitaban crear un vinculo entre ellos y Jisung podría buscar a alguien más. Ignorando el asombro de su rostro, continuó hablando—. Cada día empeoro más, ya no puedo transformarme, tampoco puedo comunicarme con él, a veces pierdo el olfato, otras la vista, en ocasiones el oído, mis huesos se resienten... Un día morirá por completo. No puedo... —Cerró los ojos de nuevo, sin querer enfrentar a él cuando rompiese las ilusiones con las que había llegado a su casa—. ... estar contigo.

— ¿Por qué? —Estaba conteniendo el aliento, podía sentirlo.

— Porque un lobo no sobrevive a su compañero —Levantó la mano tanto como pudo, evitando ser interrumpido—. Aunque yo siga vivo, si me enlazo contigo y mi lobo acaba muriendo, nuestro apareamiento se romperá y morirás. No puedo hacerte eso, no puedo condenarte a un vínculo que acabará matándote. No me lo per...

— Shh —Lo calló Jisung, poniendo su mano en el pecho. Se había arrodillado a su lado para evitar que Minho se levantase—. Si he aprendido algo siendo abogado, es a no rendirme y tú tampoco deberías. Vamos a encontrar una solución, alguien sabrá como ayudar a tu lobo, lo buscaremos. Has encontrado a tu hermano, aunque él no recuerdo y ahora me tienes a mi. Mi manada te ayudará, la creamos para acoger a quien lo necesitase y tú lo haces. Ven conmigo, dame una oportunidad para buscar una solución.

Minho pensó en todo lo que podía perder si no se arriesgaba, pensó en su hermano, en el compañero al que quería conocer, en sus animales y supo que aunque no encontrase una solución a su problema, merecería la pena el esfuerzo. Regresando un poco de su optimismo, sonrió. De la misma forma en la que lo había superado todo, conseguiría arreglar esto, encontraría una manera de estar con Jisung y de devolverle los recuerdos a su hermano. Tendría la manada que nunca había conseguido, la familia que había perdido hace años.

— Está bien, iré contigo.

El resto del día, Jisung estuvo encargándose de aquellas tareas que Minho no podía hacer. Había colocado a su hermano en la cama, sacado a Sauron y recogido la comida del bar de la esquina. Relegando al alfa al sofá, impidiéndole hacer algún movimiento que le produjese más dolor, se había ocupado de todo aquello que necesitaba con una sonrisa y un "no te acostumbres". Incluso había tenido tiempo para realizar un par de llamadas que necesitaba para su trabajo y se había asegurado de que Bangchan estuviese bien para calmar sus nervios. Con cada minuto que descubría algo más de él, más le gustaba. Aún tenían un camino para recordar, no iban a tener una gran relación por el simple hecho de que era su destino, aún tendrían que trabajarlo. Sin embargo, se sentía afortunado por la elección de la luna. Algo que muchos no podían decir.

— Sé que quizás estoy superando los límites, pero... ¿Qué pasó para que...? Bueno, ya sabes.

— Es una larga larga historia —Miró por todas partes, una vieja manía que le había quedado tras descubrir que no era como el resto de los niños—. Nunca fui como los demás y a mi manada no le gustaba, querían cazarme —Le dolió no explicarle la razón, decirle que su don de ver el futuro era codiciado por su alfa y querían utilizarlo para su propio bien. No podía confiarle algo tan importante todavía. De todas formas ¿Qué importaba? Lo había perdido, llevaba años sin visiones y dudaba que a su manada le resultase útil un poco de tarot. No estaba ocultando algo tan importante si lo pensaba así—. Cuando tenía trece años, Bangchan me levantó de la cama y me pidió que fuese con él. No sabía a donde íbamos y él solo me decía que me mantendrían a salvo. Me llevó por el bosque hasta la carretera y continuamos caminando durante días hasta llegar hasta esta ciudad. Conseguimos una habitación, la primera vez que dormíamos en una cama. Pensábamos que estaríamos a salvo, que allí no nos encontrarían —Suspiró, dándose tiempo para continuar con la historia que tantas pesadillas le había provocado—. Esa noche tuve un sueño, pero no pude llegar a contárselo antes de que escuchásemos lo aullidos. Corrimos y corrimos, escondiéndonos por los callejones y tratando de ocultar nuestro olor, pero al entrar en el bosque cercano, nos alcanzaron. Estábamos rodeados y nosotros seguíamos siendo niños, era una batalla perdida.

Jisung se sentó en el sofá a su lado, apoyando las manos en su regazo. No dijo ni comentó nada mientras hablaba, le estaba dando el espacio que necesitaba para continuar. El miedo que había sentido cuando fue rodeado por aquellos lobos había vuelto a él con tanta fuerza que parecía que estaba viviéndolo de nuevo. Esa noche hacía más frío que de costumbre, el viento azotaba las ramas de los árboles y el único sonido que había en el bosque era el de los gruñidos de aquellos lobos. Si cerraba los ojos, volvía a verlos frente a él, mostrando sus dientes y acorralándolos. Fue una de las peores experiencias de su vida y teniendo en cuenta que había sido criado por uno de los peores hombres de su manada, era mucho decir. Su hermano había estado tan aterrado como él, pero no lo demostró. Fingió que todo iría bien para que Minho tuviese esperanzas.

— Mi hermano luchó contra ellos tanto como pudo, pero me alcanzaron. Me golpearon durante tanto tiempo que creí que había muerto, supongo que en algún momento pasó. Dejé de respirar y mi corazón se fue ralentizando hasta ser casi inaudible. No sé que ocurrió después, no sé que pasó con Bangchan. Me desperté en una cama, siendo atendido por una mujer a la que no había visto nunca. Ella me dijo que un joven, no mucho menor que yo, me había encontrado en el bosque y me había llevado con ella alegando que no podía ir a un hospital. Nunca supimos quien fue, pero ella dice que fue un milagro. No podía tener niños y yo la necesitaba, así que me adoptó. Estuve con ella hasta que murió, hace unos años y cada semana colocaba carteles de búsqueda por la ciudad. Tenía la esperanza de que Bangchan seguiría vivo y me estaría buscando —Hizo una pausa para tomar una profunda respiración, recordando como había estado echando las cartas una y otra vez para asegurarse de que estaba vivo. Nunca fallaban cuando más las necesitaba—. No sé exactamente cual es la razón, pero desde que desperté aquel día, mi lobo ha estado muriendo poco a poco. Al principio era imperceptible, pero conforme fui creciendo, empeoró hasta el punto de no poder transformarme —Omitió la parte en la que sus sueños fueron desapareciendo y como perdió lo único que le consolaba.

— Lo siento mucho —Jisung lo abrazó con cuidado de no hacerle daño—. Vamos a intentar buscar una solución, alguien sabrá si podemos hacer algo y Jeongin siempre consigue las respuestas que busca —De pronto se incorporó, mirándole con suspicacia. Parecía que se había acordado de algo importante y que él necesitaba saber—. Antes de que vayamos al lago Yang, tienes que saber algo. No puede saberlo nadie, está en juego la vida de tres personas y sus seres queridos. Nuestra manada se ha convertido en un refugio para aquellos que forman parte de la leyenda de nuestra creación, dos de nuestros cachorros y uno de nuestros omegas. Si alguien se entera de sus poderes, irán a por ellos y no podemos permitir... ¿Minho, estás bien?¿Te duele? Estás más pálido? —La mirada preocupada en su rostro hizo que se sintiese aún más culpable de habérselo ocultado. Había tratado de protegerse así mismo y no había visto que su compañero era mejor persona de lo que creía. ¿Arriesgarse a mantener a gente como él a costa de un ataque a su manada? De haber existido gente así cuando él y su hermano estaban en problemas, la historia sería muy distinta.

— Ahora tendréis cuatro —Anunció, mirándole con seriedad—. Soy quien os falta, el que lee el futuro. Aunque ahora no queda mucho de mi don —Terminó la última frase con amargura—. ¿Estás seguro de que tenerme en vuestra manada es buena idea?

— Nos necesitas y no le cerramos las puertas a aquellos que lo hacen, Minho.

Incapaz de contenerse, abrumado por su olor, su cercanía y su bondad, se acercó lo suficiente para besarle. Ignoró el dolor y la voz en su consciencia que le decía que se mantuviese a distancia para evitar el mayor daño posible. Mientras sus labios se encontraban, todo parecía posible en su mundo. El futuro se extendía ante él más esperanzador que nunca. Algo en lo más profundo de su interior le gritaba que estaba tomando la decisión correcta. Iría al lago Yang con su hermano y su compañero. No importaba lo que costase, sabía que no se arrepentiría por arriesgarse. Han Jisung le había regalado un futuro, le había devuelto la esperanza y siempre estaría en deuda con él.

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