Capítulo 35
XVII. Voy a ir a buscarlo (2ª parte)
POV. BANGCHAN
Bangchan se despertó con la respiración agitada, su corazón acelerado y el sudor empañando su frente. Tardó unos segundos en darse cuenta de que no estaba en aquel extraño y frío bosque. Seguía en su nuevo hogar, lejos de aquella pesadilla de la que no recordaba nada más allá del lugar y aquel sentimiento de aterradora impotencia. En algún momento, después de terminar el favor que le había pedido Jeongin y la razón por la que prefirió quedarse en la gran mansión, se quedó dormido en el salón, rodeado de papeles, mapas y nombres escritos en una pizarra. Había conseguido crear el mejor plan de acción en caso de emergencia, elaborado una lista de necesidades y un horario para hacer rondas en el exterior si fuese necesario llevar la seguridad más allá de las nuevas cámaras y alarmas que había encargado. Incluso había trazado una ruta de escape por si eran atrapados, así podrían mantener a salvo a aquellas personas que no serían capaces de defenderse cuando el peligro les acechase.
Con la mano temblorosa, aún incapaz de alejar el miedo que había sentido mientras dormía, cogió la botella de agua que descansaba en la mesa y tras darle un trago, volvió a recostarse de espalda en el sofá, con el brazo sobre su ojos. Podía oír con claridad en su mente el susurro tembloroso de una voz tan familiar que le llenaba de nostalgia. « Tengo miedo, Bangchan » decía una y otro vez, como si realmente hubiese escuchado aquellas palabras en otro momento de su vida. « ¿Quién podría tener miedo?¿Quién podría necesitarme de esta forma? » se preguntaba, mientras cerraba los ojos y conseguía que su respiración volviese a la normalidad. Un trueno resonó en la distancia seguido de cerca del resplandor del rayo, anunciando que los buenos días de los que habían estado disfrutando llegaban a su fin y el invierno estaba más cerca de lo que creían. Después de sentir que tenía el control de si mismo una vez más y que la inquietud que había estado sintiendo comenzó a menguar, se incorporó hasta quedar sentado. Oyó a los niños y a Niki gritar en alguna parte de la casa, asustados por la tormenta y seguidos de la voz calmada de Sunghoon que trataba de calmarlos. ¿Cuándo habrían vuelto?¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo? Iba a ir a buscarlos para ayudar a que se olvidaran del mal tiempo, pero no llegó muy lejos. Otro trueno resonó con fuerza y la puerta de la entrada se abrió de golpe, mostrando a un muy desnudo y empapado Jisung que luchaba contra el castañeo de sus dientes.
— Estás empapado, mierda —Dijo bajando el volumen de su voz para sonar lo más tranquilo posible y envolviéndole con rapidez en la manta que había usado minutos antes—. Voy a prepararte un baño caliente ¿De acuerdo? —Pero no pudo moverse antes de que el omega lo abrazase con fuerza y comenzase a llorar—. Eh, Eh, está bien, está bien, estás en casa —Susurró, abrazándolo con fuerza para reconfortarlo y dejando un casto beso en su pelo—. Sea lo que sea, lo solucionaremos. Tomaremos un baño caliente y luego haré chocolate para todos ¿De acuerdo?
Jisung asintió débilmente, dejándose llevar por un preocupado Bangchan que no sabía que hacer para animarle. Su instinto de protección le decía que fuese en busca de aquello que le había hecho daño y acabase con él. Había aceptado a aquella familia como suya con tanta facilidad que haría cualquier cosa por los hombres y niños que formaban parte de ella. No soportaba ver como el normalmente alegre abogado, el hombre que había acudido con rapidez a ayudar a Felix cuando más lo necesitaba, se había convertido en un tembloroso joven. Por eso se propuso conseguir ayudarle tanto como pudiese. Lo llevó hasta su cuarto de baño, lo sentó con cuidado mientras preparaba la bañera, le ayudó a quitarse la manta y luego lo bajó con cuidado para que no resbalase. También le ayudó a lavarse, teniendo cuidado de no hacerle daño. Cuando se dispuso a enjabonar su espalda y vio las líneas inequívocas de cicatrices de látigo en su espalda, las marcas similares a las que se conseguían con hierro candente y heridas de garra, contuvo el aliento. No eran recientes, parecían tener años de antigüedad y dado que los hombres lobo no podían tener ninguna marca, cada una de sus cicatrices debía haber sido rociada con sal. Sabía que todos venían con su propio equipaje sobre los hombros, pero nunca pensó que Jisung podría haber sido herido físicamente de aquella manera.
— ¿Qué diablos te ocurrió, Jisung?
— Es pasado —Susurró el omega por fin. El silencio estaba matando a Bangchan, como si quien estaba tan herido era su propio hermano y necesitase saber lo que estaba mal para poder arreglarlo. Quería conseguir que su sonrisa volviese, que soltase comentarios inteligentes y fuese el fuerte segundo al mando que había visto desde que llegó. No quería que estuviese dolido o asustado. Tenía la necesidad de protegerle a toda costa, como si su lobo supiese algo que él no. Después de todo, estaba sintiéndose aún más protector que cuando consoló a Felix—. Prefiero no hablar de ello.
— Está bien —Contestó con una débil sonrisa, levantándole la barbilla para que le mirase—. Estoy aquí si necesitas hablar, ¿De acuerdo? Si no quieres decirme sobre lo que pasó o lo que te ha alterado tanto hoy, está bien, estaré ahí cuando lo necesites. ¿Estás más caliente ahora para enjuagarte y que vayamos a por ese chocolate o necesitas más tiempo en la bañera?
— Gracias, Bangchan —Consiguió sonreír, animándose a mirarle. Bangchan sabía, por haber trabajado en la policía, que algunas víctimas se sentían avergonzadas de lo que les había pasado, como si se culpasen por ello y él no quería eso para Jisung—. Yo me enjuago, en serio, puedo hacerlo. Estoy mejor y quiero ese chocolate ¿Los niños están bien?
— Están con Sunghoon, al parecer tanto a los pequeños como a nuestro cocinero favorito les aterra los truenos y están siendo consolados por él. Le subiremos algo de chocolate también. Voy a dejarte mientras terminas, si me necesitas, estaré fuera.
— Encontré mi pareja —Las palabras de Jisung le hicieron detenerse antes de girar el pomo y abrir la puerta—. Es profesor y parece un hombre muy dulce, pero... —Se dio la vuelta, notando que al omega le costaba hablar sobre esto—. Algo no está bien en él, pude oler la enfermedad en él y ni siquiera se dio cuenta de que yo era su compañero, como si no pudiese detectarlo. Se ha ido, ha vuelto a casa. Dejé aquí a los niños y corrí detrás de su autobús, pero por mucho que aullase, él no parecía darse cuenta de quién era.
— ¿Tu alma gemela te rechazó? —Preguntó, no por empeorar la situación, sino porque no entendía cómo alguien podría alejarse de su otra mitad.
— No, no fue eso. Él simplemente no lo sabe, ni siquiera se dio cuenta de que éramos lobos. Tuvo que decírselo uno de sus alumnos —Al ver la expresión confundida en el rostro de Bangchan, procedió a explicarlo—. Los niños tienden a percibir a los seres sobrenaturales, es parte de su inocencia, supongo. Nunca lo supe con certeza. No sé que hacer, mi compañero está enfermo y ni siquiera puedo estar ahí. Sé que no es su culpa, pero no puedo evitar sentirme abandonado.
— ¿Sabes en que escuela trabaja? —Preguntó, el policía en él saliendo a la superficie.
— Sí, estaba escrito por todas partes, en su bata, en el autobús, en las camisas de los niños...
— ¿Y si vamos a buscarlo? Puedes decirle que eres su compañero y quizás encontremos como ayudarle con lo que sea que le pase.
— ¿Vamos?
— Claro, tú y yo. Todos están trabajando, Niki y Sunghoon estarán ocupados ahora que quieren abrir la librería y Soobin acaba de descubrir que es parte de una leyenda, está conmocionado y no sería bueno que saliese de aquí. Como es de esperar, si lo que decís sobre el apareamiento es real, ahora que Yeonjun ha sido reclamado, dudo que quiera alejarse mucho de él. No puedes ir solo y era policía, soy tu mejor baza ¿Qué me dices?¿Vamos en busca de tu escurridizo alfa?
— Pero... ¿Y los niños?¿Y Jeongin? Voy a ir a buscarlo, pero puedo ir so...
— No, no puedes ir solo —Lo cortó con rapidez antes de que siguiese buscando excusas para no molestarle. Estaba haciendo esto por decisión propia y ya que su compañero le había dejado a cargo de la seguridad, era parte de su trabajo—. Los niños empiezan las clases el lunes y Jeongin me mataría si te pasase algo sabiendo que podría haberlo evitado. Estamos en una situación peligrosa, no sabemos cómo es tu alfa ni si en la ciudad hay alguien que pudiese hacerte daño.
Aquel argumento pareció ser suficiente para convencerle. Terminaron la noche tomando chocolate caliente con los niños, viendo una película con el volumen tan alto que a penas podían oír los truenos y acurrucados en mantas. No emprendieron su viaje hasta el día siguiente y como él mismo había pensado, Jeongin le hizo prometer que mantendría a su mejor amigo a salvo de cualquier peligro. Estaba encantado de que no se fuese solo y adoró el beso de despedida que se dieron, con tanto entusiasmo que se quedó sin aliento. Mientras se montaban en la camioneta de Changbin y comenzaban su camino a la ciudad, podía observar los movimientos nerviosos de Jisung, impaciente por saber lo que les depararía el futuro. Pronto estarían en su destino y por alguna razón que no comprendía, su lobo estaba tan inquieto como el omega, como si estuviese esperando encontrar algo que había perdido y supiese que lo conseguiría allí.
Llegaron a la pintoresca ciudad al anochecer después de perderse varias veces durante el camino. Encontraron un pequeño hotel a las afueras y alquilaron una habitación. Cuando amaneció y las clases comenzaron, Jisung y Bangchan fueron en busca de la dirección que habían encontrado en el colegio en el que trabajaba el escurridizo alfa. Caminaron, temerosos de llevar el coche por una zona que no conocían lo suficiente y llegaron hasta un quiosco para buscar información. Ya se habían perdido suficiente para ir a la ciudad, no necesitaban que pasase mientras buscaban el colegio. El hombre, amablemente le dio la dirección y cuando se giró para contarle lo que sabía a Jisung, lo encontró mirando un cartel bien pegado a la farola.
— ¿Qué pasa?
— Una coincidencia muy extraña —Susurró, señalándole el papel para que pudiese leerlo—. Es como si te estuviese buscando a ti ¿No es curioso?
El letrero que rezaba « Busco a mi hermano, mi grande y fuerte lobo, actualmente tiene 29 años y su nombre es Bangchan », coincidía con él y era, cuanto menos, perturbador. ¿Qué clase de coincidencia era aquella? Sin embargo, aunque sentía pena por el hombre que buscaba a su hermano perdido, era imposible que fuese él. Era hijo único.
— Vamos, nosotros también tenemos a alguien a quien buscar —Le dijo a Jisung, queriendo alejarse de aquel cartel tan extraño.
Desde que habían llegado a la ciudad, se sentía inquieto y aquello solo empeoraba su nerviosismo. Para colmo, cuando llegaron al colegio, le informaron que el profesor que buscaban había tenido que volver a casa y tuvieron que hacer malabares para conseguir que le dieran la dirección. Tardaron un par de horas en llegar al bloque de edificios en el que vivía y unos minutos en alcanzar la puerta correcta. Durante el camino, no podía dejar de darle vueltas al cartel de se busca, a la sensación de inquietud y al nombre del alfa al que habían venido a buscar. Cuando Jisung preguntó por Lee Minho en el colegio, tuvo la impresión de que lo había escuchado antes, aunque no lograba identificar dónde. Para colmo su lobo aullaba al sentir el débil olor a canela por todas partes combinado con un extraño hedor que le hacía retorcerse. ¿Por qué estaba actuando así su otra forma?¿Por qué el animal en él quería derribar la puerta, alcanzar a quien estuviese al otro lado y protegerlo de aquello que le estuviese perjudicando?
Abrieron, dando paso a un joven pálido con una mueca de dolor permanente en su rostro. Jisung se adelantó, sonriendo tan ampliamente que le hizo ver que las horas de viaje, que su nerviosismo y lo mucho que habían andado, había merecido la pena.
— Alfa, por fin te encontré.
Ante las palabras del omega, el pobre chico palideció aún más y tuvo que sostenerse en la puerta. Sus piernas parecían no poder soportar su peso y sus manos temblaban en su agarre, mostrando lo débil que estaba su cuerpo. Sin poder controlarse, dio un paso hacia adelante, entrando en la vista del desconocido.
— Hey, muchacho ¿Te encuentras bien?
El hombre se agarró con más fuerza, dirigiendo su vista a Bangchan como si se tratase de un fantasma. Su lobo gruñó en su interior, regañándole por haberle perjudicado y lloriqueó para que se acercase, lo tomase en brazos y lo llevase a la cama para evitarle todo el dolor posible. No sabía lo que estaba mal con él y eso estaba incomodando al animal en su interior.
— Hermano... —Susurró, entre emocionado y asustado, como si pensase que Bangchan desaparecería en cualquier momento.
Incapaz de controlar sus instintos, tras aquella temblorosa palabra, se movió hacia adelante, apartando con cuidado a Jisung y haciendo lo que estaba deseando su lobo. Lo tomó en brazos y lo llevó hasta el sofá, acomodándole en los cojines. Asegurándose de que no tuviese que levantar su propio peso, que no tuviese que sufrir aún más dolor. Podía oler lo que le había dicho el omega y eso le estaba volviendo loco, tenía la necesidad de eliminar aquel aroma, de conseguir que toda la habitación oliese a canela y no a enfermedad.
— ¿Estás bien? —Preguntó Jisung, aunque no sabía si se dirigía a él o a Minho, a su pequeño y querido Minho.
Retrocedió, asustado, sintiendo como el dolor de cabeza volvía. Quería quedarse consciente, quería proteger de cualquier mal al hombre en el sofá, quería estar despierta cuando Jisung hablase con él, quería estar ahí para su familia. Sin embargo, sus piernas cedieron y se derrumbó en el suelo, sostenido por un preocupado omega que lo miraba sin saber que hacer. Dolía tanto, dolía demasiado como para poder soportarlo. La mirada asustada de un niño lo persiguió, la voz que tanto había estado escuchando volvió a él pidiéndole ayuda, gritándole porque estaba asustado y quería volver a casa.
— ¿Qué le pasa a mi hermano?¿Jisung qué le ocurre?
Fue lo último que escuchó antes de que todo a su alrededor se volviese negro, antes de que el mundo desapareciese a su alrededor. Su lobo tomó el control, enroscándose y protegiéndole del dolor mientras dormían. No importaba lo mucho que deseaba estar ahí, la inconsciencia había ganada la lucha.
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