Capítulo 33
XVI. No he sido yo, te lo juro (2ª parte)
POV. JISUNG
— Ha ido mejor de lo que esperaba —Murmuró Jeongin, mientras veían como Yeonjun se llevaba a Soobin rumbo a su cuarto—. Al menos no ha salido corriendo. En fin —Continuó, alargando las sílabas para dar aún más intensidad a lo que vendría a continuación—. Bangchan y yo haremos un plan de protección, dispondremos los turnos de vigilancia y nos aseguraremos de que todo este bien. Nuestra prioridad no son solo los niños y Soobin, los demás también debéis manteneros a salvo. Ahora, antes de que tengáis que ir a trabajar ¿Alguien tiene algo que añadir?
Jisung se acarició el pecho una vez más desde que se había levantado. Tenía una extraña sensación recorriéndole, similar a la ansiedad que sentía cuando era joven, cuando aún estaba atrapado en aquel lugar. Sabía que no podía culpar a Hyunjin por traer a su mente los viejos recuerdos, pero todo había comenzado cuando recibió la primera llamada. No iba a negarle ayuda, claro que no lo haría, pero ¿Cómo no iba a regresar a aquel infierno si tenía ante él a uno de los alfas que había cuidado desde que eran pequeños? Necesitaba salir de aquella casa, lejos de su manada y de la mirada preocupada de Jeongin. Habían sido amigos por tanto tiempo que era capaz de detectar el malestar de Jisung antes incluso de que él supiese que algo iba mal. Normalmente disfrutaba de sus consejos, de sus buenas charlas, pero hoy era diferente. No quería preocuparle más de lo que ya estaba, no quería alejarle de su recién descubierta pareja porque él estaba persiguiendo fantasmas.
— Estaba pensando en llevarme a los niños al lago, hace un buen día para un picnic. A Melanie le vendrá bien un poco de sol y los dos mayores querrán un poco de diversión. Si no les importa a los padres y tú no lo ves demasiado peligroso, claro.
Hubo un acuerdo silencioso entre ambas parejas implicadas, que asintieron con una sonrisa. Seungmin fue más allá de un "sí", alabando su idea y lamentándose por tener que dar clases en vez de ir con ellos. Con una suplicante mirada a su líder, el omega del que todo el mundo hablaba y el mejor amigo que alguien podía tener, consiguió la aprobación que necesitaba. Podría tomar un poco de aire libre mientras cuidaba de los cachorros y ellos tendrían un poco de diversión. Desde que habían llegado, habían permanecido dentro de los límites de la mansión y con la llegada del frío, su pronta incorporación a las clases y el peligro inminente, dudaba que pudiesen salir con mucha frecuencia. Sería una buena oportunidad para los cuatro y su lobo rodaba en su interior, entusiasmado, deseando que desapareciese la inquietud que le embargaba. « Tranquilo, a mi tampoco me gustaba esto, pero pronto estaremos fuera » se dijo a si mismo y al animal de su interior.
— Tened cuidado, no dejes que Sunoo entre solo al lago, por favor —Le suplicó Changbin, todavía preocupado por lo que ocurrió cuando llegaron por primera vez—. Y que Jasmine mantenga la distancia —Añadió en voz bajo, tratando de ser escuchado solo por él, pero fallando estrepitosamente cuando la habitación entera estalló en risas.
— Oh, por el amor de dios, Changbin, son solo críos. Deja que se diviertan ahora y preocúpate cuando lleguen a plena adolescencia o empiecen sus celos —Seungmin rodó los ojos, cruzándose de brazos ante las ocurrencias de sus compañeros—. Vamos, anda, tenemos trabajo que hacer ¿Beomgyu, te llevamos?
Siendo arrastrado por su pareja mientras seguía protestando sobre la necesidad de un padre de mantener a salvo a su cachorro y haciendo una peculiar lista sobre los problemas del instinto, Jun se marchó seguido de Beomgyu. Jisung sintió una punzada de celos al ver a la pareja y fue consciente entonces de todos aquellos que le rodeaban, de como interactuaban entre sí. Hyunjin y Felix fueron a despedirse de los cachorros, riendo ante la idea de que su pequeña ya tuviese a alguien en su vida. A pesar de la reticencia del omega, estaba claro que acabaría cayendo en los encantos del alfa. Sunghoon se despidió de Niki con un beso y la promesa de reunirse en la librería que había comprado para empezar con el trabajo, el tenía que marcharse antes para terminar con parte del papeleo que Jisung había revisado. La marca en su hombro, mostrándose a través de las transparencias de la camisa parecía reírse de él, asegurándole que todos tenían a alguien menos él. ¿Algún día encontraría la suya? Y lo que era aún peor ¿Conseguiría que lo aceptase cuando supiese lo que había sido su vida antes de llegar a Jeongin?¿Qué pasaría si no tenía la misma suerte de sus compañeros y su alfa era como aquellos que le habían hecho daño durante toda su vida?
— Voy a prepararos algo para que os llevéis antes de arreglarme ¿Podéis esperar? —Preguntó Niki con una sonrisa, haciéndole sentir mal por sus pensamientos anteriores.
— Claro, eso sería estupendo, gracias Niki —Le devolvió la sonrisa aunque no llegó a sus ojos antes de dar media vuelta dispuesto a marcharse, a alejarse de la alegría que sobrecargaba cada habitación y deseando llegar hasta los cachorros para dejarse atrapar por su inocencia.
No llegó muy lejos antes de que Jeongin apoyase una mano en su hombro y lo detuviese. Una clara señal de que se había dado cuenta de que algo iba mal. Se apartó con un simple "estoy bien, no te preocupes" y una sonrisa, tan falsa que le sorprendió que Jeongin le dejase marchar. Su vida había ido tan bien desde que se marchó de allí, desde que pudo dejar atrás sus recuerdos ¿Por qué tenía que estar sintiéndose así ahora?¿Por qué volvía a encontrarse atrapado en el pasado? Durante casi diez años de su vida había estado viviendo en paz, aceptando lo que había sido y consciente de que tenía una oportunidad más allá de lo que todos habían creído. Sin embargo, esa idea de que era amado, de que tenía una familia y nadie le volvería a dañar se había esfumado de golpe con la llegada de Hyunjin de nuevo a su vida. Ahora se sentía solo, necesitando alejarse de lo único bueno que había conocido y buscando una gran distracción. Las cicatrices dolían tanto como si hubiesen vuelto a ser abiertas, como si siguiesen castigándole una y otra vez con el duro cuero del látigo. Necesitó todo su autocontrol para convencerse de que no estaba allí, de que el dolor no era real, solo un lejano recuerdo de lo que había vivido y de que nadie estaba haciéndole daño. Cuando supo que estaba bien, que podía seguir siendo el Jisung que todos ellos conocían y no el niño asustadizo que no era capaz de tomar sus propias decisiones, entró en el salón.
— Eh, niños ¿Qué os parece si os preparáis mientras yo voy a por Melanie y vamos de picnic al lago?
Hubo un sí coreado que le sacó la primera sonrisa real desde que se había despertado y que consiguió aliviar un poco de su desasosiego.
El sol resplandecía en el cielo para cuando llegaron al lago y colocaron la manta con la cesta en el suelo, cerca del lago y del bosque. Por si los pequeños decidían cambiar a su otra forma, evitar cualquier tipo de susto. Consiguió, después de varias protestas, echarles crema solar y los dejó sentados en su propia manta, mientras él mecía a Melanie en sus brazos. La pequeña estaba entusiasmada con todo lo que veía y trataba de conseguir que Jisung la bajase para agarrar algún que otro hierbajo. Jasmine estaba encantada de contarle a Sunoo y a él mismo la primera vez que su padre la llevó a un lago, hablándole de como Hyunjin había caído al agua mientras ella y su madre se reían al verlo empapado. La mañana pasó entre risa, jugando a distintos juegos y lanzando piedras que no llegaban a alcanzar el agua. Melanie se había quedado dormida poco después de conseguir su comida y la había dejado cómodamente en su carro, mientras se centraba en los otros dos cachorros.
Poco tiempo después, Jasmine se quedó dormida en la manta mientras Sunoo sostenía su mano. El silenció entre adulto y cachorro continuó durante unos minutos antes de que el pequeño se girase para mirarle.
— Lo siento tío Josh, yo... —El niño bajó la mirada a sus piernas, avergonzado y supo en ese instante lo que estaba pasando. Él lo había visto. Sin poder evitarlo, sus recuerdos habían llegado tan fuertes que el niño había sido capaz de captarlos incluso cuando trataba de ocultarlos—. Yo no quería, simplemente pasó.
— Tranquilo, Sunoo. Está bien, no pudiste evitarlo.
Entrecerró los ojos al pensar de nuevo en el dolor, en los golpes, en cada súplica que había hecho cuando los castigos llegaban. Recordó, sin poder hacer nada para alejarse de ellos, cada noche que pasó con aquel alfa que le hacía llamarlo maestro y cada palabra que le dedicó: « Eres simple escoria, reemplazable. Si no eres capaz de hacer bien tus tareas, no comerás con los demás y es mi última palabra ». Lo único que consiguió hacerle regresar a la realidad, fue la mano de Sunoo en su brazo. Estaba mirándolo con preocupación, con lágrimas en los ojos y se lanzó para abrazarlo.
— Tito Josh, no volverás a estar solo nunca más —Murmuró el pequeño omega, dándole a Jisung lo que necesitaba sin saberlo—. Shhh, no llores, no dejaremos que vuelvas allí
Ni si quiera se había dado cuenta de que estaba llorando hasta que lo mencionó. Se abrazó con más fuerza al cachorro, consiguiendo la fuerza que necesitaba para sonreír una vez más. Como él decía, Jisung no iba a volver a estar solo, su familia estaría para él siempre que lo necesitase, del mismo modo que él estaría para ellos.
— ¿Qué te parece si me lees ese nuevo libro que te compró tu padre? —Preguntó Jisung, recomponiéndose y dedicándole una dulce sonrisa.
El omega se separó, buscando ilusionado en su bolsa y comenzando con la lectura. Era lo que más necesitaba, un poco de tranquilidad, algo que le recordase que estaba a salvo. ¿Quién le iba a decir que un niño sería capaz de conseguir lo que los adultos no? El cachorro no tardó en quedarse dormido, disfrutando de una siesta como las dos niñas. Jisung se quedó observando su inocencia, la tranquilidad con la que descansaban como si no hubiese nada por lo que preocuparse. Algo que todos los niños se merecían y que ni él ni Jeongin lograron. Contemplando la escena, sintiendo la brisa en su rostro, supo que haber aceptado embarcarse en tan alocada misión, había merecido la pena. No solo habían conseguido ayudar a los omegas que vivían en la casa, sino que le habían ofrecido una infancia a tres niños.
— CALVIIIIN —Gritó una voz que le hizo estremecer—. CALVIIIIN, ¿DÓNDE ESTÁS? —La preocupación en su tono hizo que su lobo lloriquease, queriendo ayudar al desconocido sin rostro.
Estaba tan concentrado en la voz, que no se dio cuenta de un niño que se acercaba a ellos con una piruleta en la boca. No podía tener más de cinco años, demasiado pequeño para estar vagando por allí.
— Hola, ¿Son tus hijos? —Preguntó con inocencia, señalando a los tres cachorros con él.
Iba a contestar, pero el hombre más impresionante que había visto nunca llegó corriendo y se apoyó en sus rodillas, jadeando. Su olor, aunque diluido y casi desaparecido, le llamaba a niveles extraordinarios. ¿Desde cuando la canela podía hacer que se estremeciese de esa forma? Cerró los ojos un segundo, deleitándose con cada matiz que podía captar con su sentido del olfato y arrugó la nariz al notar el hedor de la enfermedad impregnándole. ¿Qué le pasaba a este lobo, a este ser tan mágnifico? Una tristeza, que no debería haber sentido, le embargó hasta el punto de hacer que las lágrimas brillaran en sus ojos. « Compañero » susurró su lobo, tan apenado como él al descubrir que algo malo le ocurría « Debemos proteger a nuestro compañero ». Dios, ¿Cómo no se había dado cuenta en el primer instante en el que su cuerpo reaccionó a su voz? Aquel hombre era su compañero y estaba enfermo, algo malo estaba ocurriendo con su lobo.
— Calvin, te he dicho mil veces que no puedes correr así ¿Sabes lo triste que estaba al pensar que no te encontraría? —Dijo su adonis particular, agachándose para quedar a la altura del pequeño—. ¿Estás bien?
— Lo siento, profe lobo, no esté triste —Contestó apenado, dándole un pequeño abrazo—. Estoy bien.
Jisung estaba tan concentrado en admirarle, que no se dio cuenta de que había dejado de hablar con el niño y le miraba fijamente hasta que se dirigió a él, con esa melodiosa voz que hacía reaccionar su cuerpo en los lugares adecuados.
— Perdone las molestias, Calvin es un poco revoltoso y tiende a darnos estos sustos —Se disculpó, aunque no tenía por qué hacerlo. Aquel pequeño niño no había hecho nada para molestar a Jisung, más allá de preocuparle por si se había perdido.
— No se disculpe, solo quería saludarme —Se levantó, para estar al mismo nivel que el increíble desconocido y le tendió una mano—. Soy Han Jisung y estos dormilones de aquí son mis sobrinos.
— Un placer, señor Han. Lee Minho a su servicio —Si se dio cuenta de la electricidad que fluía entre ellos, de la conexión instantánea que existía al tocar su mano, no hizo nada para demostrarlo—. y este rebelde es uno de mis alumnos, ya ve, soy el profe lobo —Señaló su indumentaria, una vieja bata llena de colores y decorada con un alegre lobo.
Su sonrisa era tan increíble que hasta el sol podría envidiarle. ¿Alguna vez había visto alguien que pudiese contagiar la alegría de esa forma?¿Y la manera en la que sostenía al niño en brazos como si fuese el mayor tesoro del mundo? Quería acercarse y dejar su olor por todas partes para que nadie pusiese en duda que era su compañero. No podía creerse que lo había encontrado. Era el mejor día de su vida después del momento en el que hizo las maletas y se marchó de su antigua manada, después del del día en el que Peter murió para todo el mundo y los registros de su existirían quedaron a nombre de Han Jisung.
— Bueno, es hora de que regrese con los demás, pero ¿Por qué no vienes con nosotros? Los niños se divertirán con los demás, aunque haya cierta diferencia de edad.
— Me gustaría... digo, a los niños les encantaría. Yo...
Estaba comportándose como un adolescente ante su primera cita, las manos le temblaban por los nervios y a penas conseguía decir más de una palabra coherente. Sin embargo, no le importó. Lee Minho era su compañero y todo estaría bien a partir de ahora.
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