Capítulo 30

XV. No luches más, los dos lo deseamos (1ª parte)

POV. FELIX

El destino era impredecible, no podía saber con certeza lo que le esperaría al final de cada camino. Prueba de ello era estar allí, en la comodidad de su casa junto al resto de la manada del lago Yang, arropando a su cachorro y contemplando su pecho en movimiento, respirando con la tranquilidad que proporciona el sueño. Los años alejado de ella parecían desaparecer frente al presente y la promesa de un futuro a su lado. Con una sonrisa, le dio un suave beso en su frente y se alejó para comprobar que el bebé continuaba durmiendo plácidamente. Tenía que asegurarse de que le encontraban una buena cuna, no podía dejar que siguiese en su carro si iban a quedarse allí. Su instinto le instaba a proteger a la pequeña tanto como a su propia hija, su lobo la reconocía como tal, una señal más de que Hyunjin era su pareja. Si dejaba de luchar, podrían tener una familia juntos. Si le aceptaba, podría tener una posibilidad de volver a ser completamente feliz. Mientras acariciaba la mejilla del bebé, pensó en todo lo que le había dicho Niki. ¿Se arriesgaba a vivir con él tanto como pudiese o se alejaba, dejando que su miedo ganase?

La puerta se abrió despacio, mostrando al protagonista de sus pensamientos. Besó la frente del bebé y se retiró, dándole espacio para que se acercase a ellas. Sin poder borrar la sonrisa del rostro, contempló como fue dándole las buenas noches a las dos. Cuando le tendió la mano, invitándole a ir con él, dudó. Tenía la sensación de que aquella decisión se convertiría en un antes y un después, la diferencia entre alejarse del todo o permitir que se acercase lo suficiente. « Si Jae es digno de tu amor, él querría que fueses feliz aunque tuvieses que dejarle atrás » las palabras de Niki volvieron a resonar en su mente, haciendo que su corazón se acelerase. Tenía razón, el desearía que tuviese su pedacito de felicidad aunque él ya no estuviese en escena y, en el fondo de su corazón sabía que Hyunjin podría contribuir a conseguirlo, aunque costase pasar página, aunque no pudiese estar al cien por cien en este apareamiento por ahora. El destino había decidido que era bueno para él, que eran la pareja perfectas, almas que se necesitaban la una a la otra para completarse y se arrepentiría si dejaba escapar una oportunidad que pocos conseguían.

Mereció la pena plantarle cara al miedo y aceptar su mano en cuanto vio la expresión de felicidad en su rostro. Le daría una oportunidad a su apareamiento, a Hyunjin y a la posibilidad de ampliar su familia.

— Quiero enseñarte algo —Le explicó cuando salieron de la habitación y comenzaron a bajar las escaleras—. No sé si Jeongin te explicó que estaba huyendo, pero, tenía que salir lo más rápido posible y a penas he tenido un segundo de tranquilidad. No he podido hacer una mudanza real y he tenido que dejar muchas cosas atrás —Continuó hablando mientras se acercaban al coche y comenzaba a buscar algo en el maletero—. Pero he podido traer... Dame un momento... Esto es un gran lío...Ahí está, eso es —Le enseñó un libro antes de cerrar la puerta con un fuerte golpe—. Dios, eso me ha dolido hasta mi... —Tuvo que reprimir una sonrisa ante su torpeza—. Conseguí traerme el álbum de recuerdos de Jasmine.

— ¿Qué? —Lo miró asombrado, incapaz de decir nada más.

— Sé que te has perdido parte de su vida y aunque no será lo mismo, vamos a sentarnos y te hablaré de ella. Quiero que veas como llegó hasta aquí, que sepas por qué está en silla de ruedas y darte todas las explicaciones que necesites para saber que tu hija estuvo bien.

Mientras lo seguía hasta el porche, donde se sentaron muy cerca, Felix no podía creerse que hubiese sabido cuanto necesitaba aquello. Su relación con los alfas, quitando a Jae, Sunhoony después los pocos que habían llegado a la manada, era mala. A penas había conocido alguno que se librase del estereotipo, que no fuesen abusivos o tratasen a los omegas como escoria. Cualquier otro había alejado a la niña de él mientras se reía de su dolor, como habían hecho los miembros de su propia manada años atrás. Sin embargo, Hyunjin solo había pedido que le permitiese seguir en su vida e iba a dedicar parte de su tiempo en contarle como había sido la vida de su hija, rellenando los huecos que le faltaban para saber que había ocurrido con ella y si había sido feliz. El alfa del que había huido en un momento que parecía difícil para él, en vez de mostrarse resentido, se iba a sentar con él para tranquilizarle, dándole la paz que cualquier padre, que aprecie a sus hijos, necesita.

— Hace mucho tiempo, cuando a penas llevaba unas semanas trabajando como paramédico, fuimos llamados para una emergencia en la antigua casa de Jasmine —Comenzó a contar, mirando algún punto entre los árboles, perdido en recuerdos que no estaba seguro si quería conocer. Por su ceño fruncido y la forma en la que apretaba las manos en el album, sabía que no podía ser nada bueno—. No sé exactamente como pasó y ella era muy pequeña. Aunque los lobos tienden a madurar más rápido y con dos años son conscientes de todo, incluso pueden mantener sus memorias, tuvo la suerte de olvidar lo que vivió en aquella casa —Incapaz de controlarse, acarició su hombro, tratando de apaciguarle. Su lobo quería que su compañero estuviese tranquilo y él no iba a negar su instinto. Al menos no lo haría estaba vez, cuando había decidido darle una oportunidad y él también necesitaría ese confort que le producía el contacto —. Lo único que sé es que su historial en el hospital estaba lleno y que aquel día tuvimos que trasladarla de urgencia en la ambulancia porque había caído desde el tejado —Felix gruñó, deseando ponerle las garras encima a quien hubiese sido tan cruel con su pequeña. Era imposible que ella sola llegase hasta allí, habían tenido que lanzarla a propósito—. Me encargué de ellos después, los asusté tanto que me dejaron la custodia y desaparecieron del mapa —Le explicó al ver su reacción. ¿Estaba mal que se sintiese aliviado de que hubiesen recibido su escarmiento? Aunque quizás dejarlos con vida fue demasiado indulgente—. Llegamos al hospital demasiado tarde, los huesos de la columna se soldaron mal y perdió la movilidad de las piernas. Volvió conmigo a casa cuando le dieron el alta al hospital y desde entonces he estado cuidando de ella. Podía habérsela dejado a los servicios sociales, pero mi lobo no quería alejarse de ella y a pesar de que era muy joven, me lancé de cabeza.

— ¿Ni si quiera cambiar le ha ayudado? —Preguntó, pensando en todas las posibilidades que había para ayudarla—. ¿Y volver a reconstruir sus huesos? Habría que dañarlos de nuevo, pero se conseguirían soldar de nuevo —El médico que había en él reaccionó, buscando respuestas a los problemas de su hija.

— No, hice que el veterinario de la ciudad hiciese algo para ayudarla. Es amigo mío y conoce nuestro mundo, así que es discreto. Toma las medidas cada vez que crece y el aparato que hizo para ella se le queda pequeño, pero con él puede correr tanto como cualquier otro cachorro. Lo único malo es que necesita a alguien para que se lo ponga —Lo miró con una sonrisa triste, un suspiro escapando de sus labios. La mirada cansada de un hombre que había luchado por su cachorro con todo lo que tenía—. Uno de los médicos que la trataron también era un lobo e intentó hacerlo, pero no funcionó. Están tan mal soldadas que si intentas romper los huesos de nuevo, hay un cien por cien de posibilidades de que pierda la movilidad no solo de las piernas si no de su cuerpo entero.

— Hiciste todo lo que estuvo en tu mano y eso es lo importante —Lo reconfortó Felix con la verdad. Aquel hombre ante él había luchado con uñas y dientes por una niña que biológicamente no era suya, había dado todo lo que tenía por ayudarla a pesar de su edad. Tenía una vida por delante, era apenas un crío cuando la adoptó y no le importó lo que pudiese perder o lo difícil que sería, había estado ahí para ella.

Las horas pasaron, las estrellas brillaban en el cielo y la luna parecía sonreírles mientras ellos veían las fotos. Se rieron de las pequeñas anécdotas que tenía para contar, de como una vez había corrido detrás de una ardilla y volvió empapada de barro a la casa con una sonrisa lobuna a pesar de haber perdido al pequeño animal, de aquella vez en la que le contó a toda su clase que su madre se había tragado un balón y que por eso tendría un hermanito. Hablaron de todas las etapas de las que Hyunjin fue testigo, de cuando perdió su primer diente, de su primer cambio, de su primer día en preescolar, de cuando pasó a primaria, de cada cumpleaños que celebraron, de cada vez que decidía una profesión distinta para el futuro: médica, astronauta, jardinera, vampiro, elfo de Papa Noel. Por unas horas se olvidó de su miedo a ser herido de nuevo, del dolor que le causaba saber que Jae no era su compañero, de la sensación de peligro que había estado sintiendo durante todo el día. Su hija era un buen catalizador para sentirse cómodo a su lado, sin presión. Solo eran dos padres teniendo una buena conversación sobre su niña. Se conmovió al saber más de la mujer de Hyunjin y como había cuidado de Jasmine con todo el cariño que podía tener. Había sido una mujer muy valiente por atravesar su enfermedad asegurándose de que su familia siempre viese su sonrisa, luchando hasta el último segundo para mantenerse con ellos y poder marcharse sabiendo que había hecho todo lo que podía. Decidió que cuando volviese a llevarles flores a Jae, se aseguraría de que ella tuviese las más bonitas que encontrase en la floristería de Jeongin.

— Gracias por cuidarla —Dijo Felix, apoyando la cabeza en el hombro de Hyunjin—. Gracias por darle la vida que yo no pude, por darle una familia, por quererla, por mantenerla segura de todos aquellos que quieren atraparla...

— Lo sabes ¿Verdad? —Contestó, acariciando su mano como si no hubiese barreras entre ellos, como si no se avecinase la peor de las tormentas—. Sabes que es especial y que por eso tuvimos que correr ¿Verdad?

— Me lo contó esta mañana, Niki también lo sabe —Se incorporó lo suficiente para verle a la cara sin retirar la mano. Sus caricias se sentían demasiado bien como para interrumpirlas—. No te preocupes, todo estará bien. Ahora hay una manada completa para cuidarla y no estará sola. Sunoo también es especial y parece ser que Jeongin ya tiene un gran plan de seguridad. Todo irá bien, Hyunjin.

— Eso espero, no quiero seguir corriendo. Quiero que tenga una vida normal, sin tener que mirar por encima de su hombro o desconfiar de todos —La mirada entristecida en su rostro consiguió romper una de sus barreras, dándole el valor para inclinarse y darle un suave beso, lento, transmitiendo la promesa de una oportunidad para ellos.

— Y la tendrá, te lo prometo.

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