Capítulo 27
XIII. Nadie te hará daño, Sunoo (2ª parte)
POV. BANGCHAN
Lo primero que pensó Bangchan al escuchar la noticia fue en que se avecinaba una tormenta. Por lo que había aprendido con Jeongin, los lobos eran muy impulsivos cuando entraban en celo y si a eso se le sumaba que Soobin había escapado para estar con Yeonjun, solo podría significar que el caos estaba a punto de llegar. Si se enlazaban por instinto, tendrían que soportar a un omega completamente enfurecido y algo en lo más profundo de su corazón le decía que nadie saldría vivo de aquello. Tuvo la gran idea de coger sus cosas y marcharse con los demás hasta que las aguas se calmasen, pero sabía que no podían dejar sus trabajos así como así aunque sus vidas estuviesen en juego. Quizás estuviese exagerando, pero por lo poco que había visto de Soobin, todo apuntaba a que su carácter explosivo no sería compatible con una mordida indeseada aunque su lobo estuviese pidiéndolo a gritos.
— Contacta con Soobin o Yeonjun, asegúrate de que están juntos y de que nadie más podrá acercarse a él —Ordenó Jeongin con la voz calmada, como si todos los días superase crisis como aquella—. Ya no podemos traerlo de vuelta, pero lo mejor es que nos aseguremos de que esté bien. No te preocupes, Felix, piensa que podría haber pasado de nuevo lo de Beomgyu. Yo...
— Tú nada, te vienes conmigo —Cortó Bangchan dedicándole la mejor sonrisa que tenía. Había estado pensando durante todo el día como podía acercarse a solas a él y ahora que había encontrado el plan perfecto, nadie iba a impedírselo, ni si quiera un omega en celo con muy malas pulgas en paradero desconocido—. Felix puede encargarse de saber que pasa con Soobin y llevar a Sunoo con sus padres. Lo demás puede esperar a mañana y si hay cualquier emergencia, nos llamarán ¿Verdad?
— Claro que sí —El joven omega tomó a Sunoo en brazos antes de que Jeongin pudiese protestar y le guiñó el ojo a Bangchan, aceptando ser complice en su improvisada cita. Parecía haberse recuperado un poco después del mal día que pasó. Le había prometido que no le dejaría solo y había acabado teniendo un ataque, tendría que recompensárselo pronto—. Os mando un mensaje si Soobin está bien y solo llamaremos en caso de que ocurra una emergencia de verdad. Ahora, tortolitos, dejad que los jóvenes nos ocupemos de todo.
Jeongin se quedó en silencio, observando como Felix entraba en la mansión. Por un instante, Bangchan se preocupó de haber tomado la decisión equivocada y de que estuviese enfadado con él por no dejarle poner orden. Sin embargo, el omega se giró para mirarle con una sonrisa tan brillante que le dejó sin palabras. « Vamos, Bangchan, te has enfrentado a delincuentes peligrosos. Una cita con él no es nada en comparación, tu puedes » se dijo así mismo para enfundarse ánimos antes de acercarse y cogerle una mano con la suya, entrelazando los dedos. Ninguno de los dos dijo nada, se limitaron a caminar hacia el bosque en un cómodo silencio. Bangchan había llamado a Beomgyu mientras Jeongin y Sunoo decidían que querían comer, aprovechando la distracción. En cuanto le contó que quería saber de un buen sitio en el que ver las estrellas, él colaboró con tanto entusiasmo como si fuese a él a quien se llevaban de cita. « Recuerda lo que te ha dicho Changbin, solo tienes que ser tú mismo » siguió hablándose así mismo, demasiado asustado para hablar en voz alta y estropear el momento.
— Es una buena noche para dar un paseo ¿No crees? —Rompió el silencio por fin.
Se sentía torpe, como un adolescente en su primera cita. Aunque si lo pensaba, era la primera vez que quedaba con alguien con el que quería estar. Con su mujer fue distinto, confundió su gratitud con amor y para cuando se dio cuenta de que realmente no deseaba estar con ella, era demasiado tarde para echarse atrás. Continuaron juntos por inercia, por complacer a su suegro y por intentar crear esa familia con la que tanto deseaba. Pero no había nada, los sentimientos hacía tiempo que habían desaparecido y no quedaba ni gratitud ni cariño, solo cansancio. Nunca había encajado con ella y ahora, consciente de su naturaleza, sabía por qué. Le faltaba algo, le faltaba una manda con la que establecer lazos, una familia como la que consiguen los lobos al pertenecer verdaderamente a un sitio y una pareja con la que poder compartir sus temores y deseos sin miedo a las represalias. Quería un hogar y ella no se lo iba a dar nunca. Jeongin sí. Era el único capaz de hacerle sentir en paz y quien había logrado despertar una parte de sí mismo que no sabía que realmente necesitaba.
— Las noches de luna llena en este bosque suelen ser aún más bonitas, estoy deseando que te unas a nosotros en la próxima —Le dijo el omega dándole un ligero apretón a sus manos entrelazadas—. ¿A dónde vamos?
— A un sitio donde poder hablar con tranquilidad. Quiero conocerte y quiero que me conozcas —Paró un momento, buscando con su olfato recién descubierto la dirección que debía tomar. Beomgyu había sido tan preciso que hasta le había indicado el olor del lugar, esperando que no se perdiesen—. No te voy a engañar —Siguió hablándole mientras cogía el camino de la derecha, internándose aún más en el bosque—. Estoy completamente asustado. Hasta hace dos días creía que era humano y hetero. Dios, si hasta estoy casado.
En el instante en el que mencionó el matrimonio, Jeongin se detuvo y le soltó la mano. La mirada enfadada que le dirigió, le demostró que había cometido un gran error. Tenía tan poco tacto, que había dejado caer el tema de su "mujer" sin endulzarse o decírselo con cuidado. Intentó acercarse, pero dio un paso hacia atrás para evitarlo. Quiso abrir la boca y decir algo, cualquier cosa que le ayudase a arreglar aquello. ¿Pero qué podía decirle a un hombre que creía que estaba engañando a su mujer con él? Seguro que pensaba que estaba tratando de jugar. « Vamos, Bangchan, reacciona. No estropees la única posibilidad que tendrás de ser feliz » se recriminó a sí mismo. Su lobo gruñía en su interior, consciente de que su pareja estaba enfadada y queriendo acabar con quien lo había perturbado.
— Estoy casado por el simple hecho de que no he firmado los papeles del divorcio —Suspiró, pasándose las manos por el pelo con frustración—. Me echó de casa y perdí el trabajo, estaba tan preocupado por lloriquear en los rincones, que ni me molesté en empezar los trámites del divorcio. No la quiero, nunca lo hice y ahora que te he conocido solo quiero acabar con ese matrimonio de una vez —Consiguió acercarse a Jeongin lo suficiente para cogerle las manos y apoyarlas en su corazón, para que supiese que no estaba mintiendo de todas las formas que conocía—. Lo que estaba tratando de decirte es que estoy asustado porque no recuerdo lo que es ser un lobo y es la primera vez que estoy con un hombre. Estoy aterrado porque tengo muchas posibilidades de cometer errores contigo y acabar hartándote ¿Qué ocurre si no resulto ser suficiente? —Suspiró, bajando la mirada hacia el suelo. Se sentía un completo inútil. Nunca en su vida había estado tan inseguro, pero de pie frente a Jeongin, todos sus miedos amenazaban con devorarlo. No tenía nada para ofrecerle. Había perdido el trabajo, estaba en medio de un divorcio, su único amigo era Changbin y no sabía cómo podía dejar salir a su lobo estando consciente—. No sé como funcionan las relaciones entre lobos o parejas destinadas, solo sé que estar contigo se siente correcto y no quiero estropearlo. Necesito paciencia y que me des tiempo para conocerte, porque lo único que conozco son las relaciones humanas.
Después de lo que pareció una eternidad, Jeongin avanzó para estar mucho más cerca de él. Quitó una mano de su pecho para colocarla bajo su barbilla, elevándole la cabeza para que sus miradas se encontrasen. Una ligera sonrisa se dibujó en el rostro del omega y en sus ojos apareció un brillo que no había apreciado antes, como si estuviese mirando las estrellas a través de ellos. Había estado perdido durante tanto tiempo que ni si quiera fue consciente de ello, pero ahora había encontrado su camino como el explorador que es capaz de llegar al final de su viaje con tan solo las estrellas como guías. Jeongin era su estrella polar, brillando para él y recordándole dónde estaba su hogar. ¿Era normal la rapidez con la que estaba cayendo por él?¿Era lógico sentirse tan bien cuando a penas se conocían? « Pareja » le recordó su lobo, moviendo su cola, feliz de que por fin entendiese su lugar. Le devolvió la sonrisa, inclinando la cabeza despacio y dejando que sus labios se rozaran. Fue un toque leve, el interludio de un futuro, una promesa silenciosa de todo lo que vendría después. Cuando volvió a unir sus labios, las emociones que había estado guardando en su interior se desbordaron, dejándole saber a Jeongin que le estaba dando todo lo que tenía, que estaba arriesgando todo cuanto había conocido por él. Fue el beso más dulce que jamás había dado, sus labios se unían a la perfección y su sabor único fue suficiente para hacerle suspirar. El mundo a su alrededor había desaparecido, no le importaba el frío de octubre o encontrarse en medio del bosque sin haber llegado a su destino. Solo era consciente de la mano de Jeongin sobre su corazón y de la ligera caricia de la otra en su mejilla. Solo era consciente del calor que emanaba del omega, del olor a lavanda que cosquilleaba su canción y hacía que se sintiese completamente seguro. Se besaron durante mucho tiempo, asegurándose de recordar cada detalle de sus labios unidos y se separaron cuando el aire fue insuficiente. Bangchan se sentía ligero, todo el peso que había tenido sobre sus hombros por culpa del miedo había desaparecido por completo.
— Estás en el lugar correcto —Susurró Jeongin sobre sus labios—. Estás en casa. Iremos despacio y te ayudaré durante todo el tiempo, encontraremos la razón por la que tu lobo quedó atrapado y esa parte de tu vida que se ha perdido —Volvió a rozar sus labios con dulzura, provocándole un escalofrío por todo el cuerpo. Sentía el impulso de rodearle, de dejar que su olor impregnase su cuerpo y todo el mundo supiese que era el hombre más afortunado del mundo—. La primera lección es que eres parte de una manada y te ayudaremos en todo lo que haga falta porque eres parte de nuestra familia —La sonrisa de Jeongin se ensanchó cuando se separó para mirarle a los ojos con decisión, su expresión casi maliciosa no auguraba nada bueno—. Pero primero nos encargaremos de ese divorcio pendiente, para que nadie tenga una forma de alejarte de aquí.
— ¿Te he dicho alguna vez que eres el hombre más peligroso que he conocido? —Bromeó Bangchan—. Eres un gran hombre, ángel.
— Encargarse de cuatro niños y convertirse en una leyenda vuelve a uno peligroso —Río Jeongin, mostrándole al alfa, una vez más, ese sonido que tanto le gustaba—. ¿Ángel? —Enarcó una ceja divertido ante el mote—. ¿Vas a volverte cliché, Bangchan?
Bangchan no contestó, se limitó a besarlo de nuevo. Sin duda estaba ante un ángel, un guerrero alado que defendía a quien lo necesitaba aunque tuviese que renunciar a su vida, capaz de levantarse de cualquier adversidad y continuar hacia adelante. Jeongin era el hombre más hermoso que había visto nunca, pero lo que le llamó la atención fue su fuerza interior y algún día conocería su historia, sabría la razón por la que se había convertido en un gran guerrero.
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