Capítulo 25

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XII. Eres hombre muerto, Choi Yeonjun (2ª parte)


POV. SOOBIN

El destino tenía un gran repertorio de ideas para jugar a su costa, para impedirle esa libertad que tanto quería. Él no deseaba tener un alma gemela, una pareja con la que aparearse para siempre. Vivía muy bien sin un alfa y, por muy bueno que fuese Yeonjun, no quería enlazarse con él. Ahora podría autoproclamarse un luchador por la igualdad de los omegas, pero con el apareamiento todo el mundo cambiaba. Ceder ahora, podría suponer su perdición. Si se unía a él y luego resultaba ser un idiota, pagaría las consecuencias. Estaba enfadado con el destino, con su manada por hacerle huir y con Yeonjun por encontrarle. Sabía que el alfa no tenía la culpa de que fuesen pareja ni de estar uniendo sus celos para acelerar la reclamación. Sin embargo, no podía evitar querer odiarlo, hacerle el responsable de todo lo que estaba ocurriendo. Culpar a una persona siempre era más cómodo que a un ente abstracto como era el destino. ¿Por qué tenía que haberlo conocido?¿Por qué no podía seguir solo?

— Maldita sea... —Rechinó los dientes, sintiendo como su olor se hacía más intenso y todo su cuerpo temblaba anticipando la primera hora de calor.

Si seguía dándole vueltas a la habitación, acabaría dejando la marca de su recorrido en el suelo. Estaba nervioso, hormonal, desesperado y asustado, una combinación que funcionaba como un coctel Molotov en su organismo. Quería arañarse la piel, rodar por el suelo y correr en busca de su alfa. Odiaba la necesidad de su lobo por aparearse que se manifestaba como olas de desesperación en su cuerpo. Estaba siendo el peor inicio de su vida y sospechaba que el calor sería aún peor conforme avanzasen las horas. ¿Cómo iba a soportarlo durante tres días sin dejar que su lobo tomase el control y cometiese la mayor locura de su vida? Necesitaba salir, necesitaba a Sooyoung. « Oh, no, no, no, no necesito a nadie, estoy bien solo » se recriminó a si mismo. Si creía que se estaba volviendo loco con unos días a su lado, ahora sabía que había perdido la cordura por completo. ¿Era su imaginación o la habitación estaba convirtiéndose en un horno?

La primera ola de calor llegó mientras abría la ventana para dejar que el frío alcanzase su piel, tensa y dolorida. Se dejó caer de rodillas en el suelo, gimiendo. Era horrible, quería morirse en ese mismo instante y arrastrar con él a Yeonjun para hacerle la vida imposible en el infierno. La segunda ola de calor trajo consigo imágenes del alfa explorando su cuerpo, sus manos rozando toda la piel que hubiese a la vista y sus labios dejando leves besos en su cuello. En ese mismo momento supo que tenía que ir con él, que lo necesitaba tanto que podría perderse así mismo. Intentó salir, pero no llegó muy lejos. Felix estaba sentado en una silla frente a las puertas de salida, mirando las fotos que sacaba de una caja en su regazo. Se enfadó con él, le gritó y amenazó con arrancarle los brazos si no se apartaba. Sin embargo, lo único que consiguió fue que lo subiese hasta su habitación y se colocase justo en frente de su puerta cerrada. Con la tercera ola de calor tuvo que encontrar placer en sí mismo, pero no era suficiente. Fue en ese momento en el que descubrió el gran repertorio de insultos, maldiciones y palabrotas que tenía para acompañar el nombre de Yeonjun y referirse al destino. No importaba cuantos orgasmos lograba, no tenía ni un segundo de descanso y solo podía imaginarse lo satisfactorio que sería atropellar a su alfa por hacerle pasar por un celo tan horrible. Con la cuarta ola de calor, en pleno mediodía, fue suficiente para quebrar el control de Soobin. Gritó a Felix todo lo que se le ocurría por interponerse entre él y su alma gemela, le juró cada segundo que había cambiado de opinión y golpeó la puerta mientras le rogaba que le dejase salir. En una sola mañana pasó por muchos estados de bipolaridad, desde el enfado a la súplica y desde el odio al amor. Sin embargo, en aquel momento, llegó a su punto de inflexión, decidiendo que no podía soportarlo más. « Siempre podemos hacer esto sin enlazarnos, no tenemos por qué completar el apareamiento » pensó Soobin antes de saltar por la ventana y transformarse antes de llegar al suelo. Siguiendo el rastro que había dejado Yeonjun, se internó en el bosque decidido a encontrar a su pareja.

Sudando, sin aliento y sintiéndose aún más desesperado que segundos atrás por culpa del intenso olor a incienso que rodeaba la caravana, llamó a la puerta. No lucharía más con sus instintos por estar cerca de su alfa, solo tendría que evitar que le mordiese. Sin mordida, no sería más que sexo y podría apaciguar el dolor que se extendía por todo su cuerpo.

— ¡VETE! ¡LÁRGATE! ¡ES PELIGROSO! —Le gritó Yeonjun entre jadeos, pero lo ignoró por completo. Eran adultos, podrían mantener su lado animal lejos de esto para que su enlace no fuese permanente.

— ABRE LA MALDITA PUERTA, IDIOTA.

— No hagas esto, Soobin, hueles demasiado bien y quiero comerte —Suplicó el alfa, mucho más cerca de la puerta. Su autocontrol comenzaba a menguar, podía notarlo. Estaba a punto de conseguir lo que tanto ansiaba—. No sé si podré controlarme si estás conmigo, quiero morderte, quiero hacer tantas cosas contigo...

— Idiota, déjame entrar. Podemos hacer esto sin complicaciones. Te necesito, te deseo y quiero hacerlo —Exigió Soobin sin dar su brazo a torcer. Los dientes le castañeteaban y todo su cuerpo temblaba ante la cercanía del alfa, de ese olor a incienso que tanto le gustaba. Cuando creía que tendría que dar marcha atrás, una idea apareció en su mente—. Déjame follarte, eso aplacará nuestro celo lo suficiente y evitará que me reclames. Aunque nunca lo he hecho así...

— ¿Crees que funcionará? —Preguntó Yeonjun, receloso. Sin embargo, mientras su voz era cautelosa, el sonido del seguro siendo quitado, demostraba que estaba muy interesado en sus palabras—. Dios, a la mierda, está bien. Yo te guiaré. No puedo más.

Antes de que Soobin pudiese llegar a parpadear, la puerta se abrió y fue arrastrado al interior por las fuertes manos de su alfa que calmaban cada zona que rozaban. Se besaron sin tiempo para ser lentos, la lujuria y el instinto estaban a cargo. El simple contacto de sus labios fue suficiente para que Soobin eliminase cualquier duda sobre el plan que había elaborado. Solo existía la lengua de Yeonjun explorándole, jugando con la suya. Mordió su labio inferior, reclamando todo el poder, saboreando con placer el sabor de su sangre. El alfa no se lo puso fácil, cediendo y recuperando el control mientras avanzaban hacia la cama. Se separaron solo para recuperar el aliento, aprovechando el momento para eliminar cualquier estorbo que separase el contacto piel con pie. La ropa quedó destrozada en un rincón cualquiera de la habitación y los sonidos de la caravana fueron ocultados por los gemidos de placer que salía de los dos amantes.

Era el primer encuentro entre dos almas gemelas, sus lobos aullaban felices por estar tan cerca y pedían a voces que completasen su enlace, que aceptasen el regalo que la luna les había dado. Soobin observó a Yeonjun bajo él, mirándole con los labios hinchados y brillantes por el intenso beso y la mirada vidriosa por el placer que estaba sintiendo. Un profundo sentimiento de paz le inundó, sabiendo que el hombre era todo suyo y que él había provocado esa mirada tan tentadora que le dirigía.

— Por favor... —Se quejó el alfa, tendiéndole una botella de lubricante que no sabía de donde provenía—. Si vas hacer algo, hazlo ya.

— Tres días, cariño —Susurró Soobin en su oído, sintiéndose satisfecho por el escalofrío que recorrió a su compañero—. Tres días para hacer que te derritas bajo mi tacto.

Descubrió un deseo tan oculto que nunca había sabido que estaba allí, el quería tener el control, quería conseguir que gritase su nombre hasta que todo el mundo supiese que él era el causante de tanto placer, quería que se olvidase de cualquier amante anterior. Siempre había estado bien mostrando su lado más sumiso en la cama, a pesar de su fuerte carácter, más propio de un alfa que de un omega. Sin embargo, sintiendo el fuerte cuerpo de Yeonjun bajo el suyo, recorriendo con sus manos y lengua cada rincón, supo que necesitaría estar a cargo más a menudo, que el sumiso en él solo era una minúscula parte de su esencia. Lamió con lentitud cada zona que encontraba a su paso mientras descendía para encontrarse con su erección.

— Haré que te sientas muy bien —Susurró contra la base antes de dejar un leve beso—. Muy, pero que muy bien —Murmuró ante de lamer toda su longitud, tanteando el terreno.

— Ya lo creo que lo harás —Dijo Yeonjun entre gemidos, demasiado perdido en las sensaciones que Soobin creaba—. Oh, dios, sí, sí —Una sonrisa se dibujó en sus labios al saber que complacía a su amante antes de introducir todo lo que pudo en su boca, succionando y lamiendo. Los sonidos de placer de su alfa eran increíbles pistas para saber que estaba lo suficientemente distraído.

Necesitó unos cuantos minutos y todo su autocontrol, para estirarlo bien. Su lobo aullaba para que lo reclamase, para enterrarse en él tan profundo que Yeonjun le sintiese durante días. Cuando consiguió hundirse por completo, mientras esperaba que se acostumbrase, aprovechó para observar a su alfa. Mientras comenzaba un lento vaivén, le besó, depositando cada deseo, cada sueño y cada miedo que había sentido en él. Una profunda sensación de gratitud le invadió por completo. Gracias a aquel hombre, a aquel lobo, a su alma gemela, había encontrado la paz que tanto necesitaba consigo mismo. Lo besó una y otra vez, sumergiéndose en el placer de estar enterrado en él, de saber que él causaba cada gemido. La mirada de puro amor que le dedicó, fue lo último que necesitó para romper el control. « Pareja. Mio. Nuestro. Compañero » gritaba su lobo una y otra vez. Sus encías picaban, sus colmillos querían salir, todo en él deseaba morder y eso fue lo que hizo. Siguiendo el impulso de su propio instinto, la zona entre el cuello y el hombro. Sintió el lazo entre ellos cerrarse, la unión completándose. Ahora eran uno, hasta el fin de sus días. Cuando ambos llegaron al climax y se abrazaron, disfrutando del contacto antes de que llegase la siguiente ronda, supo que había encontrado su hogar. En los brazos de Yeonjun estaba en casa y nada ni nade podría separarle de su compañero, ni si quiera él mismo. Por primera vez en mucho tiempo, humano y lobo estaban en sincronía.

Sin embargo, ninguno de los dos fue verdaderamente consciente de lo que había pasado, demasiado confiados en la biología de alfa y omega como para creer que habían finalizado el apareamiento. Ninguno de los dos fue consciente de que eran parte de una leyenda originada en el principio de los tiempos, donde los portadores del don eran los responsables del reclamo de sus parejas sin distinción entre omegas y alfas. Ninguno de los dos fue consciente de que una magia profunda y poderosa había nacido en lo más profundo de Soobin o de que Yeonjun se había convertido en el hombre más importante para los de su naturaleza: uno de los cuatro guardianes de la mente. Ninguno de los dos fue consciente de que el mundo como lo conocían estaba a punto de cambiar.

Tres días después, el último sábado de Octubre, Soobin se despertó sintiéndose completo de nuevo. Habían estado en la cama la mayor parte de su celo, disfrutando de la compañía del uno y el otro. Estaba hambriento y feliz, se sentía en paz consigo mismo, con Yeonjun. Con una sonrisa que reflejaba el buen sexo que había tenido, llegó al cuarto de baño para prepararse para comenzar un nuevo día. Antes de meterse en la ducha, se contempló desnudo ante el espejo. Una marca decoraba su hombro, la señal inequívoca de que ahora era un omega acoplado, el símbolo de la estirpe de Yeonjun, una estrella de seis puntas.

— ERES HOMBRE MUERTO, CHOI YEONJUN

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