Capítulo 18

Esa mañana fue Anita quien se despertó primera, en un primer instante no supo dónde estaba, pero al sentir cómo se movía Saimon, recordó la conversación que tuvieron esa noche. Le enternecía el hecho de que él se preocupara tanto por ella, por su bienestar, que tuviera en cuenta su opinión y sus sentimientos, se sentía querida, amada, completa; no iba a permitir que su padre echara todo a perder, evitaría sus planes, aún si para eso tuviera que matarlo, no le importaba.

Lo observó dormido, le sorprendió ver lo tranquilo que estaba, era raro que él estuviera así, casi siempre estaba serio, o en todo caso molesto, solo cuando pasaba tiempo con Serena y con ella estaba sonriente. Conocía su pasado, o al menos en parte, sabía que su padre había sido muy duro con él, además de su muerte y la de su madre, no había tenido una vida fácil, tampoco muy feliz, ni en su matrimonio pudo serlo, lo único que le daba alegría era su pequeña hija, y ahora ella.

Ambos corrían peligro, sobre todo la princesa, ella no era inmortal como su padre o como ella, por no hablar que era pequeña y por tanto no muy fuerte, era un blanco fácil, uno que ya habían intentado atacar para debilitar al rey, no podía permitir que la próxima vez su padre se saliera con la suya, debía hacer algo para pararlo de una vez, proteger a todos y evitar la guerra, y tenía una idea, una idea loca y muy peligrosa, pero correría el riesgo, todo por protegerlos ambos.

Se levantó sin hacer ruido y sin despertar a Saimon, fue a su cuarto, se duchó, vistió, y preparó un par de cosas para el camino, esperaba estar de regreso antes de la hora de la cena, pero obviamente necesitaría alimentos para el resto del día. Antes de irse, escribió una nota explicando brevemente lo que iba a hacer, y la dejó encima del escritorio del despacho, así se aseguraba de que el híbrido la leyera, no quería preocuparlo, o más bien no quería preocuparlo de más, pues desaparecer de la noche a la mañana ya era bastante preocupante.

Una vez dejada la nota, partió lo más rápido posible, no quería arriesgarse de que alguien la viera y la detuviera, debía hacerlo, por su bienestar y el de sus seres queridos, por lo que no miró atrás cuando empezó su carrera, con su velocidad le resultaría sencillo llegar a su destino, y su olor a humana les haría creer que no era una amenaza, a parte, llevaba encima varias dagas y navajas, además de una pequeña pistola como último recurso.

Saimon despertó más tarde que de costumbre, y fue gracias a unos golpes en la puerta, el híbrido miró a su izquierda, a donde anteriormente estaba la joven, al no verla, imaginó que se habría levantado e ido a vestirse. Cailen finalmente abrió la puerta, encontrándose con el híbrido estirándose, se notaba que lo acababa de despertar, se le hizo raro, pero a la vez divertido, normalmente era al revés, y siempre le molestaba el hecho de ser arrebatado de sus sueños, en donde se veía a sí mismo rodeado de las mujeres más sexys del planeta, híbridas o humanas.

-Buenos días dormilón - dijo con gracia su amigo.

-Buenos días - saludó Saimon con una sonrisa, otra noche perfecta, empezaba a creer que era cosa de la joven.

-Me sorprende verte aún en la cama, dentro de poco será la hora de desayunar.

-Sí, ahora bajo.

Cailen se retiró de la habitación y Saimon se alistó y salió, fuera ya le esperaba su mano derecha para ir juntos al comedor. Por el camino, el híbrido le contó a su amigo la conversación con Anita, y también que habían pasado la noche juntos, pero solo durmiendo, lo cual le hizo mucha gracia, pues para él, no tenía precio ver las mejillas del rey ligeramente sonrojadas por sus propios palabras, y debido a sus carcajadas, se ganó un golpe por parte del rey.

-Hasta que llegáis - se quejó la princesa al ver a su padre y a su tío.

-Lo siento, me quedé dormido - dijo Saimon a su hija - ¿y Anita?

-Aún no ha llegado, supongo que a ella también se le pegaron las sábanas - respondió la pequeña.

Saimon frunció el ceño ante las palabras de su hija, la joven había dormido con él, y sin embargo no estaba esa mañana en su cama, él pensó que se había levantado e ido a vestirse, pero si hubiera sido así, ella debería haber llegado antes que ellos, no tenía sentido, por lo que decidió ir a la habitación de la joven a ver si estaba allí, si le pasaba algo, estaba preocupado, tenía una corazonada, una muy mala, debía eliminar la duda, o comprobar que era cierta.

Llegó allí en cuestión de segundos, dudó a la hora de abrir la puerta, temía que su corazonada fuera cierta, finalmente abrió la puerta, y se encontró con la habitación vacía. Cailen recién había llegado, y lo único que vio fue el rostro preocupado de Saimon, el cual no dudó en dar órdenes de buscarla por todo el palacio, no quería creer que se hubiera ido, no cuando recién habían empezado una relación, cuando ella le propuso dormir juntos, todo iba bien, por eso no entendía qué había pasado.

-La encontraremos - le decía Cailen a su amigo, el cual estaba más agobiado según iban pasando los minutos y ella no aparecía.

-Eso espero - susurró Saimon, más para sí mismo que para su amigo.

Cailen se fue para abajo para coordinar a todos los hombres que estaban buscando a Anita, por su parte, Saimon fue a su despacho, necesitaba distraerse con otra cosa, y los papeles generalmente le abstraían del tiempo. Nada más llegar, fue a su escritorio y se sentó, en un primer momento no notó la hoja escrita por la joven, pero cuando estaba cogiendo una hoja al lado de esa, la nota calló al suelo, por lo que el rey se agachó a cogerla, fue ahí cuando notó que estaba escrita por Anita, y no dudó ni un instante en leerla.

Al terminar de leer las palabras, casi sintió que su mundo se venía a abajo, aunque la joven había intentado ser lo menos precisa posible en cuanto a lo que iba a hacer, y había recalcado varias veces que estaría bien y que volvería para antes de la hora de la cena, el híbrido no era tonto, se imaginaba lo que iba a hacer, y era muy consciente de lo peligroso que era, tenía que ir por ella, debía protegerla, si le pasaba algo, se culparía por el resto de su existencia.

-Saimon, hemos revisado el castillo de punta a punta, pero no está aquí - Cailen se calló al ver el rostro del híbrido, el cual intentaba contener las lágrimas con todas sus fuerzas - ¿qué pasa?

-Ten - le dijo entregándole el papel.

Cailen miró extrañado a su amigo, pero al empezar a leer la nota, pudo entender perfectamente lo que le pasaba, él también sospechaba lo que la joven había ido a hacer, y le parecía un suicidio, aunque sabía del poder de la chica, le resultaba inconcebible que ella sola pudiera con todos. Entendía el motivo de Anita, incluso admiraba su valentía y decisión por ir a enfrentarse al enemigo para mantenerlos a salvo, pero eso no quitaba que fuera una completa locura, una en la cual podía perder la vida.

-Reune dos grupo de los mejores guerreros, uno lo quiero protegiendo a mi hija, y otro que se prepare para ir con nosotros - ordenó el rey.

Cailen solo asintió y se fue, él también quería ir a buscarla, y agradecía que Saimon contara con él, pues en el poco tiempo que llevaba la joven allí, se había ganado la amistad del híbrido, y él tampoco quería que le pasase nada. Saimon no se quedó con los brazos cruzados mientras Cailen iba a avisar a los guerreros, él se centró en buscar la información que tenía sobre los asentamientos de los aliados de Daniel Lonburt, era obvio que ella los sabía, muchos años en esa casa, y si no se equivocaba, Anita un día les mostró todos en un mapa, debía encontrar ese mapa.

Mientras tanto, Anita seguía su recorrido a toda prisa, no quería estar fuera ni un minuto más del necesario, acabaría con todos ellos y volvería con sus seres queridos, pues sabía que no podría estar feliz y tranquila con ellos, hasta que su familia y sus aliados estuvieran todos muertos.

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