5. Comportamiento pueril


Aunque aún disfrutara de un entretenimiento tan sencillo como ese, Shinichi tenía la mitad de las piernas y los pies entumecidos por estar tanto tiempo en la misma posición. Al estar en cuclillas tan cerca del piso comenzó a sentir frío a causa de la brisa helada que se filtraba por debajo de las puertas y que de paso, avisaba que ya se estaba haciendo tarde.

La poca paciencia que le quedaba estaba llegando a su límite y comenzó a pensar que otra vez sus hermanos habían olvidado que estaban jugando a las escondidas, como solía suceder de vez en cuando.

Solo esperó un par de minutos más y salió de su escondite. 

Los huesos le crujieron y apenas podía dar pasos normales ya que el hormigueo que sentía del tronco hacia abajo se lo impedía. Cada vez que apoyaba un pie en el suelo miles de punzadas diminutas lo obligaban a poner muecas de incomodidad.

Volvió a la sala creyendo que se encontraría a sus hermanos dibujando o jugando a otra cosa; era algo común que varias veces lo olvidaran en pleno juego o que simplemente lo detuvieran porque se aburrían de tanto buscarlo.

Solo que por primera vez ellos no estaban.

Dio un suspiro pesado, lo más seguro era que ahora le estuviesen jugando una broma.

-¡Kaito! ¡Aoko! ¡Ayumi! -los llamó mientras buscaba por debajo de las mesas, entre medio de los muebles y cortinas -No es divertido.

Subió al segundo piso iluminando los pasillos, abriendo puertas y agachándose para mirar debajo de las camas, preparándose mentalmente para el inminente susto que los tres intentarían sacarle, pero una vez más no parecía haber rastro de ellos.

Lo que inevitablemente llevó a alterarlo un poco. Su instinto protector de hermano mayor se activó esperando que ninguno estuviese herido o peor, metiéndose en líos.

-¿Líos? -pensó para sus adentros, iluminándose y decepcionándose por ello -No puede ser...- susurró con fastidio presionándose el puente de la nariz.

Convivir toda una vida con los tres le dejó en claro que para poder encontrar a sus hermanos tenía que pensar como ellos. Tomó una de las velas más cercanas para iluminar su camino, el único de la casa que no estaba iluminado y ese era el ala donde tenían prohibido husmear.

Elevó el brazo para poder dar luz a ese largo y angosto pasillo que separaba las "dos casas". Se preparó, otra vez, para un susto próximo, creía ciegamente en que los tres saldrían de la nada gritando y haciendo escándalo para infartarlo.

Confiando también, en que encontrarlos solo sería un problema minúsculo. Incluso se estaba cuestionando si regañarlos o no por andar merodeando por donde se les había dicho estrictamente que no lo hicieran. Simplemente no tenía ganas de discutir.

Se plantó en medio de esa lúgubre sala apoyando sus brazos en forma de jarra, teniendo en cuenta de que había visto como su padre había cerrado cada una de las puertas con llave y gritó.

-¡Voy a contar hasta tres! -volvió a llenar sus pulmones de aire -¡Si no salen le contaré a papá que anduvieron jugando por este lado de la casa! -se sentía tan tonto gritándole a la nada -¡Uno!...¡Dos!... -todavía nada -¡Tres!

Solo por si acaso alguno salía a asustarlo, se cubrió el rostro con los brazos y esperó.

Y esperó y esperó, pero los niños parecían no querer abandonar su escondite.

-¡Ya estuvo! ¡Le diré a papá! -se encogió de hombros decidido a no seguir buscándolos.

Frustrado por fallar en su cometido se dio media vuelta y regresó con paso lento y decaído hacia el otro lado por esa laberíntica vivienda que no hizo más que marearlo.

-Shinichi... -escuchó su nombre suavemente acariciándole la espalda -Shin-chan...

Se dio vuelta con brusquedad dando de frente con la nada. Le gustaba convencerse de que no era para nada supersticioso, porque realmente así era, pero no podía negar que en esa zona en particular se sentía el aire mucho más frío. Razón suficiente para querer salir de allí cuanto antes.

Se marchó repitiéndose que solo era él mismo imaginando cosas.

Justo cuando estaba doblando por el pasillo que dividía ambas alas, volvió a escuchar su nombre, esta vez con mucha más claridad y repentinamente una cabeza se asomó por una puerta que no recordaba haber visto.

-Shin-chan, ven -Kaito lo invitó con peculiar ternura, como si hace poco rato no hubiesen estado a punto de agarrarse de las greñas.

Un alivio recorrió su pecho, solo se trataba de su hermano.

-¿Para que me obligan a jugar a algo que no van a terminar? -no iba a guardarse su queja.

-Tenía que ir al baño y cuando regresaba a buscarlos hallé esta puerta -respondió rascándose la nuca.

Apresuró los pasos con gesto curioso para llegar a su lado. Se quedó estático fuera de la puerta mirando con detención el marco y su interior; una nueva cámara de tamaño considerable se expandía ante sus ojos fisgones.

Era un espacio algo oscuro, con varias estanterías, unas mal cubiertas con viejas y polvorientas cortinas agujereadas por culpa de las polillas. Aoko estaba encendiendo unas velas, lo que daba un aspecto más lóbrego al lugar.

-¿Una biblioteca? -preguntó absorto repasando encantado cada estantería hasta que recordó un dato preocupante -Un momento, esta puerta no estaba aquí antes.

Podía dar fe ciega de aquello, él mismo había atravesado esa pared con la oreja pegada en ella, incluso hacia pocos minutos, era algo imposible que no se hubiese percatado de su existencia.

-Yo tampoco recuerdo haberla visto -confirmaron Kaito y Aoko al mismo tiempo.

-¿Y Ayumi? -recordó Shinichi mirando hacia todos lados.

-¡Ah! ¡Es cierto! -Kaito cayó también en cuenta -Sigue escondida. Iré a buscarla.

-Esto es muy extraño -habló en voz alta para generar un dialogo con su hermana -¿Cómo llegó todo esto aquí? -hizo una observación bastante acertada -Papá hubiese sido el primero en enseñárnoslo.

-Quizá quería darnos una sorpresa -dijo con voz dócil observando con curiosidad los lomos de los libros -Escuché a nuestros padres hablar acerca de un obsequio.

-¿Un obsequio? -se extrañó mientras la imitaba -¿Por qué nos regalarían algo? Nuestro comportamiento no ha sido el mejor este último tiempo.

-Tampoco exageres -torció la boca y se puso de puntitas para intentar sacar un libro que evidentemente no alcanzaba.

Shinichi no vaciló en ayudarla, para él fue tan fácil como elevar un poco el brazo y sacarlo de su posición. Como demostración de cariño espontanea, le dio un ligero golpe en la cabeza con el mismo antes de ponerlo delicadamente en sus manos.

A los pocos minutos de hojear por encima unos cuantos libros, los otros dos integrantes faltantes anunciaron su regreso con risas casuales. Kaito traía a Ayumi sentada en sus hombros y esta última le jalaba cuidadosamente el cabello como si el muchacho fuese su marioneta.

-¡Cuidado! -exclamaron Aoko y Shinichi para intentar frenarlos antes de llegar a la entrada.

La advertencia llegó demasiado tarde, la pequeña se dio de frente con el marco de la puerta generando un ruido seco y bastante feo seguido de un «¡ouch!» por parte de ella.

Kaito se apresuró en bajarla y comprobar que no se había abierto la cara.

-Ya, ya. No pasó nada -dijo sonriendo nervioso sobándole la frente para bajarle el perfil a la situación y evitar que se pusiera a llorar.

Sintió un ligero pánico recorrer sus venas cuando vio como Shinichi expandió un poco los orificios nasales y puso los labios tirantes sin dejar de acusarlo con la mirada. Recordando inapelablemente cada una de las incontables veces que todos ellos habían resultado accidentados por ser tan distraídos. Esta vez, con suerte, la inocente Ayumi solo se ganaría un pequeño chichón fácil de disimular.

Los aun existentes pétalos de curiosidad que quedaban en ellos los obligaron a indagar el lugar a fondo. Descubrieron muchos narradores de otros tiempos y libros que estaban en blanco o con las páginas arrancadas. D vez en cuando la más pequeña preguntaba a los mayores cuando no entendía alguna palabra.

Por fortuna eran pocas, sus padres siempre les habían entregado las mejores herramientas para instruirlos en diversas áreas y en ese último tiempo Ayumi había mejorado bastante, sobre todo con los refuerzos positivos de Shinichi, que se sentaba con ella durante largos periodos de tiempo ayudándola a mejorar en lo que más le dificultaba.

A pesar de que era una actividad interesante, pasó demasiado tiempo para Kaito y fue el primero en dejar su libro a un lado y estirar los brazos.

-Se me cansaron los ojos -necesitaba ponerse de pie, así que caminó hacia el librero del rincón -¿Puedo abrir esta caja? -preguntó soplándole el polvo.

-Dámela - pidió Shinichi frunciendo el ceño y devolviendo el libro que tenía en las manos a su lugar.

La estudió con cuidado, era una caja de madera oscura un poco más grande que un libro común, poseía una pequeña cerradura, pero el mecanismo parecía haber sido alterado ya que la parte donde iba la llave estaba forzada y no había necesidad de tenerla para poder abrirla.

-¿Podemos ver que contiene? -preguntó Ayumi volviendo, una vez más, a rodear el brazo de su hermano mayor con sus pequeñas manos dando saltitos. Para ella no era más que el comienzo de otro juego.

-Sí -respondió Shinichi cortando el contacto físico. No le gustaba que constantemente se estuviese aferrando a él para buscar apruebo y consuelo, más que nada porque no quería mal acostumbrarla al contacto físico con él y también, porque lograba manipularlo emocionalmente y lo que dificultaba decirle No -Volvamos a la sala, allí tendremos más luz y espacio.

Regresaron en fila india con Shinichi a la cabeza. Y una vez que se encontraron en área conocida, apoyó la caja encima de la mesa y la abrió con cuidado. Subieron a Ayumi a una de las sillas para que todos observaran mejor.

Se decepcionaron un poco cuando vieron el interior.

-Es solo una biblia -resopló Kaito decepcionado -Tanto misterio para nada.

-Ven Ayumi -Aoko le tendió la mano para ayudarla a bajarse -Juguemos a tomar el té.

Aunque su curiosidad había disminuido, Shinichi decidió echarle una hojeada a las páginas que ya conocía de memoria. 

En un principio no vio nada nuevo, pero cuando comenzó a pasar las páginas más rápido, unas hojas que estaban metidas entre medio salieron disparadas logrando que los otros tres volvieran a centrar su atención en ello.

-¿Por qué tiene dibujos? -Kaito recogió una hoja que se cayó al suelo y la observó por ambos lados.

Shinichi se quedó estático mirando aquellos dibujos y cuando entendió lo que eran se la arrebató de las manos con rudeza.

-¡Dame eso! -clavó los ojos en el papel con la boca abierta.

-Hermano -preguntó Aoko -¿Qué son esos trazos?

-Son... -dudaba de sí decírselos o no, pero de todos modos lo hizo -Símbolos de las ciencias ocultas.

Se dio cuenta de que el resto de las hojas estaban sobrepuestas y no tenían nada que ver con el contenido real de la biblia. Estaban repletas de esos dibujos y palabras mal escritas, o más bien rebuscadas, lo que parecían ser palabras con fines de brujería.

Ese tipo de relatos no perturbaban en lo más mínimo sus tripas, para él esas cosas no existían.

-Deberíamos devolverlo a donde estaba -razonó Aoko con notoria preocupación.

-¿Te da miedo? -la molestó Shinichi elevando una ceja y por la expresión que ella le devolvió, se dio cuenta de que estaba en lo correcto -¡Vamos! No son más que tonterías, no puedes creer en esto.

-Solo digo que no deberíamos jugar con algo que no es nuestro.

-Tiene razón -habló Kaito fingiendo un tono serio -¿Qué tal si conjuramos un mal y todos nos convertimos en sapos?

-¡Podemos hacer un hechizo para que Aoko se comprometa con un joven apuesto! -propuso Ayumi feliz.

Shinichi y Kaito rieron con la misma expresión al ver como su hermana se sonrojaba e inflaba las mejillas. Por suerte la broma solo quedó en eso. Para ella era un tema muy delicado.

-No suena una mala idea -se mofó el mayor.

Kaito hizo unos movimientos con los dedos y soltó unas palabras inentendibles continuando con el jugueteo relacionado a eso con la clara intención de subirle los ánimos.

-¡Y poof! -imitó el sonido de un hechizo -Ahora estás enamorada de mí y no te alejarás nunca de mi lado.

Sonó pícaro, pero su intención sobraba de la más pura inocencia.

Aun así, a Shinichi no le gustó.

-¡No blasfemes con eso! -le gritó molesto.

Volvió a concentrarse y estudió con meticulosidad la parte de atrás. En forma circular el abecedario y los números del 0 al 9 estaban tallados, en el centro el dibujo de una estrella de cinco puntas dentro de un círculo y justo arriba de ella, dos veces y en forma de cruz se leían las palabras «Si» y «No».

-"Despojar la mente de todo tipo de obcecación y dejar a un lado las inhibiciones" -leyó Kaito en una de las hojas sueltas.

-Kaito - pidió Aoko -No quiero ver estas cosas -cerró los ojos y enterró la cabeza en su brazo.

-Tontaoko -la nombró con cariño -Solo estamos echando un vistazo, no intentaremos nada, ¿verdad? -miró a Shinichi esperando su veredicto final.

Este último comenzó a molestarse con lo infantil que podían ser sus hermanos, ya no estaban en edad ni en aquellos tiempos donde la gente creía en ese tipo de cosas. Venían de una familia bien enseñada y no iba a permitir que cayeran en las mismas simplezas que el resto. Se fascinó con el objetivo de demostrarles que la brujería y todo lo que estuviese relacionado no existía, así que los obligó a sentarse en la mesa formando un círculo y recitó un par de los muchos versos que estaban escritos en ese libro sagrado y que faltaban el respeto a Dios.

Se sentía mal al admitirlo, pero estaba disfrutando levemente las expresiones de sus hermanas  asustadas cuando generaba tensión y escupía palabras que no estaban en el vocabulario oficial.

-¿Quieren que llamemos a alguien del más allá? -sonrió gozando sus gestos.

-¿Es posible? -preguntó Kaito algo aburrido. Por el momento no había sucedido nada extraño, por lo que era difícil que estuviese asustado.

-Sí -asintió Shinichi y se quitó el relicario del cuello -Con esto.

Cerró el libro y le dio la vuelta para enseñar la cubierta trasera donde estaban trazado ese intento de tablero. Acomodó la cadena para dejar un eje simétrico, luego la sujetó con el dedo índice y el pulgar en suspensión explicando que no podía estar cargada para ningún lado.

-Pregúntale que habrá de cenar -sugirió Kaito.

-Retardado -lo insultó sin escrúpulos -Fíjate, solo puede responder «Sí» y «No» -se tocó el mentón retomando el ambiente y se concentró en buscar alguna pregunta interesante para formular -¿Hay alguien aquí con nosotros?

Se creía capaz de manipular perfectamente el objeto a su antojo, lo mantuvo por unos segundos en suspensión y en completo reposo para generar más tensión en el entorno y de a poco, de modo que ninguno se diese cuenta comenzó con frágiles movimientos oscilantes.

Kaito, Aoko y Ayumi expandieron sus ojos obligándose a no pestañear para no perderse ningún detalle de lo que estaba sucediendo.

Shinichi fue de a poco dirigiendo el objeto hacía donde estaba tallado el «».

-¡Dijo que sí! -Aoko se tapó la boca con las manos mirando con desconfianza hacia todos lados.

-¿Es alguien malo? -Ayumi hizo un puchero y subió los pies a la silla para abrazarse por completo.

Comenzaba a sentir lástima de meter a su hermanita en aquella broma tan simple, pero ya había comenzado y la llevaría hasta el final, después de todo creía que no estaba haciendo algo tan malo. Solo quería darles una pequeña lección.

El dueño del péndulo volvió a repetir los mismos pasos que antes; dejar la cuerda en suspensión, reposo y luego comenzar a moverla a su conveniencia.

Kaito soltó una risa nasal, no podía hacerlo tonto, era un truco demasiado fácil de ver para él que tenía el lado de la motricidad fina más desarrollado de los cuatro. Le dedicó una mirada cómplice a su hermano mayor apoyándolo en su inocente travesura.

«».

Aoko tragó saliva y sujetó con fuerza la mano de Kaito. Este fingió una mueca de susto y también tomó con firmeza su mano libre.

-¿Eres...humano? -se le ocurrió a Shinichi preguntar.

Casi como si les hubiesen cosido los labios para no emitir sonido volvieron a clavar los ojos en el centro cuando el objeto rodeó claramente un «No».

-¿Entonces que es? -Kaito siseó mirando a Shinichi con completa inexpresividad esperando que se le ocurriera una pregunta interesante y poder sacarles el susto de una vez.

-¿Te puedes mostrar ante nosotros?

Esta vez dio la sensación de que se había sumergido demasiado en la acción. No se escuchaba ningún tipo de ruido ni fuera ni dentro en la sala y a penas sus respiraciones irregulares descomponían el silencio invocado a propósito. Además, por algún motivo se le estaba complicando manipular al cien por ciento la cadena, a pesar de que estaba oscilando cerca de la respuesta que quería.

Era algo patente, ese tipo de cosas funcionaba por movimientos involuntarios producidos por el cerebro, no porque realmente existiera una especie de energía que lo atrajese a un lado u otro. Era solo él y solo él manejándolo.

«». Se marcó alrededor sin dejar de dar vueltas.

Al transcurrir diez segundos, la mesa comenzó con una débil vibración que fue percibida por los cuatro.

-No es gracioso, Shinichi -protestó Aoko intentando tragarse el miedo.

-Yo no estoy haciendo nada -contestó serio dedicándole una mirada prolongada a su hermano -Kaito, no muevas la mesa.

-¡Yo no soy! -se defiendo y se giró para mirar a la más pequeña -Ayumi, no la muevas. Asustas a Aoko.

-¡No quiero seguir jugando! -comenzó a chillar frotándose los ojos.

Cuando la menor se proponía a ponerse de pie y salir corriendo de allí, la mesa dio un fuerte movimiento que la obligó a sentarse otra vez. Volvieron a mirarse buscando al responsable, esta vez con palpable preocupación ya que los temblores aumentaron y el brusco ruido que se estaba generando no era para menos.

-¡Kaitonto! ¡Detente por favor! -gritó Aoko.

-¡Ya te dije que yo no soy!

Gritó de vuelta luchando por no mostrarse temeroso y elevando ambas manos para demostrar que él no estaba moviendo la mesa. Lo que despertó una idea en el mayor.

-¡Fue suficiente! -Shinichi elevó la voz para ser escuchado en ese griterío -¡Las manos donde pueda verlas!

Los tres hicieron caso de inmediato, a ninguno le importaba quien de ellos estaba intentando asustar al resto, lo único que pedían era que se detuviera, pero para desgracia de los cuatro, aun cuando estaban enseñando las palmas de sus manos el movimiento no se detuvo.

Shinichi se dobló para mirar debajo casi seguro de que los mellizos estaban provocando el tambaleo con las piernas y sintió un viento helado cuando vio con sus propios ojos de que los dos tenía los pies bien puestos sobre el piso.

-¡¿Qué es eso?!

En ese mismo instante los movimientos cesaron de a poco y Ayumi apuntó al final del pasillo, donde las luces de las lámparas tintineaban amenazando con apagarse.

Allí, pegado a la pared había algo parecido a un animal peludo, de un tamaño cercano a perro. 

Era de un negro oscuro y con una maraña de pelos largos, enredados y sebosos. Estaba quieto y parecía respirar pesadamente, ninguno era capaz de mover un músculo porque sentían que al hacerlo despertarían a lo que sea que fuese aquella presencia.

-Shinichi... -Aoko susurró en su dirección esperando, como siempre, que su hermano mayor tomara el control de la situación y los librara de ese suplicio.

-Tranquila-le pidió contagiándose del terror en sus ojos -No te muevas.

Pero al parecer su voz perturbó a la criatura, que se arrastró a toda velocidad por el pasillo con movimientos arácnidos enseñando sus cuatro extremidades deformes y emitiendo un sonido similar a un grito muy agudo que penetró sus tímpanos.

Una ráfaga de viento la acompañaba y a medida que avanzaba las velas se apagaban una tras otra dejándolos en completa penumbra.

Kaito pegó un grito seguido por las chicas cuando la cosa se abrió paso por debajo de sus sillas acariciándoles las piernas con su cuerpo frío y huesudo.

Shinichi ahogó un grito de dolor cuando sintió unas finas garras clavársele en la pierna derecha. Estaba dejándose apresar por el pánico, el no ver absolutamente nada no facilitaba las cosas, la mesa y las sillas no dejaban de temblar y tuvieron que intentar sujetarse como podían para no caer al suelo. Los gritos de sus hermanos rebotaban en sus oídos y lo peor de todo era que seguía sintiendo la presencia de la criatura rodeándolos por completo.

-¡No puedo respirar!

-¡¿Ayum?i -los tres mayores se preocuparon al oír como tocia desesperadamente rogando por oxígeno.

Para volver la situación aún más insostenible, un eco gutural similar al sonido del vómito comenzó a escucharse. Llamada de alerta suficiente para que a Shinichi se le helara el estómago y se atreviera a ponerse de pie y con dificultar estirar las manos para buscar una manera de encender nuevamente las lámparas.

La coyuntura llegó a su punto máximo cuando se percató de que incluso Kaito se encontraba llorando.

-¡Por favor! -rogó Kaito -¡Haz que pare!

Por primera vez Shinichi no sabía cómo debía actuar, estaba siendo castigado por su misma lengua, sepultó la cara entre sus manos buscando una salida y lo único que atinó a hacer fue sujetar su relicario con fuerza y por acto reflejo comenzar a implorar a Dios.

Ahí en medio de esa oscuridad agobiante comenzó a citar pasajes de la biblia, nombrando y soltando la palabra de Dios como si fuesen conjuros para combatir y alejar a la presencia maligna en la cual fue broncamente obligado a creer.

Puede que hubiesen transcurrido solo unos pocos minutos, pero para ellos fue una eternidad.

La puerta principal se abrió con un horrible estrépito permitiendo que al fin esa ansiada forma de luz alumbrara su existencia.

Su padre apresuró los pasos hacia la sala al oír los gritos, los observó confundido, sus cuatro hijos yacían agitados y pálidos en el suelo.

-¿P-pero que les -su frase fue interrumpida ya que un cuervo de gran tamaño salió volando por encima de su cabeza buscando desesperadamente el exterior -Sucedió... -completó por fin -¿Shinichi?

Shinichi ignoró por completo la presencia de su padre, se apresuró en abalanzarse sobre la más pequeña completamente aterrado de que la criatura la hubiese lastimado.

-¿Ayumi? -la movió con mucho cuidado.

La pobre estaba en posición fetal en el piso. Se le partió el corazón cuando ella soltó un suspiro de dolor y le apartó toscamente la mano. Ayumi se reincorporó de a poco sujetándose un lado de la cabeza y Shinichi de inmediato supo leer la expresión de su rostro. El susto y la angustia habían sido tan grandes que estaba paralizada.

Intentó sacudirla de un hombro para obligarla a llorar y que soltara todas las emociones que tenía guardadas dentro, pero la menor volvió a pegarle un manotazo para que entendiera que no quería nada con él.

Las previstas lagrimas afloraron de los ojos de Aoko, quién se largó a llorar sin dejar de cubrirse la cara con ambos brazos.

-¿Qué sucede?

Apenas en ese momento recayeron en que su padre venía acompañado. Un hombre de estatura media, con anteojos y poco cabello cano a los lados miraba alarmado a los cuatro hermanos.

-Shinichi -Yūsaku volvió a interrogar a su hijo con actitud más reservada -¿Qué estaban haciendo?

El mayor tenía toda la intención de responder, pero seguía muy confundido y lo único que tenía claro era que había sido una mala idea. La peor que pudo haber tenido nunca.

Shinichi pestañeó buscando al ser que los había atacado al mismo tiempo que posaba la atención en sus tres hermanos; Ayumi seguía con la mirada aturdida, Aoko intentaba secarse las lágrimas con la falda del vestido y Kaito luchaba por guardar la compostura, tenía la mandíbula temblorosa, sudor en la frente y los puños cerrados para no explotar y hacer un mohín.

-¡Papá! -lo nombró buscando consuelo –Algo nos atacó.

-¿Ese cuervo? -intentó seguirle el hilo.

-No. Era algo diferente, como un hibrido -hizo una mueca de asco -Una mezcla entre un animal de cuatro patas y un humano muy delgado y trastornado.

Los dos adultos se miraron de reojo sin saber que decir. Justo en ese momento, apareció Chikage volviendo a encender las velas del lugar.

-¿Cuantas veces les he dicho que no jueguen con las luces apagadas? -dedicó una mirada severa a los cuatro -Se pueden lastimar.

Esa palabra hizo recordar a Shinichi que la criatura había dejado marca en su piel. Se levantó el pantalón para observar su herida, se veía claramente tres rasguños sangrantes.

-Eso se ve feo -volvió a hablar el invitado de sus padres -Será mejor que lo cures de inmediato para que no corra riesgo de infección.

Shinichi volvió a fruncir el ceño en su dirección ¿Por qué parecía que solo le bajaban el perfil a la situación? ¿Es que acaso no se daban cuenta de lo alterados que estaban?

-Papá te estoy diciendo que algo nos atacó -elevó mucho más la voz con el mismo semblante de antes exigiendo su atención -Una biblioteca salió de la nada en la mitad de la casa y encontramos un libro.

-¿Una biblioteca salió de la nada? -repitió su enunciado incoherente -Hijo, esa biblioteca siempre ha estado al lado de la sala. Se las enseñé el día que llegamos.

-¿Al lado de la sala? -los mellizos recuperaron el habla.

-No. No, no está al lado de la sala -dijo Shinichi convencido sacudiendo la cabeza de un lado a otro -Está en el pasillo que da a la otra casa.

El más viejo de los Kudō se cruzó de brazos clavando una mirada inexpresiva en ellos. Creía que seguían jugando o que se habían puesto de acuerdo en hacerle una novatada y lo veía creíble en los más pequeños, pero seguía siendo un comportamiento demasiado peculiar en su hijo mayor.

-Vengan conmigo -los invitó a seguirlos haciendo un gesto con la mano.

Se ayudaron entre sí a ponerse de pie y siguieron a su padre fuera de la sala, doblaron por el pasillo que la separaba la cocina y se plantó fuera de una puerta que abrió fácil girando la perilla.

El interior dejó a los cuatro hermanos en estado de desconcierto total.

La misma habitación se expandió ante sus ojos, con las mismas estanterías y distribución, incluso los libros estaban colocados en la misma posición, solo que esta vez se había transportado a través de la casa. De haber vivido esa situación por sí solo, Shinichi se hubiese cuestionado si realmente estaba divagando, pero al comprender que sus hermanos estaban igual de espantados que él le fue imposible pensar que hayan vivido el mismo desvarío.

Esa biblioteca nunca había existido, su padre nunca se las había enseñado y definitivamente había cambiado de lugar, no cabía duda. 

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Hallo gente bonita! :3 

¿Cómo están? ❤❤

Perdón por actualizar tan tarde, pero sabía que si no lo hacía ahora iba a pasar otra semana más :( 

Nada, ya saben, los estoy leyendo y cualquier duda, comentario o amenaza de muerte me la hacen saber 

Ah! y recuerden: No jueguen con lo desconocido 🤫

Abrazos 

;DD 

💛💚💖💙💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top