4. Coleccionista de muñecas
Shinichi sentía como había comenzado a sudar frío, temía darse la vuelta de golpe porque indiferente de lo desprevenido que aquella presencia lo había pillado, no se creía lo suficientemente capaz para mantener una compostura adecuada y sentía el deber de proteger a la dama que estaba junto a él.
Para su sorpresa, fue ella quien giró primero el cuerpo para darle cara al desconocido.
-¡Joven, Hattori! -chilló Ran relajando el gesto al no ver amenaza -¿Qué está haciendo aquí?
Pero el nombrado no dijo nada, pasó de ella y se concentró en Shinichi.
-¿Por qué estás aquí con ella? -le habló desafiante -¿No causaste suficiente alboroto hoy?
Shinichi no sabía que decir. Analizó al muchacho que tenía en frente y se atrevía a asegurar que tenía su misma edad. Entreabrió la boca para intentar formular alguna oración acorde a lo preguntado, pero otra vez Ran salió en su defensa.
-Él no tiene la culpa de lo que ocurrió -explicó con una seguridad envidiable.
-Aun así -volvió a acusarlo sin quitarle los ojos de encima empeñado en que le diera una explicación -Es un forastero. A penas ha pisado el lugar y su presencia ya alteró a la gente del pueblo.
-No pretendía ofender a nadie -se atrevió a hablar por fin -Mis hermanos y yo encontramos el cadáver por mera casualidad -el chico mantenía la misma actitud intimidante, pero hizo el esfuerzo de no flaquear-Hice lo que cualquier persona hubiese hecho. Y debo ayudar a mi padre a cumplir con su cometido.
Los otros dos parecían haber suavizado la tensión para observarlo con interés. Shinichi pensó que tal vez esas últimas palabras hayan estado de más. Su padre se lo había advertido y su instinto también se lo gritaba desde antes, tenía que ser precavido.
-No deberías soltar ese tipo de información. Mucho menos a un extraño -se rascó la mejilla con el dedo índice y cambió completamente su actitud defensiva a una más cercana. Lo siguiente que hizo fue presentarse -Mi nombre es Heiji Hattori, estamos del mismo lado, así que cuenta conmigo para lo que necesites.
Ran les sonrió a ambos sintiendo alivio de que el ambiente se hubiese relajado entre ellos dos.
-Su padre es el jefe de policía del pueblo -miró a Heiji y luego a Shinichi -Así que no tenga duda en que cooperará con el suyo.
-Ah -exclamó Shinichi estirándole la mano, a lo que el otro respondió dándole un amigable apretón –Muchas gracias por la aclaración. Yo soy Shinichi Kudō.
-Muy bien, Shinichi Kudō -soltó su mano y se dirigió a Ran -¿Y tú que haces aquí a estas horas? Si alguien te ve podrías meterte en problemas.
Ran agitó la mano en un gesto de restarle importancia.
-Nadie me vio.
-No me refería solo a eso -esclareció mirando de reojo a Kudō.
-¡Eh! -el calor subió a sus mejillas -¿Qué insinúa? ¡A penas la conozco! ¡Es más! -recordó -Ni si quiera me he presentado ¡Mucho menos podría faltarle el respeto!
Era uno de los momentos bochornosos que había vivido ¡Qué osadía! ¿Insinuaba que se aprovecharía de que estaban solos y pasarse de listo con ella? ¡Jamás podría!
-Mas te vale.
Advirtió con una mueca que demostraba no parecer estar bromeando.
-Yo...-habían logrado cohibir a Ran lo suficiente para querer irse de allí -Será mejor que me vaya -avisó a ambos y una vez más volvió a dirigirse a Shinichi -Espero que encuentre las respuestas que busca.
Le dedicó una última mirada parcialmente suplicante y retomó los pasos para resguardarse en su hogar, pero antes de poder retirarse por completo, el muchacho la detuvo.
-¡Espere! -agigantó las pisadas para alcanzarla. Esta vez no iba a dejarla ir. Se arriesgó a meterse en problemas con el otro joven. La confianza que emanaba entre ellos lo hacía pensar que era su prometido o algo similar. Y ante el llamado, ella se dio media vuelta con gesto confundido -No me he presentado correctamente.
Estaba nervioso, muy nervioso. Y mirarla no alivianaba su pudor, agradecía que apenas tenía visibilidad, ya que estaba seguro de que con la luz del día podría haber caído hechizado con el brillo de esos hermosos ojos y dejar en evidencia lo sonrojado que estaba.
-Shinichi Kudō -completó ella con una angelical sonrisa.
Al nombrado solo le quedó asentir sin demostrar demasiada expresión. Y Ran, así como se dignó a marcharse una vez, lo volvió a hacer, dejándolo de pie en mitad del camino junto con el croar de las ranas y el otro joven que acababa de conocer, que no le transmitía completa confianza.
-¿Qué tanto necesitas saber para qué te enviara a hablar con la desquiciada de Masumi? -se colocó a su lado con las manos escondidas en los bolsillos.
-¿Sabes dónde vive? -lo tuteó de vuelta.
-Puedo llevarte con ella si es lo que quieres -entendió su mensaje -Pero mañana. A esta hora hay demasiada gente rondando por esos sectores y no quiero líos.
Tenía intenciones de preguntarle el por qué ya que con la entonación que había dicho aquello le dio la impresión de que era algo exclusivo y también difícil de explicar en ese momento, así que no le quedó de otra que callar.
-¿Está muy lejos?
De todos modos, necesitaba saber, porque para su descontento, no olvidaba que estaba castigado. Y no iba a soltar ese tipo de información frente al otro, porque consideraba que ya estaba lo suficientemente mayor para ese tipo de cosas.
-Pasando el lado este del pueblo -dijo sin detener la caminata.
-¿Y quién es ella? -preguntó -¿Por qué debo buscarla?
-Bueno... -intentó sintetizar -Dicen que ella ve cosas...
-¿Cosas? -se preocupó -¿Qué clase de cosas?
-Cosas que solo ella recuerda, con mucho detalle. Claro que, como solo ella las recuerda no es fácil comprobar si realmente dice la verdad.
Volver pareció más corto que cuando salió. Shinichi miraba hacia todos lados sin bajar la guardia, temía que algún miembro de su familia lo viera y repasó en su cabeza cada paso que había dado para poder entrar sin hacer ruido. Y para su sorpresa, también se dio cuenta de que Heiji Hattori vivía a solo tres casas de la suya.
Se despidieron sin demasiado adorno prometiendo que cuando la noche se volviera día se reunirían para ir al encuentro de Masumi.
Shinichi ingresó por la parte trasera de la casa. Resultó victorioso al no hacer ningún ruido, se apresuró en meterse a la cama, con la culpa comiéndole los recovecos por haber desobedecido.
Ahora se sentía más confundido que antes. La información que llegó a él logró alterarlo emocionalmente, creando escenarios diversos y desastrosos. Y para peor, no podía comentarlo con nadie.
Se disculpó una y otra vez con Dios por lo que consideraba profano. Y así, arrodillado en la cama con las manos juntas, sus parpados se cerraron de a poco sin ser consciente de aquello.
Kaito despertó aturdido, casi como si hubiese muerto y luego revivido, no recordaba haberse quedado dormido, cosa que lo hizo sospechar. Se levantó tallándose los ojos con los dedos, obligándose a despertar por completo mientras arrastraba los pies hasta el primer piso.
En seguida se percató de que el resto de la familia ya se había levantado, de la sala se escuchaban los cotidianos canturreos de Ayumi al jugar con sus muñecas y apenas hizo acto de presencia su mirada se clavó en sus otros dos hermanos.
Shinichi estaba sentado a un lado de su melliza con la punta de la legua afuera esforzándose en no perder la concentración e intentando, sin mucho éxito, trenzarle el cabello a Aoko, quien reía con inocencia ante la torpeza de su hermano mayor.
-¿No que no ibas a hablarle nunca más? -refutó acercándose a ellos, sentándose en una silla y tomando el otro extremo del cabello de su hermana para demostrarle que él si sabía cómo hacerle una bonita trenza -¿Qué tipo de mierda tenía el té que me diste anoche?
-Kaito, cuida tu lengua cuando estés frente a Ayumi - pidió su madre dándole una sola mirada nada amigable, como advertencia.
-Nada -dijo sin abandonar su labor -Solo...unas hierbas relajantes, es todo. Estaba algo alterado por lo que sucedió ayer y necesitaba descansar.
-Y si era para ti ¿por qué lo bebió tu hermano? -preguntó Yūsaku sin apartar la vista de las hojas que tenía encima de su lado de la mesa.
Había utilizado un tono tan sugerente que Shinichi creyó por un momento que lo había pillado. Sus latidos incrementaron. La culpa inmediata que comenzó a roerle la cabeza por haber mentido por primera vez lo hizo sentir un miedo que nunca antes había sentido, como si le estuviesen picando por dentro para obligarlo a gritar la verdad.
Por fortuna, Kaito utilizó el sarcasmo ayudándolo a salir del paso.
-Seguramente ideó todo eso para hacerme caer dormido y así salir a hurtadillas -todos dejaron lo que estaban haciendo para mirarlo seriamente -Estoy bromeando -le tocó aclarar al instante.
Todos rodaron los ojos y retomaron lo de antes. A Kaito se le ocurrió mirar de reojo al mayor y podría haber caído en que algo en su rostro se había desmoronado, pero unos golpes en la puerta le impidieron hacerlo.
-Kaito, ve a abrir -pidió serio.
-No quiero -le respondió al mayor -Ve tú.
-Hijo, has lo que dice tu hermano -le pidió su padre.
Suspiró pesadamente y de mala gano tuvo que proceder a hacer lo que se le ordenó. Mientras caminaba hacia la entrada siguió escuchando las risitas tontas de Shinichi y Aoko burlándose de él.
Abrió la puerta con cara de pocos amigos y miró al visitante.
-Hola -lo saludó el muchacho de tez morena con una mano –Conseguí algo de información. Te cuento todo en el camino ¿puedes ir ahora a ver a Masumi?
Kaito elevó una ceja.
-Ehh si, claro... perdona. No sé quién eres.
Ahora Heiji torció un poco el rostro y lo miró con más atención, notando que se había confundido de persona. En su defensa, la similitud entre los dos era una cosa preocupante.
-Disculpa, te confundí con tu...hermano -supuso bien -¿Puedes llamarlo? Quiero hablar con él?
-¿Y tú quién eres? -no le gustaba para nada con la confianza con la que se estaba dirigiendo.
-Hattori, Heiji Hattori - aclaró presentándose a la vez.
Kaito volvió a mirarlo de arriba abajo con el ceño fruncido e intentando ser antipático.
-Bien, Heiji Hattori -lo tuteó con intención de molestarlo -Espera aquí.
Le cerró la puerta en la cara y Heiji lo oyó claramente gritar «"¡Oye, Shinichi! ¡Aquí hay un tipo con cara de idiota que te está buscando!"». La puerta volvió a abrirse y Kaito otra vez se dirigió con la misma actitud arrogante.
-Ya viene.
Hattori esperaba que el muchacho se marchara cuando Shinichi hizo acto de presencia, pero al parecer, el menor era más insoportable de lo que quería aparentar. Se quedó apoyado con los brazos cruzados en el marco de la puerta incluso cuando su hermano le pidió dos veces que los dejara a solas.
-¿Vamos? -preguntó Heiji aclarándose la garganta.
-S-sí -respondió algo nervioso y rogando por que el muchacho guardara silencio con respecto a lo ocurrido en la noche.
-¿A dónde vamos? -Kaito se invitó solo.
-Tú a ningún lado -le recordó usando un tono mandón -Te recuerdo que estás castigado.
-Y tú también.
Su intención de humillarlo frente al otro dio resultado, Shinichi pestañeó al suelo buscando como salir de ese apuro mientras Heiji arqueaba una ceja intentando entender la situación.
-¿Castigado? -preguntó sin creerselo y apuntando con el pulgar hacia su espalda -Si prefieres, puedo volver otro día.
-¡No! -pidió asustando a ambos por el grito que había pegado -Avisaré a mi padre -dijo pensando en una idea mejor -¿Quiere pasar?
Hattori se encogió de hombros aceptando la invitación siguiendo a Shinichi y sintiendo la mirada de Kaito clavarse como cuchillos en su espalda. Con disimulo observó la grandeza del lugar, la casa no era tan grande como la suya y sabía de sobra que sus pies estaban pisando la más grande del lugar.
-No te detengas -Kaito le dio un empujón bastante brusco logrando hacerle perder la concentración -Ya interrumpiste mi desayuno.
-Me disculpo por el desorden -Shinichi siguió caminando en dirección a la sala obviando al mal educado de su hermano -Nos acabamos de mudar y aún no tenemos todos los muebles -explicó con voz suave y reuniéndose por fin con el resto de la familia -Papá, él es Heiji Hattori, nuestro vecino.
Al mismo tiempo que Shinichi lo presentó, los otros cuatro clavaron los ojos en el muchacho dándole la bienvenida con una cálida sonrisa.
-¿Ya hiciste un amigo? -se alegró Chikage -Bienvenido, por favor acompáñanos.
-Buenos días -Heiji se presentó por su propia cuenta con una leve inclinación haciendo uso de los buenos modales que se le habían impartido durante toda su vida.
-¿Tú eres el hijo de Heizō Hattori? -dedujo Yūsaku invitándolo a tomar asiento.
-Así es -tomó lugar en la silla que estaba libre al lado izquierdo de la más pequeña de los Kudō.
-¿Y dónde se conocieron?
Kaito, por alguna razón que ni él mismo entendía estaba empeñado en incomodar a ese tal Heiji Hattori. Bueno, tal vez si se debía en gran parte a los celos que sentía de que un desconocido prestara interés en su hermano mayor.
-Bueno... -Shinichi miró a Heiji -E-en...
-En la plaza del pueblo -sintió que conectaron tan bien que se prestó para mentir, sintiendo poco remordimiento por eso -El primer día que llegaron.
Kaito entrecerró los ojos mirando a ambos, por motivos que ya tenía claros, no podía corroborar dicha información. Podría haber seguido insinuando cosas y molestando, pero las tripas le gruñeron con gran escándalo obligándolo a cubrir esa necesidad básica. El hambre que sentía lo aisló parcialmente del resto de la conversación y se apresuró en llenar su plato con pan y frutas.
-Tu padre me habló muy bien de ti. Me da gusto que tú y mi hijo puedan llevarse bien -fue realmente honesto con sus palabras.
-Muchas gracias -siguió con las cordialidades -Las pocas palabras que entablé con su hijo bastaron para congeniar con él. Es por eso que hoy vine a buscarlo, me gustaría poder enseñarle el pueblo.
-¿Puedo, papá? -preguntó con tanta inocencia que le dieron ganas de decirse que sí.
Se generó un pequeño intercambio de palabras entre Shinichi, Yūsaku y Chikage. Esta última intentaba influir positivamente en la respuesta de su esposo.
Por supuesto que Heiji no se entrometió en el asunto familiar y se le ocurrió observar las muñecas que Ayumi tenía encima de la mesa, a lo que ella aprovechó para sentar una en su regazo.
-Dice hola -habló con una sonrisa esperando que la saludara de vuelta.
-H-hola -fue seco. Tenía nula experiencia en tratar con niños pequeños.
-Es la más bonita que tengo -explicó con voz chillona -¿Piensas que es bonita?
Realmente Hattori no pensaba nada, solo era una simple muñeca, por lo cual iba a ignorar su pregunta, pero los ojos fulminantes que le puso Kaito le advirtieron que por su bien le siguiera el juego a su hermanita y que la respuesta tenía que ser positiva.
-Si que lo es -fingió una sonrisa.
-Está bien, pueden ir -decidió finalmente Yūsaku -Pero regresen temprano.
-Gracias, papá -Shinichi intentó disimular su entusiasmo, solo que sus ojos brillaron tanto que fue imposible no notarlo.
-¡¿Qué?! ¡Papá! ¡Eso es injusto! -Kaito no perdió la oportunidad para alegar -¿Por qué él puede salir?
Podrían haber seguido perdiendo el tiempo explicándole a Kaito el porqué de la decisión de su padre, pero fue como siempre, fue ignorado.
Shinichi debió haberse sentido triunfante al haber sido premiado con aquella salida, pero no estaba ni cerca de sentirse así.
A penas puso un pie fuera de casa recordó cómo había conseguido el permiso y un mal sabor en la boca lo perturbó. Era lo bastante consciente para saber que se trataba de un reflejo de la culpa por haber pecado, era la segunda vez en el día que había roto el octavo mandamiento.
Sentía lástima por su padre, su gesto lo conmovió tanto que le entraron unas ganas inmensas de abrazarlo. Por motivos personales no se atrevía a demostrarle afecto aun sabiendo que Yūsaku recibiría el gesto con gusto.
Se abofeteó mentalmente un par de veces para centrar su interés en preguntas acerca de la historia del pueblo y sus habitantes.
-Les encanta llenarse la boca hablando de lo pacifica que es la región, pero en el fondo todos tienen la cabeza inundada en creencias extraordinarias, cada una más abominable que la otra - explicó Hattori muy cerca del oído, por precaución -Se creen muy devotos y lo único que hacen es romper las leyes y faltar a la moral de la iglesia una y otra vez.
-¿Y usted que piensa de todas esas creencias?
Heiji se encogió levemente de hombros.
-Pienso que lo más importante es la evidencia. A mí nunca se me ha aparecido nada extraño -guardó silencio unos segundos para medir sus palabras -Aunque, no parece ser coincidencia lo que lleva ocurriendo en tu casa.
-Alguna explicación lógica tendrá -Shinichi volvió a concentrarse en la persona a la que iban a ver -¿Y su familia? ¿Quiénes son?
-Son comerciantes de frutas -explicó sin detener el ritmo -Toda su familia es algo extraña, pero ella está más demente que los otros. Sospecho que incluso ellos no la han enviado nunca a la escuela porque prefieren mantenerla alejada de los ojos públicos.
Esa información bastó para que Shinichi guardara silencio el resto del camino. Además de haberse instruido con respecto al pueblo, notó también en lo expresivos que eran los gestos faciales del chico que lo acompañaba, se dijo a sí mismo que a pesar de conocerlo hace apenas unas pocas horas, le agradaba que fuese tan honesto.
La vivienda de la tal Masumi quedaba exactamente dónde había dicho Heiji, se adentraron por la parte este del pueblo entre medio de las moradas humildes y mal cuidadas. El olor no era el mejor, la humedad y el tufo de los animales de granja estaba impregnado en la tierra. Shinichi temía que al volver a casa tuviese que quemar sus zapatos y pedir a su padre que le obsequiara un par nuevo.
De vez en cuando, uno que otro les echaba el ojo con atención, por lo que tenían que apurar el paso para no sentirse tan intimidados e intentar mezclarse con el resto de pueblerinos que se ocupaban de sus propios asuntos.
Subieron una pequeña loma para dar de frente con una casa mucho más grande que las demás. Era de color blanco y construida completamente de madera con una cantidad generosa de ventanas y una entrada ornamentada con un huerto de diversos árboles frutales.
-Déjame hablar a mi - pidió Heiji acercándose a la puerta -Y no te asustes. No nos hará daño...espero.
Shinichi tragó saliva, las breves descripciones y el ser testigo de lo peculiar que era la gente del pueblo lo estaba haciendo cuestionarse su visita. Quizá debía comenzar a buscar respuestas por otro lado.
-¿Y si mejor le hablamos a...
No pudo completar su frase, la puerta se abrió con estrépito y una joven de la misma edad que ellos les dio la bienvenida con una gigantesca sonrisa.
-Sabía que te volvería a ver -clavó sus ojos en Shinichi. Estaba maravillada.
Logró asustar al nombrado, quien inconscientemente dio un paso atrás por si se le ocurría jalarlo hacia dentro y este mismo hizo un análisis rápido para ver a la posible amenaza a la que se enfrentaba.
La muchacha tenía el cabello corto y algo despeinado, su atuendo consistía en unos pantalones bombachos de color vino, con un saco de unos tonos más claros del que colgaba un cinturón hecho de varias telas con diferentes y colores. Un ropaje demasiado llamativo si es que tenía que dar su juicio.
-Si, si -Heiji le bajó un poco los humos -Solo vinimos a hacerte unas preguntas.
-¿Me recuerdas? -ignoró al otro y ladeó el cuello volviendo a acortar la distancia entre ella y Shinichi sin pestañear -Por supuesto que no me recuerdas. Eras solo un bebé -se acercó aún más y lo olió por encima -¡Mírate! Ahora eres un chico de ciudad. Demasiado bien educado.
-¿Cómo? -se extrañó Shinichi sin entender -¿Nos conocemos?
-¡Así es! -agitó la cabeza sin borrar su sonrisa -¡Éramos vecinos! ¡Yo vivía justo frente a tu cabaña!
El tono que utilizó le transmitió su nostalgia, pero había algo que no terminaba de cuadrarle.
-Si eso fuera cierto -dudaba por completo de aquello -¿Cómo es que me recuerda? -hizo el visible alcance para que no se le pasara por la cabeza intentar tomarlo por tonto -Si es evidente que usted y yo tenemos la misma edad.
-¿Y eso que tiene que ver? -se rascó la parte de atrás de la cabeza -Yo recuerdo todo lo que veo.
Shinichi y Heiji se miraron con la misma mueca de que no estaban comprando su cuento.
-Bueno, lamento interrumpir su reencuentro -el moreno intentó ponerse serio -Pero hemos venido solo a hacerte unas pocas preguntas.
-¡Claro! ¡No hay problema! -se entusiasmó -¡Pasen!
Aunque hayan dicho «¡No!» al mismo tiempo, las manos de Masumi pasaron de estar apoyadas en sus caderas para sujetar un brazo de cada uno y jalarlos con una fuerza impresionante hacia dentro de la casa.
Si la joven ya era extravagante, el interior la dejaba pequeña.
Era un espacio amplio, pero no por eso limpio. Dos sillones malgastados estaban alineados en la pared, rodeados de ropa, polvo y basura por donde se mirarse. La mezcla de olor a variedades de té e incienso los mareó al instante.
Había muñecas confeccionadas con todo tipo de materiales, una muy distinta de la otra, esparcidas por todo el lugar ocupando áreas comunes, como mesas, sillas, muebles e incluso colgadas en el techo. La mayoría no eran bonitas, tenían el rostro sucio y le faltaban extremidades o trozos de ropa, lo peor era que parecían no quitar la mirada de encima de los visitantes incluso cuando cambiaban de ángulo.
Masumi los guío a lo que Shinichi supuso era la cocina porque había ollas y tazas sucias por todas partes, además de hierbas secas y trenzas de ajo colgadas en la pared y muchas cestas con frutas. Los obligó a tomar asiento al mismo tiempo que una voz masculina proveniente de la segunda planta se pronunció.
-¿Con quién hablas? -sonaba más preocupado que molesto.
-¡Con nadie! -gritó ella apuntando la cabeza hacia arriba para guiar su voz en esa dirección.
Heiji y Shinichi no dejaban de estudiar el lugar, buscando posibles peligros y la manera más rápida para poder huir. Ahora la chica les había ofrecido té, pero no esperó respuesta, le sirvió una taza humeante a cada uno volviendo a ensanchar una sonrisa esperando ansiosa a que bebieran.
-Escuche, es usted muy amable -comenzó a excusarse Shinichi de la manera más calmada que podía -Pero la verdad es que me dijeron que podía proporcionarme un poco de información.
-¿Información? -preguntó oliendo su propia taza de té.
Shinichi tomó aire sin saber bien como comenzar a narrar.
-Verá...Estoy viviendo en la casa donde ocurrió la tragedia de aquella familia -eso pareció capturar su interés -Y me gustaría saber que ocurrió realmente.
-Hmm -entrecerró los ojos -Pues, lo mismo que ocurrió con la familia anterior. Esa casa está maldita.
-Te lo dije -soltó Heiji atreviéndose a darle un sorbo a la taza. Hizo una mueca de asco, pero luego de saborear un poco más su expresión se relajó. No estaba tan asqueroso como olía -Son muy pocos los que se atreven a poner un pie ahí. Incluso los oficiales de mi padre y el magistrado se han negado rotundamente a investigar por cuenta propia. A mí me tienen prohibida la entrada. Hoy por primera vez pude ver su interior.
-¿Cómo incluso ustedes pueden creer en semejante tontería? -se extrañó con una mueca de desprecio.
-Porque no son tonterías -aseguró Masumi cambiando su semblante a uno mas serio –Dicen, que eso lleva ocurriendo por generaciones, que hay una especie de maldición lanzada, pero la historia siempre es diferente y nadie tiene claro el origen de todo eso.
-Entonces ¿no sabe nada con respecto a la familia anterior? -le fue imposible no decepcionarse.
-Su existencia no era muy relevante -contó lo poco que sabía -El padre de familia era médico, el mejor que Villa Beika ha tenido nunca y su familia no destacaba dentro de las otras con dinero. Nunca vi nada raro y recalcable en ellos.
Heiji suspiró con pesadez, era más que claro que su visita había sido una pérdida de tiempo.
-Esto no está funcionando -pegó un fuerte sorbo a su taza y le dio una palmada en el hombro a Shinichi -Venga, nos vamos. Gracias por el té, pero realmente no nos sirve.
-Oye, oye, tranquilo -Masumi infló las mejillas -No se vayan tan pronto. Y lamento no tener poderes para adivinar todo lo que quieren saber, no soy una bruja -se ensimismó tanto con la idea que su mente se iluminó -¡Eso es! Pueden ir a hablar con alguna de las muchachas de la secta.
-¡¿De la qué?! -gritaron los dos jóvenes al mismo tiempo.
-¡Shh! -Masumi se llevó el dedo índice a los labios pidiéndoles que no elevaran tanto la voz -No quiero que mi hermano los vea aquí, anoche volvió muy alterado.
-¿Cuál de los dos? -quiso saber Heiji ya que conocía de vista a ambos -¿El bobo que vende la fruta o el que se mete en peleas noche por medio?
-No lo hace a propósito -lo defendió confirmando que se trataba de ese último -Trabaja con esos hombres para poder hacer algo más de dinero. Desde que mamá se fue nos ha hecho mucha falta.
Apagó tanto su expresión que Shinichi reprendió a Hattori con la mirada.
-Lamento mucho su perdida -Shinichi mostró sus condolencias -Y espero no ser tan inoportuno, pero de casualidad ¿su hermano trabaja con un hombre de cabello gris?
Ella se tocó el mentón con los dedos haciendo memoria. Esos hombres iban muy pocas veces a su casa debido a que el mayor prefería mantenerlos alejados por su propia seguridad, pero más de una vez había visto a su hermano con un individuo de dicha descripción.
-Sí -asintió -Un hombre alto con mirada fría y que siempre anda con otros dos.
El pecho de Shinichi se agitó, la descripción calzaba perfectamente.
-Ese hombre, tiene algo que me pertenece -especificó -Un objeto.
-¿Era valioso? -el rostro de Masumi se iluminó.
-Sentimentalmente hablando, sí -aclaró con compostura.
-Acaso será ¿algo como esto? -rebuscó en el bolsillo derecho de su pantalón y sacó la cadena de plata con el relicario intacto.
El dueño del objeto se dejó guiar por sus impulsos, estiró las manos y abalanzó el pecho sobre la mesa generando un desastre al derramar las tazas de té reclamando victoriosamente lo que era suyo.
-¡¿Por qué lo tenías?! -le alivió tanto recuperarlo que no se dio cuenta de que la había tuteado.
-Mi hermano llegó con eso anoche -bajó demasiado la voz y mirando, por si acaso, hacia la puerta -Lo tomé mientras dormía, pensaba cambiarlo por algo en el mercado, pero si dices que no tiene valor y que además es tuyo...entonces te lo devuelvo.
-¡Gracias! -lo admiró feliz en su mano y se apresuró a colgárselo volviendo a sentirse protegido.
-Un momento -Heiji habló con tono de sospecha -¿Me pediste que te trajera aquí solo para recuperar ese relicario horrendo?
Shinichi se ofendió y notó incluso que la tristeza se hacía presente en su torrente, como se había recalcado hace un rato, agradecía que el chico fuese honesto, pero notaba que podía pasarse bastante de la raya. Así como Kaito, su extroversión los conducía a no medir demasiado el trato con los demás y se atribuían confianza que no existía.
-Muestra un poco de respeto -Masumi advirtió muy seria. Por la reacción que había tenido Shinichi, que contrastaba con el comportamiento que mostró desde que pisó la entrada de su casa se dio cuenta en seguida -Ese objeto perteneció a su madre.
No porque fuese tachada de demente por la manera que tenía de vivir significaba que no poseía un sentido agudo y Shinichi se dio cuenta en seguida de ello.
-De casualidad -sabía que era difícil, pero no perdía nada en preguntar -¿No tendrá su hermano también una muñeca?
-¿Una muñeca? -torció la boca sin entender -No. ¡Pero con gusto puedo confeccionarte una!
-T-tal vez otro día -respondió sabiendo que ese día no llegaría nunca. Él temía preguntar, no quería darse la oportunidad de abrir una herida que no existía, pero considerando la información que le salpicó en la cara la noche anterior, entendióe que no había vuelta atrás -Sé que no debería preguntar, pero... ¿Usted la recuerda? ¿A mi madre de sangre?
-Sí. Una mujer muy atractiva, su bello rostro siempre estaba conformado por una sonrisa afable. Recuerdo que siempre te traía muy bien arropado contra su pecho, incluso era difícil verte -le sonrió transmitiéndole confianza y se atrevió a tomar una de sus manos observando sus líneas, trazando con la yema de sus dedos por encima de ellas -Pero eres muy feliz con la familia que te dio tu padre -aseguró sin quitar la concentración de la palma de su mano -Hay mellizos en tu familia ¿No es así?
-Sí -respondió Hattori por él para que el par recordara que seguía allí -Él y su hermano.
-No -lo corrigió Shinichi escondiendo las manos debajo de la mesa y esperando que aquella información no la hubiese obtenido con solo mirar las líneas -Mi hermano Kaito y mi hermana Aoko son los que vienen juntos.
-Ohh. Ya veo -exclamó interesada en conocerlos.
-¿Y qué fue lo que le ocurrió?
-¿Tu padre no te lo dijo? -parecía algo insólito, sobre todo por la brutalidad del asunto. Vio a Shinichi negar con retraimiento -Tengo entendido de que corrió el rumor de que estaba siendo acusada de brujería y murió en un incendio... o seguramente la quemaron viva-hizo un ademán con la mano -Desconozco si la información es verídica, pero tienes que tener en cuenta de que este es un pueblo alejado de todo tipo de sociedad, el poco contacto con el mundo exterior les impide avanzar. Crean mezcolanzas de ideas formando controversias para hacer correr la ley para su propia conveniencia -bajó la voz por acto reflejo cuando escuchó los pasos en el piso de arriba -No deberías fiarte de la gente, si vas a buscar refugio, lo mejor será que cuides bien tus pasos y escojas bien en quien confiar. Y por, sobre todo, no cedas ante las pruebas que te serán servidas en bandeja en tu propia casa.
Ahí estaba esa advertencia otra vez, la misma que había oído salir de la boca de su padre y comenzaba a sacar sus propias conjeturas. Si existían impedimentos que frenaban el desarrollo de ese pueblo habiendo ya entrado al octavo siglo del milenio, era porque alguien estaba manejando eso para su propia conveniencia. Y aunque la idea parecía descabellada, no podía descartar que realmente una fuerza superior condujera a la gente a cometer ese tipo de insanidades.
-¿A qué se refiere con eso último?
-Como dije antes, nadie sabe que desencadena los hechos -se refirió a la supuesta maldición -Pero de lo que si estoy segura es que cada vez que la familia comienza a vivir sucesos extraños el pueblo también se altera y vive otro tipo de horrores. Plagas, asesinatos y pecados.
-Mencionaste anteriormente una secta -Hattori retrocedió la conversación para tragarse el temor y demostrar que a pesar de todo existía gente que ponía orden. -¿Está la administración pública al pendiente de eso?
-Solo sospechan -Masumi giró el rostro hacia él -Ya sabes que no suelen involucrarse demasiado en este sector -rodó los ojos recalcando lo que ya era sabido -Demasiado sucio, sobre todo más abajo.
-No puedo creerlo -Heiji comenzó a sudar frío -Están jugando con fuerzas que desconocen, tarde o temprano sus actitudes profanas los harán caer en desdicha.
-Es un ciclo interminable, joven Hattori -juntó las manos reposando su mentón en ellas -Debemos encontrar el origen para entender y usted y yo sabemos muy bien que para eso debemos aliarnos con personas que no nos gustan.
Heiji tragó saliva con fuerza al mismo tiempo que rumiaba las palabras de Masumi y oyó fuera de la cocina los pasos de alguien que hacia sonar los escalones de madera.
-Muchas gracias por tu hospitalidad -arrastró bruscamente la silla hacia atrás y tomó la muñeca de Shinichi para sacarlos de allí -Ahora, con tu permiso, nos vamos.
Ella los hizo salir a empujones por la puerta de atrás.
Sobraba decir que estaban agradecidos de haber salido ilesos. El golpe de aire fresco, por fin los hizo sentir alivio, incluso Shinichi valorizó el olor a tierra de granja y no a incienso fragante.
-Oye -Heiji le picó el omoplato con un dedo -Lamento lo de tu madre.
-Nunca pensé que papá me ocultaría algo así... Y que se involucraría con una mujer de esos calibres -estaba más devastado de lo que quería admitir y creía en que la verdad era un castigo por sus actos de rebeldía. Ahora temía que por sus venas corriera sangre impura.
Sacudió la cabeza de un lado a otro como si eso ayudara a deshacerse de lo que le molestaba.
-Volvamos -sugirió el moreno -Ha sido suficiente por hoy. Y debo hablar con mi padre para contarle lo otro.
Avanzaron en silencio a causa de lo desesperanzador que se veía el panorama. Las miradas de los pueblerinos volvieron a recaer sobre ellos, dos jovencitos bien vestidos era inusual y llamativo por esos sectores y más de alguno les pidió una moneda o algo para comer.
Heiji hizo el alcance de que evitaba a toda costa pisar ese lado del pueblo, que esta vez había sido una ocasión excepcional y que sobre todo no se involucraría con esa gente.
Doblaron varias veces hasta por fin dar con el centro del pueblo, caminaron con actitud casual oteando los diversos puestos con mercadería.
-Si quiere puede acompañarme hasta aquí. Ya sé cómo regresar a casa.
-¿Puedes dejar de tratarme con tanta formalidad? - pidió ya cansado. Entendía que era un chico de sociedad alta, pero no lo encontraba necesario, mucho menos cuando en el lugar donde vivían no utilizaban tan marcadas actitudes -Me pone incómodo...
Sus palabras quedaron flotando en el aire y él mismo sintió que flotaba con ellas. Era la primera vez que le ocurría, sus ojos se mandaban por sí solos, enfocando boquiabierto a una lustrosa y grácil joven de tez clara y ojos verdes que se encontraba comprando en una tienda de telas.
Shinichi notó al instante la razón del cambio brusco en el comportamiento de su amigo. Se despidió inclinando levemente su cuerpo hacia adelante agradeciéndole por todo lo que había hecho solo esa mañana por él y por supuesto que fue ignorado por este.
Heiji estaba ido, se perdió mirando a aquella hermosa damisela, dando pasos lentos y torpes hacia ella tomando valor para poder presentarse.
Cuando volvió a casa, sus hermanos lo llenaron de preguntas con respecto a su salida, hicieron el alcance también de lo mal que olía su ropa, burlándose de él abejorreándolo con que se había caído sobre estiércol de animal.
Lo dejaron en paz solo porque fue a encerrarse a tomar un baño y cambiarse, por fin, esa ropa pestilente. Y una vez que regresó a la sala sus padres volvieron a recordarle quien era y en lo que se basaba su existencia.
-Vamos a salir, debemos terminar de ver las cosas que nos hacen falta por la mudanza -informó Yūsaku, muy bien arreglado con el brazo enganchado a su esposa quien lucía igual de impecable -Shinichi, estas a cargo. Cuida de tus hermanos.
-Si, papá -contestó seco sabiendo que era la única respuesta que podía darle.
Cuando sus padres se marcharon, los cuatro se miraron esperando que alguno sugiriera alguna cosa que hacer. También se conformaban con que el incómodo silencio se rompiera con cualquier comentario tonto.
-¿Podemos jugar a algo? -preguntó Ayumi sujetando las manos de su hermano mayor, dando saltitos de alegría.
-¿A qué quieres jugar? -cansado, Shinichi respondió a su pregunta con otra.
-Afuera.
-No, Ayumi -suspiró sin ganas de romper sus ilusiones -No podemos salir ¿recuerdas?
-Exacto, pulga -Kaito se arrodilló para quedar a su altura -Nosotros no podemos salir, solo el favorito de papá puede hacerlo.
-¡Kaito, no le digas eso! -intervino Aoko poniéndose entre sus dos hermanos que ya estaban mirándose con rencor a punto de echar humos -Podemos jugar a muchas cosas aquí adentro.
-Tienes razón, Aoko -Shinichi se tragó el orgullo y sonrió para no alterar también a Ayumi.
-¿Qué sugieres? -se miró la punta de las uñas, esperando que la sugerencia de su melliza fuese de su agrado -Algo que nos entretenga a todos. Estoy aburrido de peinar muñecas.
-¡Juguemos al escondite!
La sugerencia de Ayumi dejó conforme a los otros tres. Nunca se era lo suficientemente grande para jugar a las escondidas.
-Mucho cuidado con romper algo -pidió el mayor sabiendo que era común que cada vez que jugaban a eso alguno se terminaba lastimando o quebrando algo por andar corriendo.
-¿No jugarás con nosotros? -se extrañó Kaito leyendo las intenciones de su hermano -¿O es que tienes algo más interesante que hacer?
En efecto, Shinichi no quería jugar, prefería sentarse a leer hasta que sus padres volvieran.
-Solo si tú eres el que cuenta -marcó sus términos.
-Bien -respondió Kaito fastidiado cubriéndose los ojos, apegándose a la pared y comenzando a contar en voz alta.
Los otros tres salieron en distintas direcciones buscando el mejor lugar por esconderse, sin saber que ese inocente juego los conduciría a despertar algo más que sus cinco sentidos. Las fuerzas peligrosas que descansaban en esas extensas paredes estaban a punto de volver a avivarse.
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OLA JENTE
Al fin me digné a actualizar esta kk
No tengo mucho que agregar más que se vienen cositas XD
Los tkm, tomen agua y si quieren comentar algo ya saben que siempre soy feliz de leerlos 🥰
Abrazos
;DD
💛💚💖💙💜
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