19. Secretos del bosque
Kaito arrancó a zancadas del lugar para reemplazar la imagen de su madre meciendo y ofreciendo su cuerpo a esos repulsivos hombres. Akako lo siguió sin pensarlo demasiado.
Hizo lo que más lo perturbaba para poder distraerse de sus pensamientos resientes. Abrir las tumbas y ver cadáveres. Tomó una de las palas que ocultaba entre las pocas ramas y arbustos que lograban mantenerse en el terreno y comenzó a cavar sin detenerse.
Akako se quedó al margen observando como Kaito sudaba y jadeaba al realizar la acción.
-Entonces -habló luego de un rato largo -¿Vas a contarme que buscas con tanto esmero?
Kaito se tomó unos segundos para respirar con la boca abierta y secarse las gotas de sudor que le corrían por la frente. Estaba tan molesto y dolido con su progenitora que entonó la verdad como si al revelarla la execración partiese el cuerpo de Chikage por la mitad.
-El tesoro de alguien que parecía el diablo -abrió la tapa del féretro e intruseó el cadáver como si fuese médico -Me dio la amistosa bienvenida al llegar a este pueblo laico -acomodó el costal de huesos al no encontrar nada relevante -No me ha dejado en paz desde entonces. Me atormenta en casa y de vez en cuando creo ver su sombra merodeando por aquí -su voz comenzó a sonar un poco más triste -Se mete en mis sueños de vez en cuando y ya tomó control de mi hermana menor.
Akako se quedó estupefacta al notar que el muchacho no le estaba mintiendo.
-¿Hiciste un pacto fáustico?
-No creo que sea la mejor definición -recordó como el demonio lo obligó a trabajar para él -No me dejó demasiada opción.
-¿Cómo era? -preguntó ella con interés -¿Usaba un sombrero de copa negro o tarareaba?
-¿Cómo lo sabes? -más interrogantes se agregaban como ingredientes al caldero -¿Lo has visto?
-Nunca, para mi mala fortuna, pero puedo contarte acerca de él.
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Al concluir la leyenda que relató Akako a Kaito, calculó que ya era demasiada información y tiempo de regresar a su hogar.
-Ten cuidado al volver a casa -advirtió Akako con actitud seria -A estas horas por el sendero que tomas sale un caballo negro y salvaje que te persigue hasta pisotearte -alzó una ceja y una parte de la boca.
-No quieras asustarme -Kaito se hizo el valiente -Nunca me ha salido nada.
-Has tenido suerte -dijo ella divertida dándose la vuelta para seguir su propio camino, dejándolo solo.
Por descontado, Kaito no dejó de darle vueltas al comentario del caballo fantasma que se aparecía a los deambulantes nocturnos. "Maldita Akako", pensó acelerando el paso y atormentarse al sentir temor por cualquier ráfaga de viento o ruido que interceptaba la noche.
A Shinichi le extraño que después de tanto tiempo con conductas poco propias, su padre volviera tan inquieto a casa. Lo vio pasearse por las estancias de ambos pisos, recolectando sus documentos y omitiendo respuestas a todas las preguntas que su hijo mayor inquietaban.
-¿Cómo sigue Ayumi? -preguntó por fin ordenando los papeles sobre la mesa -¿Y tu madre?
-Hace un rato tuvo un subidón de ánimo y salió un con su amiga Shiho -vio la mirada crítica que Yūsaku le echó por encima del hombro -No pude retenerla, sabes como se pone -por suerte no le sacó en cara la poca autoridad que tenía sobre la niña -Y mamá...salió. No me dijo a donde iba.
A pesar de que se había acostumbrado a un padre un poco más apagado y distraído, se alegró de tener al viejo Yūsaku de vuelta. Entendía que no sería permanente, por lo que tendría que actuar ya.
Ser testigo de que Kaito cedió a la petición de Akako le hizo ver que existía una oportunidad de que el menor se enamorara de ella, lo que significaba que, si lograba ganar ventaja, tendría el camino libre para tomar las riendas de su propio futuro de una vez por todas.
-Papá -lo nombró con voz mansa -Me gustaría hablarle acerca de algo importante.
El señor Kudō desvió la mirada de sus asuntos para concentrarse en su primogénito. Sin embargo, la oportunidad fue robada cuando los demás niños comenzaron a caer como goterones.
Primero llegó Aoko con la respiración agitada al haberse pasado un poco de la hora de llegada, se acomodó con prontitud el cabello despeinado creyendo que nadie lo notaría.
En seguida los pequeños pacitos de Ayumi corearon en la sala, seguidos, por último, por los de Kaito que venía con el rostro enfermo y el cuerpo temblando como si algo lo hubiese perseguido.
-¡La pesquisa fructificó! -informó a sus hijos sabiendo que estaban igual de interesado que él -Esta tarde, se nos autorizó ir al cementerio a desenterrar el último testamento del que podría ser el primer dueño de esta casa -observó cómo los ojos de Shinichi brillaron entusiasmados -Y al peritar el terreno reparé en que muchas de las tumbas tenían la tierra removida -siguió relatando cegado por la información que poseía -Y al abrir un par de ellas mis sospechas quedaron confirmadas.
-¿Sospechas que alguien ha estado desenterrando a los muertos? -preguntó Shinichi haciendo sus propias teorías de por qué alguien necesitaría hacer eso. Y las sospechas cayeron en ciertos personajes del lado este del pueblo.
-Verdaderamente, hijo -respondió con intelecto -Hay alguien que ha estado saqueando las tumbas por alguna curiosa razón.
Un fuerte trueno despedazó el cielo para que la lluvia comenzara a descender.
Nadie gritó, nadie movió un músculo o exteriorizó sonido alguno. El silencio se prolongó por la estancia.
Un escalofrío horrible descendió por su espalda. Shinichi miró con sospecha a sus hermanos, esos seis ojos que conocía de memoria los acusaban, los tres tenían tierra encima, Kaito en los zapatos, Aoko en las rodillas y Ayumi en las manos.
No le quedaron más dudas y no descansaría hasta llegar a la verdad definitiva:
Uno de los tres era el saqueador de tumbas.
Kaito, una vez más fue encontrar a Aoko a la entrada del bosque.
Ella tenía que sentirse muy enamorada para adentrarse en el arbolado más que prohibido para los cuatro hermanos.
La conversación acerca de su relación había tenido cavidad varias veces en esos últimos meses. Y dados los últimos acontecimientos, Aoko llegó a la conclusión que al caer en tentación y desobedecer las leyes divinas Ayumi se había puesto tan mal, pero la brújula moral de Kaito apuntaba directamente su pecho, reconociendo de sobra que la culpa era en realidad suya.
-Deberías dejar de tener estos encuentros amorosos antes de que alguien comience a sospechar -le advirtió con cariño -Hay más ojos de los que crees.
-Tengo que contarte algo -Aoko se mordió el labio buscando la mejor manera de explicarle cierta situación a su hermano -Por favor no te enojes. Fui distraída, lo sé, pero logré salir de la situación.
-Bueno, dime ya -comenzó a impacientarse al ver que la otra seguía caminando sin decirle nada.
-Shinichi me vio el anillo.
Kaito detuvo sus pasos y miró a su hermana con asombro. No estaba seguro de querer saber la reacción del mayor, pero decidió preguntar de todos modos.
-¿Y qué te dijo?
-Él...se alegró mucho por mí.
Los mellizos compartieron una mirada jurídica, profunda, de aquellas que tenían solo cuando ocurría algo que comprometiera los sentimientos más profundos de ambos. Una alineación de planetas brillantes, no había necesidad de compartir voz, su conexión plasmaba las palabras en la mente del otro sin necesidad de abrir la boca.
-Aoko, por favor... -le rogó como pocas veces en la vida -Tengo miedo de que un día de estos alguien te descubra y nunca más pueda volver a verte.
-¿Y que hay de ti? -respondió de la misma manera intentando controlar sus emociones -Tú también tienes la nariz metida en terreno peligroso.
-¡No es lo mismo!
-¡Entonces no me importa lo que tu opines! -se cruzó de brazos sorbiéndose la nariz -No puedes tirar la primera, la segunda ni la tercera piedra en tu posición -se arrepintió en seguida de haber dicho eso. Por supuesto que le importaba la opinión de la persona que más amaba en el mundo -Sabes que no me gusta discutir contigo.
-A mi tampoco -admitió con el alma adolorida. Suspiró decidiendo dejar la discusión de lado. Aoko tenía razón, no estaba en posición de juzgar las acciones de su hermana, después de todo, lo que hacía su melliza no era ni la mitad de grave comparado con lo que hacía él.
-Volvamos a casa. Papá insiste en contarnos una noticia importante.
Se tomaron de la mano como solían hacerlo desde que tenían memoria y regresaron en silencio a su hogar.
Nadie tuvo que decir nada para saber que ese almuerzo iba a ser muy especial. La comida estaba muy bien servida y la mesa adornada con flores frescas que Chikage y Ayumi habían cortado del jardín esa misma mañana.
Yūsaku estaba feliz, como hacia tiempo que no sentía esa plenitud y satisfacción. En gran parte se debía al retomar sus actividades como investigador y volver a sentirse útil y como el hombre sagaz que siempre iba un paso delante de los demás.
Y por el otro lado, estaba la conversación que había tenido con Shinichi la noche anterior.
Casi parecían la familia que solían se.
Chikage sonreía a sus cuatro hijos y esposo sintiéndose satisfecha de su rol. Shinichi tenía una postura erguida y segura de si mismo, Kaito y Aoko se estaban comportando de manera adecuada sin interrumpir su dinámica de siempre. Y Ayumi comía tranquila jugando a ratos con dos de sus muñecas.
-Entonces, querido -Chikage hizo una pausa en su plato y se limpió la boca con una servilleta -¿Qué noticia sobresaliente nos tienes para el día de hoy?
Kaito tosió ante el comentario de su madre y bebió agua para pasar ese trago amargo que le provocaba su voz y actitud hipócrita. La amaba, incluso más que a su padre, pero el daño causado no se regeneraría de un día para otro.
-Anoche, nuestro retoño mayor me sorprendió con la noticia más alegre que se le puede brindar a un padre. Estoy muy orgulloso de ti, hijo -sonrió para todos y se concentró en Shinichi. Se tomó a propósito su tiempo para revelar las siguientes palabras -Shinichi va a proponerle matrimonio a la joven Ran Mōri.
Los cubiertos de plata de Aoko golpearon estruendosamente la mesa de caoba. Angustiada, giró la cabeza para observar la reacción de su mellizo.
Kaito no tenía expresión alguna y por primera vez no era a propósito. Muy al contrario, su cara no lograba gesticular ningún tipo de gesto debido a la impresión.
Traicionado y herido era poco definir para cómo se sentía por dentro, justo cuando creyó haber logrado su objetivo, Shinichi le devolvió el golpe de la manera más cruel posible.
Como las expresiones no fueron las esperadas, el señor Kudō decidió ponerles presión.
-¿Ninguno va a felicitar a su hermano?
Shinichi enderezó con exageración la espalda en la silla con actitud vanidosa, haciendo cuenta de que no le importaba la aprobación de ninguno en la mesa.
-Felicidades, hijo -Chikage fue la primera en felicitarlo con una sonrisa sincera.
-Fe-felicidades, Shinichi -fue lo único que dijo Aoko escondiendo las manos temblorosas debajo de la mesa, sujetando, al paso, la mano de su mellizo.
Kaito clavó los ojos en los del mayor con intención de incomodarlo, cosa que Shinichi notó y pestañeó para disimular.
-Eso es... -la lengua ponzoñosa de Kaito no quería darle tregua -Impresionante, Shinichi. Felicidades...
-Gracias -respondió el nombrado de manera monótona y optó concentrarse en su hermanita menor -¿Y tú Ayumi? ¿Estás feliz por mí? -con ternura, esbozó una media sonrisa.
Ayumi miraba fijamente y sin pestañear una de sus muñecas. La familia la observó esperanzada de que la pequeña alivianara un poco el ambiente tenso.
-Bastardo... -susurró muy por lo bajo. Y al darse cuenta de que sus padres y hermanos la habían oído, sintió poder para volver a escupir esas palabras por su boca con una entonación más alta y un acento grave que no le pertenecía a ella -¡Niño infame nacido de la vulva de esa zorra!
Lanzó con brusquedad descomunal la muñeca al plato de sopa de Shinichi salpicándole la ropa y dejando a la familia Kudō en un estado de turbación límite.
La niña dejó en libertad un grito que sacudió hasta el flanco no permitido de la mansión.
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Tarde y corto, pero no quiero saturar de información porque siento que puede ser algo confuso.
Hallo!!! ¿Cómo están? Ya echaba de menos actualizar 🥰
EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO VA A MORIR ALGUIEN!!! :00000
A quién adivine le debo una galleta 🍪
(cualquier error por favor haganmelo saber)
Abrazos
;DD
💙💜💖💚💛
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