18. Recoveco de brujas
Después de la calma, la inexorable culpa se hizo presente.
Al pasar los minutos de aquella intensa liberación de endorfinas, Kaito cayó dormido con un brazo aferrado sobre la cintura de su hermano. Shinichi al permanecer en compañía del coro de sus ronquidos y del agua cayendo por las ventanas, poco a poco comenzó a tomar peso de la situación.
El relajo provocado por la satisfacción física también luchaba contra sus párpados para conducirlo al mundo del sueño, pero él quería mantenerse despierto un poco más.
Miró a Kaito, el menor dormía plácidamente con la boca ligeramente entreabierta en una posición que evidenciaba las ganas de no querer separarse de su lado.
-Perdóname... -liberó en un inaudible susurro. Comenzando sentirse nauseabundo y controlando las ganas de vomitar, susurró -por favor perdóname.
Shinichi se cubrió los ojos con la palma de la mano. No sabía a quien se estaba dirigiendo, si las disculpas eran para Kaito o Dios.
O quizás...para sí mismo al reconocer que la mayor parte de haber caído en tentación y acceder a realizar tales actos corrompidos fueron provocados al sentir la cercanía del cuerpo mojado de Ran.
Una rebosante exclamación de sorpresa por parte de Kaito despertó a Shinichi.
-¡¿Qué ocurre?!
-¡Algo me caminó por el pie! -estaba espantado, tiró la ropa de cama hacia atrás llevándose una segunda sorpresa al ver que estaba desnudo.
-Ponte un pantalón -ordenó asqueado no por verlo sin ropa, sino porque tres cucarachas habían elegido el interior de la cama como parte de su territorio.
Kaito se apresuró en vestir nuevamente su ropa. Si su grito atraía a cualquier habitante de la casa y lo encontraba en ese aspecto sería muy complicado inventar una excusa creíble.
Shinichi intentó aplastarlas con un zapato y vio como una logró huir hacia un rincón de la habitación. Cuando siguió sus diminutos pasos descubrió no solo un nido de cucarachas; el cuarto de su hermano también alojaba uno de arañas venenosas.
El viento soplaba áspero esa mañana, ambos tuvieron que abrigarse más de lo normal para bajar a desayunar una vez que acabaron con la tarea de eliminar hasta la última alimaña no grata.
-Kaito. Ninguna palabra de esto a nadie. Ni siquiera a Aoko -advirtió Shinichi abriendo de par en par las ventanas de la habitación creyendo que de esa forma todas las energías atascadas de aquel encuentro íntimo se ventilarían con el resto de ácaros.
Kaito logró curvar una pequeña sonrisa, había apostado sus mejores piezas y había ganado.
Sintiéndose victorioso dio pasos suaves hacia la ventana para no asustarlo tanto y lo acorraló apoyando ambas palmas en el marco dejándolo encerrado entre sus brazos.
-Puedes venir a pasar la noche conmigo las veces que quieras.
-¡Para! -utilizó un severo tono de advertencia que arrancó un pequeño salto al menor -Lo de anoche fue una insania, un pecado imperdonable. No volveré a amparar esta locura.
-Repites eso una y otra vez, pero siempre terminas cediendo -remató con la verdad -Incluso ahora.
Tal como se lo hizo ver, Shinichi no se movió ni un milímetro de la posición en la que estaban. Una distancia tan corta podía volver a encender esa llama natural en ellos que despertaba cada vez con menos vergüenza.
Fue cuando Kaito intentó volver a unir sus labios que la puerta principal de la casa fue golpeada suavemente unas tres veces. Ambos se separaron y miraron hacia abajo para ver quien llamaba.
-Vine a ver como sigue Ayumi -saludó la pequeña Shiho a Yūsaku, quien por supuesto la dejó pasar.
◈◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◈◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◈
Para el desayuno se sentaron bien apartados el uno del otro, más que nada por decisión de Shinichi.
Ayumi no se encontraba mucho mejor, tenía solo la fuerza necesaria para mantenerse de pie y comer porciones diminutas a un ritmo demasiado lento para alguien sano. El único consuelo era que aquella enajenación pasajera que venía de repente no mostraba indicios de querer volver a presentarse.
A pesar de todo, la familia y la pequeña invitada compartieron una grata mañana rodeando una abundante mesa de infusiones calientes, huevos de pato y queso fresco, rememorando la buena situación que todavía poseían. Después de todo poseer bienes de manera honrada no era pecado.
-Aoko -Shinichi nombró a su hermana clavando la vista en su delicada mano derecha y se atrevió a preguntar aprovechando que el resto no les prestaba atención -¿Y ese anillo?
Horrorizada, al percatarse de que se lo había dejado puesto, se cubrió rápido la joya con la otra mano para intentar disimular un poco.
-Es...Esto... -su hermano mayor, sentado a su lado derecho la había pillado desprevenida y avergonzada respondió -Un regalo.
Shinichi rodeó con delicadeza la muñeca de Aoko y la elevó para mirar con más detalle el anillo que adornaba el dedo anular de su hermana. Se trataba de un anillo plateado con una pequeña piedra azul incrustada en el centro.
Sorprendentemente para los dos, el buen humor que Shinichi llevaba esa mañana jugó a favor de ella. Le sonrió con ternura y completa complicidad.
-Me alegra que las cosas entre tú y el joven Hakuba estén avanzando tan bien -volvió a elevar la comisura de los labios demostrándole que contaba con él -Espero que pronto puedas ser aún más feliz.
Al no esperarse esa calidez otorgada por Shinichi, se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Gracias... Shinichi -intentó tragarse la emoción -Me gustaría que no lo comentes con nuestros padres o Ayumi por el momento -Kaito, por supuesto que había sido el primero en enterarse -¿Puedes?
-Claro -miró por última vez el anillo y sonrió a su hermana compartiendo parte de su dicha -Ni una palabra respecto a tu pronto matrimonio.
Kaito se puso a hacer malabares con las naranjas para llamar la atención de su melliza y robarle una risita boba. Shinichi rodó los ojos y volvió a concentrarse en su plato. Mientras Aoko estuviese presente en el mismo espacio que Kaito, el mayor nunca tendría prioridad para los ojos de este último.
-Tengo buenas noticias -anunció Yūsaku para los presentes -La investigación parece andar por buen camino.
-¿Lo de la muerte de la familia anterior? -preguntó Shinichi con las ansias que tanto recalcaban en su carácter -¿O lo de la joven Toyama?
-Ambas -confirmó el señor Kudō con agudeza -Ya que hoy en la tarde confirmaré la teoría de que ambos casos van de la mano.
-¡¿Puedo ir contigo, papá?!
Yūsaku no alcanzó a responderle a su hijo mayor debido a la resonante interrupción de Ayumi al expulsar espasmódicamente el poco contenido de su estómago. La niña arrojó con grandes arcadas el vómito amarillento sobre los platos que tenía más cerca de la mesa.
-No pasa nada, cariño -la tranquilizó Chikage ayudándola a limpiarse la boca con una servilleta -Volvamos a la cama, necesitas descansar.
El silencio se prolongó el poco tiempo que a ambas les tomó retirarse de la mesa.
-Me saltó en el cabello -se lamentó Aoko con ojos vidriosos ante tal repulsión para ella.
-Huele horrible -Kaito se tapó la boca y la nariz con ambas manos.
-¡Es cierto! -volvió a chillar Aoko al coincidir con su hermano -¡Papá que alguien lo limpie o voy a vomitar yo también! – se levantó de la silla para ir a enjuagar su cabello antes deimpregnarse mas con el olor ácido.
-¡No puede ser! ¡Qué asqueroso se ve! -Kaito salió corriendo detrás de Aoko.
-Hijo -se dirigió Yūsaku al único descendiente que le quedaba en la mesa -Por favor limpia este desastre -pidió sin permitir una respuesta negativa a cambio -Iré a ver como sigue tu hermana.
Shinichi admiró derrotado como la tarea se le encomendó sin derecho a protesta. Se arrepintió de no haber sido más rápido.
Observó con una mueca de asco los restos viscosos de comida nadando en los platos a medio terminar. Shiho lo tomó por sorpresa al extenderle un par de servilletas limpias y paños húmedos que había ido a buscar a la cocina.
-Te vi -expuso ella de repente.
-¿Qué? -giró el cuello para verla mejor a sus espaldas y mantener el ritmo de su labor.
-Te vi -repitió con su vocecita inocente -A ti y a tu hermano a ardiendo de pasión en la ventana.
Recibió a cambio unos ojos muy abiertos y el sonido de un plato roto al estrellarse contra el suelo. Sentirse aventajada en posición, contribuyó en regresarle el mal rato que la había hecho pasar la noche anterior.
-A puesto a que ya han fornicado y manoseado muchas veces por debajo de la mesa para estimularse los genitales.
Esa pequeña peste pensó Shinichi horrorizado por las violentas palabras en la boca de la niña. Y él que pensaba que el gesto amable que ella había tenido con él hace breves minutos era para hacer las paces.
Un paso en falso y su atalaya de secretos comenzaría a desmoronarse.
Caída la tarde, en el horario exacto en que el matrimonio no se encontraba presente en la morada, una visita poco común decidió aparecer con insistentes golpes en la puerta.
Como los mellizos no se molestaron en mover un músculo de sus actividades mundanas, Shinichi, otra vez tuvo que actuar como maestresala.
-¡Un momento! -anunció intentando mantener la compostura. La persistencia de la persona al llamar a la casa no fue de su completo agrado -Buenas tardes.
-No eres el hermano que busco -dijo ella con actitud altiva fijandose en las marcas de uñas en la bonita cara de Shinichi.
El encanto vanidoso de Akako se sintió como una embestida para Shinichi, prefirió no abrir en seguida la boca para no balbucear y dejar en evidencia que había logrado intimidarlo.
-¿Y a quién busca?
-A Kaito -sonrió y apartó a Shinichi para entrar atropelladamente hacia la sala observando a su alrededor.
Akako tomó nota mental de cada detalle que le pareció relevante y tomó asiento en uno de los lujosos sofás deleitando altivez y mermando importancia a la elevada posibilidad de ganarse como enemigo al hermano mayor de quien aseguraba se convertiría en su marido.
-Shiho está arriba con mi hermanita -comentó por si era de importancia para ella -¿Le doy aviso de su presencia?
-No te molestes -respondió -No tengo interés en lo que hace o no mi hermana.
Shinichi la dejó esperando un momento para ir a buscarlo. Junto a Aoko, Kaito estaba vigilando de lejos el juego y la fiebre de Ayumi cuando se le dio aviso de la visita de Akako.
-Ve -lo animó su melliza -Yo me quedo con Ayumi.
Ambos regresaron en silencio a la sala donde Akako seguía en la misma posición de antes.
-¿Me invitas a pasear por el pueblo? -se levantó animada sacudiéndose el vestido escarlata con bellísimos detalles dorados.
-No me apetece. Prefiero que te marches.
Ella sonrió de manera genuina ante la imprevista réplica.
-No dejas de ser una criatura encantadora.
Incómodo por la tensión entre ambos, Shinichi optó por apartarse un poco y mirar con interés las posesiones que ya conocía de memoria en la casa. Tuvo suerte de encontrarse por encima de los muebles con los papeles bien redactados de su padre.
-¿Es que acaso no te quedó claro la última vez? -preguntó de la manera más tosca posible -Tu ayuda no es requerida.
Intentó no hablar más alto de su tono natural aun cuando la joven alteraba considerablemente su buen genio. Aquella noche cuando ella lo descubrió profanando las tumbas se mantuvo sereno y con tácticas ingeniosas logró evadirla, pero ella insistía en averiguar que tramaba.
-¡Qué lástima! -fingió lamentarse arqueando los labios hacia abajo -Tendré que dar anuncio acerca de tus actividades nocturnas. Y que mejor que comenzar con tu hermano.
-¡No se te ocurra! -la sujetó fuerte del brazo enterrándole los dedos. Sin duda dejaría marcas -Si sale una palabra de tu boca te acusaré de brujería para que te quemen en la hoguera.
-Entonces ven conmigo -insistió ella -Te prometo que te mueres de ganas de ver lo que tengo que enseñarte -elevó el pronunciado busto logrando que Kaito bajase la vista.
No tenía demasiada alternativa, era ir con ella o seguir intercambiando pullas y ser descubierto. Se arriesgó a tomar la decisión.
-Hermano -lo llamó -Le concederé el deseo a la señorita -hizo un énfasis sospechoso en esa última palabra -Volveré en un rato.
Shinichi lo miró de arriba debajo de brazos cruzados, no le agradaba la idea de dejarlo ir justo cuando la luz del día se desvanecía y la nieve comenzaba a caer, pero, por otra parte, podría ser la oportunidad que estaba buscando. Si los evidentes encantos de Akako surgían efecto en el menor, podrían olvidarse por completo de esa psicosis que lo poseía.
Se libraría de él de una vez por todas.
-Está bien -hizo contacto visual atragantándose con las ganas que tenía de advertirle que se comportara y midiera sus actos, pero mientras menos lo avergonzara frente a la joven, mejor.
◈◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◈◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◦◈
El cuervo, la antítesis de la paloma blanca, portador de la peste y asociado a satanás eran los animales que más abundaban (después de las ratas) en el lado este del pueblo, justo después de dejar atrás las viviendas más menesterosas.
-¿Qué celebran? ¿una misa negra? -preguntó Kaito mirando la gran estructura de dos pisos. Le llamaba mucho la atención el ruido y las luces encarnadas que vegetaban el interior.
-El libertinaje y la lujuria -respondió Akako de manera natural acomodándole una capucha para evitar que alguien más lo reconociera.
-Lo sabía, eres una ramera.
La joven exhibió la risa estereotipada que poseía y abrió la puerta para invitar a Kaito a ese mundillo.
Vulgar, fue el primer concepto que encabezó los pensamientos del muchacho al pisar el lugar.
Música alegre, un pequeño bar plagado de copas con contenido alcohólico esparcidas por cada superficie del interior. La alfombras y el papel tapiz eran del mismo tono del vestido que llevaba puesto Akako. En cada esquina cómodos asientos ocupados por hombres envueltos en humo de tabaco y llamativas mujeres.
Kaito lo sabía, allí se realizaban tratos sexuales a cambio de bienes. Dinero, lo más seguro.
-¿Para que me has traído aquí? -tragó saliva mirando a un punto fijo en la pared.
-Para que seas testigo de una cosa.
Lo tomó de la muñeca y lo obligó a seguirle el ritmo por el atochado vestíbulo.
Y entonces la vieron, la famosa Bruja de las mil caras, la madame que regía la casona se paseaba con elegancia luciendo sus joyas y su pomposo cabello rubio platinado por los corredores del segundo piso asegurándose que todo estuviese funcionando en orden.
Las prostitutas al reparar en carne joven se lanzaban hacia él como moscas tóxicas intentando seducirlo. Kaito admitía que todo eso era demasiado provocativo y las hormonas de su tierna edad aleteaban descontroladas en su interior. Más la explicitud era tan brusca, que cualquier indicio de excitación se extinguía pronto.
Akako se detuvo en la entrada de un salón donde un grupo de damas con poca ropa danzaban con movimientos atrayentes meciendo las caderas y los brazos a los grupos de hombres que las observaban hipnotizados desde las mesas más cercanas con naipes y juegos de mesa entre los dedos.
Su corazón dio un vuelvo al reconocer a una de las bailarinas.
Consternado, se balanceó hacia la pared más cercana para apoyar las manos y seguir manteniendo el equilibrio.
Ahora entendía porque los hombres y mujeres fueron condenados al mundo terrenal palpando día a día lo malvado y lo pagano. Los seres humanos estaban condenados a seguir robando los frutos prohibidos de los árboles del Edén.
-¡No! -exclamó por lo bajo al no creerse lo que veía. Sentía que ya no tenía el dominio de respirar, no podía ser posible, algo le estaba jugando una muy mala pasada ¡Sus ojos lo engañaban!
-Te lo dije -Akako se plantó a su lado mudando su naturaleza a una más suave -Tenías que verlo con tus propios ojos o jamás me creerías.
-¿Hace cuánto? -si no dominaba sus emociones comenzaría a hiperventilar.
No le importaba que muchos e incluso la iglesia lo considerase un mal menor. Verla a ella participando de esos actos denigrantes cambiaba por completo su perspectiva
-¿Hace cuánto tiempo que mi madre viene a este lugar?
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Holissssss
¿Cómo están? 🥰
¿Se lo esperaban? ¿Hay dudas? ¿Insultos? ¿Algo? ok no
Oigaaaan quería agradecerles sus saludos de cumpleaños 💖😭🥺!!!! Mi día se volvió el doble de especial con sus palabras tan bonitas 💖
Este mes fue algo caótico para mi, pero espero retomar las actualizaciones una vez por semana o cada diez días como suelo hacerlo.
Abrazos
;DD
💛💚💖💜💙
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top