17. Aguas lascivias
❁ Advertencia: hay escenas de tocaciones
-¡Ayumi! -rogó Shinichi sujetándole las delgadas muñecas. Era físicamente imposible que tuviese una fuerza superior a la de él -¡Detente! ¡En nombre de Dios te exijo que te detengas ahora mismo!
Fue como si a ella le hubiese caído un balde de agua fría y una herida desconocida se abriera ante ella. Mutó su enfado y los ojos se le llenaron de lágrimas al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
-¡Hermano, perdóname! ¡Yo no quería!
Con la fatiga viva se lanzó a su pecho sin contener el llanto.
Shinichi tardó en recibir el gesto y la rodeó con sus brazos para darle consuelo. Ayumi temblaba de miedo, el malestar acabó con ella y que terminó desmayándose con un poco de fiebre.
-Hay que llevarla a la cama -dijo Shiho.
El sabio y patente consejo fue ejecutado sin objeción.
Esta vez, sin más dificultades de por medio, los cinco participantes de la aventura del terror dejaron atrás la galería borrascosa.
Shinichi a la cabeza con Ayumi en brazos se tragaba los temblores espontáneos para evitar que la niña se le cayera al suelo, Aoko, todavía algo aturdida era guiada por su mellizo escaleras arriba. Y cerrando la caravana, la pequeña Shiho, quién decidió por voluntad propia no seguir a los cuatro hermanos.
-No te vayas todavía -exigió Shinichi con tono indescifrable cuando llegó a la segunda planta -Necesito preguntarte un par de cosas.
Se arriesgó a que al demostrar sus intenciones Shiho huyera cuanto antes, pero no le quedaban demasiadas opciones. Su prioridad serían siempre sus hermanos menores.
-Ninguna palabra de esto a nuestros padres -dejó bien en claro mientras depositaba a Ayumi dentro de la cama.
-¿Por qué?
-No me rebatas, Kaito. Ahora no -se frotó el puente de la nariz buscando una pizca de paciencia. Notó en seguida el dolor en la cara provocado por las uñas de la pequeña -Ocúpense de ella -se dirigió más que nada a Aoko sin tomar en cuenta el estado de esta última -Yo tengo una cosa que hacer.
-¡¿Nos dejas?! -chilló desconcertada -¡Pero tengo mucho miedo!
-Solo será un momento -prometió -Kaito las protegerá. Si vuelve a ocurrir cualquier cosa... -hizo una pausa muy larga buscando la mejor solución a aquella interrogante. No existía demasiada -Griten. Griten lo más fuerte que puedan para que alguien los escuche.
Los mellizos intercambiaron una mirada de preocupación antes de ver al mayor salir a pasos diligentes a través de la puerta del cuarto. Descendió los peldaños a toda prisa cuando sintió la puerta principal abrirse y el viento lluvioso salpicando la entrada. Pudo escuchar los pies de Shiho chapoteando desde el umbral hasta el enrejado de la mansión buscando escape en plena oscuridad y aun cuando el cielo amenazaba con caerse a pedazos.
A ojos ajenos, ambos eran considerados por sus familiares y amigos cercanos unos críos con la carne hecha de hierro. Riadas y firmamentos eléctricos no podían perturbar su determinación.
Con lodo resbaladizo adosado a la suela de los zapatos fundaron carrera hacia la pendiente noroeste del pueblo.
Las raíces y la irregularidad del terreno baldío fueron escenario perfecto para la caza. Entre tropezones y deslizadas en colchones de piedras Shinichi logró enrollar los dedos en el tobillo de Shiho para que cayese de prono al suelo.
-¿Cómo? ¿Cómo sabías que los objetos concomitantes al catolicismo ofenden a lo pagano? -necesitaba escuchar la respuesta nacer de su infantil lengua -¿Por qué un niño sabe eso?
-Lo siento, joven Kudō. No puedo otorgarle las respuestas que busca -dijo apoyando las manos en el fango húmedo al darse por pillada -Usted quiso mezclarse con los de este pueblo maldito.
Jadeante y al borde de la desesperación Shinichi elevó la cabeza, con la mano libre se quitó el fleco mojado que dificultaba todavía más su visión.
-¡Conjuraste en contra de mi hermana! -elevó su tono al sentir que los goterones comenzaron a caer con furia sobre ellos -¡Entiendo que tu padre te castigue cometiendo atrocidades contigo! -aplicó fuerza al sentir que la niña intentaba zafarse del agarre y comenzaba a gimotear -¡Más no es excusa para que te desquites con un inocente! ¡¿Qué es lo que quieren?!
-¡Tú no entiendes nada! -gritó devolviéndole una patada en la quijada con la pierna libre -¡Mi existencia es el propósito de mi padre! ¡No tengo elección!
Imitó la acción hasta que por fin logró soltarse de los dedos de Shinichi.
-¡Si que la tienes! -se pusieron de pie al mismo tiempo -Puedo ayudarte, pero tienes que confiar en mí.
Shiho tuvo un escaso lapsus para plantearse el ofrecimiento ¿era realmente una opción? Le gustaba lo que era y lo que aprendía día a día. Su único dilema era su padre y el resto de la familia. Gin era un ser humano despiadado y había demostrado en repetidas ocasiones que nadie podía implicarse con él y salir ganando, mucho menos un chiquillo lactado por una sociedad instruida y bienhablada.
-No -negó tranquila a penas moviendo la barbilla.
-¡Por favor! ¡Solo dime lo que buscan! ¡¿Qué poder tiene la casa que actúan sin importar los daños?!
Shiho se sacudió la melena retrocediendo poco a poco sin romper el contacto visual con Kudō y cuando el valor golpeó su pecho, se echó nuevamente a correr. Esta vez en dirección al pueblo.
Shinichi le concedió unos minutos de ventaja. Escoltó su camino a ritmo de trote dándose por vencido al entender que, de momento, ella no diría nada. Tendría que aventajarse de alguna otra manera.
El frío, el ejercicio y la barricada de turbas le provocaron un ataque de tos. Shinichi se apoyó fatigado en la cubierta de extracción del mismo pozo en el que habían colocado el cuerpo faenado de la amante de su amigo Hattori.
Una amigable voz femenina capturó su atención a pocos metros de él.
-¿Se encuentra bien? -con honesta preocupación la joven se quitó la capucha que la protegía de la lluvia para observar, dentro de lo posible, un poco mejor las heridas de Shinichi -¿Qué le pasó en la cara?
-¡Ran! -su conmoción se elevó tanto que se tentó de romper esa barrera invisible entre ellos. La tomó de las manos sin dudar que ella, con su personalidad caritativa le brindaría el amparo que necesitaba en esos momentos -¡Desobedecí a mi padre! ¡Desobedecí a Dios! -pestañeó para separar el agua de lluvia de sus ojos -Y ahora Ayumi está pagando por los pecados que yo cometí.
Sin entender realmente a que se refería, Ran decidió preguntar.
-¿Qué cosas dice? -por supuesto, que sin dejar de sujetar con fuerza su mano -¿Qué tiene Ayumi?
-Algo maligno tiene su alma posesa. Y es por culpa de ese gueto al que la mayoría llama herejes.
Pasó de largo el hecho de que había ido a buscar a su padre a la taberna de siempre, Ran comprendió casi todo y no iba a desampararlo. Sabiendo que no serviría de mucho, se quitó el abrigo y elevando sus pies y brazos para dar con la altura de él, lo pasó por la espalda de Shinichi demorándose un poco en apartar las manos sobre sus hombros, mostrando toda su humanidad.
En medio del temporal, solo eran ellos, un hombre y una mujer joven que dictaron acercar sus cuerpos empapados y generar devoción en un tierno abrazo.
-Perdóneme - susurró rozándole los labios con los suyos. Se controló, no era momento para nublarse con pensamientos sórdidos al sentir el virginal y mojado cuerpo de Ran encima suyo.
-Vuelva a casa -pidió ella con dolor en las venas y separando sus pechos del torso de Shinichi -Hablaré con el sacerdote. Él sabrá cual será la mejor forma para proteger a la pequeña Ayumi.
Cuando todo volvió a lo acostumbrado y Shinichi entró a la habitación de Kaito para ver cómo estaba, este reaccionó igual que un niño pequeño preso del miedo. Se cubrió con la sábana hasta arriba dejando solo sus ojos descubiertos para poder observar el nuevo peligro.
Shinichi soltó una risa nasal de lo más sincera. De vez en cuando aceptaba que Kaito lo hacía reír.
-¿Sabías que los vampiros no existen? -se burló de él.
-Después de lo que sucedió abajo -tragó saliva -Creo en cualquier cosa -notó como su hermano elevó una parte de la comisura de los labios en menos de cinco minutos. Algo lo tenía de buen humor -¿Mamá y papá te riñeron demasiado?
-No -negó buscando cualquier cosa fuera de lugar en la habitación del menor -Papá ha vuelto a llegar ebrio y mamá... -curvó una ceja buscando la mejor definición -Parece distraída. Comprobó que Ayumi no tuviese demasiada fiebre y me dio las gracias por cuidarla- se rascó la nuca recordando como ella incluso le besó la frente apartando la atención de las marcas de las diminutas uñas marcadas en la carne de su rostro -Yo... solo vine a asegurarme de que estuviese todo en orden -apretó los labios -Buenas noches.
-¡Espera! -Kaito se destapó por completo para impedir que su hermano se marchase -Quédate conmigo, solo por esta noche. Aoko se fue a dormir con Ayumi y yo... -le apenaba aceptarlo -no quiero dormir solo...por favor.
Shinichi se giró para leerle la expresión.
-Qué curioso -respondió serio -Realmente estaba esperando que me lo pidieras -no iba a admitirlo jamás, pero la idea de dormir solo tampoco era de su agrado. Cuando iba a despojarse de su albornoz, se detuvo para imponer sus propios términos -Con la condición de que no comiences con tus tonterías de siempre.
Recibió la mejor sonrisa encantadora que Kaito haya hecho jamás y Shinichi no fue capaz de negarse.
Se acomodaron entre el confortable lienzo de algodón para brindarse calor. Kaito sintió el cuerpo recién aseado de Shinichi, olía a una mezcla suave de jabón y lavanda. Con la tenue luz de la vela alumbrando se miraron entre sí con sus secretos bien guardados esperando un escaso movimiento articulado del otro para iniciar diálogo.
Las pestañas de Kaito aletearon como una mariposa que recién aprendía a volar.
-Esa puta cría te destrozó la cara -añadió con voz lastimera.
-No la culpes demasiado -sabía que las heridas físicas tarde o temprano sanarían -No es ella misma.
Soltó un bufido y rodó los ojos.
-Por su culpa Aoko está asustada y nuestra casa infestada de horrores -otra vez ese sudor helado peregrinó por sus costillas -Tú eres el único que parece ser inmune a los ataques ¿Qué eres?
-Alguien que recibió la ofrenda de la protección.
Se sintió culpable, era cierto que ese tipo de cosas le afectaban menos que al resto, al menos podía ahuyentarlas cuando la situación parecía salirse de control. No lo tenía del todo claro, no le gustaba sentir que aquello eran alguna clase de poderes. No sin entender por completo su origen.
-Tú -Kaito golpeó suavemente la nariz de su hermano con el dedo índice -¿Puedes ayudarme para que esas cosas no me ataquen?
Shinichi sabía que Kaito estaba medio jugando y él estaba de tan buen genio por el encuentro cercano que había tenido con Ran, que optó por seguirle el juego.
Bajó el cobertor para dejar el pecho de Kaito a su alcance.
Se arremangó un poco la manga para que la atención del menor se centrase en su mano. Pasó el dedo con delicadeza encima de sus hombros, bajando de a poco trazando caminos y espirales concentrándose en fingir que sabía lo que hacía.
La respiración de Kaito se tornó irregular, quería que el momento se congelase por la eternidad, quería que de ahí en adelante fuesen solo ellos dos, sin misterios, sin culpas, sin heridas, sin fronteras y que la ropa de dormir no impidiera el contacto directo con su piel.
-Listo -avisó cuando terminó de dibujar los símbolos -Ahora estás bajo mi protección y nadie podrá hacerte daño -prometió.
Había una intención clara contenida entre esas cuatro paredes.
El prometimiento no alcanzó a durar una hora. Era algo deprimente para quien viera la situación con ojos compasivos; Kaito había descubierto el amor de la manera equivocada.
Infló el pecho y unió sus labios buscando una simetría perfecta entre su boca y la de Shinichi. La sensación provocó de inmediato que la sangre le palpitara en la cabeza, cerró los ojos y se dejó llevar.
Fue un beso que no le hizo daño a ninguno, todo lo contrario. Ya nada importaba.
Cuando llegó el momento de separarse para buscar un poco de aire, Kaito habló.
-No debemos...aunque lo hayas dicho antes, yo también entiendo que no podemos...
Malditos, malditos aquellos besos que despertaron a ambos exigiéndoles más y más. Sus labios suspirando al saber dónde estaba el norte que buscaban.
-No llores -pidió al notar que Kaito tenía un nudo en la garganta -Déjame probar a mí -susurró con delicadeza, pasando la yema de los dedos, muy despacio por la nuca de Kaito sintiendo el calor de su piel -De ese modo, ambos seremos culpables del delito.
Arrojando el cargo de conciencia, e insistiendo en que no compartían ningún tipo de lazo, Shinichi buscó su boca otra vez y profundizó el beso. Paulatinamente, el contacto lo había vuelto hambriento, era un hambre que parecía no poder ser saciada nunca más. Separó los labios para encajar y comer mejor los labios del menor. La inexperiencia provocó que sus dientes chocasen y que los sonidos entre ambas bocas sonaran más fuertes de lo normal, pero eso no significaba un real problema, aprenderían juntos.
Con iniciativa espontánea Kaito le levantó la camisa y pasó las manos por el pecho de Shinichi, explorando cada músculo bien marcado.
Uno, dos, tres contactos iguales bastaron para alterar esas muestras de cariño nada improvisadas.
El golpe de emociones aporreó a ambos, la necesidad de tocarse y explorar por completo la anatomía ajena.
Instinto, nada más que instinto y sentido común los hizo darse cuenta de que la única forma de obtener aquello era liberándose de sus ropas.
La rutina de la desnudez parecía algo nuevo. Y tenía sentido, porque la finalidad del concilio era nueva.
Shinichi notó, que al igual que él, el menor tenía una tierna pelusilla que seguía su camino por debajo del ombligo hasta los rígidos músculos de su bajo vientre. Sintió temblar a Kaito cuando apoyó la palma de las manos sobre sus muslos para separarlos un poco y observar con más detalle lo que le exhibía.
Hallándose desnudos, piel contra piel, sangre contra sangre, Shinichi cerró los dedos alrededor del otro y por instinto natural comenzó a mover la mano hacia abajo, despacio y luego hacia arriba. El movimiento repetido provocó que sus labios se entreabrieran y la mandíbula se tensara.
Kaito no se quedó atrás, sus hormonas mancebas persistían en alboroto. Imitándolo, tomó con cuidado la extensión de Shinichi y calcó sus movimientos.
Era algo nuevo, diferente a cualquier sensación vivida. Escalofríos placenteros nublaban sus sentidos por completo provocándoles suspiros casi lastimeros que era mejor mantener al margen de lo audible para no ser descubiertos. En el mejor de los casos, la tormenta apaciguaría sus sonidos obscenos.
En lo rápido que su respiración aumentó, sus caderas se balancearon e incrementaron su intensidad.
Shinichi no estaba soportando el dolor y la necesidad física de poseer al contario estaba por volverlo loco. Acarició su cuello, el detalle de la manzana de Adán moviéndose dentro de la garganta de Kaito le recordó una vez más la falta que cometían y tuvo que sacudir la cabeza como si de ese modo sus pensamientos se dispersasen para no interrumpir su cometido.
Aplicando un poco de fuerza, tumbó a Kaito boca arriba y con apetito dio comienzo a un roce acelerado contra su pelvis. No quería se le escapaban gemidos roncos y tuvo que ahogar el grito cuando sintió como se corría sobre el vientre férvido de Kaito.
Este otro, al ser espectador directo, encontró también el clímax manchando su propio pecho con el característico líquido blanquecino que había visto salir de su cuerpo otras veces al darse placer.
-P-perdóname -se disculpó.
-No pasa nada -Shinichi lo tranquilizó mintiendo y descansando la espalda contra el colchón con la mano derecha sobre la despeinada cabellera de su hermano.
El pecho se les inflaba y desinflaba buscando reencontrar el ritmo normal.
Kaito con timidez, apoyó la mejilla en el hombro sudoroso de Shinichi. Su sorpresa y regocijo fue grata cuando el mayor no hizo nada por contrarrestar el gesto.
-Te quiero -ronroneó en suplicio para que esas palabras envejecieran siempre en su boca.
Tardó unos segundos para armarse de gallardía y corresponder sin excusas a sus palabras.
-Yo también -exhaló rendido a sus sentimientos -Mierda...de verdad que yo también lo hago.
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It's me, hi, I'm the problem, it's me 💁 (Siempre publicando a la hora del copi)
¿Cómo están? n.n
Oigan, me voy a poner sentimental así que se aguantan gg
Hoy es mi cumpleaños y mi regalo es la felicidad que me provoca poder publicar estas cosas que salen de mi cabeza y compartirlas con ustedes que siempre me han recibido tan bien, les tkm demasiado 🥺💖 gracias por estar aquí con sus votos y comentarios bonitos
Cualquier duda, queja, comentario me lo dejan y estaré respondiendo :3333
Abrazos
;DD
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