15. Compromiso celestial
Recomendación de la autora: leanlo con la música de fondo para que le de el toque equisde
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Aquel domingo álgido y lluvioso transcurrió como si una mano cruel y oscura hubiese movido los hilos para su propia entretención al generar un nuevo desequilibrio dentro de la familia Kudō.
La misa de las doce solamente sirvió para que la muerte de Kazuha siguiese siendo la comidilla de todo el pueblo. La familia de la joven seguía recibiendo el pésame manifestando profunda tristeza al recordar, a través de los ojos de la gente, a su única hija como un alma pura y bondadosa. Así como se recordaba siempre a la mayoría de los muertos.
Hattori seguía confundido, en sus ratos cuerdos lograba formular alguna teoría con respecto a la muerte de su amante secreta, pero la pena y el dolor lo nublaban a tal punto de querer abandonar la realidad convirtiéndolo en un individuo improductivo para la comunidad.
Como era de esperarse, unos muchos, influenciado por otros pocos, acusaron a la familia de Yūsaku de traer la maldición de la desgracia a ese pueblo tan tranquilo aun cuando él trabajaba arduamente en la investigación del asesinato de la chica Toyama y los extraños sucesos que habían ocurrido con anterioridad en su propia morada.
Por otra parte, Shinichi veía correr los días sin ser capaz de tener aquella conversación con su hermano.
Se excusaba a si mismo diciendo que no había existido el momento adecuado. Kaito estaba más inquieto que cuando era pequeño, paseándose de allí para acá, como esforzándose por no permanecer más de cinco minutos en la misma parte de la casa o lugar. Lo que provocaba que el mayor sintiese la materia de aquello como una bola de enjambre en su garganta que cada minuto que pasaba crecía más y más amenazando con ser expulsada.
Tragó saliva y se aferró con fuerza al rosario que tenía enrollado en los dedos concentrando su mirada tres filas más adelante de los asientos que estaban a la izquierda.
Shinichi quedó alelado, una vez más, con la hija de los Mōri.
El perfil de Ran era algo adictivo de mirar; su cara redondeada aun marcada por la poca inocencia que le quedaba de la edad, sus pestañas levemente crespas apuntando el cielo, las curvas de su boca carmín como una jugosa manzana de estación y unos cuantos cabellos desobedientes que caían sobre su rostro grácil la convertían en una criatura íntegramente pura y natural.
La belleza de ella le hizo sentir un entusiasmo diferente, casi grosero. Uno que sabía que si dejaba fluir sería muy difícil de diluir. Y él tenía que mantenerse fuerte.
Esta vez, para apagar la sensación se le ocurrió mirar de reojo a su hermano. El menor estaba sentado en el banco reclinatorio entre medio de Aoko y Ayumi. Tenía mirada fija en el sacerdote escuchando cuidadosamente cada una de sus palabras con gesto compungido. Cualquiera que lo viese, pensaría que el muchacho era la santa paloma de los Kudō.
Sintiendo aquellos ojos acusadores sobre su persona, Kaito giró el cuello a la derecha en un ángulo aterrador clavándole los ojos sin pestañear a Shinichi, al igual que un búho en mitad de la penumbra.
El mayor dejó escapar un extraño sonido atragantado al ser descubierto.
-Shhh -lo hizo callar su madre sentada a su costado.
Las palabras del sacerdote seguían oyéndose de fondo rebotando en esas sagradas paredes construidas para ese fenómeno.
-¿Por qué me miras tanto? -susurró Kaito.
-No me molestes - musitó de vuelta. No podía ser más descarado.
Para volver la situación aún peor, Kaito intercambió de puesto con Aoko para quedar hombro a hombro con Shinichi.
-Ya en serio -con hipocresía rebosante le habló bajito al oído haciendo una pausa antes de proseguir con el interrogatorio -¿Qué te pasa?
Shinichi quería responderle que no era el lugar ni el momento, pero cometió el error de mirar aquel rostro con expresiones estúpidas que tenía al lado y las palabras fueron escupidas atropelladamente.
-¿No recuerdas? Tú y yo tenemos una conversación pendiente -imitó la pausa -A menos de que el vino haya distorsionado todos tus recuerdos -Kaito elevó una ceja en forma de respuesta no verbal -No te preocupes. Yo te haré recordar.
-¿Recordar que cosa? -sabía perfectamente qué cosa.
-Que eres tú la oveja descarriada que distrae al pastor -Shinichi arrastró cada palabra sin quitar la mirada de su hermano -Y mi misión es protegerte.
-¡Ah! te refieres a lo de...
-Muchachos -susurró Aoko sin dejarlo terminar la frase.
Sus padres y la gente a su alrededor comenzaba a mirarlos con mala cara por platicar en mitad de la misa dedicada a la chica fallecida.
Los dos enderezaron sus espaldas y volvieron a concentrar su mirada en el altar.
-Shinichi -volvió a llamar la atención de su hermano -No creas que estoy jugando contigo.
-No se nota -le respondió el nombrando apenas moviendo sus labios.
Pero lo que si se notó, fue que ambos seguían faltando el respeto y su madre no se aguantó de darles un manotazo en la parte de atrás de la cabeza a sus dos hijos.
Bastaron otros cortos minutos para que los jóvenes insistieran con la discusión.
-Antes pensaba que todo ese ego tuyo era un método de defensa para que cualquiera que se atreviera a pasar ese límite se llevase una gran decepción al juzgar acerca de que puedes tener una relación civilizada con cualquiera- Kaito parecía ensañado en no callarse nada -Ahora me doy cuenta de que tienes miedo.
-¿Miedo? -y Shinichi tampoco apagaría su voz ante el menor -¿De ti?
-De tus sentimientos. Eres un cobarde que disfruta de hacerle creer al resto que no tienes corazón.
Una gota amarga recorrió la espina dorsal de Shinichi. No soportaba cuando Kaito veía con tanta claridad a través de él. Se sentía acorralado y vulnerable, la peor sensación para una mente como la suya.
-Yo no fui quien salió huyendo del lugar -no iba a permitir que hablase de su falta de valor.
Sobrevino un último lapso de silencio hasta que Kaito respondió sembrando crisis.
-Bien -dijo desafiante con gesto mosqueado para demostrarle a su hermano que iba muy en serio -Te lo digo aquí, entonces. Frente a los ojos de Dios -su combustible fue la mirada alarmada de su hermano rogándole que no cometiera ninguna insania -Mis sentimientos hacia ti son tan reales como los que tenía Heiji Hattori por la joven Kazuha o el que existe entre nuestros padres.
-Kaito -exclamó demandante con un tono más alto de lo que quería -Aquí no.
-Shin-chan -sabía que estaba hablando demasiado bajo para ser escuchado por cualquier otro que no fuese su hermano -No miento cuando digo que cuando te fuiste de nuestro lado me di cuenta de cuánto te amo.
-Cierra la boca -volvió a rogarle sin éxito recordando como lo había embrujado con el péndulo.
-Te amo y haré lo que sea para estar contigo...
Y Shinichi no aguantó más, se levantó del asiento y elevó su mano dominante para imitar la misma actitud que hace meses atrás había tenido su padre con él.
Le reventó la cara de una bofetada logrando que el golpe lo tirase al suelo y se lanzó junto a él para zarandearlo de la camisa de un lado a otro generando un escándalo descomunal en la casa de Dios.
-¡Cállate Kaito! -le gritó tirándolo de los pelos -¡Cállate! ¡O yo mismo te enviaré al infierno!
Sufrió una pequeña sacudida en su pecho al percibir la realidad.
El silencio sepulcral y los ojos vidriosos de su hermano se le clavaron como miles de estacas sobre su espalda. Pocas veces había sentido ese pavor.
-Lo siento mucho -Yūsaku se levanto de su asiento disculpándose con una tranquilidad sorprendente, casi como si no dimensionara la ignominia de la situación.
Tomó a ambos de un brazo y con la misma calma los arrastró hacia afuera. No le importó que los tres se empaparan a causa de la lluvia.
-¿Qué está sucediendo entre ustedes dos? -preguntó sereno intentando encender su pipa.
Kaito y Shinichi se miraron pugnando por llegar a una tregua entre ellos.
-Estoy convencido de que la difunta se buscó por cuenta propia su fatal destino -Kaito calibró convincente sus palabras con su gesto serio -Y mi hermano insiste en que ningún alma merece correr esa suerte.
Su padre miró a Shinichi para obtener la respuesta definitiva. Sabía que su hijo mayor no le mentiría.
-Es cierto -se apresuró en contestar -Sin embargo, convengo en que la misa no era el momento para mantener ese intercambio de ideas.
Yūsaku elevó el mentón para adherir su triste mirada hacia el cielo viendo como las nubes dejaban caer las gotas de agua al suelo.
-Quiero que cuando termine la ceremonia pidan disculpas a la familia Toyama.
-¿No nos va a castigar? -Kaito quería conocer la acostumbrada penitencia por su mal actuar.
Comenzó a oírse el venerable y melancólico canto en el interior de la iglesia avivando la culpa y la miseria en el corazón de los tres.
-No, hijo. Hoy no -fue lo último que les dijo Yūsaku antes de volver a reunirse con su esposa e hijas.
Kaito miró a Shinichi, los dos pestañeaban para despejar sus ojos de la humedad.
Uno de los peores sentimientos que tocaba vivir a muchos hijos era ser testigo de la pesadumbre y desconsuelo causado por ellos mismos a los padres.
-Puede que después de todo no tengas corazón -aseguró Kaito limpiándose la nariz con la manga de la arrugada camisa blanca.
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Hallo :3 ¿Cómo están?
Iba a actualizar a una hora decente, pero en mi país son las 2:40 de la madrugada y todavía no tengo sueño gg
Gracias por todo el apoyo!!! Se siente tan bien estar de vuelta 🥺💗
Prometo que en el siguente capítulo habrá acción y elementos de terror 🤭
Abrazos
;DD
💙💜❤️💚💛
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