3. Frecuencias paralelas
Trato de sintonizar alguna estación de radio en un equipo viejo, de la marca Spica, pero es inútil. Por más que recorro todo el dial, solo encuentro una fritura. De pronto, logro sintonizar algo: es un sonido espantoso y rechinante, similar al zumbido que producen las chicharras en el verano, pero mucho más potente y desagradable. Me produce escalofríos.
El zumbido se expande por todo el cuarto hasta aturdirme y me cubro los oídos. No disminuye cuando bajo el volumen de la radio ni cesa cuando la apago. Tampoco logro sintonizar otra cosa. Lo único que puedo hacer es tomar el aparato de radio y estrellarlo contra el piso.
Despierto agitado, aún sintiendo aquel zumbido. Me froto la cara y salgo de la cama. Saludo a Buffy con unos mimos y me parece que está más delgada. Sacudo la cabeza, mientras le pongo alimento en su pocillo. Debo seguir medio dormido.
Luego de bañarme, reviso la heladera a ver qué falta comprar. La noto más llena que de costumbre. Y ordenada. Hay yogures, carne cocida en un plato y verduras cortadas en un pequeño tupper. No recuerdo haber cocinado anoche. Quizás lo hice y, como estaba cansado, me olvidé. Caliento la comida en el microondas. Cuando me siento a comer y agarro los cubiertos, noto algo raro en mi mano izquierda, que presiona entre la madera del tenedor y mi dedo anular.
¡Tengo un anillo! ¡Un anillo dorado! ¿Qué es esto? Me lo saco y veo que tiene una inscripción grabada: «Te amo. Jonathan». ¡No puede ser! ¿Sigo soñando?
Busco mi celular. Intento desbloquearlo pero no reconoce mi clave. Mierda. Intento con las que usé hace unos años. A la tercera, ¡lo consigo! Encuentro un mensaje de Jonathan. Es un video. Lo abro. Vuelvo a ver sus ojos marrones y esas cejas que parecen pintadas sobre ellos. Ya no lleva flequillo. Ahora tiene el pelo castaño rapado y la barba muy corta.
—Hola amor, ¿cómo andás? Acordate que te dejé el almuerzo en la heladera —me dice—. Que tengas una buena jornada, mi bello durmiente. Nos vemos en un rato. —Tira un besito a la cámara.
Es... ¡mi ex! Ya casi se cumple un año desde que nos separamos, sin embargo... ¡Estoy casado con él! ¿Cómo puede ser?
Abro la cámara de mi celular, para grabarle un video. ¡Dios! Tengo ojeras, estoy despeinado, pero me veo con la barba más prolija que de costumbre.
—Eh... hola, Jony... te extrañé... Sos hermoso. Gracias por la comida.
Se lo envío.
¿Qué está pasando? Miro alrededor y encuentro en una pared un póster enmarcado de Britney. Es una imagen de ella en blanco y negro con la leyenda «Original Doll» debajo. Yo nunca puse eso ahí. Además, no recuerdo que la cantante haya sacado ese álbum.... Camino hacia la torre de CD que está debajo y busco entre los discos de la cantante. Encuentro el que se llama Original Doll. Lo saco. No puede ser... Jamás vi esta portada en mi vida. Lo doy vuelta y miro las canciones. Solo reconozco algunos títulos... Quiero ver el año de edición, pero la caja justo está rayada en esa parte. Saco el celular, pensando en llamar a uno de mis amigos para contarle esto, pero me distrae la luz apagada que entra por la ventana... Miro la hora. ¡Estoy con el tiempo justo para ir al trabajo! Guardo el CD en su lugar, busco mi mochila y salgo. Bajo las escaleras rápido.
Mejor camino hacia mi trabajo... son varias cuadras, pero me va a hacer bien el ejercicio. ¡Qué lindo aire se respira! El barrio se ve igual, aunque está un poco más limpio. Vuelvo a pensar en Jonathan y observo el anillo en mi mano.
Regreso al pasado...
Estábamos los dos abrazados en el sillón del departamento y veíamos una de las películas de Thor, de Marvel. De repente, Jony se inclinó a besarme.
—Te amo mucho.
—Yo también. —Ya no aguantaba más lo que venía sintiendo y necesitaba decírselo—. Jony... quiero una vida con vos. No me importa nada más.
Abrió bien los ojos.
—¿De qué estás hablando?
—¿Te gustaría casarte conmigo? —le pregunté.
—Sí... Obvio que sí. —Su mirada era brillante, su sonrisa inmensa—. Pero... ¿estás seguro? —Vi esa expresión de miedo que me dedicaron tantas veces—. Y si después... ¿no te soy suficiente?
—¿Por qué no vas a ser suficiente?
No me respondió, pero yo sabía lo que estaba pensando. Sus ojos se humedecieron.
—Te amo a vos, Jony —aseguré, tomándolo fuerte de las manos—. Y quiero que sea para siempre.
Vuelvo al presente.
Toco el anillo con mi otra mano. Al final, las peleas y errores cometidos, la separación, los días tirado en la cama, triste... Todo fue parte de una pesadilla. ¡No lo perdí! Jony sigue conmigo. Una energía inmensa se enciende en mi corazón y siento alivio. Sigo caminando rápido hacia el laburo. Paso por algunos locales, que no reconozco. Hasta ayer estaban vacíos.
Cruzo hacia la plaza del Congreso y noto unos postes con paneles de energía solar, donde algunas personas cargan sus teléfonos. ¿Cuándo hicieron todo esto?
Llego al edificio donde está la radio y entro. Encuentro que los cuatro ascensores funcionan. ¡No lo puedo creer! Hasta ahora, había dos que se hallaban clausurados y los otros tardaban en llegar porque casi siempre estaban ocupados.
Una vez en el octavo piso, paso por la recepción de la radio, pero no encuentro la máquina de metal y el fichero. Hay una pequeña máquina negra, con un espacio donde apoyar el dedo. Es un fichero electrónico. Acerco la mano de forma automática y toma mi huella digital, haciendo un sonido agudo.
Después camino hacia las escaleras que llevan a los estudios.
—Ey, ¿qué hacés acá? —escucho la voz de Karina.
Levanto la vista y la encuentro bajando hacia el rellano. ¿Por qué tiene el pelo teñido de negro? Me detengo, incómodo. Me acerco para saludarla con sequedad, pero ella sonríe y me abraza con fuerza. Después me agarra del brazo. ¿Qué le pasa? ¿Por qué es tan buena onda de pronto?
—¿Viniste a visitarnos? —me pregunta.
—No. Vengo a conducir. ¿Qué te pasa? —me suelto de ella—. Si sabés que yo trabajo en este turno. Solo ayer vine a cubrir al turno mañana.
Se me queda mirando.
—Fran. Vos conducís en el turno mañana. Yo conduzco el turno noche. Mi turno.
—No, Karina. Yo estoy a la noche, vos estás en el turno tarde.
—No, Fran. Hoy temprano estuviste acá. De hecho, nos cruzamos cuando te ibas para tu casa. Nos dijiste que ibas a dormir una siesta.
—¿De qué hablás? No me acuerdo de eso —le digo.
—¿Te sentís bien?
—¡Hola! —nos saluda Nicolás, el locutor de bigote curvado en las puntas. Está parado frente a las escaleras—. ¿Te tocó venir en este turno? ¿A quién estás cubriendo? —me pregunta.
Okey. Acá está pasando algo raro. No solo Karina se confundió. Además, este pibe me trata bien, cuando no me banca.
Sacudo la cabeza y bajo las escaleras sin responderle, rumbo al área de producción.
—Fran, ¿qué te pasa? —pregunta Nicolás y giro para ver que me sigue, junto a Karina.
Aprieto la mandíbula, enfurecido. Seguro esto es una joda. Se complotaron para lastimarme. No les contesto.
—Ey, mi amor —escucho una voz familiar y giro. ¡Es Jony!—. ¿Qué hacés acá? ¿Viniste a visitarme? —pregunta sonriendo, mientras se acerca por el pasillo hacia mí.
Lo abrazo fuerte, emocionado. No quiero soltarlo nunca más... Mis ojos se humedecen, pero me resisto a llorar.
—Guau, qué emoción. No me dejás respirar... —dice y lo suelto.
—Perdón...
—Es como si no me hubieras visto en años —se ríe—. Yo también te extraño.
Me toma de la cara... y me da un beso rápido en la boca. ¡Delante de todo el mundo!
¿Qué van a pensar los demás? Miro alrededor, asustado. Karina sonríe. Nicolás se mantiene inexpresivo. Las otras personas, sentadas frente a sus escritorios, están en la suya. Solo nos observa una mujer mayor, enternecida.
Giro hacia Jony.
—¿Qué hacés en la radio? —le pregunto.
—Eh... trabajo acá, en el informativo —responde, con el ceño fruncido.
No puede ser. ¿Cuándo entró? Lo último que recuerdo es que era locutor en otra radio, FM Stars, en el turno trasnoche.
¿Qué mierda está pasando? ¡Estoy tan confundido!
Vuelvo a mirar alrededor y entonces noto algunas personas que no conozco.
—Está como desorientado —dice Karina—. No sé qué tiene.
—Vení... —Jonathan me toma de la mano y me lleva hacia el fondo del lugar, donde hay menos gente.
Me indica que me siente en un escritorio vacio y dice que va a traerme agua. Karina y Nicolás, que nos siguieron, llegan hasta mí y me observan preocupados.
Cuando Jony vuelve y doy unos sorbos de agua, me quedo mirando sus ojos marrones, grandes y brillantes. Lo extrañé tanto... Me acaricia el rostro con suavidad. Siento algo frío en su mano. La tomo y veo el anillo dorado. Sonrío y observo el mío.
—¿Estás pasando mucho estrés? —pregunta Nicolás—. Quizás tenés fatiga crónica.
Niego con la cabeza.
—Tranqui, Fran —me dice Jony y empieza a acariciarme el pelo—. Amor, ¿no te acordás que yo trabajo en el turno noche y vos en el turno tarde? —me pregunta—. Pediste el cambio hace poco —me indica
De pronto, mi mano se mueve sola... ¡Como si tuviera voluntad propia! Y se aferra a la de Jony. El chico me sonríe con ternura. Entonces, es como si una nube se despejara en mi cabeza, y empiezo a recordar: los dos vestidos de traje en un registro civil, reunidos en un salón pequeño, celebrando con nuestros amigos, hermanos y algunos primos. Vuelvo a ver sus cosas en mi departamento. Colgamos juntos un cuadro con un nuevo póster de Britney, el de Original Doll. Es todo lo que íbamos a hacer, antes de que yo... por un instante, nos veo discutiendo en mi departamento.
—Nico, Kari —pronuncia Jony, sacándome del ensimismamiento—. ¿Me dejan un minuto con Fran? —les pide.
Ambos asienten y se alejan.
Jony se agacha y me mira a los ojos. Entrecierra los párpados.
—Tranquilo —me dice, con voz suave—. Vas a estar bien. Ya vas a entender lo que te está pasando. Pero ahora necesito que vuelva mi Fran.
—¿Tu Fran? —le pregunto.
—Te voy a ayudar a regresar, ¿dale?
—¿Esto es un sueño? ¿Me vas a hacer despertar? —pregunto.
Sonríe con ternura.
—Cerrá los ojos. —Me ordena y le hago caso, con reticencia.
—No sé si quiero irme...
—Concentrate en tu respiración, Fran —me indica—. No intentes controlarla, solo observala.
Mi pecho, que sube y baja, comienza a hacerlo a un ritmo más pausado. Me tranquilizo enseguida. Jony pone su mano en mi frente y siento una vibración que crece poco a poco, hasta envolverme. Es como si me hundiera en mi interior, cada vez más, protegido por esa energía.
Traspaso un túnel de color verde y rosado, a toda velocidad, alejándome de Jonathan y la radio. En cuanto salgo, me hallo flotando en el espacio. Y encuentro el planeta Tierra a mis pies. ¡Un torbellino me succiona!
Desciendo por la atmósfera, viendo los continentes inmensos, hasta que llego a la ciudad. Los edificios se acercan a mí con rapidez. Giro y quedo de espaldas, todavía cayendo a través del cielo, hasta traspasar una pared.
Caigo sobre mi cama.
Y despierto de un salto.
Me llevo las manos a la cabeza, que se siente inmensa y está llena de imágenes que no comprendo del todo. ¿Me casé o me peleé con Jony? ¿Karina es rubia o morocha? Me llevo los dedos a los labios, recordando el miedo y la excitación que sentí con ese beso que Jonathan me dio delante de todo el mundo.
Poco a poco, vuelvo a la realidad.
Todo fue un sueño. Jonathan no se casó conmigo, ni trabaja en la misma radio que yo. Me separé de él hace casi un año y cuando quise volver con él, me rechazó.
Tengo ganas de llorar, pero me contengo. Siento un calor que viene de mi lado y encuentro a Buffy, que duerme tranquila. La acaricio despacio.
Después me levanto y voy hacia la cocina. Abro la heladera, que está casi vacía y con platos sin lavar adentro. Camino hacia el living comedor, donde hay pilones de ropa en las sillas, mi mochila tirada sobre un sillón, papeles, vasos y libros desparramados sobre la mesita.
Volví a esta normalidad, que detesto.
Miro el espacio vacío de la pared donde, en mi sueño, estaba el póster de Britney de ese álbum Original Doll. No sé porqué, pero me acerco y poso la mano en el lugar. Antes, cuando vivíamos juntos, ahí estuvo otro póster enmarcado: el del primer álbum de la cantante: Baby One More Time. Era de Jonathan.
Debo haber soñado con él porque justo ayer escuché una canción de ella. Me pasé todo el fin de semana tirado en la cama mirando el techo, con la música que me gusta de fondo: Radiohead, los Red Hot Chili Peppers, Los Rolling Stones, David Bowie, Queen... en algún momento, no se cómo, Britney se coló en la playlist de YouTube.
Jony era muy fanático de ella...
Desde que nos separamos, me bloqueó por completo: tanto en las redes sociales como en el celular. Yo hice lo mismo, un poco después. Y me esforcé por bloquearlo de mi mente también.
Quizás no pude procesar la separación y ahora está resurgiendo todo...
Busco Original Doll en Google. En algunos sitios hablan sobre un proyecto que Britney tenía, allá por el 2005, y que su disquera dio de baja. Entre los temas posibles se encontraban Rebellion, 991, Baby Boy y I've Been Loving you.
Jony debe haberme contado alguna vez sobre esto y la información quedó en mi inconsciente.
En la vida real, iba a casarme con él y eso no pasó...
Original Doll es un álbum cancelado de Britney...
Debo haberlos asociado y por eso soñé todo eso. Quizás creo que lo de Jony fue una oportunidad perdida, como aquel álbum de Britney.
Sacudo la cabeza, apartando esos pensamientos. Después observo mi mano izquierda y acaricio el lugar donde, durante el sueño, sentí aquel anillo dorado y un nudo vuelve a formarse en mi corazón.
***
Salgo de casa con el tiempo justo para legar al trabajo, así que en vez de caminar, voy hasta la parada de colectivo. Hay varias personas aguardando, porque a esta hora la mayoría sale de las oficinas. Por suerte, tengo un viaje corto hasta la radio y este bondi suele venir rápido.
Me quedo pensando en los sueños que tuve últimamente: primero, que estaba con Karina y teníamos un hijo. Ahora, que me había casado con Jonathan...
¿Qué me está pasando? ¿Los extraño a ambos? Tal vez sueño con diferentes versiones de mí y de los otros porque busco contentar a mis viejos, a mí mismo, a esta sociedad de mierda que me dice que no me pueden gustar los hombres y las mujeres
Llega el colectivo. La gente lo para y hacemos la fila para subir. Entonces, me llama la atención algo de color verde, hacia mi derecha. Es el cartel publicitario que está en la parada, que no llegué a ver antes porque me tapaba la gente.
Me estremezco al ver la imagen de Jonathan, mi ex, delante de un fondo verde con imágenes de rayos de electricidad y notas musicales.
Sumate al lado pop y geek de la realidad: ¡Desatado! El programa más escuchado.
Con Jonathan Canclini. ¡Tu mejor amigo radiofónico!
De lunes a viernes de 18 a 22 por FM Stars 104.4.
Jony... mi ex... Lo cambiaron de horario. Y ahora... ¡es famoso! No es de extrañar, porque esa radio es mucho más popular que la estación donde trabajo. Sale en el mismo horario que yo, así que competimos por la audiencia.
—¡Señor! ¿Sube al colectivo? —exclama alguien a mis espaldas.
—Sí, sí... —digo y recién ahí noto que la fila se despejó delante de mí y que estoy obstaculizando la marcha.
Avanzo rápido y me subo al bondi. Una vez que pago con la tarjeta electrónica, me siento y observo de nuevo el cartel por la ventana. El colectivo arranca y lo pierdo de vista.
Saco mi radio portátil y sintonizo la frecuencia que decía en el aviso, para guardarla. ¿Justo después de soñar con él veo ese cartel? Casi siempre me tomo el colectivo y ayer mismo lo esperé en esta parada. No estaba esa publicidad.... No hay chances de que me haya sugestionado por verla.
¿Será que sigo conectado de alguna manera con mi ex prometido?
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